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MUNDO

La historia de Albert Bourla, director de Pfizer: Del milagro frente al paredón al milagro de la vacunación

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Albert Bourla es director de la empresa Pfizer y responsable de la vacuna contra el COVID-19 elaborada por dicha empresa. Es médico veterinario con especialidad en zoología, y ha pasado su vida estudiando enfermedades de los animales y su transmisión durante décadas en varios continentes, pero lo interesante de su historia es que sus padres, de origen griego y religión judía escaparon de milagro a la muerte.

Durante la Segunda Guerra Mundial, más de 45,000 griegos-judíos fueron llevados del pueblo de Salónica en el Mar Egeo a varios campos de concentración. Prácticamente el 90% de ellos fueron sacrificados en cámaras de gas, pero un par de jóvenes –Sara y Moisés- lograron escapar para evadir ser llevados a dichos campos y sobrevivir. Años después esos jóvenes se conocieron y de su matrimonio nació el ciudadano griego-estadounidense Alberto Bourla, quien durante el 2020 se convirtió en uno de los hijos preferidos de sus paisanos israelíes.

En el pueblo natal de Sarah y de Moisés, vivían 50 mil judíos de los que el 80% fueron enviados a los campos de concentración y otra gran parte fue fusilada frente al paredón, los que lograron salvarse debieron ser fugitivos o ocultarse durante varios años y a los que regresaban o eran delatados, los encarcelaban como sucedió con la joven Sarah.

La futura madre de Albert incluso estuvo a segundos de la muerte cuando un pelotón de soldados nazis la colocó frente a la pared para ser ejecutada, pero un milagro y la intervención de un pariente y un amigo no judío, lograron que fuese dispensada por el momento, pero continuó encarcelada. Días después del episodio los nazis abandonaron Grecia. Esto lo cuenta el propio doctor Bourla en un video recientemente hecho público por él mismo durante una conferencia.

Albert no es un improvisado, ha trabajado en Pfizer desde 1993, cuando fue contratado como médico veterinario de dicha empresa en Grecia, de ahí fue ascendiendo a varias posiciones de mayor responsabilidad, siendo enviado a trabajar en África, América y Europa, después fue director de operaciones a nivel mundial, responsabilidad desde donde pasó a ser designado director general a nivel mundial de esa renombrada empresa farmacéutica.

A inicios del 2020 el doctor y empresario Bourla se fijó la meta de producir y presentar ante las autoridades sanitarias de Estados Unidos una vacuna contra el coronavirus para inicios de octubre de ese mismo año, dicha postura puso presión a todos los competidores y dio referencia al entonces Presidente de EUA –Trump- para decir en público que dichos fármacos estarían listos en otoño del año pasado.

Naturalmente los funcionarios médicos de casi todo el mundo, incluidos la OMS y el famoso doctor Fauci de Estados Unidos, pensaron y declararon que eso era imposible, pero los empresarios y científicos de Pfizer, Moderna y AstraZeneca demostraron que sí lo era. De hecho, los “expertos”, altos médicos burócratas, decían que por lo menos stardarían dos o tres años, pero ya vemos que hasta Rusia, China y la India han desarrollado sus propias vacunas en menos de 12 meses.

DE LA MUERTE A LA ESPERANZA

Según el diario “Jewish Journal”, el Primer Ministro Benjamín Netanyahu estuvo muy en contacto con el doctor Bourla para asegurar las dosis necesarias y tempranas de la vacuna vs el COVID-19 a favor del pueblo israelí.

El gobierno de Israel ha tenido una historia de éxito con su programa de vacunación, siendo ejemplo para el mundo. Pero poco se podría haber hecho si no se contase con el fármaco. La vacuna de Pfizer es una de las primeras y más eficientes en el mercado, pero además esta historia muestra lo que la tenacidad y el esfuerzo de una nación y de una persona pueden lograr.

Al escapar de las fauces de la muerte, los padres de Bourla se casaron y lograron inculcar en su hijo los valores de la educación, de la perseverancia y el trabajo; 80 años después de que ellos libraron la muerte, su hijo lidera una campaña mundial para librar de la muerte a millones de personas víctimas potenciales del nuevo Corona Virus.

EMPIEZAN A VER RESULTADOS POSITIVOS

Según el Ministerio de Salud de Israel, a unas cuantas semanas de iniciada su campaña de vacunación a los adultos mayores, los números empiezan a dar buenas nuevas. A la fecha más del 90% de las personas mayores a 60 años de edad han recibido la primera dosis de la vacuna de Pfizer, en el mismo periodo se ha registrado una disminución de un 41% de contagios y una caída del 31% en hospitalizaciones de dicho grupo poblacional.

Un efecto similar se dio en el grupo poblacional de los “profesionales de la salud” a quienes se les esta vacunando y ya muestran una disminución de infecciones del 41%.

Recordemos que en ambos casos la mayoría han recibido únicamente la primera dosis, conforme la segunda dosis se vaya aplicando estos números seguirán mejorando.

Los efectos positivos del programa de vacunación son más evidentes cuando se comparan con los números de infectados entre la población menor a los 59 años y que no son parte de los servicios médicos, por lo que el porcentaje de vacunados aún es menor. Recordemos que Israel está vacunando a los adultos mayores y a los servicios médicos de manera prioritaria pero también está vacunando a población abierta cuando las fármacos están disponibles en los centros de vacunación y no podrán ser aplicados a otros habitantes parte de los grupos poblacionales prioritarios.

