OPINIÓN
Alfaro y el Presidente: Tregua o viraje

Opinión, por Pedro Vargas //
Desde hace meses un grupo de gobernadores se han dedicado a criticar la política seguida por la 4T. De los más destacados en tal aspecto han sido los ejecutivos de Jalisco, Colima y Guanajuato. Inclusive, cierta porción de políticos, comentaristas y empresarios, han especulado que el Ing. Enrique Alfaro se desempeña como una especie de líder anti López Obrador, aunque no ha aceptado expresamente tal postura, si bien a veces da señales como que no le desagrada.
Con motivo del caso del albañil Giovanni López ocurrido el 4 de mayo y cuya indagatoria afloró hasta un mes después debido a manifestaciones populares que exigían justicia, y que generaron detenciones irregulares por parte de policías estatales, al parecer de la Fiscalía General de Jalisco, el ejecutivo local emitió declaraciones candentes. Según afirmó el jueves 4 de junio, las personas que protestaron pidiendo justicia, ni siquiera son de Jalisco, y precisó: “Le pido al Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) que le diga a su gente y a su partido (Morena) que ojalá estén midiendo lo que hacen, el daño que generan al país con este ambiente de confrontación”. Es entonces que pronunció su ya célebre frase de que «desde los sótanos del poder en la Ciudad de México» se orquestó la protesta por la muerte” de Giovanni.
Muchos otros aspectos han tocado los gobernadores que impugnan acciones u omisiones del Presidente, destacando entre tales temas la estrategia relativa a la lucha contra el Corona Virus y, de manera muy especial, lo referente a las participaciones o recursos que la Federación entrega conforme la Ley de Coordinación Fiscal a los Estados.
Para nadie es oculto que la delincuencia que conlleva inseguridad, es un gravísimo problema nacional y que algunos lugares llegan a niveles de crisis. Tal es el caso de Guanajuato, Colima y Jalisco. Por ello llamó la atención que el primer mandatario decidiera realizar una gira por esos tres Estados, la cual se desarrolló del 15 al 17 de julio.
La primera escala en esa que se veía como complicada salida presidencial, fue en la empanizada Guanajuato. Allí el gobernador Diego Sinhue Rodríguez Vallejo, panista de perfiles al estilo foxista, había declarado en diciembre pasado, sobre una alusión del Secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, quien expuso que el gobernador no había asistido a más de tres reuniones sobre seguridad, que eso era mentira: “Yo digo que es falsa esa información, porque aparece que tres veces he ido y yo no he ido a ni una, entonces son falsos los datos. No he estado ni iré a esas reuniones,… ya lo había dicho públicamente y lo vuelvo a repetir”.
De entonces a la fecha, la situación de esta entidad se empeoró, alcanzando un ambiente pésimo en inseguridad, convirtiéndose en líder de homicidios nacionalmente, sufriendo las tropelías del Cartel Santa Rosa y mostrando alarmante descomposición política, conforme análisis del periodista guanajuatense Arnoldo Cuéllar.
Pero se llegó el día del encuentro con AMLO y el discurso de ese miércoles 15 ante el Presidente fue todo lo contrario a lo esperado: El gobernador se comprometió a asistir a las reuniones sobre seguridad, incluso el fin de semana.
Hoy vimos -dice el periodista antes señalado- a un gobernador Diego Sinhue muy borrado y doblando las manos. Y hasta se arrepintió, pues confesó: “Es muy importante destacar este acto de rectificación, nosotros no podemos ser autocomplacientes, regodearnos en nuestras posturas cuando no son las mejores en beneficio de la colectividad, el hecho de rectificar y decir ‘no era lo más adecuado y ahora vamos todos juntos’ es muestra de mucha responsabilidad de parte del gobernador. Esto es lo que estamos ahora inaugurando una nueva etapa en esta relación”. Y el Presidente simplemente concluyó: “Se inicia una nueva época de coordinación para lograr salir avante en la lucha contra la delincuencia y la inseguridad”.
