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NACIONALES

Después de Celaya

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Opinión, por Iván Arrazola //

El asesinato de la candidata de Morena a la alcaldía de Celaya, Gisela Gaytán, es el último episodio de una espiral de violencia que azota al país desde hace mucho tiempo. A partir del lamentable suceso se esperaría que las autoridades de los tres niveles de gobierno tomaran decisiones para garantizar la seguridad de las candidaturas durante el actual proceso electoral, pero el asesinato de la candidata para lo único que se ha servido es para repartir culpas entre los diferentes actores políticos, lo que se supone que la espiral de violencia continuará.

El polémico esquema se seguridad que se trabajó de cara a las elecciones muestra sus debilidades, la idea de que la federación se encargue de la seguridad de las candidaturas a la Presidencia de la República, el Congreso de la Unión y las gubernaturas, mientras que los estados se hacen cargo de la seguridad de las candidaturas a nivel local y estatal, deja en evidencia las deficiencias de los cuerpos de seguridad en los distintos estados de la República .

En la mayoría de los estados guardan silencio, en los estados gobernados por Morena los gobernadores no critican este esquema de seguridad porque con independencia de lo que ocurra saben que López Obrador saldrá a su rescate.

La burocracia en el procedimiento para solicitar seguridad por parte de las candidaturas evidencia otro de los defectos del procedimiento, la lentitud y la falta de coordinación entre los institutos electorales y las agencias de gobierno que son las que se deben de encargar de brindar la seguridad a las candidaturas, mostró de manera dramática en el caso de Gaytán que los retrasos cuestan vidas.

La presidencia nacional de Morena señaló que no se atendió la petición de seguridad hecha al gobierno de Guanajuato y “derivó en tragedia”, en el caso del OPLE, la secretaria de Seguridad Rosa Icela Rodríguez señaló “hay una respuesta de ese instituto electoral estatal, diciendo que todavía no iniciaba el proceso. Palabras más, palabras menos”, lo que provocó que no se le proporcionara en tiempo la seguridad a la candidata.

Gaytán había solicitado seguridad a través de su partido desde inicios de marzo, pero la seguridad se comenzaría a brindar a partir de que se formalizarán las candidaturas y que iniciaran las campañas electorales en Guanajuato, lo que ocurrió a partir del primero de abril, pero la seguridad nunca llegó para la candidata que fue asesinada el día de 2 de abril.

Pero quizás lo más peligroso es el manejo que le dio López Obrador a lo acontecido en Celaya, donde criticó directamente al gobernador Diego Sinhue Rodríguez por los resultados en materia de seguridad en el estado, el presidente mencionó que el gobernador de Guanajuato no acude a las mesas de seguridad, que el estado está fuera de control y que, aunque gobierna no manda, que hay un grupo que tiene más poder que el propio gobernador, que no siguió su consejo de destituir al fiscal del estado, ante estas acusaciones el gobernador ha preferido callar que responder al presidente.

Cuando los reporteros de la mañanera lo cuestionaron sobre lo que sucede en otros estados en materia de seguridad, por ejemplo, en Guerrero, el presidente señaló que la violencia en ese estado era una herencia del pasado y que había una “asociación delictuosa entre autoridades y delincuencia”, y que en Guerrero las cosas se están “corrigiendo”.

El manejo que López Obrador le ha dado al caso de Guanajuato ha sido parcial, cuando se trata de gobernadores de su partido siempre sale a defenderlos, menciona que se trata de buenas personas, que se están atendiendo las causas de la violencia y envía a miembros de la Guardia Nacional, en Guanajuato el presidente ha preferido politizar el caso y aprovechar la coyuntura para apoyar a la candidata de su partido que se ubica en segundo lugar en la mayoría de las encuestas.

El problema no se puede ver como si se tratara de un partido político en particular, el problema de violencia abarca a todo el país, todos los candidatos a un puesto de elección popular se encuentran expuestos al clima de inseguridad y donde más vulnerables son es precisamente en los municipios, el presidente se ha negado a plantear una estrategia integral para proteger a los candidatos e inclusive ha señalado que para los comicios de 2024 “no hay ningún problema de nada”.

Para honrar la muerte de Gisela Gaytán, en otro escenario o quizás en otro país, se habrían suspendido las actividades proselitistas para convocar a una reunión de manera urgente a los 32 gobernadores, al presidente de la República y a los encargados de la seguridad en el país, para condenar los actos de violencia, hacer un frente común contra el crimen organizado que de manera abierta está incidiendo en muchas de las postulaciones y las decisiones que en materia electoral se están tomando en el país y para replantear la estrategia de seguridad, desafortunadamente nada de eso ocurrirá y seguiremos siendo testigos de la sangre que seguirá corriendo en el país en los próximos meses, mientras la clase política sigue sin tomar el problema de la inseguridad de manera seria, lamentablemente para Gisela después de Celaya nada cambiará.

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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