Connect with us

MUNDO

Una vida llena de turbulencias: Lenin, entre el amor y odio a 150 años de su nacimiento

Publicado

el

Por Aleksandr Dunáev //

(Cortesía Sputnik Mundo) — A 150 años de su nacimiento el 22 de abril de 2020 Vladímir Lenin sigue siendo una de las personalidades más controvertidas de la historia, provocando amor y odio a partes iguales en Rusia y en el resto del mundo.

La URSS no existe ya desde hace casi treinta años, pero en la Rusia de hoy, la presencia del principal líder de la Revolución Socialista de octubre es real, con miles de lugares, calles o plazas en todo el país todavía denominadas en su honor, a pesar de los muchos cambios de nombre que ocurrieron tras el fin de la era soviética.

Vladímir Ilich Uliánov nació el 22 de abril de 1870 en la ciudad de Simbirsk, situada en las orillas del Volga. Era el tercer hijo de Ilya Uliánov, inspector escolar provincial que obtuvo el derecho a la nobleza hereditaria.

Cuando Vladímir tenía 17 años, su hermano mayor Aleksánder fue condenado a muerte por tratar de organizar un atentado contra el zar Alejandro III. Su ejecución tuvo un impacto decisivo en las visiones políticas del pequeño, que se convirtió en un acérrimo enemigo del zarismo.

DE ESTUDIANTE A REVOLUCIONARIO

Tras estudiar en la Universidad de Kazán y terminar la carrera en la de San Petersburgo, Uliánov se adhirió a un círculo marxista en 1893, con lo cual empezó su militancia política. En 1898 participó en la creación del Partido social-democrático obrero ruso, que cinco años después se escindió en dos fracciones, los bolcheviques que apoyaron a Vladímir Ilich, y los mencheviques que se opusieron a sus principios.

En el cuarto de siglo anterior a la Revolución de Octubre de 1917 su carrera política fue bastante turbulenta. Pasó tres años exiliado en Siberia, después emigró a Europa donde vivió en Múnich, Londres y Zúrich, tomó parte activa en la Primera Revolución Rusa en 1905 y escribió decenas de artículos e importantes obras políticas, como ‘El desarrollo del capitalismo en Rusia’ o ‘El imperialismo, fase superior del capitalismo’.

En 1901 utilizó por primera vez el pseudónimo Lenin, con el cual es después conocido, aunque en aquellos tiempos era tan sólo uno de los muchos nombres ficticios que le permitían esquivar la persecución policial.

En abril de 1917 Lenin regresó a Rusia, donde ya había caído la monarquía, y siete meses después encabezó la insurrección de los bolcheviques contra el Gobierno provisional. Una vez conquistado el poder, los bolcheviques mismos no estaban seguros de conseguir mantenerlo durante mucho tiempo, pero el régimen que plasmó Lenin no solo salió vencedor de la Guerra Civil, sino que se mantuvo en pie durante las siete décadas sucesivas.

ENCONTRARSE EN EL LUGAR CORRECTO

Aquí surge la gran cuestión: ¿Cómo fue posible? Cuando Lenin volvió a Rusia, el partido bolchevique contaba con unos 24.000 miembros, siendo mucho menos popular que sus competidores políticos.

Lo primero que cabe destacar es que los bolcheviques llegaron al poder tres años después del inicio de la Primera Guerra Mundial, cuando el Estado ruso se estaba derrumbando bajo el irrefrenable ímpetu de la máquina militar alemana. Entre 1914 y 1917 Rusia sufrió derrotas durísimas y cedió al adversario extensos territorios, mientras las pérdidas humanas ascendían a cinco millones de hombres, entre caídos y prisioneros.

Este desastre militar no fue casual. Desde hacía décadas el imperio zarista no lograba adaptarse a la segunda revolución industrial, que se había iniciado en los años 80 del siglo XIX y cuyos líderes eran Alemania y Estados Unidos. La economía nacional estaba controlada en una buena parte por el capital extranjero, mientras la sobrepoblación agrícola, la indigencia de los obreros y los conflictos nacionales creaban una enorme tensión social, que la administración zarista no sabía paliar. La debilidad del Imperio ruso había quedado demostrada ya en 1905, con la humillante derrota frente a las tropas japonesas en el Lejano Oriente, a la que había seguido la primera Revolución rusa.

