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OPINIÓN

La pistola de Trump sobre la sien de México

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Opinión de Luis Manuel Robles Naya //

México está a prueba durante 45 días, en un examen impuesto por un sinodal que está predispuesto a reprobar al examinado. En política no cabe la ingenuidad y creer que Donald Trump no utilizará el combate a la migración como el eje articulador de su campaña electoral es cuando menos una gran inocentada.

Sin embargo, la administración federal está haciendo un serio intento para complacerlo, dando los pasos lógicos y necesarios para satisfacer la demanda del gobierno norteamericano de reducir el flujo de migrantes por nuestro suelo y convertirse en un país de asilo para los que accedan a una solicitud del mismo en los Estados Unidos de América.

Para ello, constituyó un grupo especial en el que confluyen responsabilidades asignadas a diversos ministerios, coordinados todos por el Secretario de Relaciones Exteriores. A la inusual demanda norteamericana, que mezcla asuntos comerciales con los migratorios, vino una respuesta igualmente inusual del gobierno mexicano, pragmática y lejana de la ortodoxia administrativa, ya que los secretarios de Gobernación, Trabajo, Economía y de Seguridad Nacional quedaron al margen de las decisiones que son ahora tomadas por el Secretario de Relaciones Exteriores.

Tengo la edad suficiente para remontarme a los años setenta del siglo pasado y recordar aquellas Comisiones que alegremente formaba el presidente en turno Luis Echeverría Álvarez, en la que participaban muchas dependencias y nada resolvía. En bien del interés nacional, espero que este grupo interinstitucional, no lo han nombrado comisión, sí pueda resolver en cuarenta y cinco días, lo que en sexenios no se ha podido o no se ha querido atacar frontalmente, que es la migración ilegal por la frontera sur de México.

Es público que por esa frontera pueden entrar hasta elefantes flotando en balsas por el Suchiate y por eso sorprende la declaración de la Secretaria de Gobernación de que no tiene idea por donde entraron 140 mil migrantes en el mes anterior, a los que debemos sumar otros cientos de miles desde principios de 2019.

También son muy conocidas las prácticas de corrupción que tienen lugar en el Instituto Nacional de Migración, cuya indolencia y permisividad hizo posible que durante años, el flujo migratorio fuera continuo aunque menos numeroso. ¿Lo desconocía Sánchez Cordero? Por supuesto que no, pero no puede darse el lujo de decir que fue la política de puertas abiertas implementada en esta administración la que alentó y produjo el inusualmente numeroso flujo migratorio que hoy se tiene que contener, so pena de castigos económicos severos.

El grupo de trabajo formado por el Presidente de la República, que no es comisión, tiene 45 días para disminuir la cantidad de migrantes que transitan por nuestro territorio y para el efecto ha esbozado un plan de trabajo ambicioso, que intenta quedar bien con ambos lados de la frontera norte mexicana, pero sinceramente creo que tendrá que aplicar el principio del lecho de Procusto.

Este personaje, para dar ingreso a su posada, pasaba primero a los paseantes a su lecho y el que tenía las piernas largas y sobresalían se las cortaba, mientras que a los que les quedaba grande el lecho los estiraba hasta que estuvieran a la medida. En ese tenor tendrá el gobierno mexicano que cortarle las piernas a la migración porque le sobra, y tendrá que estirar el presupuesto para cumplir con las exigencias, porque le falta.

En México la tasa de desempleo ha crecido; según reporte del INEGI del 23 de abril, durante marzo la tasa de desempleo ascendió a 3.56% de los económicamente activos y el 57.11% de los trabajadores se reportaron como informales.

En materia de salud, tenemos rezagos tanto en la suficiencia hospitalaria como en la disponibilidad de medicamentos y equipo de diagnóstico; por lo que se refiere a educación, es sabido que hay rezagos en infraestructura educativa y que México necesita invertir cuando menos dos puntos porcentuales más del PIB para alcanzar a países con niveles aceptables dentro de la OCDE (Organización de Cooperación para el Desarrollo Económico). Estos tres rubros, trabajo, salud y educación, es lo que se está ofreciendo y se tendrá que dar, a una cifra superior a los 150 mil migrantes solicitantes de asilo que se estima quedarán en México.

