Beisbol
Fernando Tatis y sus 340 mdd con Padres de San Diego

Al bat, por Jesús Alberto Rubio //
Los verdes que te quiero verdes están a la orden del día en la Gran Carpa. Para empezar, todavía se comenta por todos lados el contrato extendido en San Diego por 14 años y 340 mdd al dominicano Fernando Tatis Jr. y con justa razón.
Y es que el talentoso campo corto de los Padres aseguró el contrato más largo suscrito en la historia de MLB en un proceso actual de firmas multianuales de muchos ceros por demás impresionante.
Ejemplos en este renglón sobran en el devenir de MLB.
Ya vimos cómo los Dodgers, reciente, se hicieron de los servicios de Trevor Bauer, el Cy Young 2020, dándole de inicio un contrato de tres años y 102 millones de dólares.
Antes, en el 2015, Giancarlo Stanton (NYY) firmó por 13 años y 325 millones de dólares con Miami y en el 2019 Bryce Harper suscribió convenio por 13 años y 330 mdd con Filadelfia.
El mayor contrato en términos de dólares sigue siendo el de Mike Trout con los Angelinos de Los Ángeles, alcanzado en 2019 por 12 años y 426,5 millones de dólares.
Y hay más; además, fíjese cuántos orgullos dominicanos figuran en este listado:
Con los mismos Frailes, el antesalista Manny Machado firmó en 2019 un contrato de 10 temporadas y $300 mdd que en ese momento fue el más grande para un agente libre en las Ligas Mayores.
El toletero dominicano Juan Soto, quien debutó en Grandes Ligas con Washington en el 2018, ganará 8.5 millones este año, en tanto, el cerrador Trevor Rosenthal y los Atléticos de Oakland acordaron contrato por un año y 11 mdd.
También el jardinero estelar George Springer oficializó en enero pasado contrato por 6 años y 150 millones de dólares con los Azulejos de Toronto.
En el 2013, Robinson Canó entró a un selecto grupo de multimillonarios con un contrato de 10 temporadas y 240 mdd.
Y qué decir de Alex Rodríguez – 275/NYY y 252/Rangers–, único de esta lista en haber firmado dos contratos por encima de los 200 millones de dólares.
O bien, ahí está Gerrit Cole con los NYY: obtuvo 324 millones de dólares y nueve años –a partir del 2020— cifra que representa la mayor cantidad de un lanzador con un equipo.
También, previo a la campaña pasada, Stephen Strasburg firmó con los Nacionales de Washington por siete años y 245 millones de dólares.
Y ya, para ya no “marearnos” con tantas cifras de esa naturaleza –porque de ver dan ganas—, le recordaré que “La Máquina”, o sea Albert Pujols, en lo que fue la temporada recortada a 60 juegos del año pasado, fue la penúltima de su contrato por 10 años 240 millones con Anaheim.
Pujols, mi gran tocayo, pues.
Enseguida, para que vea que soy su cuate, le pongo el enlace del sitio donde puede ver a detalle los contratos más caros/altos en el Big Sow:
MANY BARREDA AL CAMPAMENTO DE ORIOLES
Comienzan a llegar las noticias en torno a peloteros con sangre mexicana en perspectiva de llegar al beisbol de Ligas Mayores en este 2021; esta vez, se trata del pitcher de los bicampeones Tomateros de Culiacán en la Liga Arco y los Toros de Tijuana en la LMB.
Barreda, nativo ni más ni menos que en Sahuarita, Arizona, fue invitado por los Orioles de Baltimore para que se presente el 1 de abril en su campamento de Triple A que tiene en Sarasota, Florida.
Allí, de acuerdo a lo estipulado por la franquicia, tendrá oportunidad de luchar y estar listo para ser llamado durante la campaña por el equipo ligamayorista ahora dirigido en su debut por Brandon Hyde, quien sustituyó a nuestro conocido Buck Showalter.
Barreda, de sangre azteca, ya ha pasado por tres franquicias de Ligas Mayores: NYY, Cerveceros de Milwaukee y Bravos de Atlanta.
También ha representado a México en varias Series del Caribe y en el Premier 12.