Otro factor importante que explica el éxito de Lenin y sus seguidores era la estructura interna del partido bolchevique, caracterizada por una disciplina férrea. Además, ellos formularon un programa político que, en las desastrosas condiciones de entonces, atrajo las simpatías de varios estratos de la población:

  • Paz inmediata;

  • Fábricas a los obreros;

  • Tierra a los campesinos.

En los decenios sucesivos este programa quedó sin realizarse, pero en 1917 era imbatible.

MODERNIZAR UN PAÍS ATRASADO

Lenin y los bolcheviques soñaban con modernizar el país, convirtiéndolo en una potencia industrial de primer orden y haciéndolo superar el retraso respecto a los Estados occidentales. En el campo económico, el modelo que tomaron como ejemplo, fue la economía bélica de la Alemania imperial, o sea, una economía de movilización. Una receta que, en un país atrasado y profundamente campesino como la Rusia de 1917, requirió no sólo privaciones y esfuerzos enormes, sino también una represión despiadada de la resistencia que inevitablemente surgía.

Este es el legado contradictorio de Lenin. Años después, el país transformado en base a su programa de modernización económica y social forzada supo resistir en la Segunda Guerra Mundial a la formidable potencia militar de la Alemania hitleriana, que había puesto bajo su yugo a casi toda Europa. Al mismo tiempo, el precio humano que pagaron Rusia y las demás repúblicas de la antigua URSS por realizar ese programa fue tremendo, con el sistema de represión iniciado aún en la época de Lenin y que más tarde, bajo la batuta de su sucesor, Iósif Stalin, condujo al encarcelamiento, exilio o asesinato de millones de personas en todo el país.

¿Valió la pena pagarlo? ¿O habría sido posible recuperar el evidente retraso frente a Occidente de manera más humana? Son preguntas que siguen suscitando discusiones y controversias en Rusia y en el resto del mundo.

En 1918 Vladímir Lenin sobrevivió a un atentado, pero la herida dejó sus secuelas. Entre mayo de 1922 y marzo de 1923, el líder soviético sufrió tres infartos cerebrales, quedando completamente incapacitado. El 21 de enero de 1924 falleció en la localidad de Gorki, cerca de Moscú.

El país que creó Lenin está muerto, aunque él mismo sigue presente: su cuerpo aún se conserva embalsamado en el Mausoleo en la Plaza Roja de Moscú, a pocos pasos del Kremlin. La pertinencia de mantenerlo ahí o enterrarlo en otro lugar es un tema que divide actualmente a la sociedad rusa entre partidarios y detractores. Pero todos coinciden en que Lenin, para bien o para mal, es un símbolo de Rusia.

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

MUNDO

Bojayá y la esperanza de paz

Publicado

el

Opinión, por Miguel Anaya //

A finales de los años noventa y principios de los 2000, Colombia vivió una crisis de violencia que superaba a la que actualmente enfrenta México. Uno de los departamentos más afectados fue el de Chocó, donde operaban las FARC, grupos delictivos y autodefensas.

El 2 de mayo de 2002, la pequeña comunidad de Bojayá se convirtió en el escenario de una de las tragedias más devastadoras del conflicto armado. En medio de intensos enfrentamientos entre las FARC y grupos paramilitares, cientos de habitantes buscaron refugio en la iglesia del pueblo, confiando en que sus paredes consagradas los protegerían del horror que se vivía afuera.

Alrededor de las 3 de la tarde, un cilindro-bomba impactó directamente en el templo, causando la muerte instantánea de 79 personas, entre ellas 48 niños. Los cuerpos quedaron mutilados y las paredes de la iglesia manchadas de sangre. Días después, el número de víctimas fatales alcanzó las 119, ya que muchos no sobrevivieron a las heridas.

Este acto brutal puso de manifiesto la vulnerabilidad de las comunidades atrapadas entre las fuerzas violentas. A raíz de este y otros eventos que conmocionaron al país, Colombia emprendió un camino hacia la pacificación y la reconstrucción social. Las políticas implementadas, que combinaban estrategias de seguridad con inversión social y económica, comenzaron a dar frutos en las dos décadas siguientes.

Según datos del Banco Mundial, la tasa de homicidios en Colombia pasó de 70 por cada 100 mil habitantes en 2002 a 25 en 2022. En ese contexto, la ciudad de Medellín llegó a tener una tasa alarmante de 380 homicidios por cada 100 mil habitantes.

