MUNDO
La riqueza de los hombres más ricos del mundo: ONU lanza desafío al dueño de Tesla y éste lanza contrareto

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Hace unos días David Beasley, Director del programa de la ONU para alimentación (WFP), lanzó un mensaje en redes sociales, casi crítica a los hombres más ricos del mundo. El tema es que no lo dijo genérico, sino que mencionó por nombre y apellido a Elon Musk dueño de Tesla y de otras empresas icónicas como la de transportes espaciales que recientemente llevó pasajeros a la Estación Espacial Internacional y que ganó el concurso para transportar a los astronautas americanos a la luna en el 2024. Según CNN, David dijo que “el 2% de la riqueza de Musk acabaría con el hambre en el mundo”.
El comentario del doctor David Beasley causó furor en redes sociales en especial porque el propio empresario aludido se sumó a la cadena de mensajes vía @Twitter misma que recomiendo leer. Elon dijo que él contribuiría $6 mil millones de dólares de su fortuna si la ONU puede explicar a detalle en qué los va a gastar “… si él puede explicar en esta cadena de mensajes a detalle cómo se invertiría ese dinero, en este momento vendería parte de mis acciones de Tesla… ”, aseguro el trillonario innovador.
Como sabemos los órganos gubernamentales son altamente ineficientes y seguramente esta crítica que pasó a ser contra reto será una gran oportunidad para transparentar la eficiencia de la propia ONU. De hecho en la misma cadena de mensajes algunos comentaron que si la @WFP había recibido $8 mil millones de dólares durante el 2018 y no había acabado con el “hambre” como sería ahora que con $6 mil millones de Musk lo lograría.
LA ACLARACIÓN DE BEASLEY
“2% de la riqueza de Elon Musk resolvería el hambre mundial”, dijo el Director del Programa de Escasez de Alimentos de la ONU, publicó CNN hace una semana.
El día de muertos el directivo de la ONU salió a dar entrevistas en varios medios a decir “… no estoy criticando a Elon, él es una persona muy inteligente…”. Es decir, trato de encausar el escándalo mundial que causó su mensaje inicial o el encabezado “erróneo” de CNN. Más de 330 mil personas en Twitter dieron lectura casi instantánea a la confrontación de las dos figuras.
“$6 Mil millones de dólares no acabarían con el hambre del mundo”, corrigió a CNN @WFP, pero sí ayudarían a evitar migraciones masivas y otros conflictos geopolíticos aseguró el funcionario de la ONU, a lo que Elon respondió “…qué pasó…”
Como diríamos los mexicanos, ¿entonces no era verdad? La crítica a los multimillonarios es fácil y muy merecida en muchos casos, pero la verdad es que los organismos de gobierno deben ser responsables de su gasto y no esperar que de afuera nos resuelvan los problemas que nosotros causamos. Los ricos y todos debemos pagar impuestos pero el decir que alguien por ser rico debe regalar su dinero para las causas que uno quiera es como Bullying.
En verdad es responsabilidad humana el apoyar a nuestros congéneres, pero no es nuestra responsabilidad el dar el dinero por la fuerza a organismos que nos lo pidan bajo presión mediática. O cuando los mismos ricos u organismos digan por presión mediática o interés político que los pobres deben dejar de nacer para no reproducir la pobreza y que las máquinas nos sustituyan, ¿qué diremos?
De cualquier forma el Director del programa de la ONU ha seguido subiendo desde ese día, datos muy interesantes a su cuenta para tratar de encauzar la conversación con Musk y con quienes quieran o puedan apoyar. Es de buenos cristianos ayudar pero no es de cristianos el quitar por la fuerza a otros lo que generaron con su trabajo. Cristo no era comunista.
