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MUNDO

Nueva era en El Vaticano: El último trono de Occidente

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

La elección de un nuevo papa siempre representa un punto de inflexión, no solo para la Iglesia Católica, sino también para el mundo. Aun en un tiempo que se presume secularizado, el humo blanco que emana desde la Capilla Sixtina sigue siendo un acontecimiento de resonancia global.

Con la elección de León XIV, se inaugura una nueva etapa para la Santa Sede, marcada por la expectativa, la incertidumbre y el desafío de ejercer liderazgo moral en una época profundamente erosionada por el ruido, el desencanto y la polarización.

León XIV es un hombre conocido por su formación teológica sólida, su lenguaje directo y su notable capacidad para el diálogo interreligioso. Su vida pastoral ha transcurrido mayormente fuera del Vaticano, lo que lo convierte en un pastor cercano, sin una estructura clerical rígida detrás, pero con una visión claramente universal. Su nombre pontificio no es menor: al elegir llamarse León, evoca a pontífices como León XIII, quien supo navegar los conflictos del siglo XIX con inteligencia diplomática y doctrinal, y sobre todo a León I, el Magno, quien enfrentó la descomposición del Imperio Romano de Occidente con un liderazgo que combinaba firmeza política y sensibilidad espiritual.

León XIV, al adoptar este nombre, parece estar enviando un mensaje de continuidad en el ejercicio de un papado fuerte, que no se refugia en lo ceremonial, sino que se involucra en los asuntos humanos con audacia, aun desde la pequeñez de un Estado de 44 hectáreas.

Más allá de lo doctrinal o espiritual, el Papa —como jefe de Estado del Vaticano y como líder de más de mil millones de católicos— es también una figura política. Su palabra puede no estar sujeta a las urnas, pero tiene una fuerza simbólica y real que impacta en los gobiernos, en las sociedades y en las grandes discusiones de la humanidad. En su encíclica Laudato Si’, por ejemplo, el Papa Francisco hizo más por posicionar el cambio climático en la conciencia global que muchas cumbres internacionales.

Juan Pablo II fue un actor fundamental en el debilitamiento del comunismo en Europa del Este. Benedicto XVI, desde una posición más introspectiva, apuntó contra el relativismo moral como uno de los males más corrosivos de Occidente. El papado, aunque lo pretendan recluir en la sacristía, nunca ha sido ajeno al poder. Es, en sí mismo, una forma de poder.

En un mundo donde los referentes tradicionales se han diluido, la figura del Papa sigue siendo, paradójicamente, uno de los pocos liderazgos que no depende del marketing político ni de las redes sociales. Su legitimidad nace de una estructura milenaria que, con todos sus defectos, sigue representando una continuidad histórica casi sin paralelos. Sin embargo, esta legitimidad no lo exime de las tensiones del presente. De hecho, el Papa debe ser, cada vez más, un equilibrista.

Debe hablarle tanto al africano perseguido por su fe, como al europeo escéptico que ya no pisa una iglesia. Debe condenar las guerras sin alienar a las potencias involucradas. Debe abrazar a los migrantes sin ser instrumentalizado por discursos ideológicos. Debe, en suma, ser la voz de una moral que no responde ni a la izquierda ni a la derecha, sino a una tradición que trasciende las coyunturas.

El mundo que recibe León XIV es, sin duda, más complejo que aquel en el que Benedicto XVI asumió el papado en 2005. Entonces, el debate público aún podía sostenerse en el lenguaje de la razón. Hoy, los algoritmos definen lo que la gente cree, y la posverdad ha vaciado de contenido el espacio público.

La Iglesia Católica, que durante siglos se preocupó por formar conciencias, ahora debe confrontar una realidad donde las conciencias ya no se forman, sino que se deforman a velocidad digital. León XIV deberá encontrar un modo de intervenir sin parecer anacrónico, de hablar sin ser desoído, de resistir sin encerrarse.

