Connect with us

NACIONALES

La calle es nuestra

Publicado

el

Opinión, por Iván Arrazola //

Con la marcha del 18 de marzo el presidente de la República cierra un ciclo en su trayectoria política, que inició con la marcha contra el desafuero en 2005 y que concluye en 2023 con la marcha para conmemorar la expropiación petrolera, ante esta movilización a la que ha convocado el presidente es necesario preguntarse cuál es el verdadero significado que tienen las marchas a las que ha convocado el presidente López Obrador en meses recientes y si efectivamente como dicen muchos López Obrador sigue siendo el rey de las marchas y la calle es suya.

Uno de los temas más polémicos es la razón por la que el presidente ha convocado a las marchas del 27 de noviembre de 2022 y del 18 de marzo de 2023. En el primer caso lo hizo para mostrar el respaldo de los logros de su gobierno durante cuatro años de gestión y en el segundo caso para conmemorar la expropiación petrolera. Otra explicación para convocar a estas movilizaciones es que el presidente pretende mostrar que su persona puede convocar a más gente que cualquier otra persona o movimiento, por eso pretende minimizar cualquier manifestación en las calles.

De diferentes formas el presidente ha tratado de desprestigiar a las dos marchas masivas que se han llevado a cabo este año. En la marcha a favor de la defensa del INE ha dicho el presidente que la marcha es para mantener los privilegios, que no es el INE no se toca, es “García Luna no se toca”, que en la marcha “se encuentra gente que de una u otra forma se benefició con la corrupción”, “para eso es esa manifestación, para defender al viejo régimen corrupto”. Esa es la forma en la que el presidente se expresa en contra de una marcha en la que la ciudadanía manifiesta su preocupación por los cambios que pretenden hacerse en las estructuras del INE.

Sobre la marcha feminista y la colocación de vallas en Palacio Nacional el presidente señaló: “Porque ellos son muy violentos, la derecha siempre ha sido muy autoritaria y muy violenta. Además, son especialistas en tirar la piedra y esconder la mano; son capaces de infiltrar en las manifestaciones a vándalos, para que haya nota». La principal preocupación con la movilización además de que las manifestaciones feministas no dañen la residencia oficial, es desestabilización a su gobierno por parte de los contrincantes políticos del presidente, la derecha, poco o nada importa lo que demanden las mujeres.

Sin embargo, el presidente parece no querer reconocer que este tipo de manifestaciones son símbolo del malestar ante un Estado omiso, que ha sido incapaz de contener la violencia de la que miles de mujeres son objeto cotidianamente, no ha hecho lo suficiente por preservar ni su seguridad ni sus derechos, pero el presidente lo minimiza, dice que en su gobierno se ha avanzado “mucho” a favor de las mujeres.

Como respuesta a estas movilizaciones el presidente ha convocado a las suyas. La marcha del 27 de noviembre la hizo para presumir los logros de su gobierno que en el centro de su discurso ha puesto a los pobres, pero que en los hechos se encuentra muy lejos de resolver el problema de la pobreza, actualmente son casi 56 millones de personas pobres y aunque recurra a su frase de “yo tengo otros datos”, la realidad es que la promesa del presidente de ayudar a los pobres ha quedado más en el discurso que en los hechos.

Por último, la marcha del 18 de marzo ofrece mejores resultados, en julio del año pasado se inauguró la refinería de Dos Bocas y hasta el día de hoy no produce un solo barril de petróleo, a eso hay que agregar el sobrecosto de la obra, originalmente la obra costaría cerca de 50 mil millones de pesos y hasta el momento se han gastado 150 mil millones sin que la obra se haya concluido. La mejor defensa que ha tenido López Obrador para su Secretaría de Energía y el director de Pemex es que ellos no son “ratas”. La obra quedará como símbolo de un capricho presidencial que en años venideros si logra producir será insuficiente para cubrir la demanda nacional, y en algunos años más la obra será obsoleta cuando el mundo migre a energías limpias. Por lo tanto en la marcha habrá poco que celebrar en materia energética.