El entonces gobierno colombiano aplicó la estrategia de ‘Seguridad Democrática’. Esta política implicó el despliegue masivo de fuerzas de seguridad para recuperar el control territorial, fortalecer las capacidades de inteligencia y aumentar la presencia del Estado en zonas rurales, donde guerrillas y grupos paramilitares habían establecido su dominio. La creación de redes de informantes y la colaboración con las comunidades fueron fundamentales para desmantelar estructuras criminales y reducir los enfrentamientos armados.

Tras el debilitamiento militar de las FARC, el gobierno reconoció que la violencia era también un efecto de problemas estructurales como la pobreza y la falta de oportunidades en las regiones rurales.

En respuesta, se implementaron programas de desarrollo rural que incluyeron la construcción de infraestructura, carreteras y electrificación, con el fin de conectar comunidades aisladas con el resto del país.

Además, se promovieron programas de acceso a créditos para pequeños agricultores y cooperativas rurales, incentivando la sustitución de cultivos ilícitos por productos agrícolas comerciales.

En el ámbito social, las políticas de reparación y reconciliación jugaron un papel central. La creación de una Unidad para las Víctimas permitió que quienes sufrieron violencia fueran reconocidos y compensados, generando un proceso de catarsis social.

La inversión en educación y salud fue un eje central: entre 2002 y 2022, el acceso a la educación secundaria aumentó en un 20 por ciento, mientras que la cobertura de salud pública se amplió significativamente en las zonas rurales. A pesar de que aún persisten desafíos en materia de seguridad, el avance en Colombia ha sido notable.

Esta experiencia ofrece lecciones valiosas para México. La implementación de políticas que fortalezcan instituciones, promuevan el desarrollo económico, social y fomenten la cohesión social son esenciales para revertir la tendencia de violencia.

La profesionalización de las fuerzas de seguridad, la recuperación del control territorial y la implementación de programas sociales en zonas marginadas son pasos fundamentales para reconstruir el tejido social. Políticas de desarrollo rural, como las aplicadas en el país sudamericano, podrían replicarse en México para incentivar la economía local, alejar a los jóvenes de las dinámicas del crimen organizado y generar alternativas económicas en comunidades atrapadas en el ciclo de la violencia.

En conclusión, la trágica masacre de Bojayá simboliza el profundo sufrimiento que la violencia puede infligir a una nación. Sin embargo, también demuestra que por muy cruda que sea la realidad violenta que nos rodea, esta puede cambiar con voluntad política y estrategias integrales adecuadas.

El caso de Teuchitlán debe ser un llamado a la acción colectiva. Debemos abrir los ojos y encontrar en la experiencia de otros países una guía para diseñar e implementar políticas efectivas que conduzcan a un futuro más seguro y próspero.

Continuar Leyendo

MUNDO

La cumbre no es eterna: El peso del poder y la caída inevitable

Publicado

el

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

La historia está repleta de ejemplos de líderes que, enceguecidos por la ambición, olvidaron la fragilidad de su posición. Luis XVI, convencido de que su linaje era suficiente para sostener su trono, ignoró las señales del descontento popular hasta que el filo de la guillotina le enseñó lo contrario. Napoleón, tras haber conquistado media Europa, creyó que Rusia sería otra joya en su corona, solo para encontrar en la crudeza del invierno su Waterloo anticipado.

El ascenso y la caída de los poderosos no es un fenómeno reciente ni exclusivo de una geografía en particular. Desde la antigüedad, los imperios han crecido con el ímpetu de la ambición y se han desplomado con la misma rapidez con la que olvidaron los límites de su propio poder.

Alejandro Magno conquistó medio mundo, pero murió sin dejar un heredero capaz de sostener su imperio. Julio César creyó que su popularidad y victorias militares lo hacían intocable, hasta que sus propios aliados decidieron que representaba una amenaza mayor que un beneficio. La política, como la historia, es una danza peligrosa entre la gloria y la ruina, donde el exceso de confianza suele ser el último paso antes de la caída.

El mito de Ícaro nos recuerda precisamente esto: el peligro de volar demasiado alto sin medir las consecuencias. Ícaro, fascinado por su recién adquirida capacidad de volar, olvidó la advertencia de su padre y ascendió hacia el sol, hasta que el calor derritió la cera de sus alas y cayó al mar.

La política, como la vida misma, requiere de equilibrio. Quien se eleva sin mesura, sin comprender la delgada línea que separa el éxito de la caída, está condenado a desplomarse con mayor fuerza. El poder tiene un peso que pocos pueden sostener sin perder la compostura. No se trata solo de alcanzar alturas, sino de saber mantenerse en ellas.

