MUNDO
Neoliberalismo y agenda identitaria se pasaron de la raya: Vladimir Putin
Publicado en el sitio web del Movimiento de Solidaridad Iberoamericana //
El presidente ruso Vladimir Putin en sus intervenciones en la prensa occidental ha sido muy directo al exponer sin rodeos los elementos de la actual crisis global. Recordemos, por ejemplo, su célebre artículo en el New York Times del 11 de septiembre de 2013, desaprobando abiertamente el “excepcionalismo” profesado por el “establishment” de Estados Unidos.
En ese entonces afirmó ser “extremadamente peligroso incentivar a las personas a verse como excepcionales, cualquiera que sea la motivación de esto, recordando que “todos somos diferentes, pero, cuando pedimos la bendición del Señor, no debemos olvidarnos de que Dios nos creó a todos igualmente”.
Ahora, en extensa entrevista para el diario británico Financial Times londinense, Putin apuntó el dedo hacia el otro pilar de la hegemonía disfrutada por la oligarquía transnacional encabezada por el eje anglo-americano, el liberalismo y su expresión económica, la globalización. Para él, el liberalismo, simplemente, se pasó del punto y agotó sus posibilidades históricas, generando un abismo cada vez más profundo entre los intereses de las elites dirigentes y los de la gran mayoría de la población.
Publicada el 27 en junio pasado, en vísperas del viaje de Putin a Osaka, Japón, para participar en la cumbre del G-20, la entrevista concedida al editor Lionel Barber, un historiador especialista en asuntos europeos y alemanes y al corresponsal en Moscú, Henry Foy, el tema provocó las esperadas airadas reacciones de los representantes del status quo, las cuales reproducimos en nota aparte.
Para Putin, el actual escenario global es más peligroso que el del período de la Guerra Fría.
“(…) Durante la Guerra Fría…había por lo menos algunas reglas a las que todos los participantes de la comunicación internacional más o menos se adherían o intentaban seguir. Ahora parece que no hay reglas. En este sentido, el mundo se volvió más fragmentado y menos previsible, lo cual es más importante y lamentable”.
En especial, golpeó fuerte en la globalización financiera:
“¿Alguien ya pensó en quien realmente se benefició o que beneficios se obtuvieron con la globalización, cuyo desarrollo hemos observado y del que participamos en los últimos 25 años, desde los años 90? China hizo uso de la globalización, en particular para sacar a millones de chinos de la pobreza. ¿Lo que aconteció en Estados Unidos es como esto? En los Estados Unidos, las principales empresas norteamericanas –las empresas, sus gerentes, accionistas y socios- hicieron uso de esos beneficios. La clase media difícilmente se benefició de la globalización. El salario líquido en los EUA (probablemente, hablaremos más tarde del ingreso real de Rusia, que necesita de la atención especial del gobierno). La clase media en los Estados Unidos, no se benefició de la globalización; quedó fuera cuando el pastel se dividió”.
En la parte más citada de la entrevista, Putin arremetió en lo que el propio FT describió como “la ideología occidental dominante desde el fin de la II Guerra Mundial”, además de apuntar el propósito frontal de cualquier Estado nacional soberano efectivamente comprometido con un principio del bien común:
“¿Qué está ocurriendo en Occidente? ¿Cuál es la razón para el fenómeno Trump, como usted lo llama, en los Estados Unidos? ¿Qué está ocurriendo también en Europa? -Las elites dominantes se separan del pueblo. El problema obvio es la diferencia entre los intereses de las elites y los intereses de una mayoría abrumadora del pueblo”, afirmó.
“Claro, debemos tener esto en mente. Una de las cosas que necesitamos hacer en Rusia es nunca olvidar que el propósito del funcionamiento y de la existencia de cualquier gobierno es crear una vida estable, normal, segura y previsible para el pueblo y trabajar en dirección hacia un futuro mejor.
MULTICULTURALISMO
En la entrevista, Putin también se refirió a aspectos políticos y culturales. Así afirmó:
“Existe también la idea liberal, que sobrepasó a su propósito original, nuestros socios occidentales admitirán que algunos elementos de la idea liberal, como el multiculturalismo, ya no son sustentables”.
“Cuando el problema de la migración llegó al auge, muchas personas admitieron que la política del multiculturalismo no es eficaz y que los intereses de la población central deben ser considerados. Aunque aquellos que tuvieron dificultades por causa de problemas políticos en sus países de origen necesiten de nuestra ayuda también. Esto es óptimo, pero ¿los intereses de su propia población? Me pregunto, en la situación actual cuando el número de migrantes que se dirigen hacia Europa Occidental no es solamente un puñado de personas, sino millares o centenas de millares”.
