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MUNDO

Los destrozos económicos de la pandemia: Reacomodos del poder en el orden mundial poscovid

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

En Shanghái abre Disneyland, Sur Corea reinició sus temporadas de deportes profesionales con estadios vacíos, en Europa reabren algunos mercados y las ligas profesionales de futbol convocan a sus jugadores para continuar sus campeonatos, en EUA se anuncian las primeras fechas para los deportes profesionales y en medio Oriente reabren templos para oración con distanciamiento al interior de los mismos.

PANDEMIAS DE SALUD Y SUS HERMANAS ECONÓMICAS

Las plagas de Egipto aceleraron la liberación de Israel, la Plaga Justiniana que aceleró la caída Imperio Bizantino, la Muerte Negra en Europa que dio fin al feudalismo, hasta la Gripe Española que acentuó La Gran Depresión, podemos ver que a cada pandemia corresponde una reorganización del poder político-económico tanto de las regiones más afectadas como de aquellas que lo fueron menos y por ende podrían ser beneficiadas.

El costo de contener una epidemia puede ser alto, pero el de no hacerlo puede ser incalculable. Desde hace dos mil años Antes de Cristo en todos los ejemplos anteriores e incluido el COVID19 afectaron más en las zonas urbanas. En todas el comercio y el turismo ayudaron a su propagación y en todas aceleraron los procesos que ya estaban en marcha.

Aquí en nuestra tierra, la conquista española fue acelerada por la Viruela en 1520 y más recientemente, la caída del PAN por la Epidemia del 2009 que acentuó los efectos de la crisis económica del 2008.

No todo cambio es motivado por una pandemia pero cada gran pandemia ha influido en la economía modificando patrones de conducta acelerando los cambios y trasladando o acentuando el poder de algunos países.

LA HISTORIA SE REPITE

En el 2020 se enfrentan dos modelos de gobierno ambos imperialistas. Por un lado, EUA y Europa tratando de mantener su liderazgo económico cultural de capitalismo que ha degenerado en extremo con una concentración de la riqueza obscena pero con libertades de expresión, de manifestación, de pensamiento y de credo vs China con un capitalismo también extremo que sustenta a un estado autoritario-moderno en el que los mismos empresarios de Occidente se mezclan con los de Oriente y crean el Neocapitalismo de Estado-Socialista.

El COVID19 ha hecho evidente la falta de capacidad de los estados democráticos o autoritarios para mantener la confianza de su población en una crisis que ya es usada por ambas potencias para generar bandos y empezar el reparto de los botines de guerra.

Las “fake news” son herramientas de desinformación como lo sabe cualquier estratega militar y en la era de las “redes sociales” juegan un papel vital para posicionar pensamientos, propaganda y claro división entre las líneas del “enemigo”. Así EUA trata de ocultar que después de haber cerrado a China debiera haber cerrado a Europa y haber invertido en equipos de protección y detección para evitar el pánico. Pero Trump no quería arriesgar su acuerdo comercial con China y claro su reelección mientras que los demócratas de Nueva York, California, Washington, etc., estaban ocupados enjuiciándolo y acusándolo de histérico por cerrar las fronteras con China. EUA trata desesperadamente de recuperar su imagen ofreciendo apoyo económico y médico a medio mundo hasta a Rusia.

China trata de ocultar que en efecto le ocultó y mintió al mundo sobre la epidemia que padecían desde noviembre o diciembre del 2019 y que denunció el valiente Dr. Li Wenliang a quien encarcelaron por sonar la “alerta” en diciembre del 2019 y después murió del mismo malestar. En tanto el gobierno de Beijín utiliza su poder económico para pedir a países que se pronuncien a su favor reconociéndoles el manejo del COVID19. A cambio naturalmente habrá inversión y de inmediato aviones con equipo médico.

El mundo estará entre capitalismo global, un capitalismo local al estilo Kaynes que decía “vivir con lo nuestro” o neo-capitalismo de Estado-Socialista global. El COVID 19 sólo acelerará los efectos del choque entre estos 4 grupos ideológicos. Los globalofílicos tienen presencia cuando menos en el modelo de Capitalismo Obsceno y del Neo-capitalismo de Estado-Socialista.

El COVID19 no disminuirá la fuerza laboral como lo hicieron las otras epidemias, pero como pasadas pandemias sí generará nuevas tecnologías. La oportunidad-riesgo de cada país es reorientar sus industrias para evitar que el desempleo crezca por la baja de consumos, la modificación de patrones de conducta y la automatización que será preferida por una nueva era de personas con miedo al contacto humano por un buen rato. Está por verse si habrá inflación como en otras pandemias, pero ya hubo devaluaciones como también las hubo en las demás.

ELECCION EN LA OMS EL PRIMER “BOTÍN”

Anualmente la Organización Mundial de la Salud –OMS- realiza su Asamblea General con la participación de los países miembros. Dicho evento se realizará “virtualmente” el próximo 18 de Mayo con agenda reducida, enfocada en el COVID19 y en la elección de 10 de los 34 integrantes de su “Junta Directiva”. Dicho órgano de gobierno Interno de la OMS se elige de manera trianual escalonada y representativa de seis regiones del mundo en las que la OMS está dividida. Ese órgano supervisa de manera directa al director general de la organización y de manera indirecta sirve como escaparate para candidatear al que será el próximo director de la misma. Recordemos que el actual director ha sido acusado por varios países occidentales y dos asiáticos de tener una ideología chino-céntrica.

En fechas recientes además de EUA, Australia, Francia, Suecia, Inglaterra y Japón han pedido que se investigue la reacción y transparencia de China sobre el brote inicial y el actuar de la OMS, esta solicitud ha sido contrarrestada con una activa campaña China tanto mediática como diplomática para descalificar las dudas e indicar que estas son producto y reflejo de una incapacidad de los países denunciantes por contener el virus con el mismo éxito que logró el gigante asiático. China amenazó públicamente a Australia con represalias comerciales por pedir investigaciones del origen del COVID19.

La Unión Europea comandada por Alemania, ha tratado de ser mesurada entre las pretensiones y acusaciones mutuas Washington-Beijín, pero la misma UE se quejó el pasado 6 de mayo, cuando en los periódicos chinos censuraron y eliminaron parte del comunicado oficial firmado por los 27 embajadores de dicha eurozona acreditados en el país asiático. El documento era para conmemorar el 45 aniversario de la relación EUA-China y contenía un párrafo –que fue borrado- en donde hacía referencia a que el COVID19 “había sido originado en China”, peor ofensa no se hacía. Esta censura hizo patente el control mediático-informativo del gobierno de Beijín en sus fronteras y motivó quejas diplomáticas oficiales por la “alteración del documento oficial”

MIÉNTEME CON LA VERDAD

En este ámbito de sospechas y acusaciones internacionales y de elecciones en la OMS, el pasado viernes 8 de mayo el Dr. Ben Embarek, jefe del programa científico de enfermedades provenientes de animales y de seguridad alimentaria de la propia OMS, declaro que “aún era incierto si el mercado de Wuhan”… “era la fuente del virus o únicamente había jugado un rol en la distribución del contagio”. Lo anterior pone en entredicho la versión oficial de la propia OMS, del gobierno chino y de muchos que para no investigar prefieren repetir. El importante científico declaró que China ha enviado “mucha información” pero que a la fecha –es decir 6 u 8 meses y 210 países después del contagio inicial “China no ha invitado a expertos de la OMS ni de ninguna otra instancia externa, a investigar este hecho”.

Las afirmaciones de Dr. Embarek resultan perturbadoras en especial cuando Israel informó que de “coincidencia” –tal cual- llevaban casi 4 años estudiando vacunas para infecciones de este tipo en sus laboratorios BSL4 –militares-, tal como el que existe en Wuhan a unas cuadras del famoso mercado origen de los primeros contagios oficiales.

El departamento de salud israelí también informó que ya cuenta con la vacuna para prevenir el COVID19, que estaría patentándola y contactando a los laboratorios indúes y americanos para que fabricasen dicha vacuna en ese país. Esta es una más de la larga cadena de “coincidencias” que rodean al COVID19. Incluida las tres publicaciones literarias que desde los años 80´s al 2019 hablaban de infecciones de este tipo e incluso señalaban a Wuhan como el lugar en el que se darían.

Así las cosas algunos de los sistemas de “inteligencia internacional” que fallaron en informar a tiempo, puede que estén tan apenados que prefieran no saber lo que pasó, prefiriendo decir “verdades a medias” que serían mentiras completas, como lo es aseverar que el primer contagio se dio en el “mercado” o en el “laboratorio” sin poder probarlo, repitiéndolo como en su tiempo se repetía que “la tierra era plana”.

Con una cadena de producción tan globalizada será difícil ver quién es el ganador de esta guerra. Una hamburguesa cuya carne sea de Brasil, procesada en Indonesia, con empaque vietnamita, aceite del poniente africano, sal chilena, cátsup china y consumida en Costco de Nueva York o de París, se vería afectada por cambios en cualquier continente.

Por lo pronto EUA y China seguirán –dicen-, con su acuerdo comercial pero preparan distintos terrenos de batalla en organizaciones o territorios externos a los propios, así el daño interno es menor. Naturalmente, China juega a largo plazo mientras que las democracias juegan con el riesgo de que en la próxima elección el nuevo líder o su pueblo, sean influenciados por las desinformación y acepten por ignorancia las pretensiones del competidor. En la era de la “post verdad”, opiniones son presentadas como hechos, devaluando la información en detrimento de la gente.

Aprovecho para felicitar a las enfermeras por su Día Internacional que se celebra mañana y a todas las Mamás de nuestros lectores.

Dios nos acompañe ¡Feliz Semana!

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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