MUNDO
Desastroso debate en EUA, exhiben realidad de Biden, Trump no remata

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
La verdad sea dicha. La democracia, la libertad de prensa y de expresión ganaron en el debate en los EUA. Lo malo de la democracia es que a veces elige mal o es engañada. Decían los griegos que la perversión de la democracia es la demagogia. A pesar de las limitaciones de mi sistema de cable por las lluvias o por lo que sea pude ver el debate entre los candidatos a presidente de la Unión Americana.
Quien perdió fue la realidad del momento. EUA está en aprietos. Una economía perdiendo terreno en contra de China a pasos agigantados, una población dividida por política, una fuerza militar debilitada por estar enfocada en diversidad sexual e ideología política más que en unidad y un dólar con problemas por su pérdida en el terreno del comercio mundial, en especial en el petróleo.
Hace un mes se anunció que Biden desafiaba a Trump a debatir. De hecho, el desafío fue en TikTok y en el video Joe se burlaba de Trump por estar sujeto a juicio en NYC diciendo que le invitaba a debatir en miércoles porque sabía que ese día no estaba frente al juez. Naturalmente el juicio ya terminó y aunque está en apelación, de momento Trump está condenado por ocultar información de pagos a una ex estrella porno para afectar la elección de NYC en el 2016.
De ahí todo fueron preparativos y condiciones. La cadena que Joe escogió fue CNN con la que Trump ha tenido pleitos casi diarios por 8 años, fue con la que acuñó el término “fake news”. Los dos conductores seleccionados para el debate han llamado a Trump Hitler y en el 2020 dijeron que era un alivio que Biden hubiese ganado. Finalmente, las reglas para el evento indicaron que no habría audiencia y que los contendientes no podrían tener contacto con nadie durante los 90 minutos de encuentro ni llevar notas. Esas condiciones parecían estar todas encaminadas a descarrilar el evento bajo la idea de que Trump jamás las aceptaría. Pero Trump aceptó el reto de Biden.
Así llegamos al jueves pasado. Los conductores y las preguntas fueron justas y balanceadas. CNN y los conductores demostraron que sea como sea, fueron imparciales y eso es lo mejor de la noche. Los medios deben ser informativos e imparciales en eventos como este. Si los medios en lugar de informar solo son generadores de opinión, la gente pierde la oportunidad de poder saber la verdad sin ediciones. De verdad que CNN se vio muy bien en especial porque los que seguimos la política internacional sabemos que esa cadena es pro izquierda y en especial anti Trump.
Iniciemos con Trump. Respondió sin insultos y presumió sus logros, pero prácticamente no promovió sus propuestas para el futuro, la mayoría del tiempo habló de temas de migración, militares y de política exterior, pero dejó de lado una de sus mayores fortalezas que es la economía y sus propuestas para bajar los impuestos de todos en especial de la clase trabajadora. La verdad es que fue mediocre, pero como todos esperaban que se agarrara del “chongo” y no lo hizo, se vio serió.
Logró evadir el ataque sobre el aborto que es un tema ganador para los demócratas y que afecta mucho a los republicanos. Sobre ese tema dijo que era un tema de los estados y que de ser presidente no emitiría un decreto que prohibiese las píldoras para el aborto. Fuera de eso se defendió medianamente bien de los ataques de Joe Biden, pero perdió demasiado tiempo en esos temas. Es decir, a pesar de que no mordió el anzuelo, sí perdió la super oportunidad de dar a conocer sus propuestas para el 2024-2028. Por eso no me atrevo a decir que Donald J Trump ganó el debate. De hecho, creo que perdió una gran oportunidad de cerrar el trato con sus posibles electores.
Ahora hablemos de Joe B. el verdadero desastre del jueves. La noche y en especial la imagen fue terrible. Nadie había perdido tanto brillo como Joe. En los 60s se dio el primer debate en Televisión. En ese entonces John Kennedy debatió en TV contra Nixon y fue un desastre para Richard en contraste con la cara fresca y agradable de John. Como sabemos Nixon perdió y fue cuando Kennedy fue asesinado que regresó a pelear por la presidencia y ganó. De ahí en adelante, los debates evolucionaron, pero el formato de ayer fue raro por decir lo menos y todo parecía estar hecho para evitar lo que terminó pasando.
