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JALISCO

«Entrego un Tlajo competitivo como el nuevo motor económico de Jalisco»: Salvador Zamora

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Por Raúl Cantú //

“Hoy entrego un municipio competitivo y que va a todo vapor para terminar de consolidarse como la ciudad más competitiva del Occidente de México. Gracias mi Tlajo por confiar en mí, por hacerme crecer como persona, por darme el honor de estar a tu servicio”, expresó Salvador Zamora Zamora al rendir su sexto y último informe como presidente municipal de Tlajomulco.

El Informe de Gobierno se realizó en el Salón de Usos Múltiples (SUM), en la Cabecera Municipal, donde asistieron el Gobernador Enrique Alfaro Ramírez; el Gobernador electo Pablo Lemus Navarro; el Presidente del Supremo Tribunal de Justicia, Daniel Espinosa Licón y el Presidente electo de Tlajomulco, Gerardo Quirino Velázquez Chávez.

Detalló que durante los últimos seis años de gobierno Tlajomulco alcanzó una inversión pública y privada de más de 55 mil millones de pesos. El proyecto más ambicioso que costó una lucha de 12 años, es la Línea 4 del Tren Ligero, la cual registra un avance general del 65%, y un 80% en obra civil.

En materia de gestión integral del agua destacó una inversión municipal y estatal que supera los 4 mil 500 millones de pesos, con lo que se garantiza el suministro para los próximos 50 años.

Aseguró que Tlajomulco cuenta con el mejor sistema de videovigilancia C4 del país, y que durante estos últimos seis años recibió una inversión de más de mil millones de pesos. Cuenta con mil 830 cámaras distribuidas en 388 puntos de monitoreo inteligente y 70 dispositivos con tecnología de lectores de placas vehiculares. 

Además, se inauguraron los edificios de la Comisaría Municipal y de la Dirección de Protección Civil y Bomberos, y ambas corporaciones se fortalecieron. En coordinación con el C4, los delitos patrimoniales en Tlajomulco se redujeron en más de un 60 por ciento en los últimos seis años.

De la misa forma Zamora Zamora destacó la defensa del bosque al no permitir la construcción de más viviendas, así como la reforestación más ambiciosa en la historia de Tlajomulco con más de 350 mil árboles, además del lanzamiento de más de 350 mil bombas de semilla.

Para fomentar la educación se impulsó la construcción del CUTlajo que hoy da cabida a más de 4 mil jóvenes, pero cuando esté terminado albergará a 20 mil estudiantes. Además, en los últimos 6 años se entregaron más de 700 mil paquetes escolares.

En materia de salud recordó que durante la pandemia, Tlajomulco se convirtió en el primer municipio en instalar y operar un Macromodulo de vacunación, donde se atendió a más de 600 mil personas de todo Jalisco.

También se construyó el CEAT, el primer centro gratuito para niñas y niños con autismo que atiende a 100 menores con autismo. Además del Centro de Salud de Chulavista y el nuevo hospital del ISSSTE que está cerca de ser una realidad.

Zamora reconoció que nada hubiera sido posible sin el apoyo de Alfaro Ramírez, y le agradeció por siempre estar al pendiente de Tlajomulco. También agradeció a Lemus Navarro la confianza y oportunidad de ser parte de su equipo, y reafirmó su compromiso de seguir defendiendo a Jalisco.

Además, dijo que se va tranquilo por dejar a Tlajomulco en manos de Velázquez Chávez, y manifestó que el Presidente electo cuenta con todo su respaldo y apoyo.

 A su vez, el gobernador electo de Jalisco, Pablo Lemus, hizo un reconocimiento al trabajo de Salvador Zamora.

“Mi querido Chava Zamora, ha sido un gran honor trabajar contigo, primero como compañeros presidentes municipales, tienes una gran visión, un gran compromiso de trabajo. Primero, mi reconocimiento, y decirte que vas a tener mucha chamba en el Gobierno del Estado, acompañándome haciendo un gran gobierno para Jalisco”, señaló Pablo Lemus Navarro.

ZAMORA, GENERADOR DE GRANDES CAMBIOS: ENRIQUE ALFARO   

Enrique Alfaro Ramírez se comprometió a que con Zamora Zamora entregará la renovación del Camino Antiguo a San Isidro Mazatepec, así como el nuevo sistema de agua para el sur de la ciudad y que harán el primer recorrido de la Línea 4 del Tren Ligero.

El mandatario jalisciense reconoció el trabajo a cargo del alcalde Zamora en los últimos seis años y más porque ha guardado la esencia de mantenerse cercano a la gente, centrado en realizar obras importantes en cada rubro o materia que requiere el municipio y sus habitantes, puntualizando que de los últimos discursos que le quedan como Gobernador, los dará al inaugurar obras emblemáticas como la puesta en operación de la Línea 4 de Mi Tren, la potabilizadora No. 5, el Centro Universitario de Tlajomulco y la entrega de obra de la ampliación de la planta de tratamiento de El Ahogado.  

Enrique Alfaro Ramírez calificó como un buen alcalde por ser comprometido con su gente y con el proyecto ciudadano que durante 18 años ha generado grandes cambios en esta zona del AMG desde que fue munícipe hasta la fecha, pasando del olvido total de anteriores gobiernos a un motor de crecimiento y prosperidad.  

“Yo vengo hoy a acompañar a mi amigo a su informe, pero sobre todo a reconocer a un gran Presidente Municipal, a un hombre que quiere a su tierra, que entiende lo que es ser servidor público, que supo enfrentar los desafíos de este municipio”, mencionó Alfaro Ramírez.

“Gracias mi Tlajo por tanto, gracias por permitirnos gobernar y dejar una idea de lo que nosotros entendemos por buenos gobiernos. Aquí se empezó a construir esa idea (…), vamos a cumplir 18 años de gobernar a Tlajomulco, la única forma de explicarlo es que hemos gobernado bien”.

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JALISCO

El horror de Teuchitlán alcanza a Alfaro

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De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //

La primera semana de diciembre del año pasado escribí en este espacio una colaboración que titulé “Alfaro y el karma de la vida”.

En esa ocasión afirmé:

Enrique Alfaro deja con su adiós una larga estela de agravios.

“Durante su estancia en el poder siempre privilegió satisfacer su apetito egocéntrico.

“Se sabe muy bien que con el tiempo creció su agrado por la sumisión absoluta de sus colaboradores.

“El control férreo fue su sello particular.

“Incluso algunos de sus chiqueados más cercanos admitían en lo corto que sus furiosas reacciones no eran más que una proyección de su personalidad soberbia e intolerante.

“Se dice del karma que toda acción tiene una consecuencia y que todo lo que se envía al universo volverá a nosotros.

“Si atendemos esto, entonces quizás el ahora ex gobernador de Jalisco debe prepararse para carear las consecuencias de esta ley inevitable”.

No pasó mucho tiempo para que el horror de Teuchitlán lo alcanzara.

Lo que son las cosas, mientras disfrutaba de lo lindo en Europa, se le apareció el rostro macabro de lo que fue su sexenio en materia de desaparecidos.

Las consecuencias serán muchas.

Por lo pronto, me aseguran que Pablo Lemus ni siquiera tiene ganas de responderle las llamadas y que derivado de este y otros asuntos, emprenderá una serie de medidas para despojar a Jalisco y a su gobierno de todo aquello que huela a alfarismo.

Tomar el control de partido MC sería una de sus primeras acciones.

Por cierto, en el centro del drama heredado por Alfaro Ramírez, es pertinente colocar el nombre de quien fue la mente perversa de la pasada gestión: Hugo Luna.

Sabemos que al margen de haber sido el zalamero más cercano, toda decisión institucional pasaba por su aduana, de tal modo que en la mira del actual gobierno su persona se vuelve un objetivo prioritario.

El fuero es un tema que ya está en revisión.

Al respecto, no sé si la justicia se encargará de estos dos personajes; sin embargo tengo fe en que el veredicto de la historia los colocará en el lugar que se merecen, porque ambos –hay que decirlo con toda claridad- se comportaron como unos miserables con los colectivos de padres y madres buscadoras.

Les ignoraron, descalificaron y re-victimizaron.

Por eso creo que podrán escapar de la ley, pero del karma, jamás.

En X: @DeFrentealPoder

*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista

político.

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CARTÓN POLÍTICO

¿Dormirá tranquilo en Madrid?

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JALISCO

La justicia, un privilegio inalcanzable: Teuchitlán, la negación como crimen de Estado

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Hay maneras múltiples de negar un crimen, formas infinitas de enterrar un cuerpo, procedimientos diversos para desaparecer personas, ideas, realidades. En México, especialmente en Jalisco, el gobierno parece haberlas aprendido todas. El más reciente y grotesco episodio de negación oficial se escenifica alrededor de un rancho en Teuchitlán, cuyo nombre, «Izaguirre», se volvió sinónimo del horror: fosas, huesos quemados, restos calcinados, zapatos sin dueño.

Pero, según la fiscalía general del Estado, allí nunca hubo hornos crematorios. Así lo dijeron, con palabras oficiales, tranquilas, demasiado tranquilas, con la frialdad de quien niega para no actuar.

Héctor Flores, vocero del colectivo Luz de Esperanza, habla con el tono cansado de quien ya conoce todas las versiones oficiales. «Quieren minimizar la crisis, callar lo que dicen las familias y los medios», señala. No habla desde la teoría; lo suyo es la práctica cotidiana de una búsqueda desesperada, un intento de hacer justicia con propias manos, mientras el Estado responde con burocracia y negaciones. Y no habla solo de Teuchitlán, sino de una realidad que atraviesa todo México: más de 15,000 desaparecidos solo en Jalisco y decenas de miles más en todo el país. Números que aumentan, cifras que no despiertan acción sino indiferencia.

«La confianza está en las familias, no en las instituciones», sentencia Flores. Las palabras golpean con fuerza porque reflejan una verdad ya inocultable: el Estado ha dejado hace tiempo de ser garante de seguridad para convertirse en cómplice por omisión, por negligencia, por indiferencia. Flores lo explica sencillo, pero la simplicidad de su denuncia encierra toda la complejidad del fracaso institucional: «La federación no puede lavarse las manos echándole la culpa a los estados. La delincuencia organizada es competencia federal y tienen que actuar».

Pero México es el país donde los gobiernos siempre encuentran razones para no actuar. La Fiscalía argumenta que necesita denuncias formales para iniciar carpetas de investigación. Las familias responden que denunciar es ponerse en peligro, es exponerse a la violencia del crimen organizado, protegido por autoridades corruptas. La paradoja es brutal: se exige que las víctimas, ya violentadas, vulnerables, amenazadas, sean quienes se arriesguen aún más para hacer el trabajo que el Estado rechaza.

La negativa oficial sobre los hornos de Teuchitlán no solo busca invisibilizar la tragedia, sino evitar las consecuencias internacionales que podría acarrear el reconocimiento de un crimen que claramente constituye una violación masiva de derechos humanos. Flores apunta hacia organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Penal Internacional, advirtiendo que esta crisis, de ocurrir en cualquier país europeo, sería inmediatamente calificada como una emergencia global. Pero ocurre en México, donde los muertos pesan menos, donde los desaparecidos son culpables antes que víctimas.

La negación no es solo federal, es también local. Enrique Alfaro, gobernador saliente de Jalisco, dejó en herencia un récord macabro: pasó de 5,000 a más de 15,000 desaparecidos durante su mandato. Colectivos como «Por Amor a Ellxs» recuerdan cómo Alfaro prometió diálogo y puertas abiertas, pero solo entregó indiferencia y abandono. María del Refugio Torres resume así el gobierno de Alfaro: «ineficaz, lleno de omisiones y deficiencias».

Ahora la responsabilidad recae en Pablo Lemus, sucesor político que, al parecer, ante esta prueba está actuando a destiempo. En reuniones en noviembre del año pasado, previas a la toma de poder, Salvador Zamora, quien ahora es secretario general de Gobierno, asistió solo para sacarse la foto. No escuchó, no conversó, no actuó, en esta crisis, no ha aparecido.

La crisis institucional no se detiene en el Ejecutivo. Jonathan Ávila, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), denunciaba al finalizar la administración de Enrique Alfaro que no había ni siquiera un programa estatal de búsqueda en Jalisco y que el rezago en el Servicio Médico Forense alcanzaba niveles vergonzosos: más de 9,400 cuerpos sin identificar.

Mientras las autoridades siguen negando la realidad, las familias se organizan y protestan. Este sábado pasado, frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, más de dos mil personas gritaron consignas claras y dolorosas: «El Estado sí sabía, Alfaro sí sabía». Lo sabían porque es imposible no saberlo, porque los campos del horror no nacen en secreto sino bajo el amparo de complicidades. Daniela Gómez, quien busca a su hermano desaparecido, resume el sentimiento común: «No es posible que haya más de 18,000 desaparecidos y solamente seis buscadores en el gobierno».

La vigilia del sábado fue otra demostración del dolor transformado en resistencia. Héctor Águila Carvajal, padre de otro desaparecido, pidió unidad: «Sigamos uniendo fuerzas, el dolor no cesa». Y no cesa porque la respuesta oficial sigue siendo mínima, burocrática, cínica.

Y lo de que Teuchitlán no se trata de un caso aislado. La lista de sitios donde se repite la tragedia es dolorosamente extensa: desde la macabra «Gallera» en Veracruz hasta los cuerpos disueltos en ácido por el infame «Pozolero» de Tijuana, pasando por la escalofriante cifra de restos en «La Bartolina», Tamaulipas. Un catálogo infernal de barbaries toleradas, acaso protegidas, por autoridades que prefieren mirar hacia otro lado.

Esta crisis no puede seguir siendo escondida bajo excusas burocráticas ni minimizada con comunicados oficiales. Los colectivos lo denuncian: Teuchitlán no es un caso aislado, sino un símbolo más de la impunidad institucionalizada. Héctor Flores alerta sobre al menos seis puntos más similares en Jalisco, que nadie quiere investigar porque nadie quiere reconocer lo evidente.

Desde Madrid hasta Nueva York, mexicanos en el exilio exigen lo básico: reconocer el término «sitios de exterminio», proteger efectivamente a las buscadoras, garantizar justicia y reparación. Es un grito desesperado, es una demanda urgente, y es, sobre todo, una advertencia: la negación no borrará los muertos, solo prolongará el sufrimiento.

Negar lo evidente es una forma más de violencia. México merece más que excusas. Las víctimas merecen más que palabras. Y la justicia, que debería ser obvia, hoy parece un privilegio inalcanzable.

En X @DEPACHECOS

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