MUNDO
Renovación en la Casa Blanca: La era Biden, mensajes y símbolos
Opinión, por Juan Raúl Gutiérrez Zaragoza (*)
Vaya momentos de tensión que se vivieron en este proceso electoral estadounidense, desde el conteo de los votos hasta el próximo pasado miércoles, pasando por el evento fatídico del Capitolio, sin embargo, no hay fecha que no se llegue ni plazo que no se cumpla, así llegó el día de la inauguración de Joseph R. Biden, Jr., como Presidente de los Estados Unidos de América.
Así es, el 20 de enero de 2021, será recordado como el día en que Biden juró como el Presidente número 46 en la historia de Estados Unidos y Kamala Harris la vicepresidenta 49, Amy Klobuchar, demócrata Senadora por Minnesota, fue la presentadora inicial del evento, donde destacó a Kamala Harris y su origen étnico.
Enseguida habló el también Senador Roy Blunt, republicano de Missouri, quien condenó el ataque al Capitolio y resaltó la necesidad de un gobierno unido en este nuevo comienzo.
Después el sacerdote Leo O’Donovan tomó la palabra y ya en el atril voltea a ver a Biden y éste se lleva la mano derecha al pecho del lado del corazón y se persigna. Sin duda, la presencia del padre católico es un símbolo de la cercanía del nuevo Presidente de Estados Unidos con el Papa Francisco. “Soñar juntos” fue la frase del jesuita cuando se refirió a Bergolio, al término de su discurso se dirigió a Biden, sin cubrebocas, para intercambiar de cerca algunas palabras.
Uno de los momentos más emotivos corrió a cargo de la popular cantante Lady Gaga quien acompañada de la Banda de Infantería de Marina y enfundada en un atuendo peculiar con falda muy amplia en rojo y azul marino la parte de la blusa, trenzando su pelo con un listón azul, aretes en forma de hoja de laurel, con un adorno al frente de una paloma con una rama en el pico en posición ascendente interpretó con una limpia voz el Himno Nacional de Estados Unidos.
Para luego la Capitana Andrea Hall, bombera de carrera, Presidenta de la Asociación Internacional de Bomberos de South Tulton, recitó el juramento de lealtad a la bandera de Estados Unidos, traduciendo ella misma en lenguaje de señas.
Singular por lo histórico, resultó que Sonia Sotomayor, primer mujer latina en ocupar un asiento como magistrada en la Suprema Corte de Justicia, le tomara el juramento a Kamala Harris como primera vicepresidenta de los Estados Unidos, en distintos foros he dicho y escrito que habrá que seguir de cerca los pasos de la abogada californiana, en el 2016, Estados Unidos no estaba preparado para una mujer presidenta con Hillary Clinton, en 2021, esta mujer afrodescendiente sudasiática, ya es la segunda al mando del poderoso país norteamericano, mi pregunta obligada, con un toque de pronóstico es ¿Estados Unidos tendrá para el año 2024 (o antes) una presidenta mujer?
Regreso a la ceremonia, Jennifer López se presentó cantando un popurrí mezclando “America the Beautiful” y “This land is your land”, la cumbre de su presentación fue la inclusión de una frase en español: “Una nación bajo Dios, indivisible, con libertad y justicia para todos”
Por fin termina la incertidumbe alrededor de todo este sobrio protocolo y Joe Biden inició oficialmente a las 10:52, del referido 20 de enero su etapa como el Presidente de los Estados Unidos, hora en la que prestó juramento ante el Presidente de la Suprema Corte, John Roberts, promesa sagrada hecha sobre una Biblia que su familia posee desde 1893 y sobre la cual juró también como vicepresidente en 2009 y 2013.
UN DISCURSO MUY PROFUNDO
Un minuto después Biden pronuncia el discurso inaugural, mismo que lo catalogo como sólido, acorde al paso firme que mostró a su llegada a este escenario, en armonía a la experiencia de 50 años en la política, maduro, sereno, sin estridencias.
“Este es el día de Estados Unidos. El día de la historia y la esperanza, de la renovación” fue la primera prosa que salió de la boca del ex vicepresidente, de esta forma inició el discurso que, literal, el mundo esperaba, uno que diera tranquilidad y que pudiera enfrentar la suma de todas las crisis actuales, de salud, económica, de seguridad, de medio ambiente, que pusiera a Estados Unidos en el camino de volver a encabezar la agenda geopolítica del que pareciera desplazado a segundos y a veces terceros lugares atrás de China, Rusia y Europa.
