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JALISCO

Gobierno desaparecido: La marcha que desnuda la impunidad

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– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco

Un niño preguntó en la marcha por qué su padre estaba en la lona y no en casa. La madre, con la voz rota por el cansancio de tres años, respondió lo que la Fiscalía de Jalisco calla desde el primer día: “porque aquí no buscan a nadie”.

Esa escena, tan breve como brutal, explica lo que ocurrió el 30 de agosto en Guadalajara: cientos de familias arrastrando fotografías en lugar de abrazos, nombres en carteles en lugar de voces en la mesa, retratos colgados en pancartas en lugar de vivos.

El escenario fue la avenida Chapultepec, convertida en galería macabra: paredes humanas de cartón y lona con rostros que se repiten como si fueran estampas de un álbum interminable. Colectivos de nombres luminosos —Luz de Esperanza, Madres Buscadoras de Jalisco, Corazones Unidos en Búsqueda, Entre el Cielo y Tierra— marcharon con la resignación activa de quienes saben que no habrá Estado que los acompañe. Más brigadas de madres con palas que ministerios públicos con oficio. Más plegarias y consignas que sentencias.

El archivo 15,838 es el verdadero expediente del estado. Así debería llamarse: “Caso Jalisco”. Son más de quince mil ochocientas treinta y ocho personas desaparecidas. No es un número: es la nómina macabra de un gobierno que tolera el secuestro permanente. Es el catálogo del fracaso institucional. Marta Leticia García, de Entre el Cielo y Tierra, lo resumió con precisión quirúrgica: “Cada 30 de agosto que pasa, las cifras siguen aumentando sin que haya medidas reales de prevención ni sanciones”.

El dato no miente: Jalisco concentra casi una tercera parte de los desaparecidos del país. Supera a Tamaulipas, a Veracruz, a Guanajuato. Si esto fuera un campeonato, Jalisco sería líder absoluto en la tabla del horror. Y las autoridades, en lugar de pedir disculpas, presumen avances que no existen, sentencias que se cuentan con los dedos de la mano, búsquedas que se hacen más en comunicados que en terrenos.

En medio de la marcha, familiares de desaparecidos sostenían las fotografías de sus hijos, padres, esposos y amigos. Algunos con años de búsqueda que no han dado frutos. Años de puertas cerradas en la Fiscalía.

El comentario es generalizado: “Voy a pedir informes de la investigación y siempre es lo mismo, casi yo tengo que hacer la investigación para llevarles pruebas a ellos”, denuncian los familiares de los desaparecidos. La frase es un dardo en el corazón del sistema: el Estado obliga a las víctimas a convertirse en detectives improvisadas.

No es exageración. Madres que pagan investigadores privados, familias que rastrean llamadas, colectivos que cavan con picos comprados en ferreterías de barrio. Mientras tanto, la Fiscalía, con presupuesto millonario, produce carpetas de papel mojado.

Entre 2018 y 2024, Jalisco apenas consiguió 35 condenas por desaparición cometida por particulares y ocho por desaparición forzada. En 2025, suman nueve sentencias. Haga cuentas: con más de quince mil casos, la impunidad roza el 99.9%. Dicho en lenguaje llano: desaparecer en Jalisco es un delito de bajo riesgo, casi un negocio seguro.

Los nombres ya forman un rosario: rancho Izaguirre, La Vega, Las Agujas. Cada sitio descubierto añade más cuerpos a la lista, más bolsas negras al conteo. Espacios donde la tierra se convierte en archivo, donde la pala sustituye al expediente. Cada hallazgo, lejos de ser un triunfo de la Fiscalía, es la confirmación de su fracaso. No encuentran vivos; encuentran muertos. Y casi nunca por ellos mismos, sino por las familias que insisten en buscar.

Héctor Flores, de Luz de Esperanza, lo dijo sin rodeos: “Encontramos a nuestros hijos despedazados, torturados o esclavizados en vida”. La palabra “esclavitud” no es metáfora: es literal. En los testimonios se documenta el reclutamiento forzado para sicariato, para la producción de drogas, pero también para la pizca de aguacate, de limón, de caña. Mano de obra gratuita para el crimen. El desaparecido convertido en jornalero, en recurso explotable, en herramienta descartable.