La vacuna de Pfizer –como la de moderna-, deben estar en una refrigeración especial y de no ser utilizada al ser descongelada se echa a perder, por lo que Israel en comparación a muchos otros países, ha decidido usar todas sus vacunas diarias logrando que los contagios disminuyan en un 12% en la población menor a 59 años y no parte de los “Servicios Médicos” y una reducción del 5% en las hospitalizaciones de esta categoría poblacional.

Aunque Israel aplicó medidas de encierros durante diciembre y enero, dichas medidas también habían sido aplicadas el verano pasado y las disminuciones de contagios y de hospitalizaciones no habían sido tan pronunciadas como ahora, por lo que los números de estas semanas dan una clara idea de los resultados positivos del uso de los nuevos fármacos que previenen el contagio del COVID-19.

En general Israel ha mostrado durante las últimas dos semanas, una disminución del 45% en infecciones y un 26% en las hospitalizaciones de cuidados intensivos, según indicó el Primer Ministro israelí, presumió que han vacunado a más de 6 millones de habitantes con al menos una dosis de la vacuna y ya 2 millones de personas con las dos dosis. Estos números positivos muestran que “las vacunas sirven” aseveró Netanyahu. Más del 60% de los habitantes han recibido una dosis de la vacuna y casi el 30% de la población total habrá recibido la doble vacunación a menos de 2 meses de haberse iniciado el programa.

El reto es saber si las nuevas variantes del COVID-19 arruinarán el avance o solo pondrán un bache en el camino. Le apuesto a lo segundo pero espero que los políticos y los médicos burócratas lean y confíen en los científicos particulares en contraste de lo que pasó durante el 2020.

En Israel y en los círculos diplomáticos y farmacéuticos del mundo, saben que Netanyahu presionó y negoció directamente con Albert Bourla para lograr tener dosis iniciales y suficientes, lo que indica que cuando un político se pone a trabajar logra las cosas.

Ojalá y pronto estemos en el mismo estado de avance que Israel y que veamos nuestros números de hospitalizaciones a la baja. Si nuestros líderes y políticos usasen las redes para leer temas internacionales y no sólo para pegarse políticamente, podrían aprender o comparar estrategias.

Mientras tanto, al viernes pasado, los Emiratos Árabes Unidos pasaron el 35% de población vacunada, Inglaterra pasó el 17%, seguido de los EUA pasó el 10% y de las demás potencias mejor ni hablar, van por el 3% al 5% incluidas las poderosas Francia, Alemania y Canadá. Estos porcentajes son con una vacuna pero ya a muchos les están aplicando la segunda dosis.

EL PROMETER NO EMPOBRECE

La semana pasada resaltábamos la hipocresía de los líderes políticos y económicos que se dicen globalifílicos y que se la pasan dando sermones de integración a los países y a los habitantes del mundo. El llamado proyecto “Covax”, programa de la OMS que se supone distribuirá 330 millones de vacunas vs COVID-19 durante este 2021 entre los países más pobres o necesitados, es un buen ejemplo de mi opinión.

A la fecha de los siete países más desarrollados y ricos del mundo sólo Canadá es parte de dicho esfuerzo, pero hace tres días nos enteramos que el Primer Ministro Trudeau decidió incumplir con su compromiso. Lo anterior se dio ante la natural presión local para acelerar la vacunación local que va en un penoso 5%.

Llama la atención la retórica de la Vice Primer Ministro canadiense Chrystia Freeland quien antes las críticas internacionales y de algunos locales sentenció: “Nuestro gobierno nunca se apenará, ni pedirá disculpas por tratar de vacunar a nuestro país lo más pronto posible”, suavizando su comentario con la aseveración de que también tratarán de ayudar al resto del mundo. Su declaración fue un “Canadá First” al estilo Trump a pesar de que la funcionaria es de izquierda y como su jefe Trudeau, fue muy crítica de Trump.

A pesar de que Canadá pre compró cientos de millones de vacunas, incluso para vacunar a su población hasta 8 veces, lo hizo en la segunda ola de preventas, por lo que sus pedidos aún se están surtiendo y su compromiso con el llamado “Covax” deberá ser demorado.

Según el acuerdo “Covax”, Canadá recibiría por un tiempo la mitad de sus dosis mensuales de Astra-Zeneca y de Pfizer y la otra mitad sería entregada para ser distribuida a través de la OMS, pero la presión y necesidad de sus ciudadanos, es decir los que pagarán los $440 millones de dólares vía impuestos que comprometió Trudeau por esas vacunas, le están haciendo difícil cumplir con su compromiso global, por lo que ahora el país de la hoja de maple usará el 100% de las primeras entregas que le hagan sus proveedores y después aportará al mecanismo de la OMS las que ya no urgentes.

El mecanismo multinacional en el que como dije, no están los países más ricos, aportaría 330 millones de vacunas para ser distribuidas entre 145 países, pero eso no cubre ni el 3.3 % de la población de dichas naciones. Como siempre “Covax” es un acuerdo para verse bien y parecer bueno, pero ni es su obligación regalar vacunas ni es la de nosotros los pobres el de esperar que nos resuelvan los problemas. Naturalmente Japón, Alemania, Francia, Inglaterra y EUA que no están en “Covax” podrán donar cuando quieran pero por lo pronto no se comprometieron con lo que no incumplieron, pero Canadá presumió y ahora se “rajó”.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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