Pero no solo la cultura ha cambiado. El contexto geopolítico también exige un papa con sentido estratégico. La guerra en Ucrania, el ascenso de potencias autoritarias, la fragmentación de Europa, la violencia en Medio Oriente, la crisis migratoria y la emergencia climática plantean desafíos concretos y urgentes. No basta con emitir comunicados o hacer llamados a la paz.

El nuevo papa tendrá que articular alianzas, presionar silenciosamente, ejercer diplomacia desde la neutralidad activa. El Vaticano, por más pequeño que sea, sigue teniendo una red diplomática capaz de operar con finura, y León XIV tendrá que utilizarla con inteligencia. En tiempos donde el poder duro domina, el poder moral no debe ser subestimado.

Dentro de la propia Iglesia, el panorama tampoco es sencillo. La crisis de abusos sexuales no ha terminado. Las tensiones entre sectores conservadores y progresistas son cada vez más evidentes. América Latina vive una desafección silenciosa, mientras África se convierte en el nuevo bastión del catolicismo. La sinodalidad, promovida por Francisco, exige ser consolidada sin fragmentar la unidad doctrinal.

León XIV necesitará dotes de escucha y de firmeza, de discernimiento y de decisión. Ser Papa hoy es navegar entre las olas de una barca que ya no navega por ríos tranquilos, sino por un océano lleno de tormentas simultáneas.

Y, sin embargo, en medio de ese caos, el papado mantiene una extraña capacidad para ofrecer sentido. En un mundo que ha reemplazado la verdad por la conveniencia, y la esperanza por la distracción, un líder espiritual puede ser más relevante que nunca. León XIV no está llamado a complacer, sino a recordar. No a alinearse con el espíritu de los tiempos, sino a cuestionarlo. No a ser popular, sino a ser coherente. Esa es la paradoja del papa contemporáneo: debe ser moderno sin renunciar a lo eterno.

El desafío no es menor. León XIV deberá hablar a una humanidad fracturada, cansada, pero aún sedienta de algo que no encuentra en los discursos políticos ni en los mercados. Su éxito no dependerá de llenar plazas, sino de tocar corazones. No de imponer dogmas, sino de ofrecer caminos. En este tiempo donde todo se relativiza, su mayor aporte podría ser precisamente afirmar que no todo es relativo.

En el fondo, el papado siempre ha tenido una dimensión profética. Y los profetas, como bien sabemos, no siempre son escuchados en su tiempo. Pero son necesarios. Porque hay épocas donde el mundo necesita más que explicaciones; necesita testigos. Quizás eso es lo que se espera de León XIV: que sea un testigo valiente de una verdad que no pasa, incluso en una época que lo pone todo en duda.

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MUNDO

Nueva York y el sueño del comunismo

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

En Nueva York la muestra del capitalismo y sus excesos, el pasado jueves se realizaron las elecciones internas (llamadas primarias) del Partido Demócrata. El actual alcalde Adams, expolicía de ascendencia africana, buscará la reelección como independiente, ya que desde el 2023 tuvo serias diferencias con las políticas del presidente Biden. Los republicanos han lanzado un candidato hijo de italianos y de políticas muy cargadas a la derecha.

Así, los candidatos virtuales son: El actual alcalde expolicía Eric Adams, el Republicano Curtis Sliwa, expolicía quien ya perdió contra Adams en el 2021 y el joven carismático, inmigrante, musulmán y pro-comunismo Zohran Mandani. El candidato republicano tiene menos del 7% de preferencia por lo que nos podemos ahorrar el espacio a menos de que el sistema divida entre dos o 3 los votos de la elección final en noviembre de este año. Solo como comentario, mañana se definirá la segunda vuelta de la elección en NY.

El Estado tiene una legislación que pide el 50% de los votos para ser el candidato único de un partido, pero también permite que los dos o tres candidatos punteros de un mismo partido puedan pasar a la final sacando a candidatos de la oposición menos bien posicionados.

Mandani, el político del momento, lleva una ventaja de varios puntos sobre su contrincante interno, el exgobernador Andrew Cuomo, quien como recordarán dejó el cargo después del COVID-19 en escándalos de presunto acoso sexual que se desvanecieron al renunciar al cargo en el 2021.

