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MUNDO

México, primer lugar en letalidad: Diez países registran casi el 70% de las muertes por COVID-19

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Por Cayetano Frías //

La peste es igual que las guerras. Saca lo mejor o lo peor de los seres humanos, sobre todo en aquellos que ejercen el poder, ya sea en posiciones políticas, de negocios, e incluso algunos identificados con orientaciones religiosas.

Desde que a nivel global se desató la pandemia del coronavirus, las mentes retorcidas han optado por repartir culpas, difundir falsedades y utilizar como botín político a las víctimas, que como en todas las guerras, en su mayoría pertenecen a los estratos de mayor pobreza.

Hay ausencia de mesura en los actores políticos, con posturas que perjudican y desinforman a los ciudadanos. Se ven actitudes grotescas que no ayudan al buen ejemplo, como la resistencia del Presidente Andrés Manuel López Obrador a no utilizar o a recomendar el cubrebocas, o las fiestas disfrazadas de reuniones políticas de los gobernadores encasillados en la autodenominada “Alianza Federalista”.

Marginalmente, la mayoría de los comentócratas han adoptado un ánimo revanchista que busca descalificar el desempeño del gobierno federal, haciendo eco en los medios de comunicación de las opiniones, la mayoría sin fundamento científico, emitidas por los políticos opositores.

En el caso particular de la situación que enfrentamos por la pandemia del COVID-19, los opositores, políticos y periodistas que se han decantado como tales, aseguran cada día que México es el peor a nivel mundial, con los peores indicadores habidos y por haber, con las consecuencias fatales que eso conlleva.

Con el objetivo de encontrar una realidad más certera en los números, en Conciencia Pública realizamos un análisis de las cifras que han registrado una decena de países desde el inicio de la crisis tanto en la Universidad Johns Hopkins como en el portal Worldometer Covid-19 Data (www.worldometers.info/coronavirus/#countries).

Es necesario precisar que en este recuento solo se revisaron los números de la pandemia a nivel global, sin tomar en cuenta el estado desastroso del sistema público de salud en México, el cual data de varias décadas en abandono, factor que obviamente está repercutiendo de forma negativa en la atención a los afectados.

Como se aprecia en los cuadros anexos, se revisaron los indicadores de población, casos y muertes al día 11 de diciembre, el pico de contagios y casos activos y casos por millón en cada país, total de contagios, personas recuperadas, fecha de pico en muertes y el total de fallecimientos.

DIEZ PAÍSES CON EL 68.88% DE LAS MUERTES

En cantidad de fallecimientos, el indicador más sensible, porque es la pérdida de vidas humanas, Estados Unidos registró al 11 de diciembre 302 mil 750, seguido por Brasil con 180 mil 453; India en tercer lugar con 142 mil 662 y México en cuarto lugar con 113 mil 019. A nivel global, la tragedia había cobrado hasta el viernes, 1 millón 610 mil 312 vidas.

Algo más escalofriante, es que los diez países con mayor mortalidad, que se complementan con los anteriores del quinto al décimo, con Gran Bretaña, Italia, Francia, Irán, España, Rusia y Argentina, suman 1 millón 109 mil 194 muertes, equivalente al 68.88% del total mundial.

En el indicador de casos activos, Estados Unidos también ocupa el primer lugar, con 6 millones 485 mil 289; Francia es segundo con 2 millones 117 mil 914; Brasil tercero con 701 mil 115; Italia en cuarto con 690 mil 323 y Turquía quinto con 610 mil 363. México con 212 mil 318 casos activos, no aparece entre los diez primeros.

En casos por cada millón, el primer lugar lo ocupa Luxemburgo con 64 mil 640 casos de contagios, República Checa segundo con 53 mil 108; Bélgica tercero con 51 mil 704; Estados Unidos cuarto con 49 mil 102 y Panamá quinto con 43 mil 219. México registra 9 mil 491 casos de contagio por cada millón de habitantes, muy lejos de los diez primeros.

En personas recuperadas, el primer lugar es de Arabia Saudita con un 97%, Venezuela segundo con 95.34%; China tercero con 94.31% y Cuba cuarto con 89.4%. México aparece muy abajo en este rubro con 73.4%.

LETALIDAD, ÚNICO INDICADOR QUE ENCABEZA MÉXICO

La tasa de letalidad, que se refiere a los pacientes que fallecen durante su atención hospitalaria, es de 9.19% en nuestro país y la más alta en el mundo, pues equivale a nueve muertes por cada 100. Ecuador es segundo con una tasa de 6.90; China es tercero con 5,34%; Irán en el cuarto con 4,74% y Perú es quinto con 3,73%.

