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OPINIÓN

Los retos para aprender: “¡Te pido que pongas atención!”

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Educación, por Isabel Venegas //

En el salón este es un gran problema, lograr que los alumnos pongan atención es el reto de todos los días; el grado de dificultad aumenta principalmente para aquellos que trabajamos en escuelas públicas con sobrepoblación, aulas que en el mejor de los casos tienen 45 alumnos (por cierto, en ese escenario ya se encuentran muchos colegios privados) pero que igual pueden superar a los 60 estudiantes por salón.

Pronto nos dimos cuenta (padres y profesores) que el problema no tenía como centro la cantidad de estudiantes. Los papás y las mamás ante el confinamiento social y el cierre de los planteles escolares, tuvieron que volverse los docentes de su único hijo o cuando mucho (en la gran mayoría de los hogares jóvenes) de tres niños.

Por otro lado, cuando se tenían reuniones intercolegiales, las expresiones que compartían algunos profesores de escuelas exclusivas eran muy parecidas –“yo solo tengo 7 estudiantes por aula, cada uno tiene su Tablet con el libro de texto digitalizado, tienen todos los recursos posibles y aun así me cuesta muchísimo trabajo que presten atención”. Nos dimos cuenta también de que los dispositivos tecnológicos pueden jugar en nuestra contra a la hora de querer retener la concentración en un tema.

La neurociencia es un campo de conocimiento que ha arrojado información sumamente relevante al respecto, investigaciones que más allá de contar con novedosos instrumentos para observar la forma en la que nuestro cerebro trabaja, y que junto a otras ramas (la sociología, la epistemología, la pedagogía, etc.) reflexiona sobre las problemáticas que debiera atender la forma en la que vamos construyendo nuestra sociedad a partir de las posibilidades que tenemos para enseñar y para aprender.

Muchos experimentos muestran qué tan sencillo es perder la atención en un punto a pesar de tener toda la voluntad de atenderlo a la máxima capacidad. Mariano Sigman es un investigador que ha trabajado muchísimos años en esta área, él pone un ejemplo: imagina que estás platicando con tu jefe, eso demanda que pongas toda tu atención en él, pero hay un grupo de personas atrás de ti riendo, alguien pronuncia tu nombre o tocan a la puerta, difícilmente no se giraría la cabeza o simplemente se distrae la atención más allá de toda la voluntad que se empeñe en no hacerlo así.

Atender cualquiera de esos “accidentes” implica comprender que siempre puede haber factores que intervengan en una circunstancia específica, y de lo que podría representar para un joven estudiante el estar “regresando” al punto donde estaba antes de la distracción.

En las escuelas hay muchos factores que están dentro de la cotidianidad general pero que son particularmente extraordinarios para cada niño: pensar que esa semana habrá torneo deportivo, que pronto será el festival de alguna efeméride, que necesitan pedir permiso para hacer la tarea en casa de algún compañero, o para participar en un campamento…ya no se diga si hay un compañero o compañera del cual o de la cual sientan que se están enamorando.

En secundaria las historias de amor son grandes novelas a las que cuesta un enorme trabajo arrancar 10 minutos. Lograr la concentración tiene dos componentes claves: la voluntad de hacerlo y las razones del porqué o para qué. Generalmente un niño de 8 o 9 años no reflexiona porqué estudiar geometría o historia, seguramente no le da más sentido que sacar buenas calificaciones para estar bien con sus papás, para ganarse un premio prometido o porque su voluntad se activa a partir de tener un docente encantador, sin dejar de observar que ese encantamiento también tiene la particularidad de quién está observando, es decir, para algunos alumnos cierto profesor puede ser fascinante, mientras que otros lo encuentran petulante, soberbio o demasiado histriónico.

Un niño que pasa de una materia a otra, que va construyendo una serie de razonamientos y que se desarrolla en un ambiente adecuado, entorno diseñado exclusivamente para su aprendizaje, va habilitando zonas neuronales que serán determinantes en la medida en la que le permitan funcionar ejecutivamente.

