MUNDO
Kamala Harris atenta a 2028: Trump ganó voto popular y hace historia con las minorías

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
Ya sabemos que Trump ganó. Pero hay detalles que usted debe saber y posibilidades que debe tener encuentra para que no juzguemos a la ligera lo que sucedió allá en EUA la semana pasada.
Primero me gustaría recordar que en nuestro país hay gente que lo admira y otros que lo detestan. Me llama la atención que en algunos círculos políticos y de medios utilicen la elección como un presagio de problemas para la actual presidenta. Eso dependerá mucho de nosotros o más bien de ellos los que están en el poder y no solamente de él.
Como se demostró cuando Trump fue presidente, es muy rudo y grosero, pero llega a acuerdos, no solo reformó el TLC, sino que logró los acuerdos más importantes en 50 años en Oriente entre judíos y musulmanes. Mi comentario va más enfocado en los críticos de la 4T que incluso en el 2016, 2020 y 2024 pidieron apoyar a Hillary, Biden y a Kamala y ahora festejan que al ganar Trump será rudo con la actual administración.
Como ejemplo de civilidad Biden recibe a Trump quien será el 47º presidente de EUA el miércoles y Kamala, aunque con la normal molestia, ha dicho que ayudará en la transición, ambos con una actitud pública diferente a la de Trump en el 2020, claro en privado seguro será como fue en el 2016 cuando le dejaron esqueletos que después salieron a la luz. Trump será el segundo hombre en la historia de EUA en ser recibido por el presidente saliente para darle la bienvenida como expresidente y futuro presidente.
Como lo he dicho aquí desde el 2020, Stephen Grover Cleveland fue el otro presidente en 1885, quien perdió la reelección y 4 años después ganó nuevamente en 1893. Lo curioso es que en el 2020 Trump tenía una foto de ese presidente en la oficina de la Casa Blanca ya que ese presidente fue también empresario de los bienes raíces como lo es Donald y como dato histórico adicional, Cleveland fue el primer presidente de EUA que provenía del Partido Demócrata años después de la guerra civil. Como usted sabe la guerra civil fue encabezada por los sureños del Partido Demócrata y del Ku-Klux-Klan en contra de los norteños del Partido Republicano encabezados por el presidente Abraham Lincoln.
Pero yo lo he dicho antes, creo que ninguno merecía ganar por la cadena de errores que ambos cometieron. Lo evidente es que la mayoría de los ciudadanos de EUA prefirieron al monstruo naranja que logró avances económicos muy importantes del 2016-2020 y que no inició ninguna guerra durante su periodo o permitió que los pleitos regionales se llevaran a las armas como ahora es en Ucrania e Israel, que a la continuidad del modelo económico y diplomático demócrata que representa la Vicepresidente Kamala Harris quien nunca quiso decir qué habría hecho distinto si hubiera estado en los zapatos de Biden del 2020 al 2024.
Esto último es el eje por la que Trump ganó, no solo su buen antecedente económico y diplomático del 2016-2020, sino que la gente de EUA está muy molesta por la situación económica de la clase media y media baja.
Los demócratas encabezados por Kamala y 100 días antes por Joe Biden perdieron esta elección. A continuación, daremos algunos datos que tal vez nos recuerden que la propaganda o la fama tienen límites tanto a favor como en contra, pero lo que la gente no tolera es morirse de hambre.
Los pesares de la izquierda y de sus aliados no dejan de asombrar, algunos profesores de la gloriosas y antes respetadas Universidades de Harvard, George Washington y Princeton dieron el día libre a los estudiantes molestos por la victoria de Trump, extendieron fechas para entregar tareas o exámenes y tomaron otras medidas como abrir centros para atención emocional con galletas, leche y bebidas gratuitas, para consolar a los alumnos que se sentían mal por el resultado de la elección.
Algunos estudiantes judíos dijeron que las universidades de élite tenían un doble estándar, argumentando que esas acciones no ayudaban a que los estudiantes enfrentaran la realidad, recordando que cuando Israel fue atacado por Hamas en el 2023 nadie dio días de ajuste para los estudiantes de esa fe o nacionalidad. Esto muestra que muchos jóvenes o profesores están acostumbrados a recibir trato de víctimas en algo que es un proceso democrático.
Pero el fondo de la elección puede resumirse en números de economía, confianza, minorías cambiando de bando y de edades. Esto nos ayudará a ver si Trump ganó por racismo o porque la gente no quiso más del actual modelo. Primero veamos los temas menores pero que dieron fuerza al tema obvio que es la economía. Hace 8 días comenté en este espacio que el 75% de los electores decían que el país estaba en el rumbo incorrecto. Se dio a conocer que el 8% de los electores no estaban contentos con ninguno de los dos candidatos pero que de ese 8% dos de cada tres decidieron votar por Trump. Esa es la casi exacta cantidad de los votos que Trump tiene por arriba de los que tiene Kamala.