El 70 por ciento de los americanos decían antes del debate que la condición mental de los candidatos era algo muy importante. El resultado del debate fue muy lamentable para Biden. CNN publicó una encuesta relámpago en la que el 33% de la gente dice que Joe ganó el debate en contraste el 67% dijo que Trump lo ganó.
El presidente tartamudeó varias veces y dijo disparates como que hablaba con muertos, que había matado el seguro social y que en su mandato no había habido militares americanos muertos, que las mujeres violaban a las mujeres, pero lo peor, antes de la medianoche la clase media del Partido Demócrata, es decir los medios masivos de comunicación CNN, MSMBC, CBS, POLÍTICO, NYT, algunos actores de Hollywood y las redes sociales se llenaron de críticas muy duras en contra de Biden y pidiendo a su familia, a sus amigos y a los expresidentes a tener una conversación seria con el presidente para pedirle que por el bien de ese país y ante la posible llegada de Trump dejase la candidatura en manos de otra persona menos desgastada. Algunos senadores dijeron que Trump no mató a Joe, sino que Joe se mató, asimismo.
En verdad fue una alarma que obligó a los ex presidentes Obama y Bill a calmar las aguas. Pero no se sabe cuánto afectará esto. El daño está hecho. Veremos si antes de la convención del partido en donde lo designarán formalmente algo sucede. Obviamente Kamala Harris es la sustituta natural pero también se dice que podría ser Michael Obama o el gobernador de California Gavin Newsom. La elección está casi empatada, pero veremos si esto mueve a los indecisos. Esto agitó las aguas, en especial porque Biden se fue a preparar por 10 días a su casa de descanso con un equipo de expertos en medios y en política para estar al 100 por ciento en el debate. Pero si semana y media no lo pueden hacer estar listo para 90 minutos sin guion entonces ¿qué le puede dar la energía para estar 4 años más? Más aún ¿quién gobierna realmente los EUA?
En las redes los medios internacionales fueron secos y claros. Biden perdió y se ve incapaz, aseguraron. Algunos líderes como el presidente de Polonia se aventuraron a opinar con críticas aludiendo que ver a Biden era como ver la caída del Imperio Romano y que uno debía ser el que camine hacia el ocaso. Aludiendo a quienes ya no pueden controlar su destino y son llevados en lugar de caminar por su propio pie.
La pregunta que los medios de EUA se hacen es… si Trump es tan malo y es tan importante que no gane ¿por qué dejar a un hombre en caída libre que sea el contrincante? Vi el debate en México, vi el debate en EUA y he visto debates en Europa, pero nunca había visto una reacción tan espontánea para cambiar al candidato de un partido como la que vi en el debate de EUA.
De todos modos, las élites del partido han dicho que no hay cambio. Veremos si eso se sostiene, pero fue un espectáculo lamentable ver que el país más poderoso del mundo puede estar 10 días sin presidente y cuando este regresa se ve tan agotado, porque lo peor no fue lo que dijo que fue en muchos casos incoherente o raro. Lo peor fue la comunicación corporal. Conductores de MSNBC, CNN y otras dieron puntos de vista casi unísonos “¿por cuánto tiempo pretendemos que no vimos lo que vimos ayer?” … “El problema es que la gente quería ver si Joe estaba a la altura del momento para dirigir y claramente ayer después del debate la gente en su mayoría opinó que no”
Joe ha pasado en su casa de descanso casi el 30 por ciento de su mandato. Pocas veces da entrevistas sin guion o sin tarjetas. Pocas veces habla sin el discurso escrito y muy seguido se le ve cometiendo errores seniles. Por eso muchos de los líderes de medios piden que por el bien del país Biden se haga la pregunta sobre si debe o no seguir como candidato. Estos mismos medios que hoy lo quieren correr hace 8 días, decían que los videos en los que Joe se veía senil eran falsos, decían que publicar los audios de la entrevista de Biden con el fiscal especial del caso de sus documentos secretos no debían ser publicados.
Según el fiscal Hurd no se enjuició a Joe porque era un hombre con memoria penosamente mala lo que la Casa Blanca desmintió pero que evitó que Biden fuera a juicio como Trump por el mismo tipo de falta. Todo esto ha regresado a la escena pública y ahora el congreso de EUA podría exigir al fiscal les entregue esos audios para ver no solo lo que dijo el presidente sino cómo lo dijo.