ENCABEZADO “ERRÓNEO” DE CNN
Desde hace un par de años el dueño de Tesla y de Space-X se ha percibido como un simpatizante del Partido Republicano mientras que Jeff Bezos se ha manejado como un simpatizante demócrata. Si bien es cierto que los demócratas le han pegado a los dos, también es verdad que Bezos ha donado mucho dinero a las campañas demócratas en especial a la del 2020. En este orden de ideas y para ser claros el Dr. Beasley dijo que tanto como Musk como Bezos, deberían ayudar, pero misteriosamente la cadena CNN sólo publicó el nombre de Musk y le cargó la mano en sus programas de noticias. Lo anterior misteriosamente en la semana que Space-X salió a medios con datos sobre sus nuevas inversiones en Texas, estado gobernado por los republicanos, mismas que se habían acelerado durante el 2020 año en el que el millonario tuvo varios enfrentamientos con los gobiernos de California por los cierres del Covid-19 y ahora por los mandatos de la vacunas.
Como todos sabemos, las cadenas FOX y OAN son pro republicanos y las cadenas CNN y MSNBC son pro demócratas, lo que nos explica la coincidencia por la que el encabezado de la nota sobre la riqueza de Musk y el hambre en el mundo fue “erróneo”.
LA HAMBRUNA QUE VIENE
En algunos países de Asia ya empiezan a advertir a sus pobladores sobre un posible periodo de carestía que afectará la capacidad de la gente de sembrar y de apacentar, lo que por ende afectará los precios de los alimentos. En China se les ha empezado a decir que moderen su consumo.
Como podemos ver el aumento en los costos de los energéticos afecta toda la cadena de transporte, pero poco se ha dicho sobre el aumento en el costo de los fertilizantes. Esto además de lo que ya sabemos las sequías y otros temas relacionados al medio ambiente que abordó el propio David Beasley en la COP26.
La mezcla de alza de combustibles, de fertilizantes, las sequías, las inundaciones y los efectos comerciales del Covid19 son una tormenta perfecta según muchos de los altos funcionarios de la ONU que participaron en la COP26.
MEDICAMENTOS Y VACUNA VS COVID19
El tiempo récord con el cual se desarrollaron medicamentos efectivos y vacunas vs el Covid19 nos da la certeza de que si se quiere se puede acabar con el hambre pero no será a través de chantajes sino de alicientes. No podemos pedir a los súper millonarios que lo resuelvan, es asunto de todos y en especial de los gobiernos pero si queremos que alguien lo resuelva, ese alguien tendrá derechos a decidir sobre los destinos de los beneficiarios. Nos guste o no, el que paga manda. Tal vez esta será la forma en la que se crearán los gobiernos privados del futuro.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
MUNDO
Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.
MUNDO
De espectador a jugador: El Plan México y los nuevos aranceles

– A título personal, por Armando Morquecho Camacho
En la historia de la política internacional, las decisiones económicas suelen asemejarse a partidas de ajedrez: cada movimiento no solo busca ganar terreno en el presente, sino también anticipar jugadas futuras que podrían definir la victoria o la derrota.
México, con el anuncio de aranceles de hasta un 50% a productos provenientes de países sin acuerdos comerciales —particularmente China—, ha hecho una jugada que puede parecer arriesgada, pero que revela un cálculo estratégico más amplio: equilibrar una balanza comercial desigual y, al mismo tiempo, alinearse con el tablero donde Estados Unidos y China libran una guerra cada vez más abierta.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha justificado la medida bajo dos argumentos centrales: primero, la necesidad de equilibrar la balanza comercial con China, que hoy refleja una brecha difícil de ignorar; y segundo, el impulso del llamado Plan México, su proyecto estrella para transformar la economía y fomentar la producción nacional.
Visto desde esa óptica, el arancel no es un simple impuesto, sino un muro de contención frente a la dependencia excesiva de productos chinos y, al mismo tiempo, una palanca para reconfigurar las cadenas de valor en territorio mexicano.
El gesto tiene también una lectura geopolítica. Estados Unidos ha reactivado una estrategia de confrontación comercial contra China y la Unión Europea ha hecho lo propio. México, tercer socio comercial de Estados Unidos y pieza clave en la industria automotriz de Norteamérica, no podía permanecer neutral. Imponer aranceles de este calibre es enviar una señal de lealtad estratégica a Washington, asegurando que México no será el eslabón débil en la cadena norteamericana.
