OPINIÓN
Ni policía del mundo ni líder: Estados Unidos, al borde de la crisis

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
La pandemia y el gobierno de Donald Trump fueron punta de lanza para Estados Unidos, pero esto no en el buen sentido de la palabra. A raíz de que estos dos fenómenos aparecieron, penetraron y se instauraron en la sociedad, muchas cosas han cambiado para Estados Unidos en distintos sentidos.
De entrada, a raíz de la administración trumpista que irrumpió en la vida política de Estados Unidos, el detrimento de la influencia del país en el panorama internacional ha sido notorio sobre todo en la tarea de gestión de crisis tanto económicas como de seguridad en el resto del mundo.
Recordemos que anteriormente, cualquier declaración o postura de la Casa Blanca respecto a un problema en particular, era motivo suficiente para encender alarmas, ya que cada palabra era un pequeño adelanto de las medidas que se emprenderían para alinear a esos gobiernos conflictivos cuyas acciones amenazaban con el orden mundial.
De hecho, algunos detractores de Estados Unidos, con el afán de burlarse, bautizaron al país como la policía del mundo, sin embargo, lejos de ser una burla, este apodo no era nada más que una forma de reiterar el poder e influencia del país en el resto del mundo.
Hoy no es así, todo lo contrario, cada vez es más frecuente que las declaraciones o bien, las posturas de la Casa Blanca respecto algún problema no sean tomadas en serio y que estas inclusive sean rebatidas por los gobiernos a los que van dirigidas.
Estados Unidos, ni policía ni líder. Hoy Estados Unido es Jack del Titanic tratándose de aferrar a la puerta de madera sobre la que flota Rose.
Pero esto no es de sorprenderse, Donald Trump, en muchos sentidos, fue un gobernante sumiso. Su profundo interés en salvaguardar las finanzas de sus empresas fue tan grande, que cedió terreno político a China y a Rusia en muchos sentidos.
Esto es así, que incluso Rusia, confiados de que Trump ganaría nuevamente, cocinó lentamente un plan para invadir Ucrania y extender su influencia en la región, plan que seguramente hubiera pasado desapercibido de concretarse el triunfo Republicano, y aunque este plan avanzó con o sin Trump, Putin tomó una decisión basándose en las heridas de Estados Unidos.
Mientras que China no solo creció económicamente, sino que su influencia política creció de sobremanera y también comenzó a trazar proyectos expansionistas al aprovechar su condición económica para incidir en la política interna de Taiwan y de Hong Kong.
Asimismo, retomaron con orgullo y dejaron de esconder su política autoritaria y privativa de derechos humanos, misma que pasó desapercibida por el entonces mandatario de Estado Unidos que estaba muy ocupado atacando a la prensa y a las minorías.
De hecho, el crecimiento de China en el espectro político ha sido tan grande, que ahora el gobierno chino tiene el valor de amenazar con derribar el avión de Nancy Pelosi si éste entra a Taiwan, país en conflicto con China debido a los intereses expansionistas del Gobierno que busca una reunificación con la isla democráticamente gobernada.
No obstante, aunque Trump no se hizo con la reelección, le hizo el trabajo sucio a Putin y a Xi Jinping, dejándole a Joe Biden una nación debilitada económica y socialmente, ya que por si fuera poco, pese a la derrota, Trump estaba decidido en dar la última estocada a la nación intentando boicotear el proceso electoral dañando así profundamente la democracia y a las instituciones que sostienen a la nación.
Por el otro lado, el populismo Trumpista y la pésima gestión de la crisis sanitaria, le abrieron camino al COVID-19 que no solo costó muchas vidas, sino que también tuvo un gran costo económico para Estados Unidos, que hasta la fecha y ante una recesión inminente, sigue pagando las facturas del populismo.
Ahora bien, en lo que respecta a Joe Biden, aunque su gestión de la pandemia fue excelente, las cosas han cambiado, ya que a diferencia de cuando llegó a la Casa Blanca, la pandemia es la menor de las preocupaciones de los ciudadanos estadounidenses.
Al contrario, lo que hoy les preocupa es la crisis económica, la falta de empleo y los costos tan elevados de la gasolina que se deben en gran medida a esa guerra en Europa que Estados Unidos ha sido incapaz de controlar.
Hoy Joe Biden tiene muchos frentes abiertos, que en su mayoría son internos y demuestran una falta de control político del presidente y su equipo respecto a los problemas nacionales e internacionales.
Un claro ejemplo de ello es la migración y la fallida reforma migratoria, para la cual no encontró apoyo, ni en la mayoría de su partido que hoy se encuentra dividido, una vez más por las posturas ideológicas radicales de personajes como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez que cada vez se alejan más del centro pragmático e ideológico del partido.