La calle ya no le pertenece exclusivamente ni a López Obrador ni a su grupo político, las decisiones que ha tomado el presidente han provocado el despertar ciudadano, si bien las movilizaciones se han enfocado a causas específicas, como lo es el tema de los derechos políticos en el caso de la defensa del INE, o la defensa de los derechos de las mujeres con las marchas feministas, a esas movilizaciones lo que las distingue de Las que ha convocado el presidente es su legitimidad.

Lo cierto es que López Obrador ha perdido el control de la agenda y lejos de procesar la inconformidad de estas manifestaciones, responde con marchas vacías de contenido, que muestra la imagen más superficial de un gobernante, convocar a las personas para rendir culto a su imagen, lo que el presidente parece no entender es que la calle desde hace tiempo dejo de ser suya y de su grupo político, ahora la calle es nuestra.

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

NACIONALES

Llave al cuello

Publicado

el

– Opinión, por Miguel Anaya

El Senado de la República nació para ser la cámara de la reflexión, el contrapeso, el espacio donde las decisiones se piensan dos veces antes de convertirse en ley. Desde su inicio en el siglo XIX, su existencia buscaba equilibrar al país: la Cámara de Diputados representaría la voz inmediata del pueblo y el Senado, con sus 128 integrantes, encarnaría la visión de más alto nivel de cada estado. En teoría, es la tribuna donde la política alcanza su forma más elevada.

La semana pasada, en lugar de argumentos, lo que retumbó fueron los gritos, acompañados de empujones y amenazas de riña dignas de vecindario enardecido. Lo que debía ser la cúspide del debate nacional se convirtió en un espectáculo más cercano a la arena de lucha libre que al foro legislativo más importante del país.

Conviene recordarlo: la tribuna del Senado no es un micrófono más. Es el escenario que, en teoría, proyecta al mundo la madurez política de México. Allí se han discutido tratados internacionales y reformas constitucionales que marcan generaciones. Y, sin embargo, lo que se ofreció al país no fue altura de miras, sino un espectáculo de pasiones mal encauzadas, una demostración de que, cuando falta el argumento, la violencia sale a flote.

Algunos dirán que la violencia parlamentaria es casi folclórica. En Italia se han lanzado sillas, en Corea martillos, en Taiwán agua y puños. La diferencia es que allá los incidentes son excepción; aquí amenazan con convertirse en método alterno de debate. Al paso que vamos, quizá convenga incluir guantes de box en el reglamento interno.

Lo ocurrido no es simple anécdota, sino síntoma. La violencia desde la tribuna envía un mensaje devastador: si en la Cámara alta se puede insultar y agredir, ¿qué freno queda para la sociedad? El Senado debería marcar la pauta de la civilidad, no reflejar lo peor del enojo social. La tribuna debería ser espejo de lo que aspiramos a ser, no caricatura de lo que tememos convertirnos.

Una máxima, atribuida a distintos autores, menciona que “la violencia comienza cuando la palabra se agota.” En México, la palabra parece agotarse antes incluso de ser pronunciada. Otra frase importante, acuñada por Carlos Castillo Peraza dice: “La política no es una lucha de ángeles contra demonios, sino que debe partir del fundamento de que nuestro adversario político es un ser humano.” Ambas enseñanzas se han olvidado en el legislativo.

Lo más preocupante no es la escena del zafarrancho, sino lo que significa: que en el recinto diseñado para contener pasiones se desbordan las más bajas. Que en la cámara que debía representar la inteligencia del Estado se normaliza la torpeza del insulto. Y que, en la tribuna donde deberían hablar las mejores voces de la nación, se escuchan ecos de cantina.