Se debe hacer notar que la letalidad en México se ha ido reduciendo, como aparece en la gráfica anexa que presenta a los diez países con mayor incidencia de fallecimientos. En la semana que concluyó el viernes, nuestro país registró una tasa de 5.7%, equivalente a poco menos de seis muertes por cada 100 pacientes.

PAÍSES CAPITALISTAS VS SOCIALISTAS

Es muy evidente la diferencia en el manejo de la pandemia que tienen los países alineados con la cultura occidental, pues registran la inmensa mayoría de contagios, como ya se anotó al sumar los contagios de los diez países más afectados.

A contraparte, China que tiene más de 1 mil 400 millones de habitantes incluyendo a Hong Kong, ha sumado menos de cinco mil fallecimientos y cerca de 90 mil contagios.

Sorprende también Venezuela, un país con menos de 29 millones de habitantes y que ha sido afectado por el bloqueo de Estados Unidos y la Unión Europea, donde su peor día fue el 12 de agosto con 1 mil 281 contagios; en fallecimientos ha registrado 944 y su pico más alto fue con 12 muertes el 13 de agosto. El total de casos confirmados es de 107 mil 435.

Cuba con 11.4 millones de habitantes, ha tenido sus peores días 7 y 9 de diciembre con 124 contagios cada uno y un total de 9 mil 353; el pico de fallecimientos lo tuvo el 24 de abril con 6; en total han muerto 136.

El mejor librado de los países capitalistas es un país asiático, Japón con 177 mil 056 contagios y 2 mil 566 fallecidos, de los cuales 51 se registraron el 11 de diciembre.

El peor es Estados Unidos con 16.3 millones de contagios hasta el viernes y 302 mil 750 muertes. Francia con 2.35 millones de contagios y Alemania con 1.33 millones, han sumado más de 57 mil y 22 mil fallecimientos, respectivamente.

En conclusión, los países donde predomina el libre mercado, se abarata la dignidad humana y es relegada para privilegiar las ganancias y las prioridades políticas. Claro ejemplo deberían ser Cuba y Venezuela, países con graves problemas económicos, pero que han implementado estrategias que les han permitido preservar la vida con mayor éxito que en los países capitalistas.

DIEZ PAÍSES CON EL 68.88% DE LAS MUERTES

PAÍS

POBLACIÓN

CASOS AL 11 DE DICIEMBRE

PICO DE CASOS

TOTAL DE CONTAGIOS

PERSONAS RECUPERADAS

MUERTES 11 DE DICIEMBRE

PICO DE MUERTES

TOTAL  MUERTES

México

129,535,912

11,897

28,115

(5 octubre)

1,242,253

911,912

(72.4%)

693

2,789

(5 octubre)

113,693

Japón

126,302,102

2,904

2,977

177,056

147,524

(83.32%)

51

51

(11 de diciembre)

2,566

Estados Unidos

331,870,384

27,217

280,514

(11 de

diciembre)

16,295,458

N.D.

2,951

3,157

(9 de diciembre)

302,750

Alemania

83,903,978

12,253

32,734

(10 de diciembre)

1,337,217

982,325

(73.46%)

503

503 (11 diciembre)

22,070

Francia

65,338,279

13,406

86,852

(7 de noviembre)

2,351,372

N.D.

627

1,438 (15 de abril)

57,567

China 

1,439,323,776

11

N.D.

86,701

81,774

(94.31%)

0

N.D.

4,634

Hong Kong

7,486,000

86

173

(22 de julio)

7,377

5,996

(81.2%)

0

6

114

Brasil

213,234,186

54,428

69,064 (29 de julio)

6,836,313

6,115,068 (89.44%)

672

1,793 (24 de septiembre)

180,672

Venezuela

28,870,195

435

1,281

(12 de agosto)

107,435

102,439

(95,34%)

6

12

(13 de agosto)

944

Cuba

11,338,138

86

124

(7 y 9 diciembre)

9,353

8,368

(89.4%)

0

6 (24 de abril)

136

Arabia Saudita

35,054,178

168

4,919 (17 de junio)

359,583)

350,236 (97%)

11

58 (4 de julio)

6,034

Elaborado por Cayetano Frías, con información de https://github.com/CSSEGISandData/COVID-19 y de www.worldometers.info/coronavirus/#countries

DIEZ PAÍSES CON EL 68.88% DE LAS MUERTESElaborado por Cayetano Frías, con información de https://github.com/CSSEGISandData/COVID-19 y de www.worldometers.info/coronavirus/#countries

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MUNDO

El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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MUNDO

Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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MUNDO

En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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