“De esta manera, la idea liberal se tornó obsoleta. Entró en conflicto con los intereses de la abrumadora mayoría de la población. O considere los valores tradicionales. No estoy intentando insultar a nadie, porque fuimos condenados por una supuesta homofobia. Verdad es que los rusos absolutamente no tenemos problemas con las personas LGBT. ¡Dios nos libre! Que todos vivan como quieran. Pero alunas cosas parecen excesivas a los ojos de los rusos. Ellos alegan ahora que los niños pueden desempeñar cinco o seis veces papeles de género. Yo no puedo ni decir exactamente cuáles son esos géneros, no tengo noción. Que todos sean felices, no tenemos problemas con eso. Pero no debe permitirse que ese ideario se sobreponga a la cultura, a las tradiciones y los valores familiares tradicionales de millones de personas que componen la población principal”.
Comparado a Trump, su ex-consejero Steve Bannon y a otros críticos liberales, él defendió una diversidad de ideas como principio organizador de la sociedad, con reservas:
“(…) Pero los liberales no pueden simplemente dictar cualquier cosa para alguien, como lo han intentado hacer en las últimas décadas. El diktat puede observarse en todos los lugares: tanto en la prensa como en la vida real. Hasta mencionar algunos tópicos es declarado impropio. Y ¿por qué? Por esta razón, no estoy de acuerdo en cerrar, amarrar, clausurar, deshacer todo, prender a todo mundo o dispersar a todo mundo. Claro que no. La idea liberal también no puede ser destruida; tienen el derecho de existir y debe incluso apoyarse en algunas cosas. Pero nade tiene ninguna autorización para presentarse como el factor determinante absoluto. Ese es el punto”.
VENENO DEL LAICISMO RADICAL
Instado por Barber, Putin resaltó el papel de la religión en el proceso civilizatorio y volvió a criticar al liberalismo.
“La religión debe desempeñar el papel que tenga en cada momento. No puede ser empujada hacia afuera de este espacio cultural. No debemos abusar de nada. Rusia es una nación cristiana ortodoxa y siempre hubo problemas entre el cristianismo ortodoxo y el mundo católico. Exactamente por eso tengo algunas palabras sobre los católicos. ¿Hay ahí algún problema? Sí, hay, pero los problemas no pueden ser exagerados y usados para destruir a la propia Iglesia Católica Romana. No puede admitirse. A veces, tengo la impresión de que esos círculos liberales están comenzando a usar ciertos elementos y problemas de la Iglesia Católica como herramienta para destruir a la propia iglesia. Ahí está lo que me parece incorrecto y peligroso”.
“¿Será que todos olvidamos de que todos nosotros vivimos en un mundo basado en valores bíblicos? Hasta los ateos y otros viven en este mundo”.
“Nosotros no tenemos que pensar sobre eso todos los días, frecuentar la iglesia y orar, para demostrar así que somos devotos cristianos o musulmanes o judíos. Sin embargo, en el fondo, debe haber algunas reglas humanas fundamentales y valores morales. En este sentido, los valores tradicionales son más estables y más importantes para millones de personas que esa idea liberal que en mi opinión, está realmente desapareciendo, dejando de existir”.
Cuestionado sobre los líderes mundiales de su admiración, el líder del Kremlin apuntó al Zar Pedro el Grande (1682-1721), quien inició un proceso de modernización de Rusia, y al ex-presidente francés Jacques Chirac (1995-2007), “un verdadero intelectual, verdadero profesor, hombre muy equilibrado y muy interesante”. Chirac, según Putin, “cuando era presidente, tenía su propia opinión sobre cada asunto, sabía cómo defenderla y siempre respetaba las opiniones de sus socios”. No lo dijo, pero Chirac, fue también el último líder de una potencia hegemónica europea en demostrar una disposición de contrariar la agenda hegemónica de los EUA, como en el caso de la invasión a Irak, en 2003.
NO, SEÑOR PUTIN, EL LIBERALISMO OCCIDENTAL NO ESTÁ OBSOLETO
Publicado por: MSIa Informa //
Al Financial Times no se hizo esperar. Al día siguiente de su publicación, el 28 de junio, el periódico publicó un inflamado editorial con el título que tomamos prestado para esta nota.
Lastimados en su orgullo, los editorialistas del heraldo de la City de Londres reiteraron que la democracia liberal “sigue siendo el principio organizador en la mayor parte de los países no-petroleros con el más alto nivel de vida”.