Advirtió de manera sutil que va luchar por recuperar la preponderancia del país de las barras y las estrellas en el orbe, baste leer “Con la unidad podemos hacer cosas importantes. Podemos hacer de Estados Unidos una fuerza que dirige el bien en todo el mundo”.
Del análisis de la estructura de la pieza oratoria se concluye que el concepto de unidad es el que prevaleció, fue el eje de donde emergieron las menciones a los valores, sobre todo al de la verdad, que tiene destinatario conocido y que contrasta con las mentiras comprobadas de Trump, “Yo seré el presidente de todos. Lucharé por aquellos que sí me respaldaron y los que no. Nos enseñaron en las últimas semanas una verdad dolorosa: hay verdades y hay mentiras. Y llama a defender la verdad y derrotar las mentiras”.
En esta parte del discurso se sintió en el ambiente de los presentes en la ceremonia y de los millones en la televisión como retumbaban las palabras del presidente republicano Abraham Lincoln: “Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo.”
El influyente periódico “The Washington Post” le contabilizó a Donald Trump más de 25 mil mentiras al hoy residente de la Florida, aquí algunas: su presidencia comenzó el 20 de enero de 2017, con la que aseguró había sido “la audiencia más grande que haya presenciado alguna vez una toma de posesión, punto”, absurdo por decir lo menos, continuó con la siguiente “No creo que nadie haya hecho lo que hicimos durante los primeros 100 días”, siguió señalando, , sin pruebas, que el expresidente Barack Obama había colocado un “micrófono” en “mis teléfonos”. Mintió repetidas veces sobre la atención médica, la economía, la inmigración y el comercio. Incluso llegó a afirmar que, bajo su plan fiscal propuesto, “probablemente pagaría más (impuestos) de lo que estoy pagando en la actualidad”, lo que, a diferencia del resto de sus afirmaciones, podría haber sido literalmente cierto, porque, como sabemos ahora, apenas pagó impuestos.
Pero todo eso fue apenas el comienzo. Trump mintió sobre prácticamente todo desde entonces. Mentiras grandes y pequeñas, significativas y sin sentido. Mintió sobre haber pagado por el silencio de una estrella porno. Mintió, a pesar de pruebas fotográficas, cuando dijo que nunca había conocido a una mujer que lo acusó de violación.
Mintió sobre el motivo por el que estaba siendo sometido a un juicio político, y sobre la razón por la que debió haber sido acusado, al afirmar que su llamada telefónica con el presidente ucraniano había sido “perfecta”, y al asegurar que el fiscal especial Robert S. Mueller lo había exonerado. Mintió acerca de intervenir de forma engañosa un mapa de huracanes con un marcador Sharpie.
Y así siguió, con una mentira tras otra.
Las mentiras más recientes son las más graves, tanto para los ciudadanos como para la democracia de Estados Unidos. Sin dudarlo, Trump dijo cualquier cosa sobre la pandemia que le hubiese parecido políticamente útil, sin importar si era cierto o tuviera sentido. Como olvidar éstas: el coronavirus no afecta prácticamente a nadie. Ya estamos saliendo de la pandemia. Para su campaña mencionaba repetidamente, ya casi llega una vacuna. La inmunidad colectiva nos salvará. Tenemos demasiados casos porque hacemos muchas pruebas. Los médicos y hospitales mienten sobre las muertes para conseguir dinero. La prensa habla del COVID-19 para perjudicarlo. Cuando llegue el 4 de noviembre, nunca más volveremos a saber sobre el virus.
Y fue precisamente el 4 de noviembre que nuestros vecinos registraron un récord de 104,004 nuevas infecciones y que el número de muertos superó los 233,000.
Biden vuelve a exhibir a su antecesor cuando habla de que “la democracia es preciosa, es frágil; pero en estos momentos, mis amigos, la democracia ha prevalecido”. Y como no se pronunciaría al respecto cuando Trump y sus abogados, Giuliani por delante, difamaron de manera incesante y maliciosa el proceso electoral, todas sus pruebas fueron rechazadas, a muchos nos vino a la mente las falsas afirmaciones que hizo para deslegitimar y preparar el escenario para controvertir su adverso resultado, olvidándose de la verdad, la lógica y la coherencia, incluso al precio de socavar el sistema democrático que juró proteger.