El jueves 16 de julio arribó AMLO, en medio de la lluvia, al mero Jalisco, donde inauguraría un edificio de la Guardia Nacional en Zapopan y como siempre, daría su conferencia mañanera. En ésta, Enrique Alfaro, al abrir la sesión, dijo que valora la visita del Presidente en tiempos complicados, añadiendo: “Su presencia aquí es una señal clara de que podemos superar los momentos de tensión que se han vivido para cerrar filas con usted por el bien de México”.
El mandamás jalisciense agregó que hará todo lo posible para alcanzar ese propósito, y remachó al afirmar que: “Asumo con entereza y humildad, la responsabilidad de corregir lo que yo haya hecho mal, usted tiene mi respeto y mi aprecio. Sé que Jalisco cuenta con su presidente”.
Desde hacía varias semanas, Enrique Alfaro había buscado una entrevista con López Obrador, por lo que ahora que lo tuvo enfrente, le aseguró que busca reconstruir la relación entre ambos gobiernos y le propuso “corregir el rumbo para iniciar una nueva etapa de diálogo y cooperación” con base en el respeto, asegurando que “sólo pedimos ser escuchados, que los asuntos de interés nacional, en los que los estados que formamos este país no estemos de acuerdo con la federación sean puestos sobre la mesa con voluntad para encontrar una salida”.
Los más delicados temas en que Alfaro centra sus diferencias con la Federación, podemos decir que son: el de energías limpias, donde se tuvo que acudir a una controversia constitucional; la inseguridad, renglón en el cual insiste que ya se logró reducir la incidencia delictiva y la cuestión fiscal, pues considera que se deben otorgar mayores recursos a la entidad. Esto sin olvidar diferendos como es el caso de la última confrontación pública que tuvieron ambos gobernantes, cuando Enrique Alfaro acusó al gobierno federal de estar detrás de la manifestación violenta que se registró el 4 de junio en el centro de Guadalajara con motivo del caso Giovanni López.
Por cierto, que cuestionado al respecto en la conferencia mañanera del jueves, Alfaro mencionó que entregaría las pruebas al Presidente -a quien calificó de “hombre de bien, que no haría algo para lastimar a Jalisco- para que sea él y nadie más quien valore lo sucedido, pues no pretende seguir el camino de la confrontación con el mandatario nacional”.
Sobre el Pacto Fiscal o sea la Ley de Coordinación, no deja de tener justificación el ejecutivo jalisciense, materia en la cual el Primer Magistrado Federal ha concedido cierta razón a los gobernadores, pero como lo dice, en su momento y de acuerdo al interés de la República, ya que los recursos generales deben distribuirse racionalmente para que el país camine armónicamente. El gobernador insistió en que sin la ayuda de la federación los estados no podrán hacer frente a la dificultad económica que provoca la pandemia, “crisis de proporciones nunca antes vista”.
Da la impresión de que a partir de ahora, sobreviene no un viraje del Ejecutivo jalisciense, sino una tregua entre él y AMLO.
Finalmente el Presidente visitó Colima, donde el priista José Ignacio Peralta Sánchez, regentea la administración estatal y en no pocas ocasiones ha mostrado cierta hostilidad a la 4T. Frente al jefe del Gobierno Federal le manifestó algo que casi lo copió a Enrique Alfaro: “Encontrará en mi a un interlocutor respetuoso, pero también defenderé mi punto de vista, que las coincidencias no impliquen sometimiento y las diferencias no impliquen confrontamiento”.
En conferencia de prensa reveló: “El decir estar conmigo o en mi contra atenta contra el Federalismo, disentir no debe nunca más confrontar”. Y como ocurrió en Jalisco, el mandatario estatal solicitó una revisión al pacto fiscal para tener más recursos, concluyendo: “necesitamos de su apoyo, señor Presidente, y doy el primer paso para sumarme a los esfuerzos que coordine usted desde el gobierno federal para enfrentar estas problemáticas”.