México debe estar listo para lo que venga en EUA. Pero a veces a nuestros políticos de todos los partidos no les gusta ver más allá de Xochimilco y creen que pasando Yucatán solo hay mar. En el 2020 publicamos un encabezado que decía Trump vs Trump en el que detallábamos que la estrategia de Biden era dejar que el entonces presidente se ahorcara solo.
Ahora a pesar de que Trump es protagonista el fenómeno se repite, pero con papeles invertidos. Biden quiere hacer la elección un referéndum de Trump vs Biden, pero los pésimos resultados económicos, migratorios y militares han opacado al extraordinariamente protagonista Donald y el debate de ayer expuso a Biden vs Biden. Veremos si esto se corrige, pero por lo pronto Biden está siendo derrotado por Biden como en el 2020 Trump fue derrotado por Trump.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…
MUNDO
Inteligencia artificial: La arquitectura del nuevo orden mundial

– Análisis, por Victor Hugo Celaya Celaya
El mapa del poder mundial se ha reorganizado. Hoy, la influencia no se mide únicamente en arsenales o acuerdos comerciales, sino en algoritmos y capacidad de procesamiento.
Nos enfrentamos a un nuevo tablero geopolítico y geoeconómico definido por tres grandes polos de poder: Estados Unidos, con su enfoque en el desarrollo tecnológico, las finanzas y la seguridad; China, que ha apostado por la manufactura avanzada, la innovación y la inversión masiva en infraestructura; y Rusia, que basa su estrategia en el control de energía, minerales estratégicos y su poder militar.
Esta reconfiguración global plantea preguntas cruciales para el resto del mundo. ¿Cómo coexistir con estos bloques? ¿Cómo aprovechar las corrientes de innovación que emanan de ellos sin sacrificar nuestra soberanía? Y, sobre todo, ¿cómo podemos acompasar nuestras políticas públicas y nuestros esfuerzos nacionales para no quedarnos atrás en esta nueva era de equilibrios de poder?
La visión de una «aldea global» que definimos en los años noventa, unida por la apertura del comercio, ha dado paso a una realidad más compleja. La interconexión actual se teje con redes de inteligencia artificial (IA), investigación científica y ecosistemas digitales.
Aunque las tensiones militares persisten, el verdadero campo de batalla se ha trasladado a la biotecnología, la robótica y, de manera central, a la inteligencia artificial. Esta revolución ya impacta nuestra vida diaria, transformando la educación, la salud, el trabajo y la seguridad. Ninguna sociedad puede sustraerse a ella.
LA CARRERA POR EL FUTURO: ESTRATEGIAS EN COMPETICIÓN
Cada una de las grandes potencias ha trazado una ruta clara para liderar esta era tecnológica, obligando al resto de los países a replantear la cooperación y la competencia.
Estados Unidos ha optado por un modelo que prioriza la innovación impulsada por su dinámico sector privado. En 2023, la inversión privada en IA en este país alcanzó los $67.2 mil millones, una cifra superior a la suma de los siguientes 14 países.
El gobierno actúa como un catalizador estratégico, como lo demuestra la Orden Ejecutiva 14110 para el desarrollo seguro y confiable de la IA, o la Ley CHIPS y de Ciencia, que destina más de $52 mil millones a revitalizar la fabricación de semiconductores, el hardware fundamental sobre el que corre toda la inteligencia artificial.
Esta estrategia se materializa en proyectos monumentales como ‘Stargate’, el centro de datos de $100 mil millones de Microsoft y OpenAI, o la Alpha School en Virginia, que ya personaliza el aprendizaje con IA.
China avanza con un enfoque centralizado y dirigido por el Estado, con la meta clara de alcanzar el liderazgo mundial en IA para 2030. A través de iniciativas como «AI+», integra soluciones de IA en sectores clave. El resultado es un ecosistema robusto: se estima que el valor de la industria de IA en China superará los $220 mil millones para 2026.
Este esfuerzo se refleja en su dominio de la propiedad intelectual, acumulando casi la mitad de todas las solicitudes de patentes de IA en el mundo. Gigantes tecnológicos como Baidu, Alibaba y Tencent no son solo empresas, sino instrumentos de la estrategia nacional para establecer estándares globales.