Cumplir con los dos objetivos fundamentales del compromiso con nuestros vecinos del norte, exige destinar recursos, ahora exiguos, para mantener a seis mil elementos de la guardia nacional desplegados en el sureste, con los problemas de logística y gasto que eso representa, incrementar la presencia de elementos del Instituto Nacional de Migración para controlar el ingreso de los que pudieran pasar, así como, construir instalaciones para el resguardo y convivencia de los solicitantes de asilo que permanecerán en nuestro suelo en tanto se resuelve su solicitud en los Estados Unidos, proporcionándoles además atención en materia de salud, educación y empleo.

No es una tarea fácil, y sobre todo parece que pudiera resultar estéril, ante la tozudez de Donald Trump y su empeño reeleccionista. Creo que será como la tarea de Sisifo.

No creo que el gobierno mexicano sea tan ingenuo como para no saber lo que aquí se dice, sin embargo, la motivación real para tratar de consecuentar al mandatario rubio, tiene en realidad que ver con la propia política interior y las intenciones manifiestas de López Obrador de consolidar un nuevo régimen. Para ese propósito no hay por el momento nada más nefasto e inoportuno que el establecimiento de aranceles a los productos mexicanos. La economía mexicana está sostenida precariamente por unos muy débiles alfileres y estos gravámenes serían el detonador de una espectacular crisis. La apuesta del presidente de México es también una de muy dudoso éxito ya que, en su combate al neoliberalismo que ha identificado como el causante de todos los males que nos aquejan, está echando su resto a la recuperación del petróleo como dinamizador de la economía y a que la inversión privada responda a las buenas intenciones de su gobierno de cero corrupción.

En seis meses de gobierno, ya debió haberse dado cuenta de que los ahorros por la austeridad y el combate a la corrupción, sumado a la venta de garaje de los activos de la presidencia, no son suficientes para solventar el crecimiento de las dádivas gubernamentales y a la vez cubrir con suficiencia y eficiencia las demandas de salud, educación, trabajo, seguridad y bienestar, para mencionar las elementales, y mucho menos para sus muy cuestionados proyectos como el Aeropuerto de Sana Lucía, El tren Maya, el Tren Transístmico y la Refinería de Dos Bocas. Mucho menos si también tiene que inyectarle recursos millonarios a PEMEX para que conserve no solo su capacidad crediticia, sino también su viabilidad como empresa productiva del Estado.

En esta situación, los aranceles son, como los ha usado Trump, una pistola en la sien y en los primeros 45 y los subsecuentes días México estará tratando de quitarla de ahí, porque la crisis superviniente al entrar en vigor daría al traste con un proyecto de gobierno, que personalista e idealista como es, el presidente está empeñado en lograr. De por sí ya es difícil hacerlo por la oposición crítica de un amplio sector de mexicanos que no comparten su visión de país, menos viable será con la amenaza permanente del preponderante socio comercial.

La situación económica del país es precaria y le han estado quitando los alfileres desmantelando las instituciones creadas durante el neoliberalismo y desactivando los incentivos para la participación privada en la generación de riqueza. Querer convertir al Estado en el motor y rector de la economía, sustituyendo al mercado es una apuesta riesgosa para estos tiempos. Así que por el momento; a sus órdenes señor Trump.

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MUNDO

¿Política pública o eslogan de campaña? «El marketing en la transparencia»

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Opinión, por Alejandro Verduzco Mendoza //

El 2024 ha sido un año de muchos acontecimientos en nuestro país y a nivel global, pero si hablamos de política y de campañas electorales podemos comentar lo acontecido en el proceso electoral del 2 de junio en México, donde los electores en su mayoría eligieron a la primera presidenta, a la doctora Claudia Sheinbaum Pardo.

Consumando un hecho histórico, donde gobernará una mujer la silla de Palacio Nacional, con más de 35 millones de votos, lo cual representa el 59 % de la votación, y que en días pasados ratificó dicho triunfo la Sala Superior del Tribunal Electoral Federal por el periodo del 2024 al 2030.

