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MUNDO

Biden y Trump con opinión pública negativa: 2024, año electoral en Estados Unidos y su situación actual

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En el umbral de las elecciones presidenciales de 2024, Estados Unidos enfrenta una encrucijada significativa, caracterizada por una polarización política sin precedentes, una economía con signos mixtos y una creciente preocupación por la violencia extremista.

El 5 de noviembre los estadounidenses acudirán a las urnas para elegir a su próximo presidente. La contienda les resultará familiar: los dos candidatos principales son los mismos que en 2020. Joe Biden, el titular, no enfrentó ninguna competencia viable para la nominación demócrata. Su predecesor en el cargo, Donald Trump, superó fácilmente un campo abarrotado en las primarias republicanas. Esta será la primera elección de revancha en casi 70 años. Después de que Trump perdiera las elecciones anteriores, sus partidarios intentaron anular el resultado. Se enfrenta a cargos federales por su presunta participación en ese plan, así como a otros tres casos penales. Su primer juicio penal comenzó en abril. La presidencia de Biden se ha caracterizado por una alta inflación, grandes proyectos de ley de política industrial y agitación en el extranjero, en Afganistán, Ucrania y Medio Oriente. Ambos hombres son impopulares. Las elecciones no serán tanto una contienda de popularidad como un referéndum sobre cuál es el hombre que los estadounidenses consideran la opción menos mala

La polarización política en Estados Unidos ha alcanzado niveles alarmantes, afectando tanto el discurso político como la vida cotidiana de los ciudadanos. Según un informe del Council on Foreign Relations, la actual división entre demócratas y republicanos es comparable a la de los períodos más conflictivos de la historia estadounidense, como la era de la Reconstrucción tras la Guerra Civil​. Esta polarización se manifiesta en un ambiente de constante confrontación y desconfianza mutua entre los dos principales partidos políticos.

Uno de los aspectos más preocupantes de esta polarización es el riesgo de violencia extremista. Grupos de extrema derecha, que ganaron notoriedad durante la presidencia de Donald Trump, continúan representando una amenaza significativa. La organización ACLED (Proyecto de Datos de Eventos y Ubicación de Conflictos Armados, por sus siglas en inglés) ha documentado un resurgimiento de la actividad de estos grupos en los últimos meses, especialmente a medida que se acercan las elecciones​​. La posibilidad de que estos grupos intenten influir en el proceso electoral mediante la intimidación o la violencia es una preocupación real y creciente.

Tanto el presidente Joe Biden como el ex presidente Donald Trump enfrentan una opinión pública mayoritariamente negativa. Encuestas recientes del Pew Research Center revelan que solo el 41% de los estadounidenses tiene una visión favorable de Biden, mientras que Trump es visto favorablemente por el 38%​ (The Survey Center on American Life)​. Esta falta de confianza en ambos candidatos podría influir significativamente en la participación electoral y en la estabilidad del proceso democrático.

Además, existe una notable división dentro del Partido Republicano. Aunque Trump sigue siendo una figura dominante, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, fue un contendiente serio, y pudiera ser el vicepresidente de Trump si este gana la elección. Según el Survey Center on American Life, DeSantis tiene un atractivo particular entre los votantes republicanos más educados y económicamente estables, en contraste con la base de apoyo más populista de Trump​​.

La economía estadounidense presenta señales mixtas que complican el panorama electoral. Según el Pew Research Center, aunque ha habido una mejora en la percepción económica general, con un 28% de los estadounidenses calificando las condiciones económicas como buenas o excelentes, la gestión económica de Biden sigue siendo objeto de críticas. Su tasa de aprobación general es baja, con un 57% de desaprobación, lo que refleja una insatisfacción generalizada con su desempeño​.

La percepción de Biden varía significativamente según el nivel educativo y la raza. Tiene mayor apoyo entre los graduados universitarios y las comunidades afroamericanas e hispanas con educación superior. Sin embargo, entre los estadounidenses sin educación universitaria, especialmente los blancos, la desaprobación hacia Biden es predominante​​. Esta disparidad refleja una división económica y cultural que sigue afectando la cohesión social en el país.