Aferrarse a una relección lo llevó a crear un mundo virtual donde todo lo que no le favoreciera en la votación era trampa, incluso mencionó que la votación por correo postal concluiría en fraude, excepto cuando la realizaron personas o lugares que lo apoyan. Afirmaba sin razón que los gobernadores demócratas enviaron boletas por correo a perros, que algunas boletas fueron “arrojadas a los ríos”, que las elecciones de 2020 fueron las más “inexactas y fraudulentas de la historia”, a pesar de que votaron por él más de 74 millones de personas, un absurdo descalificar esta elección, donde esos números arrojaron la mayor cantidad de votos alcanzada por un candidato republicano desde que existe esta forma de elegir presidente.
Toda esta trama del fraude electoral no tuvo eco más que en sus millones de seguidores, que de votantes pasaron a ser fanáticos violentos, el seis de enero quedará marcado para siempre en la historia de Estados Unidos como la fecha en que la “turba pensó que podía usar la violencia para silenciar al pueblo”, señalaba contundente Biden.
Continuó hablándole a los provocadores de los disturbios del Capitolio “este sitio tan sagrado donde hace unos días la violencia quiso sacudir los cimientos de la democracia, nos unimos para la transferencia pacífica del poder, como hemos hecho desde hace más de dos siglos”.
Me pregunto, ¿cómo sus seguidores no se comportarían de esa manera a pesar de que la conducta de Trump, no tuvo –todavía- consecuencias jurídicas de ningún tipo?, a pesar de que le comprobó al mundo racional que las acciones que le vimos en los últimos cuatro años, carecían de una lógica simple, demostró su incapacidad para ejercer el cargo, perdió sus demandas y las elecciones, pero en su mente nunca renunciará a sus acusaciones de fraude, “al final solo habrá logrado una cosa: habrá desperdiciado su última y mejor oportunidad de demostrar que podía admitir la verdad y, por una vez, hacer lo correcto para el país en vez de para sí mismo”, sentencia el rotativo del Río Potomac.
Con estos antecedentes y para que no quedara ninguna duda, el mandatario entrante para tomar más distancia aún mencionó “Les doy mi palabra de que siempre diré la verdad, defenderé la Constitución, defenderé a los Estados Unidos de América, y les daré lo mejor a ustedes”
Biden también se mostró empático con sus no votantes, les dejó claro que será el presidente de todos, que luchará por aquellos que sí lo respaldaron y los que no, pero no les entregó un cheque en blanco los llamó a defender la verdad y derrotar las mentiras.
La parte filosófica del discurso se dio en la referencia a San Agustín relacionando el amor a la verdad y al respeto, el nacido en Tagaste, defendió en Contra Académicos la capacidad racional humana para poseer la verdad, una indubitable, en la que cualquiera que sea el nivel de duda al que el hombre acceda, pueda estar cierto del principio de no contradicción: donde de dos proposiciones disyuntivas contradictorias, una es verdadera y la otra es falsa.
Si se le aplicara este principio agustiniano a Trump, quedaría de la siguiente manera: a) Le pagó a una estrella porno por su silencio y b) No le pagó a una estrella porno por su silencio, a estas alturas ya sabemos cual es la proposición verdadera y cual la falsa y así con cada una de sus mentiras.
Todo el conflicto interior que vivió el converso en su tránsito del maniqueísmo al cristianismo respecto a la fe y la razón, Biden lo resumió magistralmente en las siguientes ocho palabras: “La fe y el raciocinio nos muestran el camino”.
Me explico, para San Agustín estos dos conceptos –fe y razón-no se oponían, se complementaban, haciendo un solo pensamiento al unirlos con la verdad: la esencia de la verdad es Dios. Biden profesa la religión católica, el segundo presidente con este culto, JFK antes, por tanto no desconoce el pensamiento donde se pone a Dios como esencia de la verdad.
Biden Jr. entiende que el fundamento de la verdad está en las ideas y razones eternas, en el espíritu de Dios sabe que la verdad coincide con ellas, y ellas, las rationes, ideae, species aeternae, son las que constituyen el auténtico ser y esencia de la verdad y puesto que estas ideas son de Dios, se puede afirmar que Dios es la verdad en el pensamiento del Santo, entiendo a la perfección que para la idiosincrasia de México mezclar asuntos de Dios con la política raya en el escándalo, allende la frontera es fundamental, no se puede entender el uno sin la otra, para hacer análisis se debe mantener la mente abierta.