En dicho proceso pudimos apreciar que la campaña de Morena estuvo integrada por mensajes estratégicos a través de discursos, eslóganes de campaña, propaganda política, debates, en mítines y medios de comunicación en general, que fueron utilizados y lanzados como petardos a los electores para persuadir y mantener su posicionamiento de marca, como lo consiguió el presidente López Obrador en su campaña y gobierno, para seguir posicionando su ideología política: “No puede haber gobierno rico, con pueblo pobre”; “No le vamos a fallar al pueblo de México”; “No más corrupción en la construcción del país”; “Vamos bien, vamos avanzando”; “Por el bien de todos, primero los pobres”; y “Somos el gobierno más transparente de la historia”, entre otros.

Así mismo, en la elección de gobernador en el estado de Jalisco, que se celebró simultáneamente con las elecciones federales, el partido Morena logró posiciones significativas en alcaldías, diputaciones locales y federales, además de dos curules en el Senado por el estado. Sin embargo, el virtual ganador de la gubernatura fue Jesús Pablo Lemus Navarro, candidato del partido Movimiento Ciudadano.

Durante el proceso nos percatamos como los distintos cuartos de guerra de los candidatos (war room o sala situacional) desarrollaban diversas estrategias al calor de la contienda, donde el gobernador vencedor, según el órgano electoral de Jalisco, Pablo Lemus, se describía en campaña como un jalisciense que disfruta su trabajo, con su eslogan “Porque de buenas es mejor”; destacando que así lo hizo en el municipio de Zapopan y en Guadalajara cuando fue presidente municipal, con buenos resultados y buenos gobiernos, comprometiéndose en campaña que en su gobierno van a trabajar de cerquita con la gente, escuchando, resolviendo los problemas sociales, y que, integrará los mejores perfiles para su administración, anteponiendo un gobierno transparente, con rendición de cuentas y con una ética pública.

Durante la campaña en Jalisco y en todas las entidades, la bandera de la transparencia, rendición de cuentas y el combate a la corrupción; pareciera que era un eslogan de campaña, una mención en los mensajes estratégicos de trámite, más que de una verdadera política pública.

Es importante señalar que la elección a gobernador en Jalisco fue impugnada por el partido Morena y su coalición, por supuestas irregularidades en el proceso, y fue el 12 de agosto que el Tribunal Electoral de Jalisco ratificó el triunfo del candidato de Movimiento Ciudadano (MC), Jesús Pablo Lemus Navarro, quien obtuvo una votación a favor de un millón 626 mil 789 votos, lo que representa el 44.25 % del total; seguido de la coalición Sigamos Haciendo Historia por Jalisco con un millón 440 mil 024, el 39.17 %. La diferencia entre uno y otro candidato fue de 186 mil 765 votos, lo que representó el 5.08 %. Esta diferencia porcentual fue el argumento por el cual el tribunal determinó la imposibilidad de ordenar la repetición de la elección en Jalisco.

Por otro lado, en un contexto similar, pero en otra región de América Latina, tenemos los recientes acontecimientos relacionados con la elección presidencial en Venezuela. El 28 de julio, el presidente Nicolás Maduro se proclamó ganador, lo que significaría un tercer mandato, avalado por las autoridades electorales venezolanas.

Por su parte, el líder de la oposición, Edmundo González, y María Corina Machado publicaron en Internet que, según los datos recopilados por el frente opositor, con 24,532 actas computadas (equivalentes al 81.7 % del total), ellos tendrían la victoria con un amplio margen: el 67 % de los votos a favor, frente al 30 % obtenido por Nicolás Maduro. Esta cifra contrastó ampliamente con la información oficial del Consejo Nacional Electoral.

Cabe resaltar que en Venezuela se vivió una jornada electoral marcada por la incertidumbre, la represión y las amenazas, además de una notable falta de transparencia en los cómputos y en los resultados presentados públicamente, tanto por el órgano electoral como por el presidente Maduro. Este proceso, carente de claridad, ha creado un descontento generalizado en el país y ha provocado reacciones a nivel internacional, con pronunciamientos de líderes de otros países y de la propia Organización de los Estados Americanos (OEA).

