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MUNDO

El movimiento migratorio en la era COVID: La migración del 2021 a EEUU, la más grande en la historia

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Por Jorge López Portillo Basave //

El 2021 presenta 3 factores que se conjugan para generar la “mega emigración”. La crisis económica del Covid-19 y la nueva pobreza en América Latina. La recuperación económica en los países de América Latina será lenta y a pesar de los esfuerzos de sus países y empresarios por regresar a los números del 2019, las mediadas de prevención que aún permanecen para controlar el Covid-19 tendrán efectos devastadores para millones de pequeños negocios, por lo que muchos habitantes de nuestra región buscarán emigrar a países con mejores niveles de ingreso y de oportunidad. En este caso el candidato obvio y natural para nuestra migración es EUA.

Entiendo que históricamente nuestra región ha tenido gobiernos buenos, malos y regulares, pero en esta ocasión nuestra región siguió el modelo internacional más popular al pie de la letra y esto tiene sus consecuencias.

Los niveles de pobreza y de incertidumbre que generaron los encierros y cierres durante la cúspide de la pandemia en el 2020 -especialmente en Honduras, Guatemala y El Salvador-, impulsarán a millones, sí millones de personas durante este 2021 a tratar de alcanzar el suelo americano.

EL PRESIDENTE DE LA INMIGRACIÓN”

Además de la tradicional razón económica, la mega migración se está dando por una nueva realidad en EUA. Hace unos días el Presidente Andrés Manuel López Obrador describió a su contraparte de los EUA Joe Biden como “El Presidente de la migración”. Los propios aliados demócratas del Presidente de EUA como el congresista Henry Cuellar, un aliado histórico de los migrantes, ha dicho que “esto no puede seguir”, al asegurar que los menores de edad detenidos por la patrulla fronteriza con los que él platicó durante su visita a los centros de detención reabiertos y saturados, le decían que en sus países de origen “ellos ven en la tele que mucha gente está entrando sin problema a EUA y que por eso ellos decidieron hacer el viaje”…“Ese es el mensaje que ellos están viendo y eso debe cambiar”, exigió el político liberal casi sonando como el mensaje del anterior Presidente.

LA MIGRACIÓN DE LA ERA DEL COVID19

Podemos decir que el Covid-9 no es un tema sino una era que nos acompañará al menos un par de años y cuyos efectos serán mucho más duraderos. Durante la administración de Trump se aplicó una política dura para disuadir o tratar de inhibir la inmigración indocumentada, dicha política fue acompañada de una retórica muy dura e incluso grosera, incluso algunos dirían que fue xenofóbica. En contraste el entonces candidato Biden dijo que frenaría las deportaciones y que permitiría la regularización migratoria de los que estuviesen indocumentados en su país. Esto ha sido tomado por muchos en Latinoamérica como una invitación abierta a la inmigración. Siendo el segundo elemento de esta triada de factores que estarán creando la mayor migración registrada, al menos en números reales, en la historia de la humanidad.

Según documentos oficiales de la administración Biden, febrero del 2021 fue record en número de cruces y detenciones en la zona fronteriza. Sólo en 28 días se detuvieron a 100,440.

En un sentido estricto, los meses de invierno son históricamente bajos en los números de la migración indocumentada, por lo que no sería raro que estos números se mantengan o aumenten durante este mismo año. Si los números se mantienen los estados de California, Texas, Nuevo México y Arizona recibirían a varios millones de personas en un lapso muy corto de tiempo. No olvidemos que esa misma cantidad de personas pasará por nuestros estados fronterizos de Baja California a Tamaulipas.

Según estudios del Congreso de Estados Unidos y de grupos pro migrantes, por cada persona que se detiene al cruzar la frontera sin documentos migratorios, cuando menos otras 3 logran pasar sin ser detectadas. Ojo, ésta es la migración por tierra, la más sufrida y trágica, falta sumar la migración por aire que aunque menor, también se da porque mucha gente con visa prefiere ya irse mudando a EUA por la inseguridad en Latinoamérica, misma que también ha aumentado durante esta era del Covid19.

Estas proyecciones son aún inciertas, ya que durante la era Trump se avanzó en la construcción del llamado muro fronterizo, por lo que aún no se sabe el efecto disuasivo del mismo en un periodo de apertura política como la de Biden sumado a la demanda migratoria por la pobreza que acentuó y generó el Covid-19. Lo que es verdad es que en febrero del 2020 se registraron 36 mil detenciones y en el 2021, 100 mil.