Joe Biden se dio tiempo para hacerle un guiño a sus aliados ubicados en la extrema izquierda Sanders, Alexandra Ocasio, y para los movimientos sociales de Antifa y Black Live Matters “Pocos momentos han sido más desafiantes para nuestra nación. Y hablo del impacto de la pandemia del coronavirus, del grito de justicia racial. Tenemos que confrontar la supremacía blanca, el terrorismo doméstico. Para restaurar el alma de Estados Unidos se requiere más que palabras”.
Otro ingrediente que resalto es el hecho de que el Presidente de los Estados Unidos es abogado, fue Senador, presidió la Comisión de Justicia de la Cámara Alta de 1987 a 1995, por ello mencionó en repetidas ocasiones el concepto de justicia que integrado a los de fe, razón y verdad, darán el contenido sustancial a todas las futuras acciones del gobierno recién inaugurado.
Como usted amable lector se habrá dado cuenta, tratar de analizar en un espacio tan breve de manera multidimensional y dialéctica, éste que debiera ser catalogado como uno de los mejores discursos de la historia contemporánea de los Estados Unidos, incluso superior a los del expresidente Barak Obama, -tan solo por las circunstancias que vive el planeta y el propio país vecino-, es una tarea titánica, ya en los días subsecuentes se irán desarrollando, comentando y analizando los temas que se plantearon.
En tanto ansío el regreso de la axiología a la política hago votos para que el mensaje del fin del odio llegue hasta donde tenga que llegar:“Tenemos que terminar con esta guerra civil que pone el rojo contra el azul, republicanos contra demócratas, conservadores contra liberales”. Palabras que son atemporales válidas en épocas pretéritas, presentes y futuras, vigentes para todos los líderes y seguidores de todos los países del mundo, que desean de que por fin predomine la inteligencia emocional.
*Candidato a Doctor en Administración Pública por la Universidad Anáhuac
MUNDO
Crisis política en el país galo: Francia, la política y su eterno teatro de lo absurdo
A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
En 1958, Francia vivió el ocaso de su Cuarta República, un régimen político marcado por la inestabilidad, la fragmentación y la incapacidad de responder a los desafíos de su tiempo. Fue una crisis existencial que llevó al país al borde del abismo, hasta que Charles de Gaulle, casi como un deus ex machina en una tragedia griega, emergió para restaurar el orden y forjar la Quinta República.
Hoy, 66 años después, la historia parece resonar entre las bambalinas del teatro político francés: el telón cae sobre el gobierno de Michel Barnier, tumbado por una moción de censura que unió a extremos ideológicos en un espectáculo digno del teatro del absurdo.
La caída del primer ministro Barnier, tras el uso del controvertido artículo 49.3 de la Constitución para aprobar el presupuesto sin votación parlamentaria, no solo evidencia una crisis coyuntural, sino un síntoma de algo mucho más profundo: el desgaste de la democracia representativa frente a la polarización. La alianza entre la izquierda del Nuevo Frente Popular y la extrema derecha de Marine Le Pen para derrocar al gobierno es un recordatorio de cómo las democracias pueden ser víctimas de sus propios actores, quienes, en su afán por ganar protagonismo, olvidan el guion fundamental de la estabilidad y el consenso.
En cualquier obra teatral, los personajes que ocupan extremos opuestos del escenario raramente trabajan juntos. Pero en la política francesa actual, la izquierda y la extrema derecha han hecho un pacto que recuerda al Fausto de Goethe: sacrificaron principios a cambio de un beneficio inmediato, en este caso, la caída del gobierno. La pregunta que queda suspendida en el aire es si este acuerdo, tan oportunista como efímero, es el preámbulo de una mayor desestabilización.
Esta dinámica no es exclusiva de Francia. En democracias de todo el mundo, la fragmentación y el oportunismo político han llevado a alianzas insólitas que terminan minando la legitimidad de las instituciones. Sin embargo, Francia, con su rica tradición de debate político y su rol central en la Unión Europea, se encuentra en una posición particularmente frágil. Cada golpe al sistema no solo debilita su capacidad de gobernar internamente, sino que también envía señales de incertidumbre a nivel internacional.
El artículo 49.3 de la Constitución de Francia, diseñado para sortear bloqueos parlamentarios, es un ejemplo clásico de cómo una herramienta pensada para garantizar la gobernabilidad puede convertirse en un detonante de crisis. Al aprobar el presupuesto sin votación parlamentaria, Barnier activó una bomba política que detonó su propio gobierno. En términos teatrales, fue un acto de improvisación que, lejos de salvar la escena, terminó dejando al escenario vacío y al público desconcertado.