Un ejemplo muy bueno que propone Sigman es el del niño de un año que no sabe hablar pero que observa que a papá se le han caído las llaves; el bebé apuntará hacia el piso en donde están, aun sin que nadie le haya preguntado, sin que él se pueda desplazar para alcanzarlas o sin poder explicar lo que vio.

Se observa pues que los niños cuentan con mucha información, pero que no tiene las herramientas suficientes para ponerlo en movimiento. Las funciones cerebrales ejecutivas se refieren a eso, a intervenir, actuar, planear, organizar, etc. Con ello es que se termina poniendo de relieve la complejidad de la interacción con estructura cognitiva por encima de la acumulación de información o de la simple mecanización.

Hoy en día está claro que el tema ya no es la cantidad de información, y que ha quedado atrás el hecho de priorizar que los niños sean capaces de recitar las capitales del mundo cuando con una Tablet se puede tener la información de esa ciudad, su moneda, población actual, modo de gobierno, su bandera, y hasta la cantidad de contagios por covid en “tiempo real”. Se pondera entonces la competencia para organizar un equipo de trabajo, para dialogar y debatir, o para determinar cuándo se requiere centrar el foco de atención en un elemento, sin dejar de ver la complejidad que está a su alrededor. Establecer esas prioridades tiene que ver también con la capacidad para identificar problemáticas qué atender, necesidades colectivas que se vinculan con el compromiso social.

En varias ocasiones he escuchado la frase “A los mexicanos no nos gusta leer”, de hecho hay quien piensa que no nos gusta dar lectura ni a los letreros de un supermercado o de alguna dependencia gubernamental. El anuncio dice en la entrada, con letras grandes, con colores llamativos: ¡Por favor, tome un turno antes de ingresar!… y ¿Qué crees? La mayoría se percatará de que había una alerta visual hasta que se encuentren ante la necesidad de mostrar un tiquet.

Entonces no se trata solo de los niños, de la forma de presentar la información, de los distractores alrededor o de la capacidad mental de las personas. Se trata de dar sentido a lo que estamos haciendo y de fortalecer nuestras funciones ejecutivas para que –principalmente en estos momentos- el aprendizaje sea una experiencia sumamente rica, disfrutable, compartida y transformadora de nuestro entorno. Las funciones ejecutivas son habilidades cognitivas auto-dirigidas internamente al servicio de una meta, objetivos que deberán ser considerados por nuestros jóvenes que cada vez se retan más así mismos tratando de hacer la tarea con varios dispositivos activos al mismo tiempo (la televisión, la música, las redes sociales, etc.). Desarrollo de nuevas habilidades –multitareas- que deben ser reflexionadas porque por un lado pueden ser campos de crecimiento y desarrollo cerebral, aunque por otro pueden ser “tiros en la pata” que terminen por desgastar el pobre ejercicio educacional.

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar

E-mail: isa_venegas@hotmail.com

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NACIONALES

Entre la renovación y el control

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Opinión, por Miguel Anaya //

En el contexto del aniversario de la promulgación de la Constitución de 1917, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anunció una relevante iniciativa de reforma constitucional destinada a eliminar la reelección en todos los cargos de elección popular y a prohibir el nepotismo en la sucesión de dichos puestos.

Para formarnos una opinión al respecto, es esencial mirar hacia el pasado. La bandera de la no reelección fue utilizada como un instrumento para que Porfirio Díaz llegara al poder, combatiendo contra la reelección de Benito Juárez. Posteriormente “Sufragio efectivo, no reelección” fue el lema que utilizó Francisco I. Madero durante la revolución para aglutinar a las masas, precisamente, contra Díaz.