En la nueva administración de EUA, cada persona detenida es “procesada” y puesta en libertad en suelo americano para aguardar el proceso de deportación que dan las cortes. El altísimo número de solicitudes para estos procesos generan un rezago de años, durante los cuales nuestros paisanos trabajan y realmente se adaptan a dicho país independientemente de que su situación migratoria no cambie o se regularice.

Naturalmente casi nadie se aparece a los juicios por lo que ese proceso es una pérdida de tiempo y de dinero ya que los migrantes saben que si se presentan seguramente serán deportados.

Pero los menores detenidos tienen un problema distinto ya que no pueden ser dejados en libertad sin un adulto que se haga cargo y eso genera dificultades y riesgos, en especial porque muchos de dichos menores son enviados por sus padres para poder cruzar la frontera sin documentos y luego ser entregados a sus parientes en los EUA. Sólo durante el mes de febrero fueron detenidos casi 10 mil migrantes sin acompañantes, es decir algo así como 7% de todos los detenidos eran menores de edad.

LOS MIGRANTES PREFIEREN EUA SOBRE EUROPA

Los migrantes durante de la era del Covid-19 enfrentan un problema adicional, Europa decide nueva ola de encierros mientras que EUA y otros deciden abrir o morir, por lo que nuestros migrantes que antes ya estaban cruzando el mar para buscarse un mejor futuro, por ahora sólo se enfocan en EUA. El fenómeno de los encierros europeos puede atenuar el deseo de emigrar desde las regiones aledañas al viejo continente, ya que los países menos sofisticados de África, de Europa del Este y Oriente Medio han tenido medidas menos drásticas para asegurar los encierros que las europeas más famosas como Italia, España, Inglaterra, Francia y Alemania.

EL NEGOCIO SIGUE CRECIENDO

Si algún negocio crecerá en este año es el del tráfico de personas indocumentadas y mercancías ilegales a través de nuestra frontera con la frontera de EUA. Este es el tercer elemento que impulsará y promoverá la emigración del 2021, en la que los migrantes incluso traen playeras idénticas impresas con la frase “BIDEN déjanos entrar”.

De los 100,440 migrantes detenidos durante febrero, 10 mil eran menores de edad, 71 mil eran adultos sin compañía y casi 20 mil eran familias. Esto indica que el 20% de esta emigración se da con todo y la familia en un solo acto. Pero alguien organiza la ruta y esos son los cárteles que son de facto los dueños de dichas rutas que van desde el sur de México hasta el interior de los EUA. ¿Quién organizó la fabricación y distribución de las playeras tipo campaña electoral entregadas y portadas por cientos de migrantes que se supone vienen de manera espontanea?

El negocio del 2021 para el tráfico de personas sería tan numeroso que podría alcanzar 4 millones de cruces indocumentados por tierra. Pasarían por esa zona más personas que el total de los habitantes que hay en la suma de Guadalajara y Zapopan, incluso la migración indocumentada sería similar al número total de nacimientos en EUA durante el 2020. Imaginemos el volumen de dinero que esto representa y el reto para las autoridades de la frontera mexicana y americana. Es evidente que la estrategia de los carteles está funcionando muy bien, aprovechando la colusión, corrupción y la ineficiencia de los sistemas de seguridad pública de todo el hemisferio norte.

Los carteles utilizan y ahora hasta uniforman a los migrantes para que lleven drogas o en su caso para que distraigan los recursos de la patrulla fronteriza que se ve superada en sus capacidades numéricas. El altísimo número de migrantes ha generado que la administración Biden reabra los “gallineros” o granjas como prisiones que se habían criticado y cerrado durante la administración Trump.

En dichas granjas se atiende a los menores sin compañía, niños y niñas de 8 a 18 años de edad, pero no se tiene manera de evitar los contagios del Covid-19, lo mismo sucede con los centros para procesar a los adultos, por lo que ya incluso se han dispuesto campamentos al aire libre en la línea fronteriza para procesar en el piso, en pleno desierto, ahí bajo carpas o puentes en los huecos del muro, a los miles de migrantes que arriban cada día.

Para mi los migrantes son en su mayoría valientes que arriesgan su vida por un futuro mejor. Durante la travesía, los migrantes se enfrentan a violaciones sexuales, asaltos, secuestros y claro extorsión.