Este episodio plantea preguntas fundamentales sobre los límites del poder ejecutivo en una democracia. ¿Hasta qué punto puede un líder priorizar la eficiencia sobre la deliberación? Y, sobre todo, ¿qué implica este tipo de medidas para la confianza pública en las instituciones? En un momento en que la desafección ciudadana hacia la política está en su punto más alto, la percepción de autoritarismo, aunque sea en nombre de la eficacia, puede resultar devastadora.
En este drama político, Emmanuel Macron se encuentra como el solitario protagonista de una obra que no logra conectar con su audiencia. Su proyecto centrista, que alguna vez prometió trascender la división izquierda-derecha, se enfrenta a un parlamento fragmentado donde ninguna facción está dispuesta a ceder. Es un recordatorio de que, en política, los discursos ambiciosos rara vez sobreviven al choque con la realidad.
Macron, al igual que De Gaulle en 1958, se encuentra en un momento definitorio. Sin embargo, a diferencia de su ilustre predecesor, carece de la legitimidad moral y el respaldo popular para imponer su visión. En un sistema político cada vez más dependiente del consenso, el liderazgo autoritario ya no es una opción viable. Pero ¿cómo liderar cuando los actores clave están más interesados en sus propias líneas que en el éxito colectivo de la obra?
La inestabilidad política en Francia tiene implicaciones que van más allá de sus fronteras. Como uno de los pilares de la Unión Europea, Francia desempeña un rol crucial en temas como la seguridad, la transición energética y la reforma económica. Sin un gobierno estable, su capacidad para liderar en estos frentes se ve gravemente comprometida.
Además, la crisis francesa ocurre en un momento en que Europa enfrenta desafíos existenciales, desde la guerra en Ucrania hasta el auge del euroescepticismo en varios países miembros, por ello, la incapacidad de Francia para actuar como un socio confiable y predecible en este contexto es un golpe para el proyecto europeo en su conjunto.
La crisis política en Francia es un recordatorio de que la democracia no es solo una cuestión de procedimientos, sino de cultura política. En una época marcada por la polarización y el populismo, el arte de construir consensos se ha convertido en una habilidad cada vez más rara. Sin embargo, es precisamente este tipo de liderazgo el que Francia –y el mundo– necesita para navegar los desafíos del siglo XXI.
La política, como el teatro, requiere de ensamble. Los mejores espectáculos no son aquellos donde una sola estrella brilla, sino donde el elenco trabaja en armonía para contar una historia convincente. Hoy, Francia necesita líderes que comprendan esta lección, que sean capaces de poner el bien común por encima de sus intereses individuales y que puedan restaurar la confianza en un sistema que, pese a sus imperfecciones, sigue siendo la mejor opción para resolver nuestras diferencias.
Cuando la Cuarta República cayó en 1958, el dramaturgo francés Jean-Paul Sartre reflexionó que la política de su tiempo era un «teatro sin final». Hoy, esa observación sigue siendo inquietantemente relevante. Francia, atrapada entre bastidores en su propio drama político, debe decidir si permitirá que la obra termine en tragedia o si encontrará la manera de reinventarse una vez más.
El reto es formidable, pero no insuperable. La democracia, al igual que el teatro, siempre tiene espacio para un nuevo acto, un nuevo protagonista y, con suerte, un final que haga justicia a los ideales que nos inspiran a seguir creyendo en ella.
MUNDO
La edición genética: ¿Un futuro a la medida o una caja de pandora?
Bioética, por Omar Barrera //
Imaginemos un mundo donde enfermedades como el cáncer o la fibrosis quística sean cosa del pasado. Un mundo donde podamos diseñar a nuestros hijos, libres de enfermedades hereditarias. Este futuro, que hasta hace poco parecía reservado a la ciencia ficción, está cada vez más cerca gracias a la edición genética, una tecnología que nos permite modificar el ADN de cualquier organismo, incluyendo al ser humano.
La reciente decisión de Sudáfrica de flexibilizar sus regulaciones sobre esta práctica ha encendido un debate global sobre los límites de la ciencia y las implicaciones éticas de esta poderosa herramienta. El caso de Sudáfrica: un precedente controvertido.
Sudáfrica ha sido pionera en relajar las restricciones a la edición genética, abriendo la puerta a una amplia gama de aplicaciones, desde la cura de enfermedades hasta la mejora de características humanas.
Sin embargo, esta decisión ha generado una gran controversia a nivel internacional. ¿Estamos preparados para modificar el genoma humano? ¿Cuáles son los riesgos y beneficios de esta tecnología? ¿Cómo podemos garantizar que se utilice de manera ética y responsable?
