MUNDO
Los conflictos que vienen: Alianza India-Japón; el enemigo común es China
Por Jorge López Portillo Basave //
Ante las crecientes tensiones entre China y sus vecinos, el gobierno japonés que aún encabeza el Primer Ministro Shinzo Abe, cambió recientemente su política de defensa nacional y logró modificaciones a las leyes y tratados internacionales del país para poder desarrollar y adquirir armamento militar de ataque. Según el artículo 9º de la Constitución del país asiático, Japón sólo puede tener un Ejercido de Defensa, pero las modificaciones recientes permiten tener acciones militares de ataque preventivo en caso riesgos inminentes.
Shinzo Abe, primer ministro de Japón está por dejar el cargo el próximo 16 de septiembre, día en que se conocerá a su sucesor. Hoy lunes se reúne el parlamento para designar a quien ocupará dicho cargo. Recordemos que en los sistemas parlamentarios el líder del partido que tiene la mayoría, es el que se convierte en el jefe del gobierno denominado primer ministro. Abe deja el cargo por razones de salud, pero su sucesor podría ser su actual jefe de gabinete Yoshihide Suga o su ex ministro de defensa Shigeru Ishiba, quien deberá continuar con los acuerdos que el martes pasado firmaron India y Japón para poder darse apoyo logístico-militar en caso de ser necesario.
En el acuerdo no se dice quién es el potencial enemigo de ambas naciones, pero es fácil adivinar que China representa el riesgo mutuo por sus históricas diferencias y por la reciente política de expansión en los mares de la región, eso sin olvidar el riesgo que representa Corea del Norte.
Asia se prepara para lo peor esperando lo mejor con un ejército de Japón que ha desarrollado misiles de mediano alcance y está explorando la adquisición de otros misiles a EUA. No olvidemos que China ha construido varias islas en los mares que separan a Japón de China y mantienen una creciente presencia militar en los mares del sur entre la India y Corea. La fuerza Naval del Partido Comunista de China es ahora la más grande del mundo y está especializada en ataques de corta distancia por lo que parece que el mensaje es claro.
¿POR QUÉ SE VA ABE?
Abe se va en medio de crecientes denuncias de abuso de poder, presunta corrupción para favorecer a sus amigos del Partido Liberal con millones de dólares y de mal ejercicio de poder durante la pandemia. Como anécdota curiosa del 2006 al 2007 Shinzo Abe fue Primer ministro por un año pero también en ese entonces dejó el poder por razones de salud. En esta ocasión parece que después de ocho años como jefe del gobierno de dicho país, nuevamente la salud le obliga a dejar el cargo, aunque muchos dicen que es por la mezcla de problemas de posible corrupción, ineficiencia y claro, por salud, ya que a pesar de la pandemia, dos de sus mejores amigos y aliados están enfrentando procesos judiciales por presuntos actos de corrupción, que se habrían dado por hechos relacionados con las elecciones del 2019. ¡Que diferencia de país!, ¿verdad? A los que apoyan campañas y luego reciben “regalos” del gobierno en turno, se les investiga y si están en falta se les castiga y a los que denuncian no los persiguen.
¿INVADIRÍA BIDEN SIRIA?
Mientras que Medio Oriente parece avanzar acuerdos para la paz duradera –al menos durante Trump-, la administración demócrata de Biden y sus aliados republicanos pudiesen pedir una intervención más firme en contra del gobierno de Siria. Esto no es nuevo, desde mediados de la administración Obama-Biden muchos promotores de las intervenciones norteamericanas en Oriente pidieron que se enviase a militares para resolver los abusos en materia de derechos humanos del régimen de Bashar Al-Asad, lo que se puede entender como la intervención militar para cambiar al gobierno local como se hizo en otros países en el pasado, incluso en tiempos recientes durante la administración Obama cuando se apoyó el asesinato de Muammar Gaddafi en Libia como medio para un cambio de régimen.
EUA llevaba décadas controlando y dependiendo del petróleo del Oriente Medio, pero del 2018 a la fecha EUA, es autosuficiente en energéticos, por lo que no necesita de dicho control, a menos de que deje de producir localmente y que se dedique a intervenir en Oriente nuevamente, aumentando su presencia militar en Irak y Siria.
Veremos si la alianza político electoral de Biden con los viejos militares republicanos conocidos como “never trumpers”, les rinde frutos en las elecciones de noviembre próximo y en especial si para el 2021 EUA relanza su presencia militar en Alemania, Irak, Siria y Afganistán o si se confirma el retiro como lo prometió Trump y finalmente se reconoce al Estado Palestino como una nación soberana con garantías para la seguridad de Israel, pero sin la necesidad de tropas norteamericanas patrullando las capitales de dicha región.