Rusia, por su parte, enfoca su estrategia de IA en la soberanía digital y la seguridad nacional. A través del proyecto nacional “Economía de Datos”, que se extenderá hasta 2030, busca reducir su dependencia de la tecnología extranjera e integrar la IA en sectores gubernamentales clave.
Más que competir en el mercado de consumo global, su prioridad es aplicar la IA para la optimización de sus industrias estratégicas (energía, defensa) y la administración pública. Su marco regulatorio es estricto y busca asegurar un uso responsable de la tecnología, priorizando el control estatal y el desarrollo de talento local a través de iniciativas educativas supervisadas.
La Unión Europea ha decidido jugar un papel distinto, posicionándose como el gran regulador global. Su enfoque no es competir en una carrera de velocidad, sino establecer las reglas del juego. Con su Ley de Inteligencia Artificial (AI Act), aprobada en 2024, introduce el primer marco legal integral para la IA, basado en niveles de riesgo. Este prohíbe aplicaciones consideradas inaceptables (como el «social scoring» estatal) y regula estrictamente los sistemas de alto riesgo.
Este poder normativo se complementa con fuertes inversiones a través de programas como Horizonte Europa y Europa Digital, que movilizan miles de millones de euros para construir una infraestructura de datos soberana bajo iniciativas como GAIA-X y apoyar a un ecosistema de IA «confiable y centrado en el ser humano».
EL DESPERTAR DE AMÉRICA LATINA: PRIMEROS PASOS
Frente a estas estrategias consolidadas, América Latina no es un simple espectador; la región ha comenzado a mover sus propias piezas. Aunque de manera desigual y con retos importantes, están surgiendo iniciativas notables.
En México, la coalición multisectorial IA2030MX ha impulsado una agenda para el desarrollo de una Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial. Polos de innovación como Monterrey y Guadalajara concentran talento y startups, mientras que universidades como la UNAM y el Tec de Monterrey lideran la investigación.
Otros países también marcan el paso. Chile fue pionero en la región al lanzar su Política Nacional de Inteligencia Artificial en 2021, centrada en el desarrollo de talento, la ética y la adopción de IA en la industria. Brasil cuenta con una robusta red de centros de investigación en IA y debate activamente un marco legal propio. Por su parte, Colombia ha establecido un marco ético para la IA en el sector público y promueve proyectos de datos abiertos para fomentar la innovación. Estos esfuerzos, aunque incipientes, demuestran una conciencia creciente sobre la urgencia de participar activamente en esta revolución.
DE ESPECTADORES A PROTAGONISTAS
Ante este escenario, la pregunta para nuestros países es ineludible: ¿nos conformaremos con estos primeros pasos o aceleraremos el ritmo para jugar un rol protagónico? Si queremos dejar de ser simples compradores de tecnología para convertirnos en creadores, necesitamos una hoja de ruta clara y acciones inmediatas.
La interconexión de hoy, definida por algoritmos, nos obliga a innovar. Para ello, es fundamental avanzar en tres áreas estratégicas:
- Formar talento e invertir en educación digital. Esto debe empezar desde la educación primaria y extenderse hasta los posgrados.
- Crear alianzas estratégicas entre universidades, gobierno y empresas. Los esfuerzos aislados son insuficientes.
- Diseñar políticas públicas con visión de futuro. Debemos impulsar el uso integral de la IA y desarrollar un marco ético sólido que garantice la equidad y la protección de datos.
Esto implica fomentar centros de inteligencia artificial que apoyen a startups y consoliden proyectos de investigación propios, aprendiendo de las experiencias globales. La tecnología no debe ser vista como algo «importado» o lejano, sino como un campo fértil donde podemos liderar.
Nos encontramos en un punto de inflexión histórico. La inteligencia artificial está redefiniendo las reglas del desarrollo económico y social a una velocidad sin precedentes. No podemos permitirnos el lujo de la duda o la postergación. La tarea es clara: debemos alinear nuestros recursos, talentos y voluntades para integrarnos de manera soberana y estratégica a esta nueva era. Lo que hagamos, o dejemos de hacer, durante esta década determinará las oportunidades de las próximas generaciones.