MUNDO
El ejemplo del imperio: EUA ¿justicia ciega o electorera?

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Ya pasó nuestro proceso electoral y los mexicanos decidimos a quienes queremos en los Ejecutivos y en los Congresos locales y federal. Las encuestas no necesariamente fueron acertadas, pero ya todo pasó.
Mientras tanto en Estados Unidos el show crece y cada día está más caliente. Escribo esta columna para que los países en los que el sistema judicial está pensando en ser por elección vean lo que puede suceder y para que no nos dejemos llevar por lo que nos llega de medios que ya tienen a sus favoritos como lo fue en México.
Este asunto tiene muchos datos por lo que lo abordaremos en dos entregas. En esta hablaremos del contexto histórico y de algunos datos de Trump, en la segunda hablaremos de Kennedy Jr. y de cómo la conducta de Biden y de sus aliados ha impulsado a sus rivales y empujado a muchos de sus antiguos aliados ricos y pobres a los brazos de Trump y de Kennedy.
He de decir que buscando en el mundo no he encontrado otro país que tenga el amparo tan valioso que tenemos en México ni otro que tenga a jueces y fiscales locales por elección popular como lo es EUA. Así los vecinos somos muy distintos en la aplicación de las garantías procesales y del derecho. Como usted sabe, me enfoco en temas que están más allá de nuestras fronteras, que pueden dar luz a lo que nos afecta como país, como sociedad o como individuos.
En esa tradición de opinar sobre el extranjero para no volverme a pelear con los gobernantes de nuestro país, he de decir que estoy escandalizado por lo que está pasando en EUA con los juicios de Trump en contraste con los de Hunter y Joe Biden. Más aún por la pública aplicación de política en la selección de casos penales o civiles encabezados por fiscales electos con bases partidistas.
A raíz de esto me puse a investigar el origen de la designación de fiscales y jueces por voto popular en sustitución de la designación de estos funcionarios por parte de los ejecutivos locales del país del Tío Sam. A nivel Federal los jueces son propuestos por el presidente y ratificados por el Senado de la República en tanto que la mayoría de los Estados eligen a una parte importante de los responsables de aplicar justicia y hoy en día esas elecciones son organizadas por grupos partidistas que públicamente impulsan a sus candidatos y a sus agendas ideológicas.
Resulta que al término de la guerra civil de mediados de los 1800’s Los Estados de la Unión América decidieron empezar a pasar la designación de jueces y fiscales por las urnas. Así, en 1861 el Estado de Mississippi fue el primero que acabó con el modelo que permitía a las legislaturas designar a jueces o fiscales a propuesta de los gobernadores. En ese tiempo muchos alegaban que estos cargos recaían en personas cercanas a los políticos, quienes pagaban favores a sus amigos con cargos de por vida en favor de personas no calificadas.
La reforma buscaba que gente comprometida con la justicia y con los residentes de la zona fuesen electos y reelectos por largos períodos como los legisladores para encabezar las fiscalías o los juzgados de asuntos civiles y penales de Estados, ciudades y distritos, sustituyendo a los fiscales regionales que eran designados por el fiscal del estado y a los jueces que eran designados por el gobernador y aprobados por las legislaturas locales.
En efecto, cuando el ejecutivo de un Estado -como en México-, designaba a los fiscales o proponía a los jueces, casi siempre eran ajenos a la región donde servían y por lo general eran pagos políticos. Cuando el modelo de elección se aplicó al servicio judicial de casi todos los Estados de ese país nadie se preocupó, de hecho, por lo general por más de cien años funcionó de forma correcta ya que los candidatos eran personas conocidas por los vecinos y respetuosas de la neutralidad hasta que a partir del nuevo milenio los candidatos fueron poco a poco adoptando públicamente partidos políticos, patrocinadores de empresas o de grupos de un partido o de otro de los dos que gobiernan en ese país.