El Senado no merece ser burla internacional. Mucho menos lo merece el país que lo sostiene. La dignidad de esa Cámara no depende de los mármoles que la adornan, sino de la altura de quienes la ocupan. Y si los legisladores no alcanzan el nivel que la historia les exige, quizá haya que recordarles que la tribuna no les pertenece: pertenece a los ciudadanos que todavía, ingenuos, tercos o soñadores, confían en que la democracia se discutirá con ideas, no con empujones.

En conclusión, lo que vimos en el Senado no es un accidente aislado, sino el retrato incómodo de una clase política que confunde el poder con la prepotencia (¡qué raro!) y la representación con la bravuconería. La patria necesita llaves que abran el diálogo, no llaves al cuello.

Continuar Leyendo

NACIONALES

El ocaso del rebelde

Publicado

el

– Opinión, por Iván Arrazola

El poder, ese viejo escenario donde se forjan héroes y se consumen rebeldes, suele desnudar la verdadera esencia de quienes lo alcanzan. A lo largo de la historia, ha sido capaz de transformar ideales en privilegios y convicciones, en concesiones.

En México, pocos casos ilustran mejor esta metamorfosis que el de Gerardo Fernández Noroña: el opositor combativo que enarbolaba la rebeldía como bandera y que, con el tiempo, terminó convertido en el mismo tipo de político al que solía denunciar.

En este sentido, desde sus tiempos como opositor, lo que dio a conocer al senador Fernández Noroña fue su actitud combativa y su rebeldía. Era el tipo de político capaz de hacer una huelga de hambre ante una decisión injusta del gobierno, el personaje que abiertamente criticaba los excesos de la vieja clase política: sus privilegios, sus viajes y el lujo en el que vivían.

Esa faceta crítica y contestataria la expresó también en episodios como su negativa a pagar el IVA en los supermercados, acciones que ponían en aprietos a trabajadores que, en realidad, poco podían hacer para cambiar los precios.

Sin embargo, todo cambió cuando López Obrador lo incluyó entre las llamadas corcholatas presidenciales. A partir de ese momento, el activismo callejero que había caracterizado a Fernández Noroña se transformó. De la noche a la mañana, subió varios peldaños y se convirtió en parte de la nueva élite política.

Así, cuando fue nombrado presidente de la Mesa Directiva del Senado, su estilo ya no fue el de un perfil austero. Los viajes en primera clase, las salas premier en aeropuertos y los vehículos de lujo pasaron a ser parte de su nueva realidad. Paradójicamente, el mismo político que antes presumía su cercanía con el pueblo y despreciaba a los elitistas, pronto cayó en excesos inconcebibles para alguien que se asumía contestatario. Incluso utilizó al Senado como espacio para exigir que un ciudadano se disculpara públicamente por haberlo insultado en un aeropuerto.

El contraste es aún más evidente si se recuerda que durante años criticó la corrupción de panistas y priistas, y denunció las injusticias contra el pueblo. Ahora, en cambio, mostró una sorprendente falta de sensibilidad.

Respecto al rancho de Teuchitlán, Jalisco, por ejemplo, minimizó la gravedad de lo ocurrido al afirmar que solo se trataba de cientos de pares de zapatos, negando que hubiera indicios de reclutamiento o atrocidades. En otros tiempos, probablemente habría exigido justicia y acompañado a las víctimas.

De igual modo, cuando surgieron señalamientos contra el coordinador de su bancada por vínculos de su secretario de seguridad con el crimen organizado, Noroña llegó incluso a cuestionar la existencia del grupo criminal involucrado. En otra época habría pedido el desafuero del implicado; hoy, en su nueva faceta, resulta difícil imaginarlo asumiendo una postura crítica.

No obstante, sus últimos días como presidente del Senado estuvieron marcados por un cúmulo de escándalos. Investigaciones periodísticas revelaron que era dueño de una casa de 12 millones de pesos.

