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MUNDO

Reta al establishment del imperio: Robert Kennedy Jr. vs Joe Biden; la contienda por la cordura en EUA

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Robert Kennedy Jr. ha decidido retar a la actual clase gobernante que está representada por Joe Biden y Kamala Harris, y se registra como precandidato para buscar ser el abanderado del Partido Demócrata a la Presidencia de Estados Unidos, poniendo presión a Joe Biden quien se dice que el martes 25 de abril anunciará su campaña de reelección.

El momento estará enmarcado por la presión que tiene por no crecer en las encuestas nacionales y ante el riesgo de que otros aspirantes le entren al ruedo en busca de la candidatura de su Partido para el 2024 como ya lo está haciendo Kennedy.

Los Kennedy no necesitan presentación, pero tal vez valga la pena recordar algunos puntos que hoy parecen irónicamente similares a los años 60´s. Después del asesinato de su hermano John, Robert, quien había sido procurador general de justicia, lanzó su candidatura en contra de quien había sido el vicepresidente de su hermano y era en ese momento presidente de EUA, Lyndon B. Jonhson, quien desde la Casa Blanca apoyaba a su propio vicepresidente el ex senador Hoover.

En ese lejano marzo del 1968 Robert Kennedy padre decía “…Anuncio el inicio de mi campaña por la presidencia de los EUA, proponiendo una nueva política que acabe con el baño de sangre en Vietnam, quiero que el Partido Demócrata represente esperanza y unidad en lugar de división y desesperanza, por la reconciliación en lugar de guerra…”, para junio lo habían asesinado después de algunas importantes victorias al interior del Partido Demócrata en contra del candidato de Johnson.

Junto con la industria militar, Lyndon Johnson fueron los mayores beneficiarios de los asesinatos de los hermanos Kennedy. Después del asesinato de JFK, Johnson inició en meses la guerra en contra de Vietnam y propuso eliminar el respaldo del oro al dólar para poder imprimir millones de dólares sin necesidad de respaldo creando la adicción de los bancos centrales de muchos países, de ahí en adelante, de imprimir a lo loco para pagar sus proyectos.

La elección de 1968 en EUA, después del asesinato del candidato Robert Kennedy logró que el vicepresidente Hoover compañero de fórmula de Lyndon B. Johnson perdiera en contra del Republicano Nixon quien puso fin a la guerra de Vietnam en contra de lo que pedían los poderosos, pero ya no dio paso a quitar el oro como respaldo al dólar, pero en este renglón logró un acuerdo con los países de Oriente para usar al dólar como moneda de uso en las operaciones de venta de energéticos lo que dio estabilidad al dólar a pesar de no estar respaldado por ningún bien tangible.

Dicho sea de paso y como parte de las críticas de Kennedy vs Biden, ese acuerdo de Nixon que respaldó al dólar por décadas y a pesar de no estar garantizado con oro, se ha roto por la mala política exterior del actual presidente de EUA y ahora varios países utilizan al yuan en lugar del dólar para el comercio y en especial para la compra venta de energéticos como lo ha hecho en fechas recientes incluso Francia con Arabia Saudita.

Como sabemos Nixon renunció a la presidencia por haber puesto grabadoras en las oficinas del Partido Demócrata, pero su salida de Vietnam le costó el odio de muchos aliados del gobierno que milagrosamente sabían de la grabación que le costó la presidencia y que prefirieron regresar el poder al Partido Demócrata, que pocos años antes había bloqueado las leyes de igualdad racial que proponía su propio militante Kennedy antes de ser asesinado en Texas, tierra de su vicepresidente Lyndon B Johnson.

Biden prometió unir a EUA y al mundo. Dijo ser el Presidente de la conciliación que reafirmaría alianzas con el mundo y acabaría con la creciente división interna que padecen los EUA. Que seguiría la ciencia y que apoyaría a las mujeres.

Robert Kennedy Jr. se ha lanzado al ruedo con un mensaje similar al de su padre: en contra de guerras absurdas, en contra de fomentar las divisiones nacionales y de gastar dinero en armas en lugar de en educación y salud. Ha dicho que la actual política exterior de Estados Unidos de Norteamérica estaba debilitando a su propio país y que en contraste acercaba a los antiguos aliados como Arabia Saudita a Rusia y a China.

«Necesitamos regresar al Partido Demócrata a ser el partido de JFK, Roosevelt, Martin Luther King y de esos valores. debemos cuestionar si los motivos por los que estamos actuando en la política interior y en el mundo son los correctos. Voy a luchar en contra de la política entregada a los intereses de las empresas que hoy gobiernan Washington. Necesito la ayuda de todos los demócratas y también de los republicanos huérfanos…” El mensaje de Robert Kennedy hijo fue un mensaje al estilo estadounidense, ignorado por las grandes cadenas de comunicaciones en ese país o en el mundo. ¿La razón?

Simplemente, está fuera de moda en su mensaje de unidad y de valores tradicionales. Cometió el pecado capital de cuestionar e ir en contra de las industrias que se enriquecieron con los encierros del Covid19 y con la guerra de Ucrania. Eso le costará mucho en su partido y al interior de un fenómeno global que ha dado poder a gobernantes para ser casi reyes y a las empresas clave para ser monopólicas con recursos y apoyo de los gobiernos. Lo que yo llamo el nuevo feudalismo. Para Kennedy el gobierno de EUA se ha convertido en una plutocracia avara.

