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MUNDO

La izquierda en Brasil y México: Entre la esperanza y el desencanto

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Opinión, por Iván Arrazola //

Las palabras de López Obrador ante la victoria de Lula en Brasil fueron “feliz, feliz, feliz”, es curioso que un presidente que se autodenomina de izquierda pueda tener ideas confusas, se dice de izquierda pero considera que el movimiento feminista es conservador e intenta desestabilizar a su gobierno, es de izquierda, pero cierra estancias infantiles, con lo cual afecta a millones de mujeres que en su mayoría son las responsables del cuidado de los hijos, es de izquierda pero se niega a romper relaciones diplomáticas con Rusia y aunque no lo dice abiertamente, simpatiza con Vladimir Putin al que considera un libertador que se opone al gran imperio.

Estos contrastes vienen a colación porque ante la victoria de Lula es necesario hacer una comparación entre los dos políticos, tratando de entender cuáles son las similitudes y diferencias de estos dos líderes.

Un elemento que comparten en común es la lucha por llegar al poder, en el caso de López Obrador tuvo que participar en tres elecciones presidenciales para alcanzar la presidencia, en el caso de Lula participó en cuatro procesos electorales desde 1989 hasta el 2002 cuando gana y gobierna por ocho años Brasil, la persistencia es una característica en los dos políticos.

Otro elemento que comparten es la creencia en los liderazgos carismáticos, sin su presencia y su influencia los cambios no son posibles. El control sobre quien los sucederá en el poder es otra característica en común, Lula dejó a Dilma Rousef en el poder, la cual fue destituida por el Congreso brasileño, López Obrador hace uso de todos los recursos para dejar a una de sus corcholatas en el poder.

Las diferencias se encuentran en los discursos, mientras López Obrador habla de los conservadores y los que apoyan su movimiento, Lula habla de reconciliación, menciona “Este pueblo está cansado de ver al otro como enemigo”, dice que “no hay dos países. Somos un Brasil, un pueblo, una gran nación”. Son evidentes las diferencias, mientras el presidente mexicano descalifica a todo el que no piensa igual que él, el futuro mandatario brasileño busca la reconciliación.

En su primer discurso al declararse ganador Lula mencionó “Hoy le decimos al mundo que Brasil ha vuelto”, considera que durante el mandato de Bolsonaro Brasil fue relegado “al triste papel de paria del mundo”, propone “crear una nueva gobernabilidad global”, Lula no le teme a salir al mundo y promover el diálogo y el acuerdo con el resto de las naciones.

López Obrador le teme al mundo, por eso no viaja, por eso tampoco le preocupa incidir en las decisiones que se toman a nivel global, la autodeterminación de los pueblos la entiende como proteger dictadores y que violen los derechos humanos de sus ciudadanos. No tolera la crítica, por eso cuando el Parlamento Europeo le dice que los periodistas están en peligro el presidente reacciona mencionando que México ya no es una colonia y que por lo tanto no acepta las críticas de nadie.

Mientras el gigante de América se mantuvo aislado por la política de Bolsonaro, México desaprovechó una excelente oportunidad para ganar presencia y prestigio en la región, peleando porque la Corona española le ofreciera una disculpa que nunca llegó o pidiendo prestado el penacho de Moctezuma.

Una tercera diferencia se encuentra en su concepción sobre la democracia, mientras Lula habla de “vivir democráticamente”, López Obrador pretende destruir las instituciones democráticas que le dieron la victoria, alegando que la democracia en el país es muy cara, que los consejeros no son imparciales y que quiere detener los fraudes. El engañoso discurso del presidente y su iniciativa lo que en realidad pretenden es crear un instituto electoral a modo y tener un control absoluto sobre las elecciones.

El principal reto que enfrentan las izquierdas latinoamericanas es no caer en los excesos del presidente mexicano, que al ganar con un amplio margen las elecciones presidenciales creyó tener un mandato que le permite hacer lo que sea, dividir al país , realizar obras públicas sin ningún tipo de supervisión ni rendición de cuentas, militarizar al país asegurando que es lo mejor opción, usando los espacios de comunicación gubernamental para exhibir, intimidar y calumniar tanto a periodistas, opositores y hasta correligionarios.

Sin duda los retos que tendrán que enfrentar los gobiernos de izquierda en países como Colombia, Chile y Brasil serán enormes, los estragos del covid, la mala gestión por parte de los gobiernos que los antecedieron en torno a este tema, la presión inflacionaria y la polarización social y política que enfrentan estos países será enorme.

Si logran superar estos problemas es posible que estos proyectos políticos se consoliden, pero para ello tendrán que evitar la tentación de querer perpetuarse en el poder, ya sea cambiando las reglas para poder reelegirse o dejar a sus alfiles en el cargo, evitando profundizar la división entre los diferentes sectores de la población y respetando las reglas democráticas, de lo contrario tendrán que soportar a un mandatario como el mexicano que dice que todo ha cambiado aunque la realidad diga lo contrario.

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