Aunque intentó justificar la compra con un crédito, sus ingresos como senador y las supuestas ganancias de su canal de YouTube, rápidamente especialistas desmintieron que pudiera generar los 188 mil pesos que asegura el senador. Con soberbia, declaró: “Yo no tengo ninguna obligación personal de ser austero”. Incluso se ventiló que recibe donaciones ilegales a través de sus transmisiones en redes sociales.

En ese torbellino de acusaciones ocurrió un episodio que pudo haberle devuelto algo de legitimidad, pero que terminó mostrando que se trata de un político que vive el privilegio: el enfrentamiento con el líder nacional del PRI. Aunque al principio la conversación mediática giró hacia la agresión que sufrió junto a uno de sus colaboradores, el caso pronto escaló.

El Ministerio Público acudió de inmediato al Senado a tomarle declaración, mientras miles de personas comunes siguen sin obtener justicia pronta y expedita. Esa diferencia de trato encendió aún más las críticas.

La polémica creció cuando la jefa del Estado intervino, acusando a Alejandro Moreno y a la oposición de actuar como porros. En lugar de llamar a la prudencia y a la concordia, reforzó la confrontación y desvió la atención al señalar que la prensa se fijaba más en la casa de Noroña que en las acusaciones de la DEA contra García Luna.

El caso de Fernández Noroña ilustra crudamente lo que sucede cuando los principios se subordinan al poder, ya sea porque este transforma a las personas o porque desde el inicio solo fue una estrategia para alcanzarlo. Hoy, las condenas a la violencia en el Senado son unánimes.

Lo que no parece merecer la misma indignación es la incongruencia. El régimen insiste en convencerse a sí mismo de que “no son iguales”, pero en los hechos muestran que sí lo son o, lo más inquietante, que pueden incluso superar a aquello que juraron combatir.

Continuar Leyendo

NACIONALES

La presidenta, Omar y Marcelo

Publicado

el

– De Frente al Poder, por Óscar Ábrego

A un año la Presidenta está haciendo lo que puede con quien tiene.

Resolver la herencia que le dejó López Obrador no es sencillo.

Una gran parte del país controlado por la delincuencia, finanzas públicas deshidratadas, obras inviables y tremendamente costosas, una nación endeudada brutalmente, un sistema de salud devastado y muchas otras asignaturas como la de lidiar con personajes impresentables por sus vínculos criminales o comportamientos inmorales y corruptos, son parte del pesado costal que carga todos los días Claudia Sheinbaum.

Sin embargo, en este primer aniversario, estoy convencido de que la primera mujer que encabeza el ejecutivo federal está destinada a trascender en la historia.

Podrán muchos no estar de acuerdo en sus postulados, pero ¿qué mandatario en el mundo se escapa de la polémica y la crítica? Ninguno, sea mujer o varón.

La democracia, al margen de sus bases teóricas, siempre corre riesgos colectivos. Así lo demuestra la historia universal.

De cualquier modo, soy de los que opina que Sheinbaum tiene la convicción de lograr mejorar el estado de las cosas que recibió.

Dicho de otra forma, creo en ella.

Y si bien hay temas que pueden ser materia de cuestionamientos duros y legítimos, lo cierto es que en este primer aniversario de su sexenio sobresalen dos personajes que han dado la nota positiva (por no decir sobresaliente) de su gestión: Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana y Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Economía.

De ambos lo único que podría decirse en este momento es que están dando buenas cuentas a la sociedad y a la presidenta.

Los dos tienen algo en común: los escenarios que enfrentan son adversos y en extremo desafiantes.

Omar, pacificar al país en medio de una violencia nunca antes vista.

Marcelo, darle viabilidad productiva a México frente a la inestabilidad emocional de Donald Trump.

Si Claudia Sheinbaum ha tenido un acierto, es haber colocado en esas delicadas responsabilidades a Omar García Harfuch y a Marcelo Ebrard, quienes, llegado el momento, de seguro serán los únicos finalistas de Morena en el aún lejano 2030.

En X: @DeFrentealPoder

*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor, activista social y analista político.

Continuar Leyendo

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.