A Nixon lo investigó y orilló a renunciar un fiscal especial de su propio Departamento de Justicia, a Bill Clinton lo investigó y encontró responsable un fiscal de su propio Departamento de Justicia, a varios gobernadores y senadores de ese país los investigaron y procesaron fiscales federales designados por abogados generales designados por Presidentes de partidos similares a ellos o por fiscales de carrera, es decir que en ningún caso se alegó que los procesos fueran parte de una cacería política provocada por adversarios de partidos contrarios. Así llegamos al 2021-2022 cuando tres candidatos a fiscales locales en Nueva York y en Georgia decidieron utilizar como parte de sus promesas de campaña enjuiciar al expresidente Trump y arruinarlo o encarcelarlo, así es esas eran parte de las propuestas oficiales de esos candidatos.
Esos fiscales eran candidatos en distritos o ciudades que Biden ganó en el 2020 con más del 90% de los votos, por lo que hablar de llevar a juicio a la empresa y a la persona que les había arrebatado el triunfo del 2016 y que ahora cuestiona la elección del 2020 era algo muy popular entre los habitantes de esas zonas. En ese mismo orden de ideas, para bien o para mal el presidente de EUA Joe Biden declaró a inicios del 2022 que… “haría todo lo posible por evitar que Trump regresara a la Casa Blanca”.
Los tiempos de los juicios vs Trump son sospechosos, pero sólo Dios sabe si son dolosos, culposos o cinco inocentes coincidencias. Claro, la justicia tiene sus tiempos y estos se alinearon extrañamente a la campaña de EUA favoreciendo al presidente Biden y al partido político de los 5 fiscales que iniciaron estos procesos. Pero veamos la secuencia de hechos judiciales y electorales. Recordemos que Trump tiene 4 procesos penales y uno civil en su contra, de los cuales el del jueves pasado es el segjndo en ser sentenciado, pero aún le quedan las apelaciones y recursos correspondientes.
Vamos por partes. En noviembre del 2022 Trump anunció que buscaría la Presidencia de EUA para el periodo 2024-2028. Un mes después el fiscal federal con una redada a la casa de Trump anunció que iniciaba un proceso contra Trump por haberse llevado a inicios del 2021 y no haber regresado a los archivos de la nación varios documentos considerados como confidenciales. Ante este anuncio Trump dijo que esto era una movida política de Biden contra su candidatura pero que enfrentaría el juicio y saldría inocente. Poco después el Fiscal de General informó que estaba trabajando con Biden porque habían encontrado diversas cajas de documentos clasificados en la cochera de su casa de playa y en las oficinas de su fundación en la Universidad de Pensilvania patrocinada por China.
Los documentos que Biden retuvo ilegalmente en su poder hasta el 2022 provenían de la época en la que él fue senador de 1975 al 2008 y después vicepresidente de EUA del 2009 al 2016, es decir casi 40 años de acumulaciones nunca sancionadas. Poco después el fiscal del caso informó que a pesar de que Joe Biden se llevó, mantuvo en su poder y compartió con terceros documentos confidenciales, no se procesaría al presidente Biden porque no se creía que el jurado lo condenase al presentarse como… “una persona de edad avanzada con mala memoria, pero sin malas intenciones”.
Poco después se informó que el fiscal federal encargado del caso de Trump iniciaba un segundo proceso ahora por presuntos delitos relacionados con la protesta en el capitolio contra los resultados del 2020 y solicitó a jueces en Florida y en Washington el fijar fecha para juicio en contra del expresidente. En medio de esas investigaciones y procesos federales tres fiscales locales dos en NY y otro en Georgia iniciaron procesos civiles y penales vs Trump, el primero por el delito agravado de falsificación de registros contables para ocultar pagos a una estrella porno, lo que se supone que hizo para no afectar su campaña del 2016 en el estado de NY. En el segundo se alega que Trump trató de robar la elección de Georgia en el 2020 y el tercero aumentar el valor de sus propiedades.
Todo esto sonaría normal si uno omite recordar que los juicios federales son encabezados por un fiscal que participó en la campaña de Biden y que el propio Joe fue perdonado por su fiscal por el mismo tipo de falta que imputa a Trump. Esos juicios federales están pendientes y no se cree que se resuelvan antes de la elección de noviembre. Pero los juicios locales han sido mucho más rápidos. Es sorprendente que los juicios de NY se procesarán tan rápido, en especial porque el delito en cuestión se dio hace 7 años y fue investigado y desechado por otros tres fiscales con anterioridad.
Pero en esta ocasión fue procesado y sentenciado saltando a muchos de los otros juicios que hay en esa corte de NY sin ser juzgados por años. El juez quien fue designado para llevar el juicio y no sorteado como sucede en la mayoría de los casos, coincidentemente también es un patrocinador de la campaña de Biden y su hija trabaja para una firma de promotores políticos que durante el juicio que encabeza su padre han recaudado más de $50 millones de dólares en donaciones a favor de diversos candidatos del partido demócrata, lo que de no ser ilegal al menos se ve muy mal.
Si esto se ve mal ahora recordemos que el fiscal adjunto encargado del juicio en NY entró a trabajar a esa fiscalía hace menos de 2 años justo antes de que se iniciara este proceso vs Trump y su trabajo anterior -2020 2022- era subordinado directo del fiscal general de EUA quien era abogado de la Campaña de Biden en el 2019, el mismo que en ese 2022 ordenó el cateo a la casa de Trump y el inicio de los otros dos procesos federales en su contra.
El caso de Georgia no es tan distinto ya que la fiscal y el fiscal responsable acudieron en varias ocasiones a la Casa Blanca y a la fiscalía General de EUA antes de iniciar el proceso contra Trump. Es decir que los fiscales locales estuvieron asesorados y en contacto con los fiscales federales a pesar de gritar a los cuatro vientos que los casos eran independientes, casuales y que no estaban en coordinación para iniciar estos de manera conjunta en época electoral.
Los presuntos delitos de Trump son muy similares a las conductas de otros políticos de su nivel, pero solo a él se le enjuició. Esa es la razón por la que ahora muchos americanos especialmente minorías se cuestionan si su sistema judicial es imparcial o si en verdad está siendo politizado, lo que no se veía en el pasado… ¡Este informe continuará!
JALISCO
Andrés Manuel López Beltrán: No quiere que lo llamen ‘Andy’
CIERTO O FALSO
“No salgo a medios y no respondo porque creo que los medios están muy quemados (…) Yo me llamo Andrés Manuel López Beltrán y mi mayor orgullo es llamarme como el mejor presidente que ha tenido este país (…) El llamarme ‘Andy’ es demeritar eso, quitarme ese legado, quitarme ese nombre”.
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ BELTRÁN / SECRETARIO DE ORGANIZACIÓN DE MORENA
“Andy, Andy, Andy. No te creas importante. Eres un junior sin calle, sin historia, sin respeto. Nadie te sigue por lo que eres, solo por el apellido que usas como escudo y herencia”
ALEJANDRO “ALITO” MORENO / PRESIDENTE NACIONAL DEL PRI
FUEGO CRUZADO
“Estoy muy decepcionado con Elon. Lo he ayudado mucho. Conocía los entresijos del proyecto de ley mejor que nadie. No le importó. De repente, se encontró con un problema, y solo lo agravó cuando se enteró de que íbamos a recortar el mandato de vehículos eléctricos”.
DONALD TRUMP / PRESIDENTE DE EEUU
“¡Falso! Este proyecto de ley nunca me fue mostrado ni una sola vez y fue aprobado en plena noche tan rápido que casi nadie en el Congreso pudo siquiera leerlo”.
ELON MUSK / EX JEFE DEL DEPARTAMENTO DE EFICIENCIA GUBERNAMENTAL DE EEUU
VOZ ALTA
Le tienen envida
Salvador Caro Cabrera destaca como un excepcional operador político, guiando con éxito a numerosos candidatos—jueces y magistrados—hacia el Poder Judicial Federal, logrando resultados altamente favorables. A través de estrategias bien elaboradas, promovió estos perfiles entre grupos, organizaciones y diversas regiones, enfrentando críticas pero demostrando su eficacia, como quedó claro en los Distritos 9 y 11 donde la participación llegó a más del 9%. Su actuación, respaldada plenamente por la ley sin impedimento alguno, ha generado envidia, reflejando su habilidad y legitimidad en el proceso.
SALVADOR CARO CABRERA. Demostró su eficacia como operador político.
HUELLA HISTÓRICA
¿Raúl Padilla o Enrique Alfaro dejarán mayor huella histórica? Tras su fallecimiento, el líder moral de los Leones Negros, Padilla, sigue cosechando victorias póstumas, con su legado trascendiendo en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), que celebró su edición 40 con una gala en el Auditorio Telmex. Homenajes al cine mexicano destacaron, con Karla Planter, rectora de la UdeG, en rol protagónico, y Portugal como invitado. Mientras el impacto de Padilla perdura, el de Alfaro aún se desarrolla, planteando un contraste entre legado consolidado y potencial emergente.
RAÚL PADILLA LÓPEZ. Su figura trasciende su tiempo.
DIÁLOGOS ABIERTOS
Verónica Delgadillo, alcaldesa de Guadalajara, aborda con crudeza y sinceridad los retos de la ciudad en diálogos con líderes de opinión. “No hay varita mágica, el presupuesto es limitado y las demandas son enormes”, confesó, comparando su lucha con la metáfora de la Bartola de Chava Flores. Con franqueza, promete un gobierno cercano: “Guadalajara te cuidará, pero todos debemos jalar parejo”. Su enfoque en seguridad, basura y servicios públicos refleja compromiso, enfrentando presiones con transparencia y apelando a la corresponsabilidad ciudadana.
VERÓNICA DELGADILLO. Diálogos abiertos con líderes de opinión pública.
MUNDO
Discurso de individualismo extremo: La derecha que no salva, un riesgo disfrazado de esperanza

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
A la derecha le gusta imaginarse como el lugar del orden, de la razón y del mérito. Su narrativa gira en torno a ideas como “eficiencia”, “disciplina”, “libertad individual” y “trabajo duro”. Durante décadas, fue una forma efectiva de contrastarse con los excesos o fracasos de ciertas izquierdas: burocracias gigantes, discursos revanchistas, populismos disfuncionales.
Pero esa imagen está dejando de sostenerse. La nueva derecha —la que hoy marca tendencia en redes, encabeza algunos gobiernos y monopoliza micrófonos— ya no representa ninguna de esas virtudes. Lo que ofrece no es ni orden ni racionalidad: es puro espectáculo.
Ahí están Donald Trump, Javier Milei y Santiago Abascal como muestra. Tres líderes que han hecho del grito una política, del insulto un argumento y del caos una bandera. Ninguno de ellos ha demostrado ser particularmente eficiente, pero todos han sabido capitalizar una narrativa emocional basada en el resentimiento. Dicen luchar contra “el sistema”, pero lo hacen desde la cima.
Se presentan como outsiders, aunque lleven años en la política. Proclaman amor por el mercado, pero están más cómodos en la cultura del meme que en los fríos informes financieros.
Ya no les interesa defender un modelo económico coherente, ni sostener el legado intelectual de la derecha liberal o conservadora clásica. Su apuesta es otra: dominar el flujo de la conversación pública. Ser tendencia. Explotar la ansiedad de las masas que se sienten traicionadas por las élites ilustradas, por los expertos, por las instituciones. No importa si lo que dicen es contradictorio, vacío o incendiario: lo importante es provocar, atraer, dividir.
Este fenómeno tiene su correlato empresarial. En América Latina, por ejemplo, el caso de Ricardo Salinas Pliego es ilustrativo. El magnate no solo es dueño de empresas y medios: se ha posicionado como una figura política, aunque sin partido ni candidatura. Lo hace desde sus redes sociales, donde predica una mezcla de darwinismo social, desdén por los pobres, burla al Estado y culto a su propio éxito. Su mensaje no es técnico ni ideológico: es emocional. Una especie de “si yo pude, tú también, y si no puedes, es tu culpa”.