El contraste es grotesco. Mientras miles de familias buscan a sus seres queridos, la Fiscalía apenas acumula expedientes como si fueran objetos perdidos. Más que ministerio público, parece la Oficina Nacional de Extraviados. “Se le perdió un hijo, vuelva en seis meses”, parece ser la consigna tácita. La ironía duele: la institución creada para proteger a las personas funciona como bodegón de papeles sin salida.

Y cuando detienen a algún sospechoso, el resultado es igual de indignante: pruebas débiles, carpetas mal integradas, jueces que liberan. El caso de Teuchitlán fue emblemático: policías municipales que operaban como escoltas de criminales. ¿Qué puede esperar el ciudadano cuando la patrulla es taxi de secuestro?

La justicia se vuelve simulacro: se detienen “sospechosos” para la foto, se filtran comunicados que hablan de avances, pero la realidad es que la impunidad se recicla una y cuando la marcha llegó a Palacio de Gobierno, las paredes de cantera fueron cubiertas con lonas de desaparecidos. La sede del poder convertida en muro de acusaciones. Cada rostro colgado era una denuncia silenciosa: usted, señor gobernador, no busca. Usted, señor fiscal, no previene. Usted, señor Estado, no sanciona.

La imagen fue brutal: el poder custodiado por policías, rodeado de fotografías de sus propios fracasos. Un espejo incómodo que no puede maquillarse con ruedas de prensa.

El clamor no fue solo un acto de memoria, fue un interrogatorio político: ¿Dónde están? ¿Quién los desapareció? ¿Quién se beneficia de su ausencia? Preguntas que la Fiscalía archiva en la gaveta equivocada. Preguntas que ningún funcionario se atreve a responder.

Mientras tanto, la sociedad mira de lejos, como si el dolor ajeno no fuera una advertencia propia. Pero la desaparición no es un problema de colectivos: es un crimen de lesa humanidad que erosiona la estructura del Estado. Hoy son las madres las que cavan, mañana serán comunidades enteras las que entierren su confianza en las instituciones.

Jalisco arde en la paradoja: tierra del tequila y de la innovación tecnológica en los discursos oficiales, pero territorio de fosas clandestinas en la realidad. Valle del Silicio en los folletos de inversión, pero valle del silencio en las fiscalías. Estado de modernidad en el eslogan, pero estado de madres con palas en el campo.

Con 15 mil desaparecidos, lo que se tambalea no es solo la seguridad pública, sino la idea misma de Estado. Porque un gobierno que no busca a sus ausentes es, él mismo, un gobierno desaparecido.

En X: @DEPACHECOS

 

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JALISCO

Paro de labores en instalaciones de Conagua en Jalisco; hay denuncias de acoso laboral

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– Por Mario Ávila

Esta mañana tuvo lugar un paro de labores por parte de los trabajadores de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), que podría llegar a la huelga si no se atiende la demanda de frenar el acoso laboral y el incumplimiento de prestaciones laborales como pagos puntuales, escalafón, uniformes, entre otros

Una veintena de trabajadores hicieron que las oficinas centrales de Conagua en Guadalajara, en Federalismo norte 275, amanecieran tapizadas con mensajes de reproche en cartulinas y una gran lona mediante la que exigen respeto y advierten: «Basta de violaciones y abusos constantes a nuestras condiciones generales de trabajo».

Exigen también a los directivos de la dependencia federal que se podría recurrir incluso a hacer valer el derecho de huelga. En las pancartas colocadas en el lugar, se leen consignas como “¡Basta de acoso por parte del director!”, “Respeto a los acuerdos nacionales y a todas nuestras prestaciones de base”, a la vez que exigen el pago por uso de vehículos particulares en diligencias oficiales.

De acuerdo con la dirigente sindical, las autoridades responsables solo les brindan promesas para levantar los paros, pero no han resuelto sus demandas desde 2022. Por ello, en esta ocasión decidieron tomar las oficinas nuevamente para alzar la voz.

