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Renace el sueño americano: Biden va por la enchilada completa en migración

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Cuando era adolescente criticaba mucho a los connacionales que abandonaban México para irse a los EEUU. Me molestaba pensar que podían llegar a querer a otra tierra, a otra bandera a otro país, en mi ignorancia lo veía como una traición o una infidelidad.

Cuando tenia unos 20 años de edad, tuve la oportunidad de ir a estudiar a dicho país y poco a poco entendí la razón de esos que sin nada aquí, se habían arriesgado para ir a buscar un sueño que con dificultades y muchos sacrificios se les hacía realidad, consiguiendo satisfactores para ellos y para su familia, mismos que aquí les serían casi imposibles.

Desde esa edad comprendí el significado de esos migrantes y sus admirables esfuerzos, pero también valoré los retos que para cada país esto representaba. Por un lado, para México la pérdida de gente emprendedora y dispuesta a salir adelante casi todos ellos trabajadores y con la intención de seguir las leyes. Claro hay manzanas podridas que se aprovechan de la situación y manchan la imagen de la mayoría.

Años después entendí el doble discurso de nuestros gobiernos que por un lado pedían respeto a nuestros migrantes, pero por otro no se les daba ni la más mínima atención desconociendo incluso en México las llamadas “matrículas consulares” que son emitidas por nuestros consulados como medios de identificación en el extranjero, pero no se reconocían por las autoridades mexicanas para trámites en nuestro propio país. Fue hasta hace apenas unos años que dichas “matrículas” fueron reconocidas por nuestro propio gobierno, que es quien las emite y vende a los migrantes.

Las remesas de esos migrantes a los que muchos en México ven como indignos, han salvado en más de una ocasión a nuestra economía y me atrevo a decir que han salvado o evitado problemas sociales en las comunidades de muchos Estados que prácticamente comen, visten, se educan y se atienden médicamente con las mismas, incluso hay municipios o Estados en México o países como El Salvador y Honduras, que tienen gran parte de sus ingresos a consecuencia de la derrama económica que generan dichos envíos.

De hecho, en el 2020, a pesar del Covid19 o de lo que se diga de la economía en la era Trump, las remesas casi alcanzaron el inimaginable monto de $40 mil millones de dólares, siendo las más altas en toda la historia de nuestro país y me atrevería a pensar que del mundo.

Muchos de esos migrantes viven en la incertidumbre migratoria desde hace años, siendo usados por los dos partidos que gobiernan en Estados Unidos. Pero cada año se suman cientos de miles de personas a dicha incertidumbre que es menor a la incertidumbre del hambre o la inseguridad pública que les amenaza en muchos pueblos y ciudades de nuestros propios países.

Uno puede estar a favor o en contra de la inmigración indocumentada, misma que también tiene sus pros y sus contras en las economías de los americanos, pero ese no es el punto de este día. El punto es advertir que de darse la propuesta migratoria Biden cambiará el mapa político de EUA para siempre, pero de no darse generará un rencor por parte de los que se la jugaron con los demócratas para resolver la situación de sus familiares inmigrantes y nuevamente fueron engañados.

BIDEN POR LA “ENCHILADA” COMPLETA

A inicios del milenio el Presidente Mexicano Vicente Fox decía que había que tratar de conseguir “la enchilada completa” al referirse al tema de los migrantes mexicanos en el país del “tío Sam”. Pues la propuesta de Joe es así de ambiciosa y no hay pretexto para que no se apruebe, los demócratas controlan la mayoría en las dos Cámaras del Congreso americano. Por eso digo que sí quieren pueden hacerlo.

La propuesta daría un camino seguro para que cuando menos 11 millones –creo que son como 15- de personas obtengan primero la residencia legal y en 8 años es decir en dos elecciones federales, la ciudadanía.

Esos 11 millones de votos casi darían la seguridad electoral al Partido Demócrata en las elecciones federales de décadas por venir y seguro rescatarían los gobiernos locales de cuando menos Florida, Texas y Arizona. La regularización de los migrantes sería la “enchilada completa” para el Partido Demócrata que en la elección del pasado 2020 disminuyó de manera importante el voto latino que prefirió votar por Trump y sus resultados económicos.

El proyecto Biden “Enchilada Completa”, daría documentos migratorios temporales a todos los que hayan entrado a EUA antes del día 1 de enero del 2021 y les impondría obligaciones simples como el pago de impuestos y otros tramites menores para que en 5 años pudiesen acceder a la ciudadanía.

El proyecto daría documentos de residencia permanente inmediata –“greencard”- a los trabajadores del campo y a los inmigrantes llamados “Dreamers” y la consecuente posibilidad de ser ciudadanos en 5 años.

