MUNDO
Los errores de Trump que evitan su reelección: Kamala Harris será la primera mujer vicepresidenta en EEUU
Política Global, por Jorge López Portillo //
En la Historia de Estados Unidos la elección ha sido resuelta cuatro veces en conflictos post electorales, esta será la quinta. Irónicamente Trump tiene un cuadro en su oficina de Andrew Jackson, quien era también corredor de bienes raíces y fue presidente en 1820, Jackson perdió la reelección en un proceso post electoral. Esta semana los estados de EEUU darán las actas de mayoria a Biden y de ahí decidirá la Corte.
El neoyorkino fue víctima de sus palabras, que le alejaron de un importante número de voto femenino, por su lado Biden debe cuidar no caer en el error de pensar que la mitad de los americanos están obligados a pensar como él, en especial porque los líderes de su partido pronto se burlaron públicamente de los ciudadanos que votaron por el presunto perdedor.
QUIÉN GANÓ LA ELECCIÓN: ¿EUA O EL DIVISIONISMO?
A pesar de la pandemia y a pesar de las encuestas, ambos candidatos obtuvieron número de votos record. Trump tiene más votos que Hillary u Obama y Biden más que Trump. El hecho más bochornoso es que casi la mitad de los americanos decepcionaron las expectativas de los especialistas mundiales y precisamente por eso es importante conocer el otro lado de la historia.
Es casi imposible que Trump logre revertir los resultados de las casillas clave para poder ganar la elección, de cualquier forma estos son los puntos relevantes del tema.
La Presidente de EUA es una elección con 50 reglas estatales y miles de reglas distritales. El artículo II de su Constitución es claro, las decisiones para designar a los integrantes del llamado Colegio Electoral, le compete a las legislaturas de cada Estado.
LO QUE TRUMP DEBE PROBAR
El reclamo de la campaña de Trump es que los alcaldes o gobernadores cambiaron durante este trimestre las reglas que permiten revisar la validez, recibir y contar los votos, lo que habría permitido votaciones irregulares desde personas muertas y alteraciones en las máquinas que cuentan boletas, hasta casillas con más votos en las urnas que en las listas de asistencia.
Veremos si logra demostrar que dichos cambios fueron ilegales y que fueron suficientes para afectar el resultado de la elección en ciudades clave para el Colegio Electoral, lo que depende de 50 mil votos repartidos en Atlanta, Filadelfia, Las Vegas, Phoenix y Detroit, del total de 150 millones. En el 2016 Trump ganó con 70 mil votos.
En el año 2000, hubo un problema similar con Gore vs Bush por los votos por correo en Florida, obligando a reconteos manuales para aclarar errores de las máquinas, manteniendo en suspenso la elección presidencial por 37 días. Hoy el reclamo es similar pero con respecto a varias ciudades, todas gobernadas por demócratas favoreciendo a Biden, así como hace 20 años un republicano en Florida favoreciendo a Bush, lo que en esa época fue cuestionado por los demócratas y por el mundo, pero que ahora no parece despertar sospecha o mayor problema.
El viernes pasado la Suprema Corte ordenó a los Estados mantener por separado el conteo de votos que no cumplen con las leyes locales, pero aún no decide si esos sufragios se tomarán como válidos por estar apegados a los reglamentos que fueron emitidos por los gobernadores o alcaldes durante esta época del Covid19 a pesar de ir más allá de la ley. La corte podría no pronunciarse si considera que el número anomalías no sería suficiente para alterar el resultado.
EL PROBLEMA DE PELEAR CON LAS TELEVISORAS
Ante la falta de un Instituto Electoral, los conteos rápidos y las encuestas permiten a las televisoras declarar ganadores por Estado la noche de la elección y de ahí todo se desenvuelve, días después los Estados terminan los conteos oficiales y por lo general coinciden con lo que las televisoras han proyectado. Pero, ¿qué pasa cuando las encuestas y las proyecciones fallan como pasó en el 2016 y ahora? Pues se hace un “cochinero”, ya que la percepción y la costumbre arrastra a los partidos a decir una cosa u otra.
Por meses se dijo que Trump perdería por un muy amplio margen y que los demócratas arrasarían en las dos Cámaras, incluso por más de 17%. La noche de la elección, todo cambió, aunque mantuvieron la mayoría en la Cámara de Representantes, los demócratas perdieron varios distritos, una gubernatura y hasta el momento en el Senado no hubo sorpresas. Irónicamente la certeza de un Senado Republicano elevó el mercado de valores ante la idea de que no habrá cambios a los impuestos en el futuro inmediato.
Trump inició ganado y eso fue el principio del problema, porque ante el escenario tan apretado y los avances de republicanos en los estados demócratas de la zona de los Grandes Lagos, se creó una idea de que repetiría su triunfo del 2020, pero los votos por correo llegados y contados días después de la jornada electoral revirtieron esas ventajas.
Básicamente Trump alega que la madrugada del 4 de noviembre, los demócratas se dieron cuenta de cuántos votos necesitaban y estos fueron llegando milagrosamente días después de la elección, en especial porque ese fenómeno se dio únicamente en ciudades gobernadas por los aliados de Biden y únicamente a favor del partido demócrata y para la elección presidencial, permitiendo votos y conteos a modo en las casillas clave que darían el triunfo en 5 ciudades. Pensilvania, Illinois y otros Estados han sufrido varios escándalos por elecciones fraudulentas. ¿Será?