MÉXICO: ENTRE LA ESPERANZA Y LA INCERTIDUMBRE
En México, la edición genética también ha generado gran interés y debate. Si bien nuestro país cuenta con una sólida comunidad científica en el área de la biotecnología, la regulación en materia de edición genética aún es incipiente basta con meterse a leer la ley general de salud y su reglamento.
La decisión de Sudáfrica representa un punto de inflexión que obliga a México a replantear su marco normativo y a enfrentar los desafíos éticos y sociales que plantea esta tecnología.
LOS BENEFICIOS DE LA EDICIÓN GENÉTICA
Los potenciales beneficios de la edición genética son inmensos. Esta tecnología podría permitirnos:
1. Curar enfermedades genéticas: Eliminar la causa genética de enfermedades como la fibrosis quística, la anemia falciforme y la distrofia muscular.
2. Desarrollar nuevos tratamientos: Crear terapias más eficaces para enfermedades como el cáncer y el VIH.
3. Aumentar la producción de alimentos: Desarrollar cultivos más resistentes a plagas y enfermedades, y con mejores características nutricionales.
LOS RIESGOS Y DESAFÍOS
Sin embargo, la edición genética también plantea riesgos y desafíos importantes:
1. Creación de “bebés de diseño”. La posibilidad de seleccionar rasgos físicos y cognitivos en los futuros hijos plantea serias preocupaciones éticas.
2. Desigualdad: El acceso a la edición genética podría estar limitado a aquellos que puedan pagarla, exacerbando las desigualdades sociales.
3. Consecuencias imprevistas: Las modificaciones genéticas podrían tener efectos secundarios no deseados a largo plazo.
4. Riesgos ambientales: La liberación de organismos genéticamente modificados en el medio ambiente podría tener consecuencias impredecibles.
EL MARCO ÉTICO Y LEGAL
Para aprovechar los beneficios de la edición genética y minimizar los riesgos, es necesario establecer un marco ético y legal sólido a nivel nacional e internacional. Este marco debe abordar cuestiones de garantizar que los beneficios de la edición genética sean accesibles a todos, y no solo a unos pocos privilegiados.
Debe existir protección de la dignidad humana para evitar la discriminación y la eugenesia. Hay que asegurar que la investigación en edición genética sea transparente y esté sujeta a supervisión pública. También fomentar la cooperación entre países para establecer normas comunes y evitar una carrera armamentista genética.
MÉXICO ANTE UN DILEMA
México se encuentra en una encrucijada. Por un lado, la edición genética representa una oportunidad para mejorar la salud de la población e impulsar el desarrollo científico. Por otro lado, plantea desafíos éticos y sociales que requieren una reflexión profunda y un debate abierto.
Es fundamental que nuestro país desarrolle un marco regulatorio adecuado que permita aprovechar los beneficios de esta tecnología, al tiempo que garantiza la seguridad y la dignidad de las personas.
Este marco debe ser flexible y adaptable a los rápidos avances científicos, pero al mismo tiempo debe ser sólido y capaz de proteger a las futuras generaciones. La edición genética es una tecnología con un potencial revolucionario, pero también plantea desafíos éticos y sociales sin precedentes.
La decisión de Sudáfrica ha abierto un nuevo capítulo en este debate global, y México debe asumir un papel protagónico en la construcción de un futuro donde la ciencia y la ética vayan de la mano.
MUNDO
Gran desafío político para Claudia Sheinbaum: El poder de la negociación, futuro del T-MEC
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
El presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, asumirá su cargo hasta el día 20 de enero del 2025, sin embargo, ya se comporta como presidente en funciones, mientras que el todavía presidente Joe Biden se queda cada vez más en las sombras.
Trump inició una gira por Europa en la que ha sido invitado de honor por el gobierno de Francia para la reapertura de la catedral de Notre Dame, en París, reconstruida luego del incendio que la consumió en su totalidad en 2019.
El presidente electo Trump, tiene una apretada agenda en su visita a Europa con distintos líderes políticos y empresariales para comenzar a plantear los primeros pasos de su segundo mandato presidencial, actuando como si ya hubiera ocupado nuevamente la Casa Blanca.
El caso de Donald Trump pone de manifiesto varios principios clave de la negociación:
La importancia de la preparación: Comprender las fortalezas y debilidades propias y de la contraparte es esencial para establecer estrategias efectivas.