Con Toros es su líder histórico de ponches (282) y segundo en entradas lanzadas (272 y 2/3) desde su llegada a la frontera en la campaña 2015.
Con el equipo fronterizo lanzó en el 2017 el único sin hit ni carrera del club y antes en la LMB hizo lo mismo ante los Olmecas de Tabasco.
En el 2016 también se vistió de gloria con los Cañeros de Los Mochis con un No No ante los Naranjeros de Hermosillo.
Sus sin hit ni carrera en años seguidos recordó lo que hicieron mi hermano Fernando López en el verano con Ángeles de Puebla y Ostioneros de Guaymas en el invierno de 1979, así como a Rafael García con Algodoneros de Guasave en 1980 y luego en 1981 con Indios de Ciudad Juárez.
Hoy pues a Barreda se le abre una nueva oportunidad en la Gran Carpa; ojalá y la logre esta vez con las oropéndolas de tanta historia en el nuevo circuito ligamayorista donde destaca desde el año pasado la presencia del orgullo magdalenense, Ramón Urías.
Con Orioles jugaron en su tiempo Beto Ávila, Sergio “Kalimán” Robles, Vinicio García, Aurelio Rodríguez, Andrés Mora, Carlos “Chafán” López, Luis Ignacio Ayala, Rodrigo López, Yovani Gallardo, Juan Gabriel Castro, Miguel Ángel González, Karim García, Luis Carlos García, Gerónimo Gil, Luis Carlos Rivera y el mismo Fernando Valenzuela que estuvo con ellos en la edición de 1993.
¿Y quién más…?
Manny Barreda podría ser el faltante en este 2021.
Colón con Acereros
Los campeones del 2019 en la LMB, los Acereros de Monclova ya aseguraron para esta campaña 2021 al veterano lanzador ligamayorista Bartolo Colón y por supuesto que será todo un espectáculo verlo en todos los estadios de la pelota veraniega.
Si recordamos, Colón firmó con los Acereros el año pasado, pero la LMB no llegó a realizar su campaña debido a la pandemia del Covid-19.
El quisqueyano pasó 21 años en Grandes Ligas, tramo en el cual fue convocado a cuatro Juegos de Estrellas y ganó un Premio Cy Young y es el lanzador de origen latinoamericano con más victorias en ese beisbol con 247.
Colón, de 47 años, lanzó por última vez en Grandes Ligas con Texas el 2018, temporada (7-12 y 5.78).
Sus registros totales en MLB nos dicen que son 247-188 en ganados y perdidos, con 4.12 de efectividad y 2,535 ponches.
Beisbol
Charros en ascenso: Pitcheo y racha ganadora

Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //
A mitad de la temporada 2025 de la Liga Mexicana de Béisbol (LMB), con 47 de los 90 juegos del rol regular disputados hasta el sábado 14 de junio, los Charros de Jalisco han encendido las alarmas con una racha ganadora que los reposiciona en la Zona Norte.
Tras vencer en siete de sus últimos ocho encuentros, incluyendo seis triunfos consecutivos, el equipo jalisciense muestra señales de recuperación tras un bache que amenazó con descarrilar su campaña. ¿Qué impulsa este resurgimiento y qué perspectivas tienen los Caporales en la pelea por los playoffs? Para responder, consulté a dos figuras clave: Luis Alberto González, director general, y Juan Carlos González Iñigo, asesor del equipo.
El pitcheo, que representa al menos el 70% del éxito en el béisbol, ha sido el talón de Aquiles no solo de los Charros, sino de varios equipos de la LMB. La salida del abridor estelar Bryce Conley, fichado por los Nacionales de Washington tras un arranque dominante, dejó un hueco en la rotación. “Su partida nos obligó a improvisar, aunque lo anticipábamos”, reconoce Luis Alberto González.
Los abridores iniciales, tanto mexicanos como extranjeros, no rindieron como se esperaba, forzando ajustes en el bullpen. En las últimas tres semanas, Charros reforzó su cuerpo de relevistas con incorporaciones como Henry Mejía, José Fernández y Alex Bustamante, despidiendo a pitchers como Vidal Nuño, Jonathan Aro y Esteban Haro. “Ahora tenemos un bullen más confiable, clave en una liga donde un juego puede requerir hasta diez relevistas”, subraya González.