Asimismo, este año, el 4 de noviembre, se llevarán a cabo las elecciones presidenciales en Estados Unidos, una contienda caracterizada por numerosos incidentes en la carrera hacia la Casa Blanca, como es bien sabido, el presidente Biden inició su campaña como candidato del Partido Demócrata con la firme intención de asegurar un segundo mandato, enfrentándose al candidato republicano, el expresidente Trump.

Sin embargo, todo cambió cuando la campaña de Biden comenzó a enfrentar dificultades. El 13 de julio, durante un mitin en Butler, Pensilvania, el candidato Trump sufrió un atentado, en el que murieron dos personas, incluido el presunto agresor, y varias más resultaron heridas. Este ataque desató el pánico y reavivó los temores de asesinatos y atentados en Estados Unidos.

Por irónico que parezca, la bala que iba dirigida a Trump le pegó a Biden, pues el candidato republicano no solamente salió con vida, sino que además resultó empoderado y mejoró su posicionamiento entre los electores. Este hecho dejó al candidato demócrata navegando a la deriva durante las horas y días siguientes, hasta que, una semana después del incidente en Pensilvania, anunció que se bajaba de la candidatura, y propuso a la vicepresidenta Kamala Harris como su sucesora, misma que fue elegida en la Convención Nacional Demócrata para disputar la elección contra Donald Trump; contienda, en la que dicho sea de paso, no está nada decidido.

Los 3 candidatos, Biden, Trump y Kamala, en su momento, han realizado ataques y señalamientos, utilizando como bandera la “transparencia”, dado el impacto global que esta tiene en el discurso actual. Desde luego, los candidatos han hablado de fortalecer la rendición de cuentas y el combate a la corrupción.

En este contexto, considero necesario citar la definición de “política pública” de Luis Aguilar Villanueva, un referente en materia de gobernanza y administración pública, como el: “Proceso que incluye la identificación del problema, la formulación de soluciones, la implementación de estrategias y la evaluación de resultados”. En el entendido de que el concepto de la transparencia más que un eslogan de campaña electoral, debería ser una verdadera política pública.

Las políticas públicas deben ser comprendidas dentro de un marco amplio que considera la participación de diversos actores, como el gobierno, la sociedad civil y el sector privado. Estos actores interactúan en un espacio de deliberación donde se establecen los objetivos de las políticas, se diseñan estrategias, se discuten posibles soluciones y se toman decisiones que buscan beneficiar a la sociedad en su conjunto”, tal como lo señala el Dr. Guillermo Muñoz Franco en su obra «La Transparencia como una Forma de Vida». Reitero, pues, que el concepto de “transparencia” va más allá del uso mercadológico en las campañas políticas, del discurso de un candidato o de una bandera gubernamental; pienso que este debería convertirse en un hábito esencial, integrando tanto el «ser», en términos de ética y moral, como el «deber ser» en relación con las normas que guían la corrección de nuestras acciones como miembros activos de una sociedad.

En esta publicación me gustaría compartir con ustedes, estimados lectores, que en el año 2015 tuve la oportunidad de colaborar en la política pública de comunicación en materia de transparencia del Gobierno del estado de Jalisco, durante esa administración hubo grandes retos y logros, en ese año la Secretaría de la Función Pública (SFP) en coordinación con la Comisión Permanente de Contralores Estados-Federación (C.P.C.E.F.), convocó al Primer Concurso de Ensayo en «Transparencia y Rendición de Cuentas» en México, un concurso a nivel nacional con la finalidad de impulsar y promover la generación de una nueva cultura organizacional en la materia. Para ello, un servidor participó con el ensayo “El marketing en la transparencia y el acceso a la información pública en México”, obteniendo el segundo lugar a nivel nacional, este abordó la creación de un modelo enfocado en la difusión y promoción de la cultura de la transparencia, acceso a la información pública y la rendición de cuentas, considerando las distintas herramientas promocionales que permite la interdisciplinariedad del marketing, basado en Philip Kotler, mismo que hoy utilizo para escribir este texto.

En mi trayectoria de contribuir a una nueva cultura de transparencia en el ejercicio público, fui testigo del nacimiento de la primera Ley Federal de Transparencia en México, que entró en vigor en 2002. Esta ley dio origen en 2003 al Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI), el cual se estableció como el órgano garante en la materia en México. Posteriormente, en 2014, este organismo cambió su nombre a Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, convirtiéndose en un organismo público autónomo.