En su momento, con el PRI en el poder, la no reelección se adoptó como una herramienta para construir y conservar la estructura partidista. Con la no reelección, el Revolucionario Institucional fomentó la rotación periódica de sus líderes, lo que le permitió «renovar» sus cuadros internos y evitar que figuras poderosas se consolidaran de manera permanente, al menos de forma pública. Así nacieron los períodos y planes sexenales, donde el que se iba, ya no volvía a aparecer en la escena.

Este mecanismo de renovación periódica se transformó en un instrumento dual: reforzaba la imagen de cambio que el régimen deseaba proyectar, mientras facilitaba el control político al permitir que, en cada sexenio, desde la presidencia y las gubernaturas se decidiera quién continuaría en la cúspide. Este equilibrio aparente entre renovación y estabilidad se convirtió parte de la esencia del modelo político mexicano.

Según sus promotores, el principal beneficio de la no reelección radica en su capacidad para evitar el estancamiento político y la formación de dictaduras personalistas, favoreciendo la entrada de nuevos actores y la innovación en la gestión pública.

No obstante, la instrumentalización del principio también ha suscitado críticas. Aunque en teoría se promueve la renovación, en la práctica se ha utilizado el mecanismo de la no reelección para mantener un control férreo sobre la política, que aseguraba la continuidad del poder en manos de la élite. Esta práctica ha sido señalada por algunos como un obstáculo para la verdadera competencia democrática, ya que históricamente el cambio aparente en la dirección del país ocurría en un marco previamente estipulado y controlado por unos pocos.

Así, el principio se ha convertido en un elemento paradójico: si bien impide la reelección inmediata y la concentración prolongada del poder en una sola persona, también restringe la emergencia de alternativas políticas fuera del círculo del poder.

Por todo lo anterior, el anuncio de la presidenta ha desencadenado un intenso debate en el ámbito político. Los defensores de la iniciativa argumentan que estas medidas fortalecerán la democracia al garantizar la alternancia política.

Los críticos sostienen que la reelección permite a los funcionarios dar continuidad a proyectos, ya que incentiva a los políticos a desempeñarse adecuadamente con la expectativa de un nuevo mandato por parte de los electores. En contraste, la no reelección los obliga a depender exclusivamente de la disciplina y acuerdos con la cúpula partidista que los postuló.

En fin, actualmente, después de más de 150 años el postulado de la no reelección sigue vigente, precisamente porque en el proceso quienes lo han propuesto se han perpetuado (o han intentado perpetuarse) en el poder.

Para que esta iniciativa prospere, deberá ser aprobada por dos tercios de los miembros en ambas cámaras del Congreso de la Unión y, posteriormente, por la mayoría de las legislaturas estatales, dado que implica una reforma constitucional. Con la abrumadora mayoría de Morena en el Congreso de la Unión y en los congresos locales, la aprobación parece un hecho, a menos que las tensiones internas compliquen el proceso.

Del éxito o fracaso de esta reforma dependerá la consolidación de un sistema político democrático, donde se renueven las y los políticos que -al menos en teoría- deberán tener la formación y experiencia adecuadas para llevar al país a un mejor rumbo. Así las cosas.

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MUNDO

La personalidad de Donald Trump

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Donald Trump, con Tony Schwartz, escribieron el libro “El arte de la negociación”. De la edición del 26 de octubre de 2019 de Epublibre provienen estas frases entresacadas del texto para ilustrar con quién está lidiando el mundo.

“No lo hago por dinero. Tengo mucho dinero; más del que necesitará jamás. Lo hago ‘por amor al arte’. La negociación yo la entiendo como un arte. Que otros pinten magníficas telas o escriban poesías maravillosas. A mí me gusta hacer negocios, preferiblemente grandes negocios. Esa es mi vocación”.

Trump, el empresario, se ganó su reputación en Estados Unidos de Norteamérica por sus millonarios negocios inmobiliarios. “En contra de lo que muchos creen, no me gusta salir en periódicos; no soy partidario de hablar de mi vida privada. Sin embargo, tener una cobertura en los medios de información puede ser muy útil en los negocios”.