Por lo sucedido en esta gira de tanta expectativa, los gobernadores tal parece que han dado una especie de viraje; sin embargo más vale no creer a pie juntillas sus declaraciones, y considerar que su actitud más bien es una tregua, porque ya veremos que más pronto que tarde, volverán a la carga y multiplicarán sus desencuentros con la 4T.
JALISCO
Ricardo Villanueva, con salida triunfal: Emotiva despedida entre aplausos, lágrimas y política

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Cuando Ricardo Villanueva Lomelí apareció en el escenario principal del Auditorio Telmex, una ovación resonó con fuerza inusitada. No era simplemente el cierre de una administración universitaria; se trataba del acto final de un rector cuyo paso por la Universidad de Guadalajara (UdeG) estuvo marcado por una mezcla peculiar de logros académicos y maniobras políticas.
El ambiente dentro del recinto era más parecido a un acto político multitudinario que al tradicional informe académico. Desde las primeras filas hasta las butacas más alejadas, se percibía una energía contagiosa que combinaba admiración genuina con una clara dosis de lealtad institucional. Así lo demostraron las porras que se repetían con fervor casi futbolístico: «Rector amigo, la manada está contigo». Este cántico, encabezado por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad, ilustraba perfectamente el tipo de liderazgo que Villanueva supo construir durante sus seis años al frente de la UdeG.
Al tomar la palabra, Villanueva supo jugar hábilmente con las emociones de los presentes, evocando los desafíos enfrentados por la universidad durante su gestión. Recordó cómo la institución hizo frente a la pandemia con una “mente colectiva” y afirmó, con notable dramatismo, cómo cientos de marchas defendieron la autonomía universitaria. Su discurso fue cuidadosamente estructurado para emocionar, convencer y, de paso, subrayar la importancia de su propio papel en esta etapa clave de la historia universitaria.
No obstante, más allá del fervor emocional y político, Villanueva presentó números y logros concretos para respaldar su gestión. Informó sobre el significativo crecimiento de la matrícula estudiantil, que aumentó de 287 mil a 339 mil estudiantes en seis años. Destacó con orgullo la apertura de seis nuevas preparatorias y cuatro centros universitarios adicionales, subrayando especialmente que la UdeG es ahora la única universidad pública en México que logra admitir al 100% de sus aspirantes a preparatoria.
Sin embargo, al referirse al incremento en el número de investigadores inscritos en el Sistema Nacional de Investigadoras e Investigadores (SNII), Villanueva pecó de vaguedad. Aunque mencionó un crecimiento de 65 por ciento —pasando de 1,291 a 2,136 investigadores— no profundizó en el impacto real o en los resultados específicos que estos investigadores han aportado a la sociedad jalisciense. Este detalle no escapó a los oídos más críticos presentes en el auditorio.
Uno de los momentos cumbre del evento ocurrió cuando Villanueva abordó la defensa constante de la autonomía universitaria, rememorando las 194 marchas realizadas durante su administración. Aquí, nuevamente apeló a la emoción colectiva, evocando la unidad frente a las amenazas externas y subrayando que, aunque la autonomía esté garantizada por ley, esta debe defenderse día a día. Su voz resonaba con autoridad, provocando una nueva ronda de aplausos que parecían anticipar futuros escenarios políticos.
Fue especialmente emotivo cuando Villanueva recordó a Raúl Padilla López, figura clave en la historia reciente de la UdeG y mentor político suyo. El silencio respetuoso y solemne en el auditorio subrayó el poder y la influencia que Padilla aún ejerce en la universidad. Este homenaje sirvió también como un recordatorio del peso político que tiene la UdeG en Jalisco y, en particular, del legado que Villanueva aspira a mantener vivo.
La despedida fue particularmente conmovedora. Un video mostró momentos significativos de su rectorado, y Villanueva no pudo evitar que las lágrimas brotaran. Fue ahí cuando la multitud redobló sus porras, reforzando un clima emocional intenso que parecía perfectamente diseñado para este acto de cierre. Con voz quebrada, Villanueva aseguró que ser rector había sido «el trabajo más bonito del mundo», confirmando la imagen de cercanía y sensibilidad que siempre intentó proyectar, muy lejana de la del político priista prepotente que tan malos resultados electorales le aportó.