El exgobernador Cuomo es importante porque a pesar de reconocer que en la primera vuelta fue atropellado por Mandani, no ha dicho a quién apoyará en la general o si se mantendrá en la boleta. Esto es relevante porque Adams está abajo en las encuestas y tiene una imagen general poco favorable, al igual que Mandani. Así es, la mayoría de los electores opinan de manera negativa sobre el joven comunista, siendo Cuomo con su pasado cuestionable el único de los 3 que tiene una imagen con números positivos.

Solo por matemáticas, los Republicanos se podrían sumar a Eric Adams, quien ha buscado ser más de centro, o de bajarse Adams podrían apoyar a Cuomo si es que se mantiene en la contienda, pero si las cosas siguen así en Nueva York, el joven militante del Partido Socialista de América y ahora por necesidad candidato demócrata a los 33 años sería alcalde, y tan solo a siete años de que obtuvo su ciudadanía. Nada mal para ser un recién llegado y una minoría.

Como se ha señalado en otras notas, los jóvenes de EUA están inclinándose al comunismo por sentirse decepcionados por el capitalismo y por la democracia. La mayoría de las universidades públicas de las costas, salvo Texas y Florida, han favorecido programas de educación con tendencia de izquierda recibiendo millones de dólares en donaciones provenientes de empresas situadas en China, Europa u Oriente Medio y con un gran desprecio o resentimiento en contra de la cultura occidental y en particular de la raza blanca y la familia llamada nuclear-tradicional.

La forma en la que se votó por el joven Mandani refleja el electorado de la izquierda de EUA. Básicamente, los demócratas tenían a dos candidatos. Al candidato blanco de edad media avanzada, exgobernador Andrew Cuomo quien perdió con un 36.3% de los votos de la primera ronda y tenían a Mandani, el migrante musulmán quien obtuvo el 43.8% de los votos de esa etapa estando apenas por debajo del 50% que le hubiera garantizado no ir a la segunda ronda mañana martes 1 de julio, para ser el candidato oficial en la elección general de noviembre.

Pero los votos muestran otras cosas más. La mayoría de los votos a favor del joven fueron de personas ricas de raza blanca o clase alta y educada en donde ganó casi 2 a 1 mientras que Cuomo de 67 años obtuvo el voto de las minorías y de las clases populares que en esta elección no participaron en los mismos montos que en otras por sentirse decepcionados.

Desde hace 20 años el Partido Demócrata ha dominado las elecciones en los estados de la costa de ambos lados de EUA. Ese tema podría ser para otra nota, pero lo que es de llamar la atención es el mensaje y la metodología de la campaña del ahora presunto candidato del partido dominante en esa ciudad a la alcandía más importante de ese país y tal vez una de las más emblemáticas del mundo.

California, Washington, Oregon, Nueva Inglaterra y claro, Nueva York, son lugares en los que ser el candidato demócrata es ser prácticamente el gobernador y en las capitales o ciudades más ricas es ser el alcalde. El partido en el poder tiene márgenes del 60 al 70% de los diputados de la zona por el sistema electoral que permite a los partidos tener a múltiples candidatos y a la gente votar por varios candidatos de la manera que uno vota por su primera segunda y tercera opción asegurando al partido que tiene más candidatos votados en las primeras posiciones ganar no solo la 1 sino la 2 y casi todo.

El joven Mandani nació en Uganda, de niño emigró a Sudáfrica en donde hay una ciudad con su mismo apellido y de ahí emigró a EEUU con sus padres. Era músico de hip hop y hace 2 años entró como concejal -regidor- de Queens. Su padre es profesor y su madre una productora de medios y cine muy exitosa.

La campaña de este joven es muy atractiva y claro, apoyado por jóvenes y dos líderes del partido demócrata. Uno es Bernie Sanders, senador por Vermont, también del partido socialista, y por Alejandra Ocasio, la representante (diputada federal) por NY quien es parte del equipo del mismo senador.