Los números también indican que la diferencia de mujeres a favor de Kamala fue de 9% es decir menos que la de Hilary o Biden, mientras que la diferencia de hombres a favor de Trump fue de 13%. En ese sentido de ver a los electores por raza, sexo o religión encontramos que en varios estados o zonas latinas Trump ganó con más de un 50% de los votos, de hecho, en la región fronteriza hay zonas con el 75% de latinos en las que desde hace 120 años no había ganado un republicano y Kamala perdió varias de esas en Nuevo México, California, Texas, Arizona y Nevada.
Trump llegará a los mismos votos que en el 2020 pero Kamala tendrá casi 13 millones de votos menos que Joe Biden, pero también tuvo menos votos que Obama en 2008.
En Nueva York y Nueva Jersey la diferencia de Kamala fue la mitad de la diferencia de Biden Vs Trump. En el voto judío y musulmán también se vio como los demócratas perdieron porcentajes importantes de los electores. Pero ya entrando en materia que es la economía y la inseguridad habrá que decir que la ventaja de Trump pudo ser mucho mayor de no ser por sus propios errores que al parecer fueron menores a los del otro lado.
Los electores que ganan menos de $50 mil dólares anuales, es decir clase baja, votaron por Trump más que por Kamala, los que ganan menos de $100 mil y más de $50 votaron por Trump 52-46. En los que ganaban más de $100 mil al año es decir clase alta votaron 55% a favor de Kamala y 40% por Trump. Es decir que fue la clase media la que no quiso más del modelo económico y de seguridad pública de Kamala.
Recordemos que en el 2020 la inflación estaba en menos de un 2% y en los últimos tres años alcanzó un 30% acumulado. Recordemos que Kamala apoyó la propuesta 47 cuando fue abogada general de California antes de ser senadora hace 8 años. Esa propuesta llamada “comunidades seguras” permitía que robos menores a $999. dólares fueran tratados con menos severidad que saltarse un semáforo. Esa política fue copiada en otras ciudades y estados demócratas lo que desató del 2020 a la fecha una ola de robo hormiga que según estadísticas llega a los $14 mil millones de dólares anuales.
Esta política, sumada a la inflación, hacia muy difícil a los dueños de pequeños negocios poder mantenerse en pie porque esos negocios no podían soportar robos diarios de miles de dólares en mercancía. Esos negocios en la mayoría de los casos son propiedad de minorías negros, hispanos, árabes, judíos y mujeres solteras. Digamos que en varias ciudades de EUA como San Francisco, Los Ángeles, NY, Chicago, Seattle y otras el robo fue legalizado y a las víctimas incluso transeúntes se les dijo que ese robo era aceptable como parte de una reparación por los abusos en contra de los pobres. Para quedar claros se volvió un estilo México en donde uno sale y no sabe con cuánto regresará y si la tiendita de la esquina tendrá lo que queremos o habrá cerrado por tantos asaltos.
En ese sentido, según los datos el 60% de los empleos de EUA son creados por mini empresarios, esos de los que Kamala decía iba a subir los impuestos del 20% al 30%. Según los datos estadísticos esos mini negocios y su índice de confianza se encuentran en los niveles más bajos solo similares a los del 2020 a mediados de la pandemia. Por cierto, ese mismo índice de confianza de los microempresarios estaba en el 2019 en el nivel más alto desde su creación allá por el año 1950.
Ese nivel de positivismo solo fue tan alto con Ronald Reagan y el punto más bajo se dio en octubre de este 2024 cuando llegó a un 15% de confianza. De hecho, el mensaje de Regan y de Bill y ahora de Trump es un mensaje pro pequeña empresa y desregulación lo que contrasta con el mensaje del partido demócrata.
Hablando de dinero las campañas de EUA costaron $16 billones de dólares. Una locura de dinero de la que Kamala gastó $1 mil millones de dólares vs Trump que gastó como $600 millones. A pesar de esa gran diferencia, desde hace más de 20 años un republicano no ganaba el voto popular. Por cierto, me llama la atención que la derecha en México que incluso pidió campaña en contra de Trump celebre que, en la victoria de Trump, Morena enfrentará una presión por arreglar temas como el narcotráfico.
Ya hablaremos de los primeros pasos que Trump ha prometido llevar en su segunda administración como la eliminación de impuestos al retiro, a las propinas y bajar los impuestos a los negocios del 20% al 15% algo similar a lo que hizo en el 2018 cuando los bajo del 30% al 20%. Por lo pronto otro dato histórico como el del índice de confianza de los pequeños empresarios, es el dato de la bolsa de valores -Dow Jones- que alcanzó su alza más grande en un día de elecciones, récord que llevaba 140 años. Un alza similar solo de vio en los días en los que se concluyó la segunda guerra mundial. Así es, en números Trump parece ser muy bueno, pero ya veremos si lo logra.