Pero si Ícaro es el ejemplo de la caída, Sísifo representa la otra cara de la moneda: el castigo de quienes están atrapados en una lucha interminable. Su condena consistió en empujar una roca cuesta arriba solo para verla rodar de nuevo al punto de partida. En la política, muchas veces la lucha es constante y el esfuerzo parece nunca rendir frutos.

Sin embargo, el verdadero peligro no está en la repetición del intento, sino en la ilusión de que la cima es un lugar permanente. Muchos políticos creen que el poder les pertenece, que su ascenso es definitivo y que su esfuerzo no necesita ajustes. Pero la realidad es que la piedra siempre caerá, y lo único que define a los grandes es cómo afrontan la inevitable repetición del ciclo.

No hay imperio ni liderazgo que sea eterno. La historia es cíclica, y los excesos suelen conducir al mismo desenlace. En México y en el mundo, las trayectorias políticas están marcadas por ascensos meteóricos y caídas estrepitosas. Basta con observar cómo en cada sexenio surgen figuras que, creyendo haber conquistado la cima, terminan en el olvido o el descrédito. Quienes llegan al poder suelen olvidar que su estancia en la cúspide es efímera, que la rueda del destino sigue girando y que lo que hoy es gloria mañana puede ser polvo.

El sistema político parece diseñado para producir nuevos Sísifos, figuras condenadas a empujar sus delitos cuesta arriba, solo para verlos rodar nuevamente cuando cambian las administraciones. Cada sexenio, cada legislatura, cada relevo de poder trae consigo un ajuste de cuentas disfrazado de justicia o renovación, donde los caídos de ayer se convierten en los verdugos de hoy y los actuales intocables pronto serán las nuevas piezas sacrificables. La impunidad no es eterna, pero sí cíclica, y quienes creen haber asegurado su permanencia descubren, tarde o temprano, que la roca siempre vuelve a caer.

Las reformas, los cambios de gobierno y los giros políticos no son más que un nuevo acto en esta obra repetitiva, donde las promesas de castigo a la corrupción se mezclan con la selectividad de la justicia. Los escándalos que hoy cimbran las instituciones terminan convertidos en anécdotas cuando el tiempo y la indiferencia los diluyen, hasta que nuevos nombres ocupan los titulares y el proceso vuelve a empezar. En este juego de relevos, algunos consiguen deslizarse entre las grietas del sistema, mientras que otros terminan aplastados por el peso de sus propias ambiciones.

Y así, en un ciclo interminable, la historia se repite de forma tal que la pregunta no es si caerán, sino cuándo y con qué consecuencias. Algunos lo harán con estrépito, arrastrando consigo estructuras enteras y exhibiendo las miserias del sistema; otros, con sigilo, desaparecerán en la sombra de negociaciones y pactos que les garanticen una caída suave. Pero la constante es ineludible: nadie se mantiene en la cumbre para siempre, y aquellos que creen haber burlado el destino solo están posponiendo lo inevitable.

La enseñanza es clara: la política requiere mesura, prudencia y un entendimiento profundo de la transitoriedad del poder. Nadie es eterno en el cargo, y quienes lo olvidan terminan consumidos por el peso de sus propias decisiones.

En la vida, como en la política, el equilibrio lo es todo. El dinero, el éxito y la influencia pueden convertirse en espejismos que hacen olvidar el propósito inicial. La historia nos ha enseñado que aquellos que se ven a sí mismos como intocables, como dueños de un destino inalterable, terminan siendo arrastrados por la corriente de su propia soberbia. La verdadera habilidad no está en acumular poder, sino en administrarlo sin perder el sentido de la realidad.

El desafío es claro: no ser Ícaro ni Sísifo, sino aprender a volar sin olvidar que siempre habrá una caída, y a empujar la piedra con la consciencia de que el esfuerzo nunca es definitivo. Porque en la política, como en la vida, nadie es eterno en la cumbre, y solo aquellos que lo entienden logran caer con dignidad y levantarse con sabiduría.

Continuar Leyendo

MUNDO

Los narcos gringos, primera parte

Publicado

el

Opinión, por Gerardo Rico //

“La violencia urbana en Estados Unidos, que en ciudades como Chicago, Baltimore, Los Ángeles y Nueva York arroja estadísticas preocupantes de por lo menos una persona asesinada a diario, está directamente ligada a la venta de drogas y por ende al narcotráfico mexicano.