EL MUNDO AL REVÉS:
¿PREMIO NOBEL DE LA PAZ A TRUMP?
En una inesperada noticia para el 2020 se anunció que Donald Trump es candidato doble para recibir el premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos para obtener paz y relaciones comerciales entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos hace menos de un mes y la semana pasada entre Kósovo y Serbia que llevan 12 años en guerra. Los líderes de ambos países declararon que Trump había hecho un gran trabajo para acercar a ambos pueblos.
Este acuerdo de paz aunado al de Israel trae tranquilidad a millones de musulmanes en los 4 países. Es de resaltar que un presidente republicano, tan criticado por su retórica incendiaria y poco diplomática, haya logrado estos acuerdos que fincarían las bases para la creación del Estado Musulmán Palestino, mismo que se ha prometido desde el final de la Segunda Guerra Mundial al tiempo de la creación del Estado Israelí.
Entre los políticos que han sido candidatos al afamado premio, no hay datos de candidatos por dos hechos en un mismo periodo, por lo que los miembros del parlamento noruego tendrán dos argumentos a favor del poco popular Donald Trump. El promotor de la candidatura por el acurdo de Kosovo no es el mismo legislador que el que propuso hace unos días a Trump por el acuerdo israelí, por lo que parece que hay dos de los cinco legisladores que participan en dicho Comité que ven a Trump como merecedor a dicho galardón.
El anuncio de la segunda nominación se dio el mismo día en que Bahréin, un segundo país musulmán ubicado junto a Qatar, informó que también se sumará al reconocimiento de Israel como parte del Acuerdo Abraham anunciado hace unas semanas entre Israel, Los Emiratos Árabes Unidos y EUA que se firmará en Washington mañana 15 de Septiembre.
LA IMPORTACIA DEL ACUERDO DE ISRAEL CON EEUU
Digamos que hace 40 años Egipto e Israel lograron la Paz y restablecer relaciones diplomáticas y un poco después, militares del ejercito egipcio asesinaron a su propio presidente Anwar Sadat en parte por haber ido a Israel a firmar dicho acuerdo. El lograr que varios países árabes firmen acuerdos diplomáticos con Israel es algo muy difícil por los intereses y pasiones históricas de la región sin dejar de lado los intereses económicos de las potencias globales Rusia, EUA, China, Inglaterra, Alemania y Francia que se han repartido la región por décadas.
Después de los avances en Serbia-Kosovo y Israel-EAU-Bahréin, este fin de semana en Qatar, Estados Unidos tratará de alcanzar un tercer galardón al lograr que después de 19 años de guerra los talibanes y los afganos se sienten a platicar para tratar de lograr un acuerdo de paz que ponga fin a una guerra que tiene a miles de soldados norteamericanos en ese país desde 2001. Veremos si esto se alcanza, de ser así, estoy seguro que el poco correcto Trump será nominado por tercera vez en este año para el Nobel 2021. La historia indica que el twittero en jefe de la Casa Blanca es el primer Presidente de EUA que en los últimos 40 años no ha iniciado una guerra o aumentado la presencia de soldados norteamericanos en el extranjero. Parece que prefiere lanzar insultos que misiles lo que puede ser un consuelo si usted es uno de los cientos de miles de jóvenes que han fallecido o quedado lisiados por las guerras de Vietnam a Afganistán o si usted es uno de los ciudadanos de los países del Medio Oriente o en Corea del Norte.
Será altamente irónico que los méritos que darían a Trump la candidatura y eventual premio Nobel de la paz 2021, sean los que le hagan perder en noviembre las elecciones, por no contar con el apoyo militar de muchos líderes republicanos y demócratas que prefieren permanecer en Afganistán, Palestina, Irak y Siria o mandando tropas a Kosovo para mantener la tensa paz con su vecino Serbia. Pero a final de cuentas los presidentes son electos por sus países y a ellos se deben. ¿Será que es mejor enviar a jóvenes a morir por cambiar gobiernos de otros países, que buscar el desarrollo nacional con crecimiento interno?
El ex secretario del Comité de dichos galardones Geir Lundestad, quien coordinó y apoyo la candidatura de Barack Obama en el 2009, señaló que cuando se otorgó dicho reconocimiento al ex presidente de EUA, era el primer año de la administración Obama y que durante el resto de su mandato, lamentablemente no dio los resultados esperados, “en ese sentido el Comité se equivocó en su decisión”, concluyó el ex legislador noruego en una entrevista del 2015.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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