Para concluir, me pregunto: ¿estamos ante la posible extinción de la transparencia y su relegación a la historia? ya que como sabemos el pasado 24 de agosto, las Comisiones de la Cámara de Diputados aprobaron una propuesta de reforma constitucional que amenaza los derechos fundamentales de acceso a la información pública y la protección de datos personales. Esta reforma propone extinguir al INAI y su Plataforma Nacional de Transparencia (PNT), lo que representaría un grave retroceso, eliminando décadas de esfuerzos, participación social, inversión e investigación. Dicho marco constitucional fue producto de la lucha de ciudadanos y organizaciones no gubernamentales contra la opacidad de las instituciones públicas y la falta de rendición de cuentas que caracterizó a muchos gobiernos en el pasado.

La reforma plantea, entre otras cosas, la desaparición de los 32 institutos de transparencia locales como el ITEI en Jalisco y el INAI a nivel nacional, además extinguir otros 6 organismos autónomos importantes para la democracia y desarrollo de nuestro país como la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH), Comisión Reguladora de Energía (CRE) y la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu). ¿Realmente estas decisiones garantizarán el estado de derecho y el bienestar social de los mexicanos?, que el tiempo, los hechos y la historia lo juzguen.

Felices fiestas patronales y que #VivaMéxico…

Por: Mtro. Alejandro Verduzco Mendoza

Mercadólogo y analista político

@averduzcom

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NACIONALES

El Senado: Entre la lealtad y el naufragio del próximo sexenio

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En la Cámara de Diputados, la sobrerrepresentación operó con una precisión milimétrica, permitiendo que la minuta de la reforma judicial navegara sin contratiempos hacia el Senado. Pero en este escenario, el Senado, no es el simple trámite que el oficialismo quisiera.

Los 83 senadores con los que cuenta Morena y sus aliados no alcanzan los 86 necesarios para aprobarla, lo que deja al país en un suspenso incómodo. Un solo voto. Un escaño que no solo representa una decisión legislativa, sino el peso de la historia.

La reforma judicial que está en juego no es cualquier cambio técnico a las leyes, es el corazón del futuro político del país, de la independencia de sus instituciones y del equilibrio de poderes. Manuel Velasco, uno de los operadores más astutos del oficialismo, lo sabe bien. Sabe que la presión por ese voto es monumental. Los dos senadores del PRD, un partido que se desmorona entre la apatía y el olvido, han decidido sumar sus nombres a la lista de quienes entregan su lealtad a cambio de beneficios inmediatos. Los ciudadanos de Michoacán y Tabasco, quienes los llevaron al Senado, quizás nunca reciban una explicación honesta por este movimiento que huele más a traición que a convicción. ¿Fue codicia, miedo o simple resignación? Nadie lo sabrá. Lo único claro es que, por su acto, presidirán dos comisiones.

Con los 85 senadores que ahora suma el oficialismo, la cuestión es angustiante: falta uno. Solo un voto más y el gobierno obtendría la mayoría calificada. El país entero aguarda el desenlace en una Cámara Alta que se ha convertido en un campo de batalla simbólico.

Mientras tanto, en la bancada opositora, el PRI, el PAN y Movimiento Ciudadano, conscientes de la magnitud del reto, cierran filas. El anuncio de los senadores del PRI, acordando un voto en bloque en contra de la minuta, no deja margen para dudas. Incluso Miguel Riquelme, exgobernador de Coahuila, desde su cama de hospital, tras someterse a un cateterismo, asegura que, de no poder asistir personalmente, pedirá licencia para que su suplente vote en contra. Este nivel de compromiso no es habitual en la política mexicana, donde la traición y los intereses personales suelen dictar el rumbo de las decisiones.