Hay que valorar y meditar el efecto que esta migración tiene en sus comunidades de origen, pero también en las comunidades destino en donde además de crear negocios, también compiten con los locales por los puestos de trabajo escasos en esta era del Covid-19. Para nosotros los receptores de los dólares que envían y que rompieron récord en el 2020, su partida es una bendición económica que reduce las presiones por desempleo y pobreza, pero habría que ver cuál es el impacto en los empleos locales de bajo ingreso, si es verdad que nuestros paisanos hacen el trabajo que “ni los negros quieren” como decía el presidente Fox, o tal vez también es que hacen el trabajo por sueldos menores y eso genera que a todos les bajen el salario por la natural ley de la oferta y la demanda en un país como lo es EUA.

Es obvio que a pesar de las dificultades y de que el salario no ha crecido, a nuestros migrantes les va mejor que a muchos de nuestros paisanos que no se exilian y es por eso que la emigración se da y se dará en grande durante este 2021.

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Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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MUNDO

La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

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– Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.

Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.

El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.

En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.

Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.

Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.

LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL

Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).

Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.

El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.

Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).

El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.

El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.

ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA

Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.

Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.

La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.

Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).

Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.

EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO

La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.

El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.

El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».

La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.

Continuará…

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MUNDO

Inteligencia artificial: La arquitectura del nuevo orden mundial

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– Análisis, por Victor Hugo Celaya Celaya

El mapa del poder mundial se ha reorganizado. Hoy, la influencia no se mide únicamente en arsenales o acuerdos comerciales, sino en algoritmos y capacidad de procesamiento.

Nos enfrentamos a un nuevo tablero geopolítico y geoeconómico definido por tres grandes polos de poder: Estados Unidos, con su enfoque en el desarrollo tecnológico, las finanzas y la seguridad; China, que ha apostado por la manufactura avanzada, la innovación y la inversión masiva en infraestructura; y Rusia, que basa su estrategia en el control de energía, minerales estratégicos y su poder militar.

Esta reconfiguración global plantea preguntas cruciales para el resto del mundo. ¿Cómo coexistir con estos bloques? ¿Cómo aprovechar las corrientes de innovación que emanan de ellos sin sacrificar nuestra soberanía? Y, sobre todo, ¿cómo podemos acompasar nuestras políticas públicas y nuestros esfuerzos nacionales para no quedarnos atrás en esta nueva era de equilibrios de poder?

La visión de una «aldea global» que definimos en los años noventa, unida por la apertura del comercio, ha dado paso a una realidad más compleja. La interconexión actual se teje con redes de inteligencia artificial (IA), investigación científica y ecosistemas digitales.

Aunque las tensiones militares persisten, el verdadero campo de batalla se ha trasladado a la biotecnología, la robótica y, de manera central, a la inteligencia artificial. Esta revolución ya impacta nuestra vida diaria, transformando la educación, la salud, el trabajo y la seguridad. Ninguna sociedad puede sustraerse a ella.

LA CARRERA POR EL FUTURO: ESTRATEGIAS EN COMPETICIÓN

Cada una de las grandes potencias ha trazado una ruta clara para liderar esta era tecnológica, obligando al resto de los países a replantear la cooperación y la competencia.

Estados Unidos ha optado por un modelo que prioriza la innovación impulsada por su dinámico sector privado. En 2023, la inversión privada en IA en este país alcanzó los $67.2 mil millones, una cifra superior a la suma de los siguientes 14 países.

El gobierno actúa como un catalizador estratégico, como lo demuestra la Orden Ejecutiva 14110 para el desarrollo seguro y confiable de la IA, o la Ley CHIPS y de Ciencia, que destina más de $52 mil millones a revitalizar la fabricación de semiconductores, el hardware fundamental sobre el que corre toda la inteligencia artificial.

Esta estrategia se materializa en proyectos monumentales como ‘Stargate’, el centro de datos de $100 mil millones de Microsoft y OpenAI, o la Alpha School en Virginia, que ya personaliza el aprendizaje con IA.

China avanza con un enfoque centralizado y dirigido por el Estado, con la meta clara de alcanzar el liderazgo mundial en IA para 2030. A través de iniciativas como «AI+», integra soluciones de IA en sectores clave. El resultado es un ecosistema robusto: se estima que el valor de la industria de IA en China superará los $220 mil millones para 2026.