No obstante, en la entrevista posterior al evento, Villanueva reveló con claridad la otra cara de su liderazgo: la del político pragmático y astuto. Cuando se le preguntó sobre su futuro inmediato, negó rotundamente cualquier interés en la gubernatura o alcaldía de Guadalajara. Sorprendentemente, admitió no tener el temperamento necesario para esos puestos, y tiene razón, una autocrítica rara en el ámbito político jalisciense. Sin embargo, estas declaraciones parecían estar cuidadosamente medidas para distanciarse estratégicamente de cargos conflictivos, preservando su capital político para futuras oportunidades más cómodas y menos conflictivas.
En cambio, dejó ver con claridad su intención de mantenerse cerca del poder federal, mencionando explícitamente sus alianzas con personajes influyentes como Mario Delgado, secretario de Educación, y la presidenta Claudia Sheinbaum. Con ellos aseguró tener una relación estrecha y comprometida, revelando así que su futuro inmediato parece más vinculado a las estructuras educativas federales que al contexto político local. Mostrando el cómodo estilo del Grupo UdeG, que prefieren jugar y lucir en su círculo controlado, que arriesgarse a demostrar afuera de qué están hechos.
Al abordar las tensiones internas y la estabilidad financiera y política de la UdeG, Villanueva utilizó una metáfora familiar para describir las diferencias internas como normales y hasta saludables, asegurando que, pese a todo, la universidad se mantiene unida y sólida. Expresó también un apoyo incondicional a Karla Planter Pérez, la primera mujer en asumir la rectoría general, describiéndola con términos que sugerían continuidad y estabilidad más que ruptura.
Finalmente, abordó su relación con figuras políticas locales como Pablo Lemus y Juan José Frangie. Mostró una habilidad evidente al reconocer diferencias y al mismo tiempo tender puentes hacia futuros acercamientos, destacando particularmente su esfuerzo por reconciliarse con Frangie, antiguo aliado de Raúl Padilla, a quien se le puede señalar de muchas cosas, menos de haber sido desleal a su amigo el “Licenciado”.
En conclusión, Ricardo Villanueva Lomelí se despidió entre aplausos, lágrimas y cálculos políticos claros. Su rectorado termina dejando a la UdeG en una posición fortalecida, pero también revelando una trayectoria cuidadosamente planeada que promete nuevos capítulos en otros escenarios políticos.
Villanueva se retira, sí, pero con un ojo puesto en el poder federal y otro atento a mantener su influencia en Jalisco. Su último acto no fue solo una despedida, fue también una señal clara de que el rector político sigue vivo y activo… Algo que, ¡ninguno de los anteriores rectores puede presumir!
La vida política de Ricardo Villanueva se mantendrá… Mientras la manada no reciba otra indicación.
En X @DEPACHECOS
MUNDO
La rebelión de las masas

Conciencia con texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
José Ortega y Gasset, filósofo español, estableció en su obra “La rebelión de las masas”, que data de 1930, que los cambios en las estructuras del poder anticipaban cambios significativos para las naciones. Desde su punto de vista, “las masas” son una nueva clase social. Esta nueva “clase social” no tiene características ni cualidades que la definan, eso sí… es homogénea y ha adquirido poder político y, desde luego, social.
Ortega y Gasset, indica que el poder, en las sociedades antiguas, era detentado por las clases privilegiadas, élites que se consideraban altamente capacitadas para dirigir, para ordenar y guiar a las sociedades.
En el siglo XX, la democracia tiene gran auge. Las masas tienen mayor influencia en la política porque también tienen mejores capacidades que las de antaño; así se alteraron las estructuras del poder. Las masas, señala el filósofo hispano, han tomado el control; ya las élites no son tan abrumadoramente poseedoras de los poderes públicos, políticos y sociales.