Finalicemos con lo que parece ser natural. Trump no es el primer político que al perder una elección lo intenta de nuevo. Es uno de los dos que gano, luego perdió y luego gano de nuevo la Casa Blanca, pero ha habido otros que se lanzaron y perdieron y luego se lanzaron y ganaron. El caso más claro es en los 60s Nixon vs Kennedy, Reagan y claro Biden 3 veces perdedor. De hecho, Kamala perdió las internas en el 2020 vs Biden. Pero ahora Kamala tiene ya fama, poder y claro capacidad para generar dinero en cantidades monumentales.
Obama decía allá en el 2012 … “las elecciones tienen consecuencias” pero algunos gobernadores demócratas dicen que serán un frente contra las políticas del Trump. Digamos que suenan poco democráticos. Pero puede ser que esos políticos estén buscando posicionarse para el 2028.
Así las cosas, Kamala estará atenta a Trump para ver si regresa en el 2028 pasando por la gubernatura de California en el 2026. Otros la han propuesto como ministro de la Suprema Corte de EUA, para esto último tendrían que pasar dos cosas. Uno, la ministro Sotomayor quien ya es grande debería renunciar en estos días para que Biden en menos de 30 días proponga a Kamala y dos, que logre que el Senado la vote antes de que el Senado pase a manos de los Republicanos el 6 de enero o claro de que Trump entre el 20 de enero.
Ya veremos si Kamala se lanza por California, pero obviamente es una mujer con futuro si decide utilizar su capital político cosa que Hillary no hizo. La derrota es huérfana y hoy todos evaden sus responsabilidades por la derrota, pero en la derrota también se puede aprender, como pasó a Trump en el 2020.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…
MUNDO
Inteligencia artificial: La arquitectura del nuevo orden mundial

– Análisis, por Victor Hugo Celaya Celaya
El mapa del poder mundial se ha reorganizado. Hoy, la influencia no se mide únicamente en arsenales o acuerdos comerciales, sino en algoritmos y capacidad de procesamiento.
Nos enfrentamos a un nuevo tablero geopolítico y geoeconómico definido por tres grandes polos de poder: Estados Unidos, con su enfoque en el desarrollo tecnológico, las finanzas y la seguridad; China, que ha apostado por la manufactura avanzada, la innovación y la inversión masiva en infraestructura; y Rusia, que basa su estrategia en el control de energía, minerales estratégicos y su poder militar.
Esta reconfiguración global plantea preguntas cruciales para el resto del mundo. ¿Cómo coexistir con estos bloques? ¿Cómo aprovechar las corrientes de innovación que emanan de ellos sin sacrificar nuestra soberanía? Y, sobre todo, ¿cómo podemos acompasar nuestras políticas públicas y nuestros esfuerzos nacionales para no quedarnos atrás en esta nueva era de equilibrios de poder?
La visión de una «aldea global» que definimos en los años noventa, unida por la apertura del comercio, ha dado paso a una realidad más compleja. La interconexión actual se teje con redes de inteligencia artificial (IA), investigación científica y ecosistemas digitales.
Aunque las tensiones militares persisten, el verdadero campo de batalla se ha trasladado a la biotecnología, la robótica y, de manera central, a la inteligencia artificial. Esta revolución ya impacta nuestra vida diaria, transformando la educación, la salud, el trabajo y la seguridad. Ninguna sociedad puede sustraerse a ella.
LA CARRERA POR EL FUTURO: ESTRATEGIAS EN COMPETICIÓN
Cada una de las grandes potencias ha trazado una ruta clara para liderar esta era tecnológica, obligando al resto de los países a replantear la cooperación y la competencia.
Estados Unidos ha optado por un modelo que prioriza la innovación impulsada por su dinámico sector privado. En 2023, la inversión privada en IA en este país alcanzó los $67.2 mil millones, una cifra superior a la suma de los siguientes 14 países.
El gobierno actúa como un catalizador estratégico, como lo demuestra la Orden Ejecutiva 14110 para el desarrollo seguro y confiable de la IA, o la Ley CHIPS y de Ciencia, que destina más de $52 mil millones a revitalizar la fabricación de semiconductores, el hardware fundamental sobre el que corre toda la inteligencia artificial.
Esta estrategia se materializa en proyectos monumentales como ‘Stargate’, el centro de datos de $100 mil millones de Microsoft y OpenAI, o la Alpha School en Virginia, que ya personaliza el aprendizaje con IA.