Los jóvenes demócratas que en su mayoría apoyan al comunismo ven en el concejal y tal vez, futuro alcalde, lo que el partido perdió con Biden que es la energía, la virilidad, la velocidad de palabra y claro esto mezclado con que es una minoría como lo era Obama. Ya algunos dicen que podría ser el nuevo Obama, pero al no haber nacido en EUA no puede ser presidente, pero su religión le permite acercarse a muchos que no son católicos o judíos. Lo curioso es que tanto él como la representante Alejandra Ocasio hablen tan mal de Estados Unidos, país que le abrió las puertas a sus padres, quienes inmigraron de manera legal.

Su campaña está enfocada en dar apoyos económicos para que edificios de NY sean repoblados por familias pobres con subsidios de gobierno. Crear algo así como las tiendas del programa oportunidades o Diconsa antes y claro dar ingresos básicos, seguro médico y apoyos sociales mínimos a todos los habitantes de NY no solo a los residentes legales sino a todos para lo que propone subir impuestos y pedir préstamos.

No es tan fácil como decir que el capitalismo falló y que por eso avanza la idea del comunismo. No es tan fácil como decir que la democracia falló y que por eso avanza la idea del autoritarismo. Pero es claro que para los jóvenes blancos de EUA y especialmente a los ricos, cada día es más fácil pedir que se regalen cosas o que se den bienes por condición racial o sexual que pedir que haya trabajo y respeto para todos sin importar sexo, raza o credo.

Se sabrá cómo le fue al joven en la segunda vuelta, pero en unas semanas veremos si las minorías lo abrazan como propio o si las minorías abrazan al blanco exgobernador presunto acosador sexual o al actual alcalde que es de raza negra. En noviembre sabremos si la capital del capitalismo es ahora la ciudad más grande y rica gobernada por el comunismo y claro la primera en la historia de EUA. ¿Le llegó su hora al capitalismo? Y ¿quién pagará por esos programas de todo gratis?

Suena padre, pero la vez pasada no funcionó. De todos modos, el candidato es un excelente orador y su mensaje está pegando fuerte desde NY hasta California con los jóvenes y mujeres de clase media alta y raza blanca que se sentían desencantados con Biden y más molestos con la victoria de Trump. “New York, New York” la ciudad que nunca duerme puede estar por despertar al comunismo que nunca se fue.

 

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MUNDO

El auge de los videos de noticieros falsos creados con IA

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Por Redacción Conciencia Pública, con información de DW en Español //

En plataformas como TikTok circulan videos que aparentan ser entrevistas reales con ciudadanos comunes opinando sobre temas políticos. Sin embargo, muchas de estas escenas nunca ocurrieron: ni el reportero ni los entrevistados existen, y todo fue generado con inteligencia artificial (IA).

Un ejemplo reciente muestra a una mujer británica hablando de política frente a una cabina telefónica; aunque convincente, todo fue creado con la herramienta Veo de Google DeepMind, apenas delatado por una sutil marca de agua.

Estos videos forman parte de un fenómeno creciente: los noticieros sintéticos. Aunque el uso de presentadores digitales no es nuevo —China los introdujo en 2018 como una curiosidad—, la tecnología ha avanzado al punto de que cualquier persona puede crear contenido hiperrealista con IA a bajo costo. Esta accesibilidad ha provocado una oleada de contenido falso que imita el formato periodístico, muchas veces con intenciones manipuladoras o provocadoras.

Algunos videos buscan el humor o la parodia, pero otros cruzan una línea más peligrosa al simular reportes de eventos que nunca sucedieron, como convoyes militares o desastres. Estas producciones suelen aparecer durante momentos de crisis, cuando el público está más vulnerable a la desinformación. En muchos casos, no hay contexto ni verificación, solo una narrativa diseñada para sembrar confusión o dramatismo.

El incentivo económico es un motor clave detrás de este auge. Las plataformas como Meta favorecen el contenido viral —aunque provenga de fuentes dudosas—, y los creadores ganan dinero por cada visualización. Esto ha dado origen a «fábricas de basura IA», donde se producen en masa videos sintéticos de baja calidad, especialmente durante noticias de último momento, con cifras falsas y testimonios fabricados para captar la atención.