Pero no todo es certeza en el panorama opositor. Los rumores se arremolinan en torno a Manlio Fabio Beltrones, un veterano de mil batallas que algunos ingenuos creyeron dispuesto a cruzar al bando oficialista. Su rotundo rechazo en redes sociales deja en claro que no será él quien incline la balanza. Por su parte, el senador de Movimiento Ciudadano, Daniel Barreda, también ha despejado cualquier duda sobre su postura. «Mi voto será totalmente en contra», ha dicho, en un gesto que algunos consideran valiente y otros lo vemos como mera estrategia política.

El ambiente en el Senado es denso. Los observadores ciudadanos no quitan los ojos de quienes tienen en sus manos el destino de la justicia mexicana. Un solo voto será el desenlace de esta intrincada trama política. ¿Quién lo entregará? ¿Quién será el senador que ceda ante las promesas o las presiones? Este episodio se va configurando como uno de los más oscuros y a la vez más reveladores de nuestro tiempo.

La reforma judicial que el presidente saliente impulsa con fuerza es una bomba de tiempo. Ha sido calificada por expertos económicos y financieros como una amenaza directa a la confianza de los inversionistas, nacionales y extranjeros. El mensaje es claro: con esta reforma, México deja de ser un lugar predecible y seguro para invertir. Las señales son ominosas: mercados inestables, incertidumbre jurídica y la amenaza de un retroceso en la independencia de los poderes. El sexenio de Sheinbaum, que aún no comienza formalmente, ya tiene un enemigo claro: una reforma judicial que, si se aprueba en sus actuales términos, condenará su mandato a ser un mero bienio de crisis, desgaste y descontento.

Adán Augusto López lo sabe. No es ingenuo. Sabe que el futuro de la presidencia de Sheinbaum depende de lo que ocurra en el Senado en las próximas semanas. Pero también sabe que el verdadero desafío no es la oposición, siempre lista para vender a alguno de sus senadores a cambio de beneficios inmediatos, sino su propio bloque. En Morena y sus aliados está la clave. Un par de ausencias estratégicas, quizás alguna licencia temporal, y la reforma se detiene. No es necesario un enfrentamiento frontal, basta con que dos o tres senadores del bloque gobernante no estén presentes al momento de la votación para que la maquinaria presidencial que deja López Obrador no imponga esta reforma.

En las entrañas del Senado mexicano se libra una batalla crucial, pero el centro de gravedad no está en la oposición, como muchos suponen, sino en el coordinador de los senadores de Morena, Adán Augusto López. La decisión que tome en los próximos días definirá no solo el futuro inmediato de la nación, sino también el del sexenio que Claudia Sheinbaum está por comenzar. En sus manos está la posibilidad de evitar que su gobierno naufrague antes de zarpar.

¿Y el senador morenista Marcelo Ebrard? Él, ya presentó su licencia al Senado para que su nombre no aparezca entre quienes votaran a favor de la reforma al Poder Judicial, con miras a la elección de 2030, ese hombre que pudo haber sido presidente, se ha convertido en un espectador más del drama político nacional, en medio de este juego de lealtades y traiciones, Ebrard sigue ahí, observando, esperando, quizás ya resignado a que su gran oportunidad nunca llegará. La política mexicana tiene una forma cruel de desechar a aquellos que, a pesar de sus sacrificios, no logran ajustarse al perfil de la obediencia ciega. Y si hay algo que nos deja claro la historia de Ebrard, es que, en este juego de poder, la lealtad no siempre se paga como se espera.

La vieja casona de Xicoténcatl, sede alterna de esta sesión por las manifestaciones en contra de la reforma, se convertirá en el escenario de la traición o del heroísmo. Los nombres que ahí resuenen quedarán marcados en los libros de historia, como los que decidieron si México mantuviera su independencia judicial o la sacrificaría en el altar del poder presidencial.

La apuesta del presidente es clara: un bono político de fin de mandato que dejaría el camino despejado para el proyecto de continuidad de la 4T. La pregunta es: ¿a qué costo? Morena parece estar a las puertas de conseguir ese último voto, pero la oposición ha cerrado filas de una manera inesperada, firme, con estrategias que no habíamos visto en años recientes.

Los senadores de oposición han tomado medidas inusuales: suplentes preparados, compromisos públicos de votar en contra, e incluso amenazas implícitas de consecuencias políticas para quien se atreva a cambiar de bando. El escenario es incierto, y el reloj político no se detiene. ¿Habrá un último traidor? ¿O la oposición, resurgida de sus propias cenizas, será capaz de frenar el proyecto del presidente?