Por otro lado, la crisis no se limita a la que atraviesa el presidente en su propio partido, sino que también involucra el sentir de la ciudadanía, que aunque ésta muestra un gran rechazo hacia Joe Biden, también le brinda un panorama claro a los demócratas, ya que las estadísticas muestran que el problema no es el partido, sino Joe Biden en particular.
Estados Unidos está herido, su liderazgo está debilitado y su influencia política es tenue, y probablemente corregir esto tomara mucho tiempo, por eso la responsabilidad de Joe Biden es tan grande.
Pero cuando hablo de responsabilidad, no me refiero que debe corregir el rumbo para garantizar la reelección, ya que la gente lo ha dejado claro: es muy viejo para ser presidente, de ahí la inconformidad ciudadana con Biden pero no con el proyecto demócrata.
En ese orden de ideas, Joe Biden debe buscar terminar su administración con dignidad, de tal forma que cuando entregue la candidatura demócrata a la presidencia, existan condiciones óptimas para ganar y también, para gobernar.
Por esto mismo, no podemos perder de vista las audiencias sobre el asalto al Capitolio el 6 de enero del 2021, éstas serán un parteaguas para el futuro político de Estados Unidos, ya que será durante este proceso, cuando las instituciones de este país decidirán si opta por defender el sistema democrático y de justicia, o si se doblegará ante el Trumpismo y su nocivo populismo, que aunque no es seguro que sea él quien aparezca en la boleta, seguramente será alguien que lo represente a la perfección, al fin y al cabo, el Partido Republicano tiene dueño, y este tiene nombre y apellido.
JALISCO
Mis dudas razonables sobre el futuro de la transparencia en Jalisco

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
¿Representa la propuesta del gobernador Pablo Lemus un retroceso en la autonomía y participación ciudadana del Subsistema de Transparencia y su Consejo Consultivo?
Lemus promete un “organismo completamente ciudadano”, integrado por rectores, empresarios y miembros de la sociedad civil. Sin embargo, el proceso de designación del titular y los consejeros del órgano desconcentrado dependerá de ternas propuestas por el Comité de Participación Social del Sistema Estatal Anticorrupción (SEA) y el Consejo Consultivo, pero la decisión final recaerá en el gobernador.
Esto genera suspicacias: ¿cómo puede ser un organismo ciudadano si el Ejecutivo tiene la última palabra?
De entrada, la transferencia de las funciones del ITEI a la Contraloría del Estado, un organismo subordinado al Ejecutivo, plantea serias dudas. Este modelo, inspirado en el federal (“Transparencia para el Pueblo”), ha sido criticado por su falta de independencia, y en Jalisco parece repetirse el mismo error.
La falta de autonomía podría convertir al órgano desconcentrado en una extensión del gobierno estatal, incapaz de sancionar la opacidad o exigir rendición de cuentas de manera imparcial, como advirtió Olga Navarro, titular del ITEI, al señalar que las autoridades serán “juez y parte”.
Por un lado, el gobernador exalta la participación ciudadana en 15 foros con más de 3,000 asistentes; por otro, académicos critican que las propuestas de la iniciativa “Compromiso Jalisco por el Derecho de Acceso a la Información” fueron ignoradas por el Congreso del Estado.
Esta iniciativa pedía un Sistema Estatal de Transparencia robusto y un Consejo Consultivo verdaderamente ciudadano, pero los legisladores de la alianza Movimiento Ciudadano-Morena optaron por un modelo que centraliza el poder en la Contraloría.
La exclusión de estas propuestas debilita la legitimidad del nuevo sistema y refuerza la percepción de que la reforma busca cumplir con la desaparición del INAI e ITEI sin innovar ni proteger los avances de Jalisco, pionero en transparencia.
La centralización en la Contraloría podría generar conflictos de interés, especialmente en casos que involucren información sensible, como contratos, licitaciones o el ejercicio del gasto público.
Otro punto débil es la falta de claridad en temas como datos abiertos y rendición de cuentas. Aunque la iniciativa menciona transitar hacia datos abiertos y mantener la publicación de sueldos, agendas y obras públicas, la vaguedad de estas promesas las deja sin fuerza.
LAS CONTRALORÍAS MUNICIPALES
La iniciativa del gobernador contempla legislar la obligatoriedad de transparencia en los 125 municipios de Jalisco, un aspecto que la reforma federal omite. Sin embargo, esta propuesta choca con la realidad, el problema es que la gran mayoría de los municipios del estado carecen de la fortaleza económica de los ayuntamientos de la zona metropolitana.
Es positivo que se piense en los municipios, pero sin un plan robusto para capacitar y financiar sus contralorías, la transparencia municipal será una quimera. Muchos ayuntamientos ya incumplen con sus obligaciones actuales; ¿cómo esperamos que manejen un sistema más complejo?»