La analogía podría entenderse si imaginamos un puente colgante sobre un río. Durante décadas, México ha cruzado ese puente que fue construido con materiales chinos y que servían de soporte a la industria nacional. Ahora, la decisión de elevar aranceles implica retirar varios de esos tablones y reemplazarlos con productos propios o con piezas de otros socios.
No es una tarea sencilla. Estos cambios en un inicio podrían debilitar el puente, pero esto se hace con la finalidad de consolidar la estructura y hacerla menos dependiente de un solo proveedor.
Los críticos señalan que el golpe puede resultar contraproducente. La industria automotriz mexicana, uno de los grandes motores de la economía, ha construido buena parte de su competitividad sobre la base de insumos chinos.
No obstante, esta medida podemos verla desde otra perspectiva y no solo como una medida para eliminar de golpe la presencia china, sino que esta busca generar incentivos para que la inversión y la producción se instalen en territorio mexicano o en países con reglas más claras.
Esta jugada puede entenderse también como una apuesta al futuro del nearshoring, el fenómeno que ha llevado a empresas globales a trasladar operaciones de Asia a países más cercanos al mercado estadounidense. México, por su ubicación geográfica y su red de tratados, se ha convertido en uno de los destinos más atractivos.
Para capitalizar esa ventaja era necesario enviar una señal firme: que el país está dispuesto a reordenar su comercio exterior y a reducir su dependencia de un socio con el que no comparte compromisos de largo plazo.
No obstante lo anterior, en lo político, México también gana margen de maniobra. Al mostrar una postura clara frente a China, fortalece su posición en la relación con Estados Unidos, con quien compartimos más que fronteras. Recordemos que, en el contexto sociopolítico actual, el T-MEC exige disciplina y coordinación en temas comerciales, especialmente en la industria automotriz, que es clave tanto en México como en Estados Unidos.
El reto, sin embargo, será enorme. La transición hacia cadenas de suministro menos dependientes de China implicará costos de corto plazo, ajustes en la industria y tensiones con empresarios acostumbrados a la eficiencia y el bajo precio de los insumos chinos.
Pero en la economía, como en la vida, no siempre se trata de elegir el camino más fácil, sino el que garantiza mayor estabilidad y desarrollo a largo plazo. Si el Plan México logra que las fábricas, en lugar de importar piezas, empiecen a producirlas en territorio nacional, la apuesta habrá valido la pena.
Imaginemos por un momento la industria del automóvil como un gran árbol. Sus raíces se extienden en múltiples direcciones: hacia Estados Unidos, hacia Europa y, en las últimas dos décadas, con fuerza, hacia China. Lo que hoy propone el gobierno mexicano es podar algunas de esas raíces para que el árbol no dependa en exceso de un solo suelo.
Es verdad que hay incertidumbre. Nadie puede asegurar que los aranceles funcionarán como palanca de desarrollo interno y no como un freno a la producción. Nadie puede anticipar hasta qué punto las tensiones con China podrían derivar en represalias.
Pero lo que sí es claro es que seguir con una dependencia de 130 mil millones de dólares en importaciones de China, frente a apenas 15 mil millones en exportaciones de México, es caminar sobre una cuerda floja demasiado delgada.
México está intentando, con esta decisión, dejar de ser un simple espectador en la guerra comercial de Estados Unidos contra China, para convertirse en un jugador que elige con quién y cómo quiere relacionarse. El Plan México puede ser la brújula que oriente esta transición, y los aranceles, la herramienta que marque el rumbo.
No se trata de cerrarse al mundo, sino de abrirse de manera más inteligente, cuidando que el intercambio económico no se convierta en una relación de dependencia.
Al final, lo que está en juego no es solo la balanza comercial con China ni la competitividad de la industria automotriz, sino la posibilidad de que México aproveche este momento de reconfiguración global para fortalecerse como un país capaz de producir, innovar y sostener su crecimiento sin depender de los caprichos de una sola potencia. El puente que hoy tambalea puede convertirse, si se refuerza con visión, en la vía sólida hacia un futuro de mayor autonomía económica.