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MUNDO

El movimiento migratorio en la era COVID: La migración del 2021 a EEUU, la más grande en la historia

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Por Jorge López Portillo Basave //

El 2021 presenta 3 factores que se conjugan para generar la “mega emigración”. La crisis económica del Covid-19 y la nueva pobreza en América Latina. La recuperación económica en los países de América Latina será lenta y a pesar de los esfuerzos de sus países y empresarios por regresar a los números del 2019, las mediadas de prevención que aún permanecen para controlar el Covid-19 tendrán efectos devastadores para millones de pequeños negocios, por lo que muchos habitantes de nuestra región buscarán emigrar a países con mejores niveles de ingreso y de oportunidad. En este caso el candidato obvio y natural para nuestra migración es EUA.

Entiendo que históricamente nuestra región ha tenido gobiernos buenos, malos y regulares, pero en esta ocasión nuestra región siguió el modelo internacional más popular al pie de la letra y esto tiene sus consecuencias.

Los niveles de pobreza y de incertidumbre que generaron los encierros y cierres durante la cúspide de la pandemia en el 2020 -especialmente en Honduras, Guatemala y El Salvador-, impulsarán a millones, sí millones de personas durante este 2021 a tratar de alcanzar el suelo americano.

EL PRESIDENTE DE LA INMIGRACIÓN”

Además de la tradicional razón económica, la mega migración se está dando por una nueva realidad en EUA. Hace unos días el Presidente Andrés Manuel López Obrador describió a su contraparte de los EUA Joe Biden como “El Presidente de la migración”. Los propios aliados demócratas del Presidente de EUA como el congresista Henry Cuellar, un aliado histórico de los migrantes, ha dicho que “esto no puede seguir”, al asegurar que los menores de edad detenidos por la patrulla fronteriza con los que él platicó durante su visita a los centros de detención reabiertos y saturados, le decían que en sus países de origen “ellos ven en la tele que mucha gente está entrando sin problema a EUA y que por eso ellos decidieron hacer el viaje”…“Ese es el mensaje que ellos están viendo y eso debe cambiar”, exigió el político liberal casi sonando como el mensaje del anterior Presidente.

LA MIGRACIÓN DE LA ERA DEL COVID19

Podemos decir que el Covid-9 no es un tema sino una era que nos acompañará al menos un par de años y cuyos efectos serán mucho más duraderos. Durante la administración de Trump se aplicó una política dura para disuadir o tratar de inhibir la inmigración indocumentada, dicha política fue acompañada de una retórica muy dura e incluso grosera, incluso algunos dirían que fue xenofóbica. En contraste el entonces candidato Biden dijo que frenaría las deportaciones y que permitiría la regularización migratoria de los que estuviesen indocumentados en su país. Esto ha sido tomado por muchos en Latinoamérica como una invitación abierta a la inmigración. Siendo el segundo elemento de esta triada de factores que estarán creando la mayor migración registrada, al menos en números reales, en la historia de la humanidad.

Según documentos oficiales de la administración Biden, febrero del 2021 fue record en número de cruces y detenciones en la zona fronteriza. Sólo en 28 días se detuvieron a 100,440.

En un sentido estricto, los meses de invierno son históricamente bajos en los números de la migración indocumentada, por lo que no sería raro que estos números se mantengan o aumenten durante este mismo año. Si los números se mantienen los estados de California, Texas, Nuevo México y Arizona recibirían a varios millones de personas en un lapso muy corto de tiempo. No olvidemos que esa misma cantidad de personas pasará por nuestros estados fronterizos de Baja California a Tamaulipas.

Según estudios del Congreso de Estados Unidos y de grupos pro migrantes, por cada persona que se detiene al cruzar la frontera sin documentos migratorios, cuando menos otras 3 logran pasar sin ser detectadas. Ojo, ésta es la migración por tierra, la más sufrida y trágica, falta sumar la migración por aire que aunque menor, también se da porque mucha gente con visa prefiere ya irse mudando a EUA por la inseguridad en Latinoamérica, misma que también ha aumentado durante esta era del Covid19.

Estas proyecciones son aún inciertas, ya que durante la era Trump se avanzó en la construcción del llamado muro fronterizo, por lo que aún no se sabe el efecto disuasivo del mismo en un periodo de apertura política como la de Biden sumado a la demanda migratoria por la pobreza que acentuó y generó el Covid-19. Lo que es verdad es que en febrero del 2020 se registraron 36 mil detenciones y en el 2021, 100 mil.

En la nueva administración de EUA, cada persona detenida es “procesada” y puesta en libertad en suelo americano para aguardar el proceso de deportación que dan las cortes. El altísimo número de solicitudes para estos procesos generan un rezago de años, durante los cuales nuestros paisanos trabajan y realmente se adaptan a dicho país independientemente de que su situación migratoria no cambie o se regularice.