La carga adicional a las contralorías municipales podría generar desigualdades en el acceso a la información entre municipios urbanos (como Guadalajara) y rurales, perpetuando la opacidad en regiones marginadas.
Sin un marco claro, ¿qué garantiza que este modelo no se quede en buenas intenciones?
El ITEI, con sus limitaciones, tenía mecanismos para obligar a las autoridades a transparentar información; el nuevo sistema, en cambio, podría permitir que se eluda la publicación de datos clave, debilitando 20 años de cultura de transparencia en Jalisco.
La iniciativa de Pablo Lemus, aunque bien intencionada, resulta insuficiente al priorizar la armonización federal sobre los avances históricos de Jalisco en transparencia. El estado, que fue referente nacional, corre el riesgo de dar un paso atrás si este modelo no se fortalece con verdadera independencia y participación ciudadana. La transparencia no se decreta; se construye con hechos.
JALISCO
Transparencia en Jalisco: El costo político de extinguir el ITEI

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El 10 de junio de 2025, el Congreso de Jalisco aprobó con 27 votos a favor de Movimiento Ciudadano (MC), Morena, Hagamos, Futuro, PT y Verde, y 8 en contra de PAN y PRI, la desaparición del Instituto de Transparencia e Información Pública de Jalisco (ITEI), cuyas funciones fueron transferidas a la Contraloría del Estado.
Esta decisión, que armoniza la legislación local con la reforma constitucional federal de 2024 impulsada por Morena para eliminar organismos autónomos como el INAI, ha desatado un debate crucial: ¿fortalece o debilita la transparencia en Jalisco? La medida, aunque obligada por la federación, revela tensiones políticas, contradicciones ideológicas y un pragmatismo que podría costarle caro al gobierno de Pablo Lemus.
¿Cómo lo va a tomar el elector local? ¿Qué tanto le va a afectar a Movimiento Ciudadano ir con Morena en esta decisión de desaparecer al ITEI? Pablo sacrifica parte de la autonomía regional que demandó en campaña contra el centralismo chilango -así le llamó- para evitar conflicto con la presidenta Claudia Sheinbaum
La reforma federal, respaldada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum, extinguió el INAI y reasignó sus tareas a la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, una dependencia del Ejecutivo.
En Jalisco, el Congreso tuvo hasta el 18 de junio de 2025 para alinear su marco legal, optando por disolver el ITEI y crear un órgano desconcentrado dentro de la Contraloría. Aunque Lemus no inició esta reforma, su decisión de alinearse con Morena en el Congreso local contrasta con la postura combativa de su antecesor, Enrique Alfaro, quien desafió al gobierno federal en defensa de la autonomía estatal. Este pragmatismo sugiere que Lemus prioriza la gobernabilidad y una relación tersa con Sheinbaum, pero a un costo político que aún está por definirse.
Movimiento Ciudadano enfrenta una contradicción evidente. En el Senado, su coordinador, Clemente Castañeda, defendió con vehemencia la autonomía del INAI durante las discusiones de 2024, calificando su eliminación como un retroceso democrático que socavaría la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción.
En el foro “Diálogos Abiertos por la Transparencia” de noviembre de 2024, Castañeda respaldó a expertos que alertaron sobre los riesgos de centralizar funciones en el Ejecutivo, como la pérdida de la Plataforma Nacional de Transparencia y la falta de independencia en la gestión de información pública.
Sin embargo, en Jalisco, los legisladores de MC votaron junto a Morena para extinguir el ITEI, exponiendo una dualidad discursiva que podría confundir a su base electoral, especialmente en un estado donde MC ha construido su identidad en torno a la autonomía regional y la crítica al centralismo.
El ITEI, hay que reconocerlo, no era un bastión de imparcialidad. Durante el sexenio de Alfaro, expertos en transparencia acusaron al organismo de ser cooptado por el Ejecutivo, funcionando más como una extensión del poder estatal que como un contrapeso al servicio de la sociedad. Gabriel Torres Espinoza, académico y analista, cuestiona la utilidad de los Organismos Constitucionalmente Autónomos (OCA), describiéndolos como “burocracias politizadas, independientes solo en el papel”. En su opinión, muchos OCA, incluido el ITEI, se convirtieron en espacios para colocar aliados en la nómina o tejer redes de influencia con fines de lucro, desviándose de su propósito original. “Deben ser contrapesos reales, no simulaciones ni monumentos vacíos”, sentencia Torres, reflejando un escepticismo compartido por sectores críticos que ven en la extinción del ITEI una oportunidad para replantear la transparencia, siempre que se garantice su efectividad.
Consciente de las críticas, Lemus propuso un nuevo modelo dentro de la Contraloría, con participación de universidades, sociedad civil y actores independientes, para preservar la transparencia y el acceso a la información. Sin embargo, PAN y PRI han acusado al gobierno de convertirse en “juez y parte” al subordinar estas funciones a un organismo dependiente del Ejecutivo, lo que podría comprometer la imparcialidad.