La crítica más fuerte a la propuesta se basa en que la misma alentaría mano de obra barata en competencia de la mano de obra de los millones de ciudadanos desempleados especialmente minorías que hay sido despedidos por los encierros económicos durante el Covid19.

LA VÁLVULA DE ESCAPE SOCIAL

En los 80´s miles de inmigrantes latinoamericanos se arriesgaron a cruzar sin documentos al saber que Reagan daría documentos migratorios a cualquiera que pudiese demostrar que había entrado a ese país antes de que la propuesta entrase en vigor. “IRCA”, la llamada amnistía propuesta y firmada por el entonces Presidente Republicano, regularizó a millones de mexicanos y a sus familias a lo largo de 40 años, y fue aprobada por los republicanos y demócratas, pero tenía una trampa. Dicha ley creó el “castigo” en contra de los empleadores que de ahí en delante contratasen a personas indocumentadas.

Naturalmente miles de personas compraron documentos laborales o cartas de reconocimiento para poder ser parte de la “amnistía a pesar de no haber estado en el país antes de que entrase en vigor, pero esto era de esperarse y también lo es ahora, lo que no era de esperarse es que la próxima generación de trabajadores populares tanto legales como indocumentados que siguieron llegando a EUA fuesen ganando cada vez menos, ya que los patrones les ofrecían menos a los nuevos indocumentados y si estos se quejaban, pues simplemente aparecía la migra y se acababa el problema.

Con la nueva amnistía se generará una ola de inmigración muy importante, y claro veremos cuáles son las consecuencias en ese país. Para México y Centroamérica es la forma mediante la cual podemos sacar presión social, “exportando” personas que de otra manera se sumarian a los millones de desempleados o de personas en la economía informal.

Entre otros puntos importantes la propuesta elimina los llamados “castigos” de 3 y 10 años a los extranjeros que hayan sido detenidos sin documentos migratorios o que habiéndolos tenido han violentado el visado que les permitió entrar legalmente, en ese caso están los que viajando con visa de turista se van a trabajar. En la nueva propuesta los que sean deportados por entrar sin papeles o por mal uso de su visa ya no tendrán que esperar esos años para poder aplicar por visas para entrar nuevamente al territorio norteamericano.

Para todos hay en la propuesta de inmigración. También se aumenta a casi el doble el numero de visas para refugiados que en su mayoría arriban de los países musulmanes, ellos se asientan en los Estados de la zona de los grandes lagos, mismos que Biden ganó con estrecho margen y en los cuales Trump tuvo apoyo decisivo en el 2016.

LUCHA CONTRA CORRUPCIÓN

La propuesta de Biden para dar ciudadanía a millones de hispanos y de cientos de miles de musulmanes, viene con $4 mil millones de dólares para “luchar” en contra de la corrupción en nuestros países. Es decir, ahora además de certificar a los países por la lucha contra las drogas, parece que se nos certificará por la lucha en contra de la corrupción. Ojalá y esta nueva certificación sean más eficiente que las que se aplican en el tema de drogas, porque ha sido evidente que dicha certificación no muestra la realidad de los países, sino que es una herramienta política de Washington para presionar a los Presidentes de la región.

También autoriza “ampliar” las operaciones policiacas en el extranjero. Eso seguro será un éxito político para los usos de operaciones mixtas encubiertas como en la que se detuvo al Chapo Guzmán, pero habrá que saber si los policías americanos estarán armados o solo vendrán como observadores. De todos modos, harán lo que quieran, que para eso pagan enviando dinero directo en programas como el llamado “Mérida” o indirecto como en las famosas remesas. ¿Qué tan caro es que nos ayuden a resolver nuestros problemas?

¿Hasta cuándo deberemos estar a expensas de que otros países resuelvan nuestros problemas?, ¿cuál es el precio que debemos soportar los países “beneficiados”, porque otro país, admita a nuestros connacionales y nos resuelva una gran parte del tema de pobreza extrema?, ¿cuál es el limite de las operaciones policiacas en el extranjero que se plantea Biden?

Veremos si el habitante de la Casa Blanca logra su enchilada completa y de ser así cuáles son los efectos electorales en el 2022 y en el 2024 y cuáles son los efectos de esa política en nuestros flujos migratorios tanto de mexicanos dejando el país, como de centro americanos pasando por el nuestro.

Por lo pronto, millones de ciudadanos del mundo, muchos ya en EUA y otros en sus países natales, esperan ansiosos ver si el “tren Biden” les cumple su sueño americano. Desde las principales ciudades de EUA ya se envían recursos para que los parientes paguen o de menos aparten los “pasajes” del tren llamado “La Bestia” y todas sus “caravanas”, que ya están subiendo de precio ante la posible apertura del “sueño americano” y los traficantes alistan su agosto, en tanto que miles de centroamericanos se preparan para subirse al tren del destino en busca del sueño que para muchos se puede convertir en pesadilla.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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