El uso del poder de alternativa: Estar dispuesto a retirarse de la mesa de negociación puede proporcionar una ventaja significativa.
La comunicación estratégica: Adaptar el mensaje según la audiencia y el contexto puede influir en el resultado de manera decisiva.
El manejo de la percepción: La percepción de fuerza y control puede influir en la disposición de la contraparte a ceder.
Sin embargo, también existen riesgos asociados con un estilo negociador que enfatiza la confrontación o las amenazas. La falta de flexibilidad puede resultar en acuerdos a corto plazo insostenibles o en la ruptura de relaciones importantes.
LA COMPLEJA RELACIÓN MÉXICO-ESTADOS UNIDOS
La relación entre Estados Unidos y México es una de las más complejas y significativas en el panorama internacional, especialmente en el contexto actual. Ambos países comparten una frontera de más de 3,000 kilómetros, una interacción económica robusta, y una dinámica social y cultural profundamente interconectada. Esta asociación trasciende el ámbito geográfico y se convierte en un pilar fundamental para las economías de ambas naciones, con impactos globales. Sin embargo, las recientes declaraciones y amenazas del presidente electo Donald Trump ponen en riesgo este equilibrio delicado.
LA BALANZA COMERCIAL: UNA RELACIÓN INTERDEPENDIENTE
El comercio bilateral entre México y Estados Unidos es uno de los más grandes del mundo. Según datos de la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), México es el segundo socio comercial más importante de Estados Unidos, solo detrás de China, con un intercambio de bienes y servicios que superó los $779 mil millones de dólares en 2023. En tanto, cifras del Banco de México destacan que alrededor del 80% de las exportaciones mexicanas tienen como destino Estados Unidos.
En el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), esta relación se ha consolidado como un esquema de cooperación económica basado en reglas claras y mutuamente beneficiosas. Sin embargo, Trump ha amenazado con imponer aranceles elevados a los productos mexicanos, una medida que podría desestabilizar la balanza comercial. Este tipo de políticas proteccionistas no solo afectarían a México, sino también a las empresas estadounidenses que dependen de insumos fabricados en territorio mexicano.
Un ejemplo claro es la industria automotriz, donde México desempeña un papel clave como proveedor de autopartes y ensamblaje de vehículos. De acuerdo con la Organización Mundial de Comercio (OMC), más del 37% de las autopartes utilizadas en vehículos fabricados en Estados Unidos provienen de México. La imposición de aranceles podría aumentar los costos de producción en un sector estratégico para la economía estadounidense.
Las amenazas de Trump de imponer aranceles a los productos mexicanos podrían desestabilizar estas cadenas de suministro y aumentar los costos para los consumidores estadounidenses. Según la Cámara de Comercio de Estados Unidos, aranceles elevados podrían traducirse en un incremento de precios de hasta un 15% en productos básicos, afectando principalmente a los hogares de ingresos medios y bajos.
La mano de obra mexicana: Un pilar del crecimiento económico en Estados Unidos
El aporte de los trabajadores mexicanos en la economía de Estados Unidos es otro elemento esencial en esta relación bilateral. Según el Pew Research Center, se estima que en 2023 había 12 millones de inmigrantes mexicanos viviendo en Estados Unidos, de los cuales alrededor de 8 millones formaban parte de la fuerza laboral. Este grupo contribuye significativamente en sectores como la agricultura, la construcción y los servicios, que dependen en gran medida de esta mano de obra.
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos señala que más del 50% de los trabajadores en el sector agrícola son mexicanos, un dato que subraya la dependencia de Estados Unidos en este ámbito para garantizar la seguridad alimentaria. Además, los inmigrantes mexicanos pagan miles de millones de dólares en impuestos y aportan al sistema de seguridad social, a menudo sin acceso a los beneficios que generan.
A pesar de su impacto positivo en la economía estadounidense, las amenazas de Trump de realizar deportaciones masivas representan un riesgo no solo para las familias afectadas, sino también para los sectores económicos que dependen de esta fuerza laboral. El Instituto de Política Migratoria (MPI, por sus siglas en inglés) advierte que la deportación de trabajadores mexicanos podría causar un déficit en sectores críticos, encareciendo productos y servicios básicos para los consumidores estadounidenses.
EL IMPACTO DE LAS REMESAS Y LA INTERDEPENDENCIA ECONÓMICA
Otro aspecto relevante en la relación económica bilateral es el flujo de remesas. Según el Banco Mundial, México recibió más de $60 mil millones de dólares en remesas en 2023, la mayoría provenientes de trabajadores en Estados Unidos. Estas transferencias no solo son una fuente vital de ingresos para millones de familias mexicanas, sino también un motor económico para comunidades enteras.
Por otro lado, el capital humano y las inversiones mexicanas en Estados Unidos también son notables. Empresas mexicanas como Bimbo, Cemex y Grupo Alfa tienen una presencia significativa en el mercado estadounidense, generando empleo y contribuyendo al desarrollo de sus economías locales.
CÁRTELES DE DROGAS Y LA AMENAZA A LA SOBERANÍA MEXICANA
En contraste con los beneficios económicos, las amenazas de Trump de denominar como «terroristas» a los cárteles de drogas mexicanos y justificar el envío de tropas a México representan una grave violación de los principios de soberanía nacional y autodeterminación. Este tipo de intervenciones, además de generar tensiones diplomáticas, podrían contravenir el Derecho Internacional y exacerbar los problemas de seguridad en la región. Aunque esta medida tiene como objetivo justificar una intervención más directa en México, plantea serias implicaciones legales y diplomáticas. Según expertos en Derecho Internacional, como los analistas del Centro para el Estudio de los Derechos Humanos de la Universidad de Harvard, esta clasificación podría ser utilizada para justificar acciones militares unilaterales, violando los principios de soberanía y autodeterminación consagrados en la Carta de las Naciones Unidas.
Además, las acciones militares estadounidenses en territorio mexicano podrían desestabilizar aún más la región y afectar negativamente la cooperación bilateral en temas clave como seguridad y migración. México ha insistido en la necesidad de abordar el problema del narcotráfico como una responsabilidad compartida, subrayando que el consumo de drogas en Estados Unidos y el tráfico de armas hacia México son factores clave que alimentan esta problemática.
El gobierno mexicano, respaldado por organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha rechazado categóricamente estas propuestas, argumentando que los problemas de seguridad deben resolverse mediante la cooperación y el respeto mutuo, no mediante imposiciones unilaterales. México ha enfatizado su disposición a trabajar con Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, pero sin ceder a presiones que comprometan su soberanía.
UN FUTURO INCIERTO PERO LLENO DE OPORTUNIDADES
A pesar de las tensiones actuales, la relación entre México y Estados Unidos tiene un enorme potencial de crecimiento si se manejan adecuadamente los desafíos. La dependencia mutua, lejos de ser una debilidad, es una fortaleza que debe ser aprovechada para construir un futuro más equitativo y próspero para ambas naciones.
Las amenazas de políticas proteccionistas y medidas unilaterales pueden tener efectos negativos a corto plazo, pero también ofrecen la oportunidad de revalorar los términos de cooperación bilateral. Instituciones como la OCDE y el Banco Mundial han señalado que una relación económica equilibrada y justa es clave para el desarrollo sostenible de ambos países.
Las contundentes respuestas de la presidenta de México, Claudia Sheinbaum Pardo, a las controversiales y agresivas declaraciones y mensajes de Donald Trump, establecen un primer paso en lo que podría la relación bilateral, basada en el respeto. La fortaleza de México, así como su potencial de crecimiento que lo ha situado en la posición número 12 entre las economías más grandes del planeta, respaldan una postura firme ante un experto negociador como Trump, que busca los puntos débiles en sus contrapartes para imponerse, incluso intimidar, para lograr sus objetivos.
La relación bilateral entre México y Estados Unidos es fundamental en el panorama actual, no solo por su impacto económico, sino también por su importancia estratégica y social. Aunque existen tensiones y desafíos, la historia ha demostrado que ambos países son más fuertes cuando trabajan juntos. El reto para los próximos años será encontrar un equilibrio entre los intereses de ambas naciones, respetando los principios de soberanía y cooperación internacional, para que esta relación continúe siendo un modelo de éxito en el ámbito global, y ante los desafíos de la conformación nuevos bloques económicos, que están cambiando la dinámica y el equilibrio de poderes mundiales.
El poder de la negociación trasciende culturas, sectores y épocas. Como habilidad esencial para resolver conflictos, crear valor y fortalecer relaciones, su importancia no puede ser subestimada. El ejemplo de Donald Trump ilustra cómo esta herramienta puede aplicarse tanto en los negocios como en la política internacional, resaltando tanto sus beneficios como sus desafíos.
En un mundo cada vez más interconectado y complejo, dominar el arte de la negociación será indispensable para quienes deseen influir en los acontecimientos globales y liderar con éxito.
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