Sin embargo, en una sociedad como la estadounidense, con su gobierno acostumbrado a buscar fuera de sus fronteras a los culpables del problema de la demanda y el consumo de drogas, los asesinatos cometidos todos los días por pandilleros o entre pandillas no son algo que valga la pena resaltar a nivel nacional; es más, si el muerto o los muertos son afroamericanos o hispanos, el gobierno hace todo lo posible por meter el asunto debajo de la alfombra”.

En la Unión Americana no existen estructuras lineales en las organizaciones del narco, como las hay en México y otras naciones latinoamericanas. Los narcos gringos trabajan con cualquier cártel y con varios al mismo tiempo cuando es posible. Son operadores que se encargan de la logística para transportar, distribuir y vender drogas. Su tajada se reparte entre muchos, son como una cadena de trabajadores independientes que prestan sus servicios a los narcos extranjeros.

“Lo que no hay en Estados Unidos son cárteles, no hay una estructura piramidal de capos entre los narcos gringos, menos aún un narcotraficante estadounidense destacado en comparación con los logros criminales alcanzados por delincuentes como Pablo Escobar Gaviria, Rafael Caro Quintero o el Chapo Guzmán”.

Este es apenas un bosquejo del libro “Los narcos gringos”, una radiografía inédita del tráfico de drogas en Estados Unidos, que fue escrito por el periodista Jesús Esquivel, corresponsal de la revista Proceso desde 1989 en Washington D.C., acreditado ante la Casa Blanca, el Congreso Federal y el Departamento de Estado de Estados Unidos. Hay que destacar que el libro fue editado en el 2016 y los derechos de edición son de Penguin Random House.

Ante las medidas del presidente Donald Trump, quien declaró como grupos terroristas a los cárteles de la droga en México, y las advertencias de funcionarios de su administración que podrían intervenir militarmente en nuestro país para terminar con estos, se me hizo muy interesante realizar una reseña de este libro que describe cómo opera el narco en el vecino país del norte.

“Las narcas gringas no son como las buchonas sinaloenses ni andan subiendo fotos al Facebook acompañadas de “su hombre” o ataviadas con joyas y vestidos de diseñador; son casi imperceptibles: están en todos lados, pero no se ven. Viven en grandes urbes como Nueva York, visten como ejecutivas y en algunos casos lo son, pero están más concentradas en hacer dinero fácil”.

En la Gran Manzana no llama la atención ver a una mujer blanca caminando por Park Avenue vestida con un traje sastre y con un portafolios en la mano: alguien así se puede considerar una más de las abogadas, empresarias o vendedoras de acciones financieras en Wall Street.

La lucha contra la violencia urbana es la guerra del gobierno estadounidense contra sus narcotraficantes y contra el comercio de drogas, pero aquel no lo admite y prefiere mantenerla disfrazada como “lucha contra la violencia”. En la DEA se desarrolló la Estrategia de ahogamiento, concentrada en su totalidad a combatir el tráfico de drogas al nivel de los pandilleros.

El objetivo de esta estrategia fue el identificar a los intermediarios estadounidenses de los cárteles mexicanos, personajes que se encargan de establecer la relación directa de un cártel con las pandillas de Estados Unidos. Los intermediarios son los que reclutan a los pandilleros y uno de los lugares favoritos para este objetivo es el sistema carcelario a nivel estatal y local.

Con cifras de hace nueve años, el autor del libro precisa que “para tener una idea del problema solo hay que mirar lo que sucede en Chicago: tiene el sistema carcelario municipal más grande de Estados Unidos y del mundo, el cual alberga entre 9,000 y 13,000 presos, de los cuales más del 80% purgan condenas por delitos relacionados con la violencia urbana pandillera y la venta de narcóticos”.

“La gravedad y el tamaño de la epidemia del consumo de drogas en Estados Unidos es auténticamente una calamidad; la muerte de jóvenes estadounidenses por sobredosis de narcóticos parece un hoyo negro sin fondo. Desde el gobierno federal de este país, la mejor práctica para enfrentar el problema del tráfico internacional de narcóticos sigue siendo buscar responsables fuera de sus fronteras; en este contexto de irresponsabilidad y de delegar a otros las culpas y las consecuencias de sus problemas de salud pública y educación, se augura que México seguirá siendo el villano favorito de la Casa Blanca y del Capitolio”.

Los Narcos Gringos, de Jesús Esquivel, además de ser una lectura amena, describe cómo operan los brókers, los narco motociclistas y narco camioneros, las narco pandillas los informantes y la narco corrupción gringa, entre otros capítulos por demás interesantes y que no pierden actualidad.

Continuar Leyendo

Tendencias

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.