“Cuando concedo entrevistas procuro ser muy breve. Me protejo a mí mismo procurando permanecer flexible. Nunca me ato a un solo planteamiento; en mis malabarismos mantengo muchas bolas en el aire al mismo tiempo, porque muchos negocios fracasan, por muy prometedores que hayan parecido al principio.

“Lo peor que puede pasarle a uno en un negocio es tener una necesidad desesperada de hacerlo. Lo mejor es negociar desde una posición de fuerza, porque la posición más fuerte es la que encierra una ventaja. En los negocios, la ventaja se define como ‘tener algo que el otro quiere’, o que necesita; o, mejor aún, que no puede pasar sin lo que uno tiene. Muchas veces la ventaja demanda imaginación y labia vendedora; dicho de otra manera: hemos de convencer a nuestro oponente de que su propio interés está en cerrar el trato.

“La clave última de mi estilo promocional es la osadía. Juego con las fantasías de la gente. Muchos, aunque no sepan pensar a lo grande, sí que pueden emocionarse con las grandes ideas de otros. Por eso nunca está de más un poco de hipérbole. A la gente le gusta creer que tal o cual cosa es la más grande, la más atrevida o la más espectacular. Exagerar no es mentir; es decir, la exageración en su variedad inocente, que es, además, una forma de promoción muy eficaz.

“Aunque siempre conviene destacar lo positivo, en ocasiones la única opción es el enfrentamiento. Mi carácter es muy llevadero, me porto bien con los que se portan bien conmigo. Pero si alguien me trata mal o injustamente o pretende aprovecharse de mí, entonces peleo con la máxima dureza; no recomiendo ese género de reacción a todo el mundo, pero –según mi experiencia- cuando uno lucha por lo que cree, las cosas siempre terminan por arreglarse para bien (aunque en el camino se pierdan algunos que consideraba amigos)”.

“No se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo. Se puede crear expectación, montar una promoción estupenda y conseguir que los medios publiquen sus declaraciones (que usted no habrá de sazonar con una buena dosis de hipérbole; pero, al final, debe servir la ‘mercancía’ o la gente se sentirá engañada)”.

“Jimmy Carter poseía el atrevimiento, la osadía y los tamaños para osar lo extraordinario. Esa cualidad, por encima de todas las demás, le ayudó a llegar hasta la presidencia; pero luego, como es natural, el pueblo no tardó en darse cuenta de que Carter no estaba capacitado para la primera magistratura del país y por eso fue derrotado por amplia mayoría y perdió la reelección”.

“Ronald Reagan era un actor tan hábil y tan eficaz que supo conquistar por completo al pueblo estadounidense. Luego de terminar su presidencia, la gente se preguntó qué había detrás de su sempiterna sonrisa. La vida es muy frágil y eso no puede remediarlo ni el éxito; si acaso la hace más frágil, todavía”.

“Todo puede cambiar sin previo aviso y por eso procuro no tomarme demasiado en serio nada de lo ocurrido a la fecha. El dinero nunca ha representado un móvil muy importante para mí…a no ser como estímulo. La verdadera emoción consiste en jugar la partida. No pierdo el tiempo en meditar si debería haber obrado de tal o cual forma o sobre lo que pasará después. Por eso respondo que me divierto mucho con lo que hago”.

“En el vecindario fui una especie de caudillo…como sigue ocurriendo actualmente. Concitaba adhesiones incondicionales o antipatías similares. Era muy apreciado en nuestra pandilla, de la que tendía a ser el jefe; en la adolescencia fui muy bullicioso; por algún motivo me gustaba crear agitación y poner a prueba a los demás. Arrojaba bolsas llenas de agua al patio y bombas fétidas en el salón; armaba grandes follones en las fiestas del colegio. No por malicia, sino por mi agresividad, la que aprendí a canalizar cuando mi padre me inscribió en la Escuela Militar de Nueva York”.