La alianza de MC con Morena, su rival directo en las elecciones intermedias de 2027, añade una capa de complejidad. En campaña, Lemus prometió resistir el “centralismo chilango”, pero su voto conjunto con Morena podría alienar a votantes que valoran la autonomía regional, especialmente en un contexto donde la polarización política está en aumento.
El impacto electoral de esta decisión es incierto, pero significativo. MC ha dominado Jalisco en los últimos años, pero la percepción de que Lemus cede ante el gobierno federal podría erosionar su capital político, particularmente entre los sectores urbanos y jóvenes que apoyaron su discurso de independencia. Además, la transferencia de funciones a la Contraloría plantea desafíos operativos: ¿tendrá la capacidad técnica y la autonomía necesaria para manejar solicitudes de información y garantizar la protección de datos? La inclusión de la sociedad civil en el nuevo modelo es un intento de mitigar estas dudas, pero su éxito dependerá de la transparencia en su implementación y de la vigilancia ciudadana.
En última instancia, la extinción del ITEI refleja un dilema más amplio: cómo equilibrar la armonización con las reformas federales sin sacrificar los principios de autonomía y transparencia que Jalisco ha defendido. Lemus apuesta por un enfoque pragmático, pero el costo político y social de esta decisión podría manifestarse en las urnas y en la confianza ciudadana, especialmente si el nuevo modelo no logra desterrar las prácticas de control que marcaron al ITEI en el pasado.
JALISCO
Un gobernador de redes sociales: La diplomacia según Lemus y el silencio que delata…

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Pablo Lemus quiso jugar a la diplomacia. Se colocó su traje de “estadista internacional”, abrió su cuenta de X y decidió pronunciarse —veinticuatro horas después— sobre un conflicto que ni le competía ni le concernía directamente, pero que olía a oportunidad política: una funcionaria menor de Morena, Melissa Cornejo, fue cancelada —en redes y en visa— por el exembajador Christopher Landau, actual vicecanciller estadounidense. Lemus, con más cálculo que convicción, tomó aire, y escribió: “Eso no es Jalisco”.
Pero, ¿qué es Jalisco para Lemus? ¿Es acaso ese estado ejemplar que presume ante los diplomáticos gringos mientras, al mismo tiempo, sufre una de las tasas más alarmantes de desapariciones en el país? ¿Es ese “pueblo hermano” que, según él, mantiene relaciones respetuosas con los Estados Unidos, mientras la impunidad se pasea libremente entre sus aliados políticos, como Enrique Alfaro en Madrid, sin rendir cuentas por los más de 17 mil desaparecidos?
En su intento por desmarcarse de Melissa Cornejo —una joven militante que se inmoló en un tuit rabioso contra el imperio migratorio estadounidense— Lemus no midió que estaba exponiendo su propia desnudez política. Porque es muy cómodo condenar un mensaje soez desde la altura del poder, pero es más difícil responder cuando la diputada Itzul Barrera le devuelve el golpe con los datos que Lemus no publica en sus redes: alcaldes de su partido presos por crimen organizado, crisis hídrica en medio estado, y una Mesa de Seguridad donde el gobernador prefiere scrollear a intervenir.
Lemus no defendió a Jalisco. Se defendió a sí mismo. Se posicionó como el “buen mexicano”, el que sabe hablar inglés, el que presume relaciones internacionales y que, como todo buen político tecnócrata, se sube a los trending topics con frases bien medidas para caerle bien a los de afuera.
Pero en casa, su voz suena hueca. ¿Dónde está el mismo Lemus para condenar las ejecuciones extrajudiciales que policías municipales han protagonizado en su administración? ¿Dónde está para exigir justicia para las madres buscadoras hostigadas o desaparecidas? ¿Dónde estaba cuando Itzul Barrera le respondió con datos y él no supo replicar más que con silencio?
Este es el verdadero problema: Lemus no ve el fondo, solo la forma. Mientras Melissa Cornejo borra sus redes, él limpia su imagen con trapos ajenos. Mientras el vicecanciller Landau pontifica sobre los “glorificadores de la violencia”, el gobernador guarda silencio sobre los desaparecidos del 5 de mayo, los cuerpos embolsados en el río Santiago o los feminicidios en la zona metropolitana.
Y todo, para quedar bien con Washington.
Como decía un viejo columnista —al que esta pluma sigue rindiendo tributo—, “los políticos no son lo que dicen, sino lo que callan”. Y Lemus, al callar frente a los escándalos reales que le competen, pero alzar la voz solo cuando hay reflector extranjero de por medio, se pinta de cuerpo entero: es un gobernador de redes, no de gobierno.
En X @DEPACHECOS
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