El contexto social en Estados Unidos está marcado por desafíos significativos en áreas como la justicia racial, los derechos LGBTQ+ y la lucha contra la desigualdad económica. La administración de Biden ha tomado algunas medidas para abordar estos problemas, pero la percepción de logros tangibles es limitada. Solo un 34% de los estadounidenses cree que Biden ha logrado una cantidad significativa de sus objetivos durante su mandato​.​.

La cuestión de la justicia racial sigue siendo un punto álgido. Los movimientos por los derechos civiles han destacado la necesidad de reformas profundas en el sistema de justicia penal y en la lucha contra el racismo sistémico. Las comunidades minoritarias continúan enfrentando disparidades en áreas como la educación, el empleo y la vivienda, lo que exacerba las tensiones sociales.

Bernie Sanders, aunque no es candidato principal en esta elección, sigue siendo una voz influyente en el panorama político estadounidense. Sus propuestas progresistas abordan muchos de los problemas que aquejan a la sociedad estadounidense actual. Sanders ha abogado por una reforma integral del sistema de salud, promoviendo la creación de un sistema de salud universal que garantice cobertura médica para todos los ciudadanos​.

Además, Sanders ha enfatizado la necesidad de una reforma económica para reducir la desigualdad. Propone aumentar el salario mínimo a 15 dólares por hora, implementar impuestos más altos para las grandes corporaciones y los más ricos, y garantizar el acceso a la educación universitaria gratuita para todos los estadounidenses. Estas medidas, según Sanders, no solo mejorarían la equidad económica, sino que también fortalecerían la democracia al empoderar a los ciudadanos económicamente desfavorecidos.

Sanders también ha sido un firme defensor de la acción climática. Ha propuesto un ambicioso plan de Green New Deal que busca transformar la economía estadounidense hacia la sostenibilidad ambiental, creando millones de empleos en el proceso. Esta iniciativa incluye inversiones masivas en energía renovable, infraestructura verde y la eliminación gradual de los combustibles fósiles​.

Las elecciones presidenciales de 2024 en Estados Unidos se desarrollan en un contexto de profunda polarización política, desafíos económicos y sociales significativos, y una creciente amenaza de violencia extremista. La percepción negativa de los principales candidatos, Joe Biden y Donald Trump, refleja una desconfianza generalizada en la clase política, lo que podría afectar la participación electoral y la estabilidad del proceso democrático.

Las propuestas de Bernie Sanders ofrecen una visión alternativa para abordar muchos de los problemas actuales, con un enfoque en la justicia social, la equidad económica y la sostenibilidad ambiental. A medida que el país se prepara para estas elecciones cruciales, la capacidad de los candidatos para abordar estos desafíos y ofrecer soluciones viables será determinante para el futuro de Estados Unidos.

En este contexto, es esencial que los votantes consideren no solo las personalidades de los candidatos, sino también sus propuestas y su capacidad para liderar en tiempos de incertidumbre y cambio. La democracia estadounidense enfrenta una prueba significativa en 2024, y la participación activa e informada de los ciudadanos será clave para asegurar un futuro más justo y próspero para todos, aunque esto parece cada vez más lejano.

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1 Comment

1 Comments

  1. Javier Hernandez

    28 de mayo de 2024 at 11:14

    Bastante interesante ver que como en varias partes del mundo no vemos en las nuevas generaciones Figuras que podrían tener muy buenas ideas para liderear un país de esta magnitud.
    Lamentable que EEUU no tenga ya liderazgo en varios ámbitos políticos y económicos y se encierren en estas momias sin propuestas.

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JALISCO

Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

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– Por Mario Ávila

El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.

Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.

Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.

Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.

Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.

La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.

Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

LAS CINCO PRINCIPALES:

Los retos de Mirza Flores como líder de MC: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco

95 aniversario del natalicio de Porfirio Cortés Silva: Deja legado de política, amistad y generosidad

La disputa del agua entre Jalisco y Guanajuato: Debe ser un reparto justo, no uno político, Arturo Gleason

La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

 

 

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MUNDO

La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

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– Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.

Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.

El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.

En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.

Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.

Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.

LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL

Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).

Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.

El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.

Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).

El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.

El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.

ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA

Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.

Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.

La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.

Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).

Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.

EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO

La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.

El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.

El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».

La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.

Continuará…

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