“A veces, para hacerse de un negocio, no hay más remedio que denigrar a los rivales”.

Saque usted sus conclusiones sobre la personalidad y manera de actuar del actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica y cambie negocios por política, para que cuadre la radiografía.

 

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NACIONALES

El espíritu de las cruzadas

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Opinión, por Fernando Plascencia //

Cruzadas suena empolvado, anacrónico. Las cruzadas fueron hace siglos, las católicas para recuperar Tierra Santa, y no se ha escuchado de otra en fechas actuales. Aunque no se haya escuchado es real que sí ha habido.

El siglo pasado, un joven acomodado, escritor y con puesto público de alto nivel, Jaime Torres Bodet, decidió iniciar una cruzada por la alfabetización y logró que quinientas mil personas leyeran, un en país, principalmente, rural y centralizado.

En otro tiempo se pensó que la educación pública y la cultura debían ser accesibles para todos, los logros históricos de nuestra nación y nuestro pasado de subyugación podían acercarse a la gente a través de pintar hazañas y arte simbólico en los muros públicos; era una cruzada por el arte, la cultura y la educación.

A pesar de esas cruzadas, que han sido momentáneas, de tiempos ya pausados, hoy vivimos un estancamiento de educación, de cultura, de lectura, entre otras. Decimos una vez más que tenemos datos para respaldarlo. MOLEC reconoce sus peores cifras desde que se mide la lectura y por ahora, estamos fuera de competir en matemáticas y español en el mundo.

La vida pública requiere de esfuerzos colosales para transformar realidades, pero también de perfiles valerosos que encabecen cruzadas. Que lleven sus espíritus a lugares no accesibles, con proyecto de envergadura como el Jacques de Molay, como el de Horace Mann para dotar a la nación norteamericana de educación pública, el de John Dewey o María Montessori. México necesita un perfil así, que como se pide desde la ONU, venga y digitalice la educación, se renueven las aulas o se estimule a hacer un país competitivo en la lectura.

Estamos huérfanos ante grandes pensadores. Nos urge un empuje de gente que piense, de idealistas que se junten con quien sí puede, porque no solo será el origen de algo bueno, sino el destino, y además inspirarán a más a unirse, porque las buenas cosas atraen gente buena. Es el tiempo de que con cruzadas danzantes se tumben los mitos sobre la pobreza, sobre el supuesto desinterés de la gente de México de leer y el enamoramiento hacia la televisión abierta.

Volteemos alrededor y con ojo crítico seamos capaces de dilucidar el inicio de una gran cruzada. Los cruzadistas se notan por tener un ideal claro y preciso, idea clara de qué y cómo llegar a la meta; asimismo, un alma entregada y una mente que soporte los embates de los adversarios. La educación y los grandes proyectos son políticos, no necesariamente partidista, pero sí de choque de ideas. Hemos sido temerosos de la ideología, agazapando las narices cuando algo se sale de un estado anterior, como si lo que viniera se tratase de un final. Las cruzadas vendrán acompañadas de una nueva ideología, que de funcionar será un mejor camino.

Alguna vez leí de una cruzada extraordinaria, que provenía no de un caballero templario, pero que es recordado con mayor cariño que muchos de ellos. Se trata de Louis Germain, profesor argelino del filósofo y ganador del premio Nobel de literatura en 1957 Albert Camus, quien respondió la pequeña carta que el escritor le dedicó en su premio. La misiva era la de un verdadero cruzadista.

El profesor tuvo la misión de crear un movimiento intenso ético y animador, con el propósito de observar gestos, con mirada pedagoga, de su alumnado, por su carácter revelador. Reconoció en Camus no solo a un chico entusiasmado por el saber, sino que también como él dijo: Creo conocer bien al simpático hombrecito que eras y el niño, muy a menudo, contiene en germen al hombre que llegará a ser. Y ya sabemos qué fue lo que pasó.

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Tendencias

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