Hoy, el Senado es el campo de batalla, pero mañana lo será la nación entera.

En X @DEPACHECOS

 

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NACIONALES

Pelea y conflicto

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Opinión, por Miguel Anaya //

Una pelea es un enfrentamiento entre dos o más personas, grupos de individuos, corporaciones u otra clase de entidades. Las peleas pueden ser físicas, verbales o incluso simbólicas, según sea el caso; por su parte, el conflicto se define como el conjunto de dos o más hipotéticas situaciones que son excluyentes: esto quiere decir que no pueden darse en forma simultánea. Por lo tanto, cuando surge un conflicto, se produce una pelea o una discusión, donde una de las partes intervinientes intenta imponerse a la otra.

En la democracia, el conflicto es parte del día a día, pues al caber casi todas las opiniones nos daremos cuenta de que siempre habrá diferentes posturas sobre el mismo tema, aquí es donde resalta la importancia de la política, pues ante la existencia de conflictos se deben encontrar puntos de convergencia, de acuerdo entre las distintas posturas. No todos los conflictos terminan en pelea, sin embargo, todas las peleas provienen de una mala gestión del conflicto.

Durante los últimos días, a la agitada agenda nacional se ha agregado un tema que ha generado una serie de conflictos y que, de manera impensada, ha desestabilizado la entrega del poder de un sistema que será dirigido por personajes provenientes de la misma corriente política. La Reforma Judicial ha generado conflicto entre la población y la mala gestión del proceso de aprobación ha desatado una pelea que hoy se ve en las calles, en las escuelas y que ha traspasado las fronteras del país.

La Reforma Judicial que plantea la elección por voto popular de jueces y magistrados ha sido altamente cuestionada ya que rompe el esquema de buscar juzgadores que cumplan una carrera dentro del Poder Judicial, -con la respectiva experiencia que esto conlleva- y además, compromete la independencia del Poder Judicial, ya que desde el proceso de validación de candidaturas hasta el patrocinio de campañas conlleva a adoptar acuerdos que seguramente complicará la autonomía e imparcialidad de quienes imparten justicia.

La propuesta de votar a jueces se ha hecho -según los impulsores de la idea- para dar más poder al pueblo, pues en un real ejercicio de la democracia, los ciudadanos deberían poder elegir a los representantes de los tres Poderes de la Unión, sin embargo, nadie ha explicado cómo es que mandar a elección popular los nombramientos de jueces y magistrados podría reducir los casos de corrupción y nepotismo que existen dentro del Poder Judicial.

Los promotores de esta reforma no han entendido -o si lo entienden sería aún más preocupante- que insistir con la reforma tal cual está planteada dejará un país incendiado a la próxima presidenta del país, pues el poner en duda la independencia del Poder Judicial ha ahuyentado a inversores internacionales, ha despertado a los estudiantes de humanidades que estaban muy tranquilos y ha preocupado a un sector importante de las clases medias que han pasado de la resignación a la idea de tomar las calles buscando defender el Estado de Derecho.

México es un país con un alto índice de impunidad, es una afirmación obvia y una realidad evidente, sin embargo, esta generalmente comienza por algunos malos policías que no hacen el trabajo o por aquellas fiscalías o ministerios públicos que por falta de capacidad o por omisión integran mal casos y expedientes, abriendo la puerta a delincuentes; las policías y las fiscalías dependen del Ejecutivo y afortunadamente nadie ha propuesto la elección popular de fiscales o de policías, y que sería un grave error.

En el Poder Judicial también hay casos de omisión y corrupción, pero si el sistema está mal hay que mejorarlo, no terminar de dañarlo.

En fin, el trabajo de la actual legislatura y de la próxima presidenta será el de consensar esta reforma y las siguientes, el de dar un buen mensaje de unidad nacional y de estabilidad para cuidar las relaciones internacionales y con ello la economía del país. El gran reto es evitar que el conflicto se convierta en pelea y para eso se necesita mucho diálogo y mucha, muchísima política.

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Tendencias

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