Este esfuerzo se refleja en su dominio de la propiedad intelectual, acumulando casi la mitad de todas las solicitudes de patentes de IA en el mundo. Gigantes tecnológicos como Baidu, Alibaba y Tencent no son solo empresas, sino instrumentos de la estrategia nacional para establecer estándares globales.

Rusia, por su parte, enfoca su estrategia de IA en la soberanía digital y la seguridad nacional. A través del proyecto nacional “Economía de Datos”, que se extenderá hasta 2030, busca reducir su dependencia de la tecnología extranjera e integrar la IA en sectores gubernamentales clave.

Más que competir en el mercado de consumo global, su prioridad es aplicar la IA para la optimización de sus industrias estratégicas (energía, defensa) y la administración pública. Su marco regulatorio es estricto y busca asegurar un uso responsable de la tecnología, priorizando el control estatal y el desarrollo de talento local a través de iniciativas educativas supervisadas.

La Unión Europea ha decidido jugar un papel distinto, posicionándose como el gran regulador global. Su enfoque no es competir en una carrera de velocidad, sino establecer las reglas del juego. Con su Ley de Inteligencia Artificial (AI Act), aprobada en 2024, introduce el primer marco legal integral para la IA, basado en niveles de riesgo. Este prohíbe aplicaciones consideradas inaceptables (como el «social scoring» estatal) y regula estrictamente los sistemas de alto riesgo.

Este poder normativo se complementa con fuertes inversiones a través de programas como Horizonte Europa y Europa Digital, que movilizan miles de millones de euros para construir una infraestructura de datos soberana bajo iniciativas como GAIA-X y apoyar a un ecosistema de IA «confiable y centrado en el ser humano».

EL DESPERTAR DE AMÉRICA LATINA: PRIMEROS PASOS

Frente a estas estrategias consolidadas, América Latina no es un simple espectador; la región ha comenzado a mover sus propias piezas. Aunque de manera desigual y con retos importantes, están surgiendo iniciativas notables.

En México, la coalición multisectorial IA2030MX ha impulsado una agenda para el desarrollo de una Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial. Polos de innovación como Monterrey y Guadalajara concentran talento y startups, mientras que universidades como la UNAM y el Tec de Monterrey lideran la investigación.

Otros países también marcan el paso. Chile fue pionero en la región al lanzar su Política Nacional de Inteligencia Artificial en 2021, centrada en el desarrollo de talento, la ética y la adopción de IA en la industria. Brasil cuenta con una robusta red de centros de investigación en IA y debate activamente un marco legal propio. Por su parte, Colombia ha establecido un marco ético para la IA en el sector público y promueve proyectos de datos abiertos para fomentar la innovación. Estos esfuerzos, aunque incipientes, demuestran una conciencia creciente sobre la urgencia de participar activamente en esta revolución.

DE ESPECTADORES A PROTAGONISTAS

Ante este escenario, la pregunta para nuestros países es ineludible: ¿nos conformaremos con estos primeros pasos o aceleraremos el ritmo para jugar un rol protagónico? Si queremos dejar de ser simples compradores de tecnología para convertirnos en creadores, necesitamos una hoja de ruta clara y acciones inmediatas.

La interconexión de hoy, definida por algoritmos, nos obliga a innovar. Para ello, es fundamental avanzar en tres áreas estratégicas:

  1. Formar talento e invertir en educación digital. Esto debe empezar desde la educación primaria y extenderse hasta los posgrados.
  2. Crear alianzas estratégicas entre universidades, gobierno y empresas. Los esfuerzos aislados son insuficientes.
  3. Diseñar políticas públicas con visión de futuro. Debemos impulsar el uso integral de la IA y desarrollar un marco ético sólido que garantice la equidad y la protección de datos.

Esto implica fomentar centros de inteligencia artificial que apoyen a startups y consoliden proyectos de investigación propios, aprendiendo de las experiencias globales. La tecnología no debe ser vista como algo «importado» o lejano, sino como un campo fértil donde podemos liderar.

Nos encontramos en un punto de inflexión histórico. La inteligencia artificial está redefiniendo las reglas del desarrollo económico y social a una velocidad sin precedentes. No podemos permitirnos el lujo de la duda o la postergación. La tarea es clara: debemos alinear nuestros recursos, talentos y voluntades para integrarnos de manera soberana y estratégica a esta nueva era. Lo que hagamos, o dejemos de hacer, durante esta década determinará las oportunidades de las próximas generaciones.

 

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