Naturalmente casi nadie se aparece a los juicios por lo que ese proceso es una pérdida de tiempo y de dinero ya que los migrantes saben que si se presentan seguramente serán deportados.

Pero los menores detenidos tienen un problema distinto ya que no pueden ser dejados en libertad sin un adulto que se haga cargo y eso genera dificultades y riesgos, en especial porque muchos de dichos menores son enviados por sus padres para poder cruzar la frontera sin documentos y luego ser entregados a sus parientes en los EUA. Sólo durante el mes de febrero fueron detenidos casi 10 mil migrantes sin acompañantes, es decir algo así como 7% de todos los detenidos eran menores de edad.

LOS MIGRANTES PREFIEREN EUA SOBRE EUROPA

Los migrantes durante de la era del Covid-19 enfrentan un problema adicional, Europa decide nueva ola de encierros mientras que EUA y otros deciden abrir o morir, por lo que nuestros migrantes que antes ya estaban cruzando el mar para buscarse un mejor futuro, por ahora sólo se enfocan en EUA. El fenómeno de los encierros europeos puede atenuar el deseo de emigrar desde las regiones aledañas al viejo continente, ya que los países menos sofisticados de África, de Europa del Este y Oriente Medio han tenido medidas menos drásticas para asegurar los encierros que las europeas más famosas como Italia, España, Inglaterra, Francia y Alemania.

EL NEGOCIO SIGUE CRECIENDO

Si algún negocio crecerá en este año es el del tráfico de personas indocumentadas y mercancías ilegales a través de nuestra frontera con la frontera de EUA. Este es el tercer elemento que impulsará y promoverá la emigración del 2021, en la que los migrantes incluso traen playeras idénticas impresas con la frase “BIDEN déjanos entrar”.

De los 100,440 migrantes detenidos durante febrero, 10 mil eran menores de edad, 71 mil eran adultos sin compañía y casi 20 mil eran familias. Esto indica que el 20% de esta emigración se da con todo y la familia en un solo acto. Pero alguien organiza la ruta y esos son los cárteles que son de facto los dueños de dichas rutas que van desde el sur de México hasta el interior de los EUA. ¿Quién organizó la fabricación y distribución de las playeras tipo campaña electoral entregadas y portadas por cientos de migrantes que se supone vienen de manera espontanea?

El negocio del 2021 para el tráfico de personas sería tan numeroso que podría alcanzar 4 millones de cruces indocumentados por tierra. Pasarían por esa zona más personas que el total de los habitantes que hay en la suma de Guadalajara y Zapopan, incluso la migración indocumentada sería similar al número total de nacimientos en EUA durante el 2020. Imaginemos el volumen de dinero que esto representa y el reto para las autoridades de la frontera mexicana y americana. Es evidente que la estrategia de los carteles está funcionando muy bien, aprovechando la colusión, corrupción y la ineficiencia de los sistemas de seguridad pública de todo el hemisferio norte.

Los carteles utilizan y ahora hasta uniforman a los migrantes para que lleven drogas o en su caso para que distraigan los recursos de la patrulla fronteriza que se ve superada en sus capacidades numéricas. El altísimo número de migrantes ha generado que la administración Biden reabra los “gallineros” o granjas como prisiones que se habían criticado y cerrado durante la administración Trump.

En dichas granjas se atiende a los menores sin compañía, niños y niñas de 8 a 18 años de edad, pero no se tiene manera de evitar los contagios del Covid-19, lo mismo sucede con los centros para procesar a los adultos, por lo que ya incluso se han dispuesto campamentos al aire libre en la línea fronteriza para procesar en el piso, en pleno desierto, ahí bajo carpas o puentes en los huecos del muro, a los miles de migrantes que arriban cada día.

Para mi los migrantes son en su mayoría valientes que arriesgan su vida por un futuro mejor. Durante la travesía, los migrantes se enfrentan a violaciones sexuales, asaltos, secuestros y claro extorsión.

Hay que valorar y meditar el efecto que esta migración tiene en sus comunidades de origen, pero también en las comunidades destino en donde además de crear negocios, también compiten con los locales por los puestos de trabajo escasos en esta era del Covid-19. Para nosotros los receptores de los dólares que envían y que rompieron récord en el 2020, su partida es una bendición económica que reduce las presiones por desempleo y pobreza, pero habría que ver cuál es el impacto en los empleos locales de bajo ingreso, si es verdad que nuestros paisanos hacen el trabajo que “ni los negros quieren” como decía el presidente Fox, o tal vez también es que hacen el trabajo por sueldos menores y eso genera que a todos les bajen el salario por la natural ley de la oferta y la demanda en un país como lo es EUA.

Es obvio que a pesar de las dificultades y de que el salario no ha crecido, a nuestros migrantes les va mejor que a muchos de nuestros paisanos que no se exilian y es por eso que la emigración se da y se dará en grande durante este 2021.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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