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JALISCO

El silencio se vuelve arte en Tlaquepaque con la exposición de Carlos Gill

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Por Francisco Junco

San Pedro Tlaquepaque abrirá sus puertas al poder evocador del silencio. Del 5 al 30 de septiembre, el Centro de Atención al Turista (CAT) se convertirá en un espacio donde la quietud dialoga con el color, gracias a la exposición “El Poder del Silencio”, del pintor plástico Carlos Gill Villarruel, quien presenta 38 obras cargadas de misticismo y contemplación.

“Pintar es aprender a suspender el ruido del mundo exterior y adentrarse en un espacio íntimo donde los objetos más simples revelan su grandeza”, expresó Arwin Armando Matanael Ramos Casas, director de Desarrollo Artesanal y Turístico del ayuntamiento.

Para él, el silencio no es ausencia, sino lenguaje; es una forma de comunicación profunda que se revela en cada trazo. Las piezas, trabajadas principalmente en óleo, muestran un universo en el que la pintura se vuelve espejo del pensamiento y la memoria.

Cada lienzo, explicó el funcionario, refleja momentos íntimos de la vida del artista y convierte lo cotidiano en símbolos de introspección y espiritualidad.

La sede de la exposición, el CAT de Tlaquepaque, añade un valor especial, que no solo será galería temporal, sino también escenario donde visitantes locales y turistas podrán detenerse a escuchar con los ojos y redescubrir el arte mexicano. “Son obras que embellecerán este icónico lugar”, destacó Matanael Ramos Casas.

Con esta muestra, el municipio reafirma su vocación como cuna cultural. Cada mes, el CAT se viste de arte, acercando a la gente a creadores nacionales y recordando que la pintura no solo se observa, también se siente. En septiembre, la cita es con el silencio, convertido en fuerza creadora por la mano de Carlos Gill.

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JALISCO

PRI Jalisco llama a vecinos a sumarse en defensa de Colomos ante la Procuraduría de Desarrollo Urbano

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– Por Francisco Junco 

El Bosque Los Colomos, pulmón verde de Guadalajara y Zapopan, volvió a ser motivo de defensa. Desde este espacio natural, la presidenta del PRI Jalisco, Laura Haro Ramírez, hizo un llamado directo a los vecinos para que interpongan quejas formales ante la Procuraduría de Desarrollo Urbano y así blindar jurídicamente el área natural frente a la voracidad inmobiliaria.

“Colomos no es un capricho, es un refugio de vida, de agua y de esperanza para miles de familias”, expresó y recordó que su lucha por Colomos inició desde que era estudiante de la Preparatoria 7, y subrayó que la defensa del bosque ha sido genuina, sostenida y respaldada con acciones concretas.

“Aquí sembramos árboles hace más de 20 años, aquí construimos un legado que no se puede perder. No se trata de colores ni de partidos, se trata de defender nuestro derecho a respirar aire limpio y a tener agua en nuestras casas”, afirmó frente a vecinos y militantes reunidos.

La preocupación, explicó, radica en que parte de Colomos se encuentra en riesgo por la presión inmobiliaria. El bosque es parte de una cuenca hidrológica que abastece a miles de hogares en la metrópoli.

“Sería un error gravísimo intercambiar un bosque por torres de lujo”, advirtió Haro, quien reiteró que los manantiales y arroyos del lugar son vitales para la ciudad.

La diputada Alondra Fausto reforzó el mensaje al anunciar que, desde el Congreso, impulsarán la declaratoria de cinco nuevas áreas naturales protegidas en el estado.

“Cada hectárea que logremos preservar será una garantía de agua, aire limpio y vida para nuestras hijas e hijos. No se trata de moda, es una urgencia”, declaró.

La diputada Cuquis Camarena reveló que la Procuraduría de Desarrollo Urbano no ha recibido ni una sola queja vecinal sobre Colomos, razón por la cual pidió a la ciudadanía actuar de inmediato. “El bosque no puede ser un botín de inmobiliarias. Necesitamos que los vecinos se sumen con denuncias, porque sin ellas la autoridad no puede intervenir”, puntualizó.

En la rueda de prensa, el PRI Jalisco insistió en que Colomos pertenece a todos los jaliscienses. “Cada árbol es un testigo de nuestra historia colectiva”, dijo Haro. El llamado que defender Colomos no es sólo un deber político, sino un acto de amor por la ciudad y un compromiso con las futuras generaciones.

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