TARDAN EN CONTAR LOS VOTOS
“No hagas cosas buenas que parezcan malas”, poco favor le hacen a Biden sus compañeros cambiando reglas durante una elección en proceso, arriesgando la imagen o el resultado de una elección. Filadelfia, Detroit, Atlanta, Milwaukee, Minnesota, Las Vegas y Phoenix dieron un número final hasta el fin de semana.
De manera tradicional las televisoras anunciaron a quien ellos creían que sería el ganador antes de tener conteos reales, lo que ha provocado problemas, ya que esas proyecciones están basadas en números y valoraciones como los de las encuestas del 2016 y del 2020. Por un momento recordemos lo que pasó en México en el 88 y en el 2006.
Si los resultados anunciados por las televisoras el sábado pasado y Biden recibe actas de mayoría, habría ganado los Estados que ganó Clinton como Arizona y Georgia e incluso recuperado el llamado Muro Azul en los Grandes Lagos.
La evolución jurídica mexicana, generada por los conflictos post electorales de las campañas de Cárdenas, Clouthier y AMLO, previene problemas como las encuestas a modo, las aportaciones en especie por parte de los medios de comunicación, la identificación con fotografía de cada elector, la verificación del padrón electoral y claro la participación ciudadana y de los partidos para contar cada voto el día de la elección y en un mismo lugar a diferencia de lo que se permite en EUA en donde uno puede votar sin necesidad de mostrar identificación o enviar una boleta por correo a casillas en donde empleados de gobierno reciben y procesan los votos en oficinas cerradas. “En arca abierta, hasta el más santo peca”.
Con todo y la corrupción, podemos presumir que nuestro país tiene un sistema electoral “que ni Obama” –como decía AMLO-, mucho más claro que el de los americanos.
Si no se corrige el sistema de encuestas y de límites para cambiar reglas durante procesos electorales ya en curso, estos problemas se repetirán y traerá malas consecuencias, pero sus senadores y congresistas no tienen incentivos para modificarlo, porque duran hasta 50 años en el mismo cargo y si ese sistema les ha ayudado, ¿para qué cambiarlo? No lo hicieron en el 2000, no lo hicieron en el 2016 y tal vez no lo harán en el 2020.
Tal vez no nos guste pero Cuauhtémoc, Maquío, el Peje y sus equipos cambiaron a México. ¿Cambiará a EUA la derrota de Trump?
LA RAZÓN DEL VOTO Y LAS REPERCUSIONES POLÍTICAS
Según encuestas de salida a los electores, la razón por la que votaron 35% fue la economía vs 37% que lo hicieron por el COVID-19 y la solución a los problemas raciales, esto explica la diferencia de votos entre Biden y Trump.
Es de resaltar que Kamala Harris será la primera mujer Vicepresidenta, además es de color e hija de padre y madre inmigrantes. Como escribí en febrero, es altamente probable que ella sea la primera mujer Presidenta, en especial por la salud de Biden quien podría dejar la silla antes de su cuarto año. Pero ya hablaremos de ellos el lunes próximo.
El mandato del pueblo estadounidense hacia Biden es claro, aliviar el COVID-19 y las tensiones raciales, mientras que para Trump el mensaje es claro, 51% de los electores en su contra prefieren un lenguaje empático y amable, sobre una economía saludable.
Con Biden regresará la clase gobernante al Poder Ejecutivo de los EUA y por ende de su relación con el mundo con los efectos que ya he mencionado.
La redefinición del Partido Demócrata y del Partido Republicano ya que Biden fue el candidato demócrata que ha tenido menos apoyo porcentual de la población de color, hispana e incluso LGBT en los últimos 40 años, en contraste los republicanos lograron números record con dichas minorías, algo que no lograban en casi cuatro décadas, lo anterior por su mensaje pro empleo y clase media.
Nosotros pronosticamos “un final de foto” y así fue, a diferencia de los números proyectados por las grandes empresas de comunicación, que pronosticaron una victoria arrolladora y eso no sucedió. En consecuencia, cuando menos había un error de cálculo en pronóstico de la intención del voto general, cercano al 15%.
La emoción de Trump se tradujo en 71 millones de votos vs los 63 millones del 2016. Estos números son 10% mayores a los votos de Hillary en el 2016 y 7% mayores a los de Obama en el 2012, pero no la suficiente para contrarrestar la emoción de los que lo querían fuera, que suman más de 73 millones a favor de Biden en este 2020. La votación total pasó de 61% en el 2012, a más de un 65% en este 2020, con todo y pandemia pero lejos del 75% de la elección de 1900 o del 80% de la elección de 1830.
EL ESTADO DE LA ECONÓMICA
En el año con una de las peores crisis económicas que el mundo ha visto, los EUA se recuperan a pasos agigantados tanto en PIB como en empleo, el tema comercial logra repatriar empresas que se habían ido a las costas de Asia y en el tema energético EUA dejó de necesitar el petróleo de los países musulmanes. Esta historia continuará…
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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