Juan Carlos González Iñigo, por su parte, destaca el potente bateo del equipo, pero coincide en que el pitcheo es la preocupación central. “La pelota está más viva y volátil esta temporada, y la altitud de estadios como el Panamericano en Guadalajara, Aguascalientes o Querétaro amplifica los batazos”, explica.
La rotación sufrió tras la salida de Conley, y pitchers como el cubano Elian Leyva y Jeremy Rhoades fueron dados de baja por bajo rendimiento, sustituidos por Pavel Hernández y Dovydas Neverauskas. Sin embargo, los mexicanos Eduardo Vera, Luis Payán y el puertorriqueño Dereck Rodríguez han mostrado mayor adaptación a las condiciones del Panamericano. “Los pitchers mexicanos se adecúan mejor por su experiencia en estas alturas”, afirma González Iñigo, citando al ex ganador del Cy Young norteamericano Trevor Bauer como ejemplo de versatilidad e inteligencia, una cualidad escasa pero vital.
La esperanza también recae en el regreso de Luis Iván Rodríguez, esperado tras el Juego de Estrellas en julio, para fortalecer la rotación junto a Vera y Payán. “Con un cuerpo de diez relevistas sólidos y abridores consistentes, somos más competitivos”, asegura Luis Alberto González. Esta reestructuración llega en un momento crucial, pues la LMB es una liga impredecible donde las rachas no garantizan el éxito en playoffs.
Hace apenas unas semanas, los Charros parecían hundirse luego de tres series perdedoras, pero su reciente racha los coloca a 4.5 juegos del líder en la Zona Norte, donde Tecolotes, Algodoneros, Sultanes, Toros y Acereros libran una cerrada batalla por la supremacía, con solo 3.5 juegos de diferencia entre el primero y el cuarto.
La clave para los Charros será mantener la consistencia en el montículo y capitalizar su bateo explosivo, que ha sido un pilar en esta campaña. Los ajustes a mitad de temporada, aunque arriesgados, parecen rendir frutos, posicionando al equipo no solo para asegurar un boleto a los playoffs, sino para competir de tú a tú con potencias como Sultanes, Toros o Acereros, que combinan experiencia y profundidad en sus rosters.
Si el bullpen sigue consolidándose y los abridores mexicanos mantienen su nivel, los Caporales podrían escalar hasta la cima de la Zona Norte antes del cierre del rol regular. Por ahora, la racha ganadora en el Panamericano, frente a rivales como Leones de Yucatán, es una señal alentadora de que los Charros están encontrando su ritmo justo a tiempo.
Beisbol
La hazaña para la historia de Ronnie Camacho: 27 jonrones hace 62 años en la Liga del Pacífico

Por Gabriel Ibarra Bourjac //
El sol se alzaba implacable sobre Empalme, Sonora, aquel febrero de 1963, tiñendo de dorado las calles polvorientas que conducían al estadio de los Rieleros. Ronaldo “Ronnie” Camacho, el “roperón de Empalme”, caminaba hacia el diamante con el peso de su pueblo sobre los hombros.
En su mirada se mezclaban la determinación y el nerviosismo: sabía que la penúltima serie del rol regular en la Liga Mexicana del Pacífico sería su prueba de fuego.
Los Naranjeros de Hermosillo, líderes de la liga, llegaban a retarlo, y con ellos, dos titanes del bateo, Héctor Espino, el “Supermán de Chihuahua”, y Saúl Villegas. Ronnie cargaba 24 jonrones; Espino y Villegas, empatados con 23, acechaban su corona. El aire vibraba con la expectativa de 15 mil fanáticos que abarrotaban las gradas, ansiosos por presenciar una batalla que pasaría a la historia.
Desde el primer juego, el estadio se convirtió en un caldero de emociones. Ronnie, con su bat al hombro, sentía cada mirada mientras se paraba en la caja de bateo. El pitcher de los Naranjeros lanzó una recta alta, y el sonido del impacto resonó como un trueno: jonrón 25. La multitud estalló en un rugido que hizo temblar las gradas de madera.