China avanza con un enfoque centralizado y dirigido por el Estado, con la meta clara de alcanzar el liderazgo mundial en IA para 2030. A través de iniciativas como «AI+», integra soluciones de IA en sectores clave. El resultado es un ecosistema robusto: se estima que el valor de la industria de IA en China superará los $220 mil millones para 2026.
Este esfuerzo se refleja en su dominio de la propiedad intelectual, acumulando casi la mitad de todas las solicitudes de patentes de IA en el mundo. Gigantes tecnológicos como Baidu, Alibaba y Tencent no son solo empresas, sino instrumentos de la estrategia nacional para establecer estándares globales.
Rusia, por su parte, enfoca su estrategia de IA en la soberanía digital y la seguridad nacional. A través del proyecto nacional “Economía de Datos”, que se extenderá hasta 2030, busca reducir su dependencia de la tecnología extranjera e integrar la IA en sectores gubernamentales clave.
Más que competir en el mercado de consumo global, su prioridad es aplicar la IA para la optimización de sus industrias estratégicas (energía, defensa) y la administración pública. Su marco regulatorio es estricto y busca asegurar un uso responsable de la tecnología, priorizando el control estatal y el desarrollo de talento local a través de iniciativas educativas supervisadas.
La Unión Europea ha decidido jugar un papel distinto, posicionándose como el gran regulador global. Su enfoque no es competir en una carrera de velocidad, sino establecer las reglas del juego. Con su Ley de Inteligencia Artificial (AI Act), aprobada en 2024, introduce el primer marco legal integral para la IA, basado en niveles de riesgo. Este prohíbe aplicaciones consideradas inaceptables (como el «social scoring» estatal) y regula estrictamente los sistemas de alto riesgo.
Este poder normativo se complementa con fuertes inversiones a través de programas como Horizonte Europa y Europa Digital, que movilizan miles de millones de euros para construir una infraestructura de datos soberana bajo iniciativas como GAIA-X y apoyar a un ecosistema de IA «confiable y centrado en el ser humano».
EL DESPERTAR DE AMÉRICA LATINA: PRIMEROS PASOS
Frente a estas estrategias consolidadas, América Latina no es un simple espectador; la región ha comenzado a mover sus propias piezas. Aunque de manera desigual y con retos importantes, están surgiendo iniciativas notables.
En México, la coalición multisectorial IA2030MX ha impulsado una agenda para el desarrollo de una Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial. Polos de innovación como Monterrey y Guadalajara concentran talento y startups, mientras que universidades como la UNAM y el Tec de Monterrey lideran la investigación.
Otros países también marcan el paso. Chile fue pionero en la región al lanzar su Política Nacional de Inteligencia Artificial en 2021, centrada en el desarrollo de talento, la ética y la adopción de IA en la industria. Brasil cuenta con una robusta red de centros de investigación en IA y debate activamente un marco legal propio. Por su parte, Colombia ha establecido un marco ético para la IA en el sector público y promueve proyectos de datos abiertos para fomentar la innovación. Estos esfuerzos, aunque incipientes, demuestran una conciencia creciente sobre la urgencia de participar activamente en esta revolución.
DE ESPECTADORES A PROTAGONISTAS
Ante este escenario, la pregunta para nuestros países es ineludible: ¿nos conformaremos con estos primeros pasos o aceleraremos el ritmo para jugar un rol protagónico? Si queremos dejar de ser simples compradores de tecnología para convertirnos en creadores, necesitamos una hoja de ruta clara y acciones inmediatas.
La interconexión de hoy, definida por algoritmos, nos obliga a innovar. Para ello, es fundamental avanzar en tres áreas estratégicas:
- Formar talento e invertir en educación digital. Esto debe empezar desde la educación primaria y extenderse hasta los posgrados.
- Crear alianzas estratégicas entre universidades, gobierno y empresas. Los esfuerzos aislados son insuficientes.
- Diseñar políticas públicas con visión de futuro. Debemos impulsar el uso integral de la IA y desarrollar un marco ético sólido que garantice la equidad y la protección de datos.
Esto implica fomentar centros de inteligencia artificial que apoyen a startups y consoliden proyectos de investigación propios, aprendiendo de las experiencias globales. La tecnología no debe ser vista como algo «importado» o lejano, sino como un campo fértil donde podemos liderar.
Nos encontramos en un punto de inflexión histórico. La inteligencia artificial está redefiniendo las reglas del desarrollo económico y social a una velocidad sin precedentes. No podemos permitirnos el lujo de la duda o la postergación. La tarea es clara: debemos alinear nuestros recursos, talentos y voluntades para integrarnos de manera soberana y estratégica a esta nueva era. Lo que hagamos, o dejemos de hacer, durante esta década determinará las oportunidades de las próximas generaciones.