Se presenta como víctima del gobierno, del sistema judicial, del fisco, de la prensa. Lo paradójico es que lo hace desde una posición de privilegio absoluto. Pero funciona. Porque hoy ser rico no te quita autoridad moral: te la da.
Lo que representa Salinas Pliego es la figura del empresario redentor. Ya no se trata sólo de emprender o generar empleos. Se trata de suplantar al político. De sugerir, directa o indirectamente, que sólo quienes han tenido éxito en los negocios deberían tener poder de decisión. Como si administrar una cadena de tiendas fuera lo mismo que diseñar políticas públicas complejas, garantizar derechos o defender libertades.
La nueva derecha abraza con entusiasmo esta figura. En lugar de cuadros técnicos, promueve personajes estridentes. En lugar de programas serios, vende frases virales. En lugar de instituciones sólidas, propone personalismos autoritarios. El resultado es un nuevo tipo de populismo: no uno basado en el pueblo contra las élites, sino en el individuo omnipotente contra todo lo que le incomoda: el Estado, los impuestos, los medios, la ciencia, el disenso.
Esto es peligroso por muchas razones. Primero, porque convierte la política en un campo de guerra cultural permanente, donde todo se juega en el terreno de la identidad y el agravio, no de las soluciones. Segundo, porque desmantela los equilibrios democráticos bajo la excusa de “quitar trabas” al genio del líder. Y tercero, porque socava la idea misma de lo público: el Estado ya no es visto como una herramienta de justicia o bienestar, sino como un obstáculo para los exitosos.
La derecha que alguna vez promovió instituciones, reglas, competencia ordenada y responsabilidad fiscal, ha cedido el paso a una versión desfigurada de sí misma: histriónica, rabiosa, individualista hasta el delirio. Y con ello ha perdido una oportunidad valiosa de ofrecer respuestas a las crisis reales del presente: desigualdad, cambio climático, desinformación, polarización social.
Lo más inquietante es que esa derecha ni siquiera cree en la derecha. No cree en la tradición, ni en los contrapesos, ni en la democracia representativa. No cree en el pensamiento liberal clásico ni en los valores conservadores. Lo que quiere es mandar, imponer, sobresalir. Su único principio es el triunfo inmediato. Su única ideología es el narcisismo.
No se trata de negar que muchas izquierdas también han fallado, ni de defender modelos ineficientes o autoritarios. Reconocer esos errores es fundamental para avanzar y evitar repetirlos. Sin embargo, es necesario advertir que esta derecha contemporánea no es en absoluto el remedio frente a esos fallos.
Más bien, puede ser vista como una versión invertida, que comparte con ellos la misma concentración de poder en figuras carismáticas, la misma tendencia a polarizar y simplificar debates complejos, y la misma dificultad para aceptar matices o posiciones críticas.
La derecha actual, con su discurso enfocado en el individualismo extremo, el rechazo a la diversidad de ideas y la tendencia a imponer su visión como la única válida, representa un riesgo igual de serio para la democracia y la convivencia social. Así, lejos de ser una alternativa equilibrada o una corrección necesaria, esta derecha puede resultar igual de problemática y dañina en el largo plazo.
Lo sensato —y quizás lo verdaderamente subversivo hoy— es pedir madurez política. Pedir ideas complejas. Pedir responsabilidad institucional. Pedir liderazgos que no se alimenten del conflicto constante. En tiempos de histeria, el pensamiento es revolucionario.
MUNDO
El dominio del dólar

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Gracias a Donald Trump y su política económica, la incertidumbre permea en las economías occidentales y genera desconfianza en la potencia de la economía estadounidense para hacer que el dólar siga siendo la moneda internacional de referencia. La inquietud existe, es real, principalmente por la fragilidad actual de las finanzas estadounidenses.
Las finanzas públicas de los Estados Unidos lucen mal, con un déficit de 7.26% en 2024 y una deuda pública de 34.5 billones de dólares, equivalente al 120.7% del PIB. Lo anterior y la falta de acciones fiscales que reduzcan el déficit han llevado a las calificadoras internacionales, Moodys la última, a rebajar la calificación de la deuda estadounidense que por primera vez cae de la calificación AAA y la mayoría la mantiene en ese nivel con perspectiva negativa, recomendando cautela.