¿Por qué se lanza tan fuerte Kennedy en contra del líder de su propio partido Joe Biden? Él asevera que en EUA se tiene a un gobierno que teme y desprecia a sus gobernados, invitando a los electores a regresar a la integridad, el respeto a la constitución, unidad, respeto a las garantías civiles y fin a la guerra votando por él. Kennedy está sonando la alarma como en su momento lo hicieron su padre y su tío, destacando en sus mensajes los siguientes asuntos:

El actual gobierno está afectando los derechos de las mujeres obligándolas a compartir prisiones, baños, vestidores y hasta competencias deportivas con hombres trans que se dicen mujeres bajo el supuesto de igualdad de derechos.

EUA ha gastado más de cien mil millones de dólares en armas para prolongar la guerra de Ucrania mientras que el precio de los alimentos en ese país ha aumentado hasta en un 70% durante los últimos dos años dejando al 57% de los habitantes de ese país con menos de mil dólares en ahorros para enfrentar cualquier emergencia, imprimieron decenas de millones de millones de dólares para dar a las grandes empresas, arruinando el valor de la moneda y generando la peor inflación mundial en 40 años.

Han muerto más de 300 mil soldados de Ucrania, pero se dice que la guerra va bien como se dijo de Vietnam. “Mi hijo peleó en Ucrania estoy a favor de la libertad, pero esto está siendo prolongado por negocio”.

El gobierno de EUA y los del Mundo forzaron a sus ciudadanos a dejar de trabajar y a recibir medicamentos durante la pandemia del Covid-19 en forma de vacunas, sin hacer estudios de efectividad para prevenir contagios, esto a pesar de que la propaganda oficial decía que si se vacunaba a la población esto evitaría el contagio lo que se probó ser mentira, obligando a consumir el medicamento a gente que no se beneficiaría al hacerlo pero que sí corría riesgos por efectos secundarios que no se han difundido.

Acusa la relación de complicidad entre funcionarios de las empresas medicamentos y altos funcionarios del gobierno de EUA y del mundo, que generando miles de millones de dólares a favor de unos cuantos usaron a la pandemia como pretexto. Las medidas de la pandemia arruinaron la economía del mundo y aumentaron en 30% la riqueza de unos cuantos.

Biden anunció el jueves pasado una reglamentación que daría subsidios a las personas con mal historial crediticio para comprar casa cobrando el diferencial a los que tengan mejor crédito bajo el argumento de que los que tienen mejor crédito tienen más para pagar intereses altos.

Esto parece un insulto a los que pagan sus cuentas a tiempo o a los que se esfuerzan en no endeudarse, pero parece que está de moda gastar lo que no se tiene, decir que se es lo que no se es biológicamente y dar dinero a empresas privadas bien relacionadas al tiempo que se le pide a los trabajadores que aprendan a vivir con menos.

Estos son los puntos que Kennedy está abordando, pero el Comité Nacional del Partido Demócrata ya dijo que no hay planes para debates entre Biden y Kennedy. En los 60´s su padre abrió los ojos a los ciudadanos sobre Vietnam, en los 80´s su tío Ted Kennedy abrió los ojos en contra de la pésima política económica de Carter, padrino político de Biden y ahora es Robert Jr. quien se lanza al ruedo tratando de rescatar valores de un país que está muy dividido. Para Kennedy, los partidos de hoy en EUA son los partidos de la guerra trogloditas del poder.

Según Kennedy en los últimos diez años, “China ha desplazado al imperio militar de EUA con el hábil manejo del dinero, enviando recursos a los países para la construcción de puentes o puertos, mientras que EUA lo ha usado para bombardearlos, haciendo evidente que esto abre la puerta a la caída del “Breve centuria de América”.

Biden y la CIA se oponen a continuar liberando documentos sobre los asesinatos de los dos Kennedy. Tapar la información de un asesinato de hace 60 años parece ser lo que convence a Robert de que en el actual sistema político nadie quiere la verdad, sino servirse del poder.

“Duele ir contra de Joe Biden a quien conozco desde hace años, pero estas políticas están aniquilando a la clase media, usando al poder para censurar a los que piensan distinto, imprimiendo dinero para rescatar a banqueros y guerras, mientras que se reduce el gasto en programas sociales. El sistema está amañado y hay que romperlo. Yo muestro que sin estar de acuerdo en todo debemos hablar y ponernos de acuerdo”.

“Mi familia sabe los riesgos de ser candidato, pero le temo más a seguir viendo cómo se pierde la constitución y no hacer nada y puedo ganarle a Trump mejor que Biden”. No creo que Kennedy tenga una oportunidad real de ganar la designación del Partido Demócrata que está entregado a los intereses corporativos globales, como también los están gran parte de los líderes tradicionales del Partido Republicano, pero esto muestra que hay una gran parte de ciudadanos de clases medias y populares de ese país que no están contentos con la política local o internacional que sus líderes están siguiendo.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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