Sin embargo, en lo que parece ser un acto fallido, enseguida admiten ser real “el desafío de los populistas nacionalistas, ya que el dominio global pos-Guerra Fría de los Estados Unidos y de la Unión Europea y el sistema que representan se acabó”. Por eso, afirman, “los principales políticos de los EUA y de la Unión Europea deben trabajar más duramente para defender valores y enfocar el malestar”.
Aún así, insisten, “es hacia Occidente que los pobres del mundo y los oprimidos todavía se dirigen abrumadoramente”.
El mismo día, el también londinense Daily Telegraph se juntó a la contrabatería de artillería contra Putin, rotulado como el “dictador del Kremlin”.
“El problema no son los excesos de liberalismo, sino donde la libertad económica se desacopló de la libertad política. Si por lo menos los chinos pudieran disfrutar plenamente de los frutos del liberalismo, probablemente, esto tornaría un desarrollo más justo y más equitativamente distribuido, pues la experiencia de la Historia es que cuanto más libres son los pueblos, mayor es su calidad de vida.
“Esta es una lección que el Sr. Putin, obviamente, no tiene disposición de encarar: él no puede tolerar el escrutinio, porque, si lo hiciera, su propio régimen esclerotizado y autoritario, seguramente, se desmoronaría. No solamente quiere causar problemas en el exterior, sino también quiere construir un raciocinio ideológico para su dictadura en casa” (…)
En su furia, los editorialistas del Telegraph dejaron de comentar que Putin fue electo y reelecto en elecciones monitoreadas por organizaciones internacionales, quienes jamás apuntaron irregularidades de importancia en las mismas, con niveles de aprobación inigualados por ninguno de sus colegas en Europa o en América del Norte.
En Osaka, para la cumbre del G-20, el presidente de la Unión Europea, Donald Tusk, también ofreció su contribución: “Quien quiera que proclame que la democracia liberal está obsoleta, también afirma que las libertades son obsoletas, que el mando de la ley está obsoleto y que los derechos humanos son obsoletos…Lo que creo realmente obsoleto, son el autoritarismo, los cultos a la personalidad, el mando de oligarcas, aunque, a veces, puedan parecer efectivos (Euractiv, 28 de junio de 2019).
El hecho de que Putin parezca haber tocado un nervio expuesto del Establishment oligárquico quedó evidenciado en la columna de esta semana del editor del FT, Martin Wolf, quien ha hecho sensatas críticas a la hegemonía de la globalización financiera, pero no se tragó las críticas a su ideología de estimación. En el texto el “Liberalismo resistirá, si fuera renovado”, hasta se dispone a sustentar sus críticas a la globalización, pero no admite que estas provengan de Putin, a quien considera oriundo de la “autocracia zarista”.
Para él, “bajo el comando de Putin, Rusia se apartó del liberalismo. En gran medida como resultado de esto, la economía de Rusia está en su peor estado”. Además, dice, “el exhibicionismo (sic) de Putin en el escenario mundial es una forma de desviar la atención de pueblo ruso de la corrupción de su régimen y del hecho de que su gobierno no haya proporcionado una vida mejor a los rusos”.
No obstante, admite que el presidente ruso no está del todo errado:
“Putin, no obstante, está cierto en una cosa. Las democracias liberales encuentran dificultades, pero notablemente no se refiere a su capacidad de absorber inmigrantes y de administrar la desigualdad. Las sociedades liberales de hecho necesitan de identidad y de valores compartidos. Esto es perfectamente compatible con la inmigración y la tolerancia a las diferencias culturales. Pero ambas necesitan administrarse: de otra forma, el descontento popular va a elevar al poder a líderes que desprecian las normas de la democracia liberal. El frágil equilibrio, entonces, puede despedazarse (…).
“El liberalismo en mucho puede tener una perspectiva bien exitosa. En muchas democracias liberales, sin embargo, las personas, en especial las élites, parecen haberse olvidado del equilibrio que necesita ser alcanzado entre individuo y sociedad, entre global y doméstico y entre libertad y responsabilidad”.
Pero, al final, vuelve a arremeter contra Putin, quien, para él, “no logra conseguir un orden social que no se fundamente en la fuerza y en el fraude” –afirmación que, de hecho, se aplica mejor al núcleo duro del eje anglo-americano, de cuyo brazo financiero Wolf es uno de los principales portavoces. Por eso, de forma casi aflictiva, aplaude a sus pares: “Sabemos más de lo que es eso. Pero también necesitamos hacer más, mucho más”.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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