Detectar estos engaños no siempre es fácil, pero hay pistas: marcas de agua (a veces recortadas), movimientos antinaturales, errores en los labios o gestos faciales y textos con errores. Aun así, muchos usuarios caen en la trampa. El consejo de los expertos es claro: si no quieres ser engañado, acude a medios confiables y con trayectoria. En tiempos donde la desinformación puede ser indistinguible de la realidad, el escepticismo informado es la mejor defensa.

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Nominar a Trump, la devaluación del Premio Nobel de la Paz

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Hay similitudes entre Donald Trump, la Madre Teresa y Nelson Mandela?

La pregunta, lanzada con sarcasmo por un colega, apuntaba a la reciente nominación de Trump al Premio Nobel de la Paz. La respuesta: Trump podría unirse a este selecto grupo.

La idea me dejó atónito. ¿Ha caído tan bajo la credibilidad de este galardón como para premiar a un líder cuya retórica se nutre de confrontación, cuya política persigue a migrantes y carece de un ápice de humanismo?

Hoy martes este debate resuena mientras el mundo observa el conflicto Israel-Irán, donde la autoproclamación de Trump como nominado expone las tensiones geopolíticas y mediáticas.

La nominación, promovida por congresistas republicanos como Buddy Carter y respaldada por Pakistán, parece más un ejercicio de autopromoción que un reconocimiento genuino.

En redes sociales, como X, las reacciones son polarizadas: partidarios de Trump celebran el “logro” con hashtags como #TrumpForPeace, mientras críticos lo tildan de “cínico” y “absurdo”, citando su historial belicista.

Trump prometió evitar “guerras eternas” tras su victoria en 2024, pero autorizó ataques a instalaciones nucleares iraníes el pasado sábado, usando B-2 y misiles Tomahawk. Este acto contradice su discurso, y el supuesto “acuerdo de alto el fuego” con Irán, presentado como mérito, ya muestra fisuras, según posts en X que reportan nuevos enfrentamientos.

La nominación parece un intento de blanquear su imagen tras decisiones controvertidas.

El Nobel de la Paz, históricamente un bastión de humanitarismo, ha perdido brillo. La entrega a Barack Obama en 2009, sin resultados concretos en paz, marcó un precedente de devaluación. Nominar a Trump, conocido por su retórica agresiva y políticas antiinmigrantes, refuerza la idea de que el premio se ha convertido en una herramienta de legitimación política. En X, usuarios ironizan: “¿El Nobel para Trump? ¡Solo falta nominar a Kim Jong-un por sus sonrisas!”.

Esta percepción se agrava por el contexto: el ataque a Irán, justificado por la supuesta inminencia de una bomba nuclear, evoca el engaño de Irak en 2003 bajo Bush, cuestionando la transparencia de EEUU.

Los méritos alegados incluyen el “acuerdo de alto el fuego” y su giro diplomático con Corea del Norte en 2018-2019, aunque este último colapsó. Sin embargo, su intervención en Irán, alineada con Israel, sugiere una agenda de poder más que de paz. En redes, analistas como

@GeoPoliticaMX destaca que la nominación coincide con la presión de Trump para reafirmar la hegemonía estadounidense ante China y Rusia, aliados cautelosos de Irán.

La posibilidad de que Donald Trump reciba el Premio Nobel de la Paz, pese a su retórica de combate y confrontación, plantea un dilema ético y simbólico que erosiona la esencia del galardón. Este escenario no solo reflejaría una devaluación histórica del premio, sino que legitimaría una narrativa donde el poder y la autopromoción prevalecen sobre los principios humanitarios que han definido a figuras como Mandela o la Madre Teresa.

Si el Nobel cae en manos de un líder cuya trayectoria contradice la paz, el desafío será redescubrir su propósito original, promoviendo un diálogo global que priorice la humanidad sobre la hegemonía. Solo así se podrá contrarrestar la ironía de un mundo al revés, donde la confrontación se corona como virtud.

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