Al día siguiente, en el segundo juego, otro cuadrangular surcó el cielo, el 26, y la afición ya soñaba con la gloria. Pero fue en el cuarto y último juego de la serie cuando Ronnie selló su leyenda. Con un swing poderoso, la bola voló más allá de las bardas, marcando su jonrón 27. El récord estaba hecho, y Empalme se rindió a sus pies. Ese récord, implantado hace 61 años, sigue intacto, solo igualado por Bob Darwin en 1971-1972 con Hermosillo.
El sonido que nunca se olvida
Días atrás, sentado frente a mí en una tarde cálida de junio de 2025, le pregunté a Ronnie cuál de esos jonrones había gozado más. Sus ojos, cargados de nostalgia, se iluminaron mientras respondía: “Nada es más hermoso que escuchar el sonido del impacto del bat con la bola y verla viajar arriba de las bardas”. Su voz temblaba al recordar aquel invierno del 63, cuando en su tierra natal, con los Rieleros, superó a Espino y Villegas para conquistar la corona de jonrones. “Fue una emoción inmensa”, añadió, “sentir que no le fallé a mi gente”.
Ronnie, junto a Espino, fue uno de los bateadores más temidos de México, un bombardero que acumuló 457 jonrones en su carrera: 317 en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) y 140 en la del Pacífico, un poder que aún resuena en la memoria colectiva.
Una vida dedicada al diamante
Ronnie Camacho nació el 26 de octubre de 1935 en Empalme, un pueblo ferroviario de Sonora donde el béisbol era más que un deporte: era un rito. A los 17 años, en 1953, debutó con Fresno en la Liga de California, sucursal de los Cardenales de San Luis, siendo el más joven del equipo. En 1958, ya con los Rieleros, ganó la triple corona de bateo en la Liga Invernal de Sonora, preludio de lo que sería su gloriosa carrera.
Durante más de 20 años y 2,200 juegos, Ronnie brilló en México y Estados Unidos, jugando para equipos como Águilas de Mexicali, Tecolotes de Nuevo Laredo y Pericos de Puebla, hasta su retiro en 1975 con Aguascalientes. En 1983, su nombre ingresó al Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México, un reconocimiento a su legado inmortal.
Un homenaje que une pasiones
El eco de sus hazañas llegó hasta Guadalajara, donde tuve el privilegio de rendirle homenaje en el Palacio Municipal, durante el último año de la administración de Enrique Alfaro, con Enrique Ibarra como alcalde interino.
Como relató Diego Morales Heredia en Conciencia Pública, destaqué a Ronnie como un ícono mexicano, un ejemplo de profesionalismo y entrega que inspira a la juventud. “Cuando hay talento, pasión y vocación, se puede lograr”, dije, emocionado, mientras recordaba mis inicios en el periodismo, nacidos de mi amor por el béisbol.
Rodeado de la peña beisbolera más apasionada del occidente, con 150 miembros, celebramos a este sonorense que encarna la grandeza del rey de los deportes. Su récord de 27 jonrones en la Liga del Pacífico, y los 39 en la LMB, lo convierten en el protagonista de las mayores proezas cuadrangulares del béisbol mexicano, un legado que sigue motivando a generaciones.
Un faro para los nuevos peloteros
Ronnie Camacho no es solo un nombre en los libros de récords; es un faro para las nuevas generaciones de peloteros que sueñan con el éxito. Su historia enseña que el talento, forjado con disciplina y amor por el juego, puede romper barreras y conquistar hazañas eternas.
En cada swing de un joven bateador, en cada grito de la afición, resuena el eco de aquellos 27 jonrones de 1963, un recordatorio de que, con pasión y entrega, el diamante siempre recompensa a quienes lo honran. Ronnie, el “roperón de Empalme”, sigue siendo la chispa que inspira a los futuros campeones del béisbol mexicano.
Beisbol
Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //
¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?
La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.
A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.
La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.
Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.
La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.
Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.
Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.
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