Esta nueva situación ha traído un cambio revelador en la sociedad. Es así como la cultura, el pensamiento, el arte han sido influenciados por una realidad moderna y diferente a lo establecido con anterioridad. Ortega y Gasset aclara que este ascenso de las masas, tiene un “lado oscuro”: 1. Que las masas no muestran un interés profundo en el conocimiento ni en la cultura y que el perfeccionamiento personal lo relegan a un plano ínfimo o, lo peor, a nada.
El filósofo no se tienta el corazón al afirmar que “el individuo promedio tiende a la mediocridad; carece de una verdadera visión crítica. Esto, paradójicamente, lleva a una sociedad más homogénea, menos innovadora y propensa a la superficialidad”.
En “La rebelión de las masas”, José Ortega y Gasset critica con esa lucidez filosófica que le caracteriza en sus obras, al “progreso sin dirección”. Considera que la sociedad moderna, basada en la idea de la igualdad y la democracia, “ha perdido el rumbo”… afirma que las élites intelectuales, culturales y políticas, que tradicionalmente guiaban a la sociedad, han sido desplazadas por estas masas homogéneas, “que no tienen la capacidad de generar un pensamiento profundo ni de dirigir al futuro de manera adecuada”.
Por ello, cree el filósofo hispano, que las grandes ideas desaparecerán al no contar con intelectuales y que el dominio de las masas lleve a la decadencia y a la desaparición…de las grandes ideas.
En 1930, cuando se publicó su obra, manifestaba que hay una crisis de autoridad: “En las sociedades modernas ya no existe un respeto genuino por la autoridad, ya sea política, cultural o intelectual”. “Las masas buscan la igualdad en todo; pero es ahí, en la igualdad irrestricta, donde se produce una falta de sentido y dirección”.
“La rebelión de las masas es una obra que invita a reflexionar sobre el papel del individuo en una sociedad que, cada vez, es más democrática”. “¿Realmente estamos progresando o estamos perdiendo nuestra capacidad para pensar, crear y vivir de forma auténtica?”
Además, plantea que, en este tipo de sociedades, las masas se rebelan no sólo contra las élites, sino también contra el pensamiento profundo e incluso la cultura; es decir, atenta contra sí misma, contra su propio destino; paradójicamente hay un auge de las ideas antidemocráticas con una postura reformista supuestamente favorecedora de las mayorías.
“El progreso entonces significa enterrar instituciones, aunque se sostiene el sistema parlamentario, pero con un tinte totalitario, dictatorial, absolutista y aún…tirano”.
“Las masas, sus representantes, son guiadas o guían, según el caso, hacia el conformismo y el menosprecio al que piensa distinto; a quien se ataca, se agrede verbal o físicamente por no estar dentro de la masa, por pensar y actuar de manera independiente”.
Desde ese punto de vista, las masas son maleables, dúctiles y dependientes de quienes se autoproclaman sus representantes. Sus ideólogos no tienen empacho en fomentar la banalidad, la mediocridad e ignorancia para preservarse en los puestos de poder que las masas han conquistado mediante la democracia.
Las masas tratan de destruir y eliminar el talento, la personalidad independiente y a todo aquel que no piense como la mayoría: “Ser diferente es indecente. Las masas arrollan sin pudor ni recato todo lo que es diferente, individual, calificado o selecto. Quien no sea como todo el mundo, quien no piense como las mayorías, corre el riesgo de ser eliminado”. “Vivimos, así, bajo el brutal imperio de las masas”.
“El hombre-masa se parece a un niño mimado, que desconoce deberes y límites; a diferencia de las generaciones anteriores que trabajaron y enfrentaron obstáculos para determinar su suerte”. “La generación-masa, toma los logros de la civilización como algo dado, sin preocuparse por preservarlos; el hombre-masa, carece de proyectos, va a la deriva y por eso no construye nada para la sociedad; es perezoso y exigente de privilegios. Defiende a gritos sus pocas ideas que son, la mayoría de las veces, banales”.
Emite opiniones de todo, “guiadas” o copiadas de quienes encabezan a esta nueva generación de ciudadanos… y las repite hasta el cansancio con el fin de establecerlas como única y total verdad. Estamos, según Ortega y Gasset, “en un sistema con el universal derecho a no tener razón, lo que constituye la razón de la sinrazón.”