No será la primera vez que los EUA caigan en situación económica comprometida, pero sí es la primera vez que el encargado de resolverlo no tiene las mejores calificaciones y sus políticas parecen tener las prioridades invertidas.
Algunos teóricos argumentan, con razón, que la estabilidad de una economía abierta depende de la existencia de una potencia capaz de garantizar mercados abiertos para el comercio, una economía sólida de respaldo para economías en crisis y una moneda estable, y esas condiciones parece estarlas perdiendo el país emisor del dólar. Por el momento no inspira confianza ni a sus aliados y su economía no es tan sólida.
Sin embargo, a pesar de esas condiciones adversas, no existe por el momento otra moneda capaz de sustituir al dólar como moneda de referencia. La fortaleza creciente de China no le da al Yuan esa posibilidad, porque en ese país sus mercados de capitales carecen de liquidez propia y el control estatal es rígido, sin que dejemos de notar el hecho de que en la competencia por mercados y en inversión ha incrementado su presencia en países emergentes, como duro rival comercial.
Por otra parte, el euro, producto del consenso de la Unión Europea, tampoco ofrece garantías sólidas como moneda de respaldo, pues el conjunto de Estados que conforman la Eurozona no siempre camina en la misma dirección.
Las alternativas no son atractivas por ahora y es mucho más aventurado pensar que las criptomonedas pudieran ser alternativa. Es un hecho que, en el momento, la debilidad del dólar ha propiciado que las operaciones financieras busquen monedas más fuertes como protección temporal en tanto cesa la incertidumbre arancelaria y se estabiliza el dólar. Pero esto es coyuntural en espera de mayor estabilidad de mercados.
Quedan tres años de zozobra e incertidumbre en los que la esperanza es que las fuerzas reales de la economía obliguen al impredecible presidente estadounidense a reconsiderar sus decisiones. La responsabilidad global que contrajo al liderar al país más poderoso del mundo lo deben obligar a considerar otras premisas, distintas a lo que parece ser su guía, que es su manual de negociación comercial.
Se advierte su preocupación por mejorar el ingreso y compensar el déficit, sin embargo, la política arancelaria que busca ser recaudatoria ha tenido graves efectos en la estabilidad de su moneda. La otra prioridad es el nivel de la deuda, y ese no podrá ser reducido sin afectar al gasto gubernamental. Adicionalmente, en ese contexto, surge la iniciativa de ley fiscal actualmente discutiéndose en el Congreso, la cual reduce el gasto social, pero también reduce impuestos, lo cual no suena muy congruente si lo que se busca es reducir el déficit. Sus efectos han sido ampliamente criticados por economistas de renombre.
No es halagüeño el panorama económico de los EUA y eso ha venido a sacudir la economía mundial, pero eso no será por el momento la causa de que el dólar deje de ser la moneda de referencia.
En México, algunos celebran que la paridad peso-dólar mejore, pero es un espejismo que no debiera engañarnos. El dólar está débil; no es que el peso esté fuerte y nuestro déficit, al igual que lo elevado de la deuda, tienen en riesgo la calificación crediticia del país.
Añadiendo la reforma judicial y la falta de normatividad para las nuevas instituciones que sustituirán a los desaparecidos reguladores, no hay buenas señales. Nuestra economía es un espejo de la estadounidense y dada la incertidumbre que nos acompañará en los próximos tres años, es más recomendable generar alternativas más potentes, realistas y creativas que el Plan México, que nos permitan no caer víctimas de la turbulencia vecina.
Por lo demás, el mundo seguirá negociando, teniendo, por ahora, al dólar como moneda de referencia, pues aun en la situación de vulnerabilidad de la economía estadounidense no hay moneda que lo remplace y la comunidad internacional puede, como lo ha hecho hasta hoy, navegar en la incertidumbre, pagando el costo con un magro crecimiento.
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