NACIONALES
Cuahutémoc y la oportunidad de cambiar la historia

Opinión, por Miguel Anaya //
Durante años, Cuauhtémoc Blanco fue un ícono del fútbol mexicano, un ídolo popular que alcanzó la gloria en la cancha gracias a su talento excepcional. Sin embargo, su incursión en la política ha estado marcada por controversias. La trayectoria de Blanco hacia el poder ilustra cómo la fama y el oportunismo político pueden abrir las puertas a cargos públicos, incluso cuando faltan las credenciales políticas y profesionales mínimas necesarias.
En 2015, el Partido Social Demócrata (PSD) vio en Blanco una oportunidad para capitalizar su popularidad y asegurar votos. Documentos revelados en ese momento mostraron que el PSD pagó siete millones de pesos para que él fuera su candidato a la alcaldía de Cuernavaca, sin importar los resultados electorales.
El contrato, firmado el 17 de enero de 2015, indicaba que Blanco debía mantener una actitud carismática, mientras que José Manuel Sanz, su representante y futuro secretario del ayuntamiento, se comprometía a «controlar su carácter» y evitar comportamientos groseros o conflictivos.
Además de esta transacción financiera, el contrato incluía demandas como el alquiler de dos departamentos de lujo, bebidas alcohólicas y camionetas de alta gama. Su campaña fue financiada no solo con dinero, sino con una serie de beneficios personales que evidenciaban el carácter transaccional de su entrada en la política.
A pesar de la cuestionable naturaleza de su candidatura, Blanco ganó la alcaldía de Cuernavaca en 2015. Posteriormente, en 2018, fue impulsado a la gubernatura de Morelos, y tras finalizar ese cargo, fue electo como diputado federal. La popularidad cosechada en las canchas se tradujo en votos, pero su falta de preparación política se hizo evidente a través de gestiones plagadas de escándalos y acusaciones de corrupción.
Blanco ha sido señalado por nepotismo al colocar a amigos y familiares en posiciones clave dentro del gobierno estatal con salarios elevados, así como por corrupción en la asignación de contratos gubernamentales. Sin embargo, el escándalo más grave hasta entonces ocurrió cuando fotografías lo mostraron acompañado de presuntos líderes del crimen organizado.
Aunque Blanco negó conocer a estas personas y argumentó que «se toma fotos con muchos seguidores», las sospechas sobre su conexión con organizaciones criminales ensombrecieron aún más su administración.
En octubre de 2024, la vida política de Blanco se sacudió nuevamente cuando su media hermana presentó una denuncia formal por intento de violación. La Fiscalía de Morelos solicitó su desafuero para que pudiera enfrentar el proceso judicial como cualquier ciudadano, pero la mayoría de Morena, el PRI y el PVEM en la Cámara de Diputados bloquearon la solicitud, permitiendo que el exfutbolista conservara su inmunidad.
Esta decisión ha generado un fuerte rechazo social y político, especialmente entre las legisladoras de Morena, quienes se han rebelado contra el coordinador de diputados de su partido, argumentando que se envía un mensaje de impunidad y complicidad en casos de violencia de género. Tienen toda la razón.
La negativa del desafuero de Blanco no solo socava la confianza en las instituciones, sino también perpetúa un mensaje de desigualdad ante la ley, donde las figuras del poder parecen estar por encima del escrutinio judicial. Para la presidenta Sheinbaum y la dirigencia de Morena, el caso de Blanco representa una oportunidad histórica para sacudir al sistema político mexicano y enviar un mensaje de justicia a la ciudadanía.
Si se concreta el desafuero o se da curso a una investigación seria en torno a los escándalos del exfutbolista, podría sentarse un precedente en la lucha contra la impunidad.
El mensaje para las mujeres y la ciudadanía en general sería claro: nadie está por encima de la ley, sin importar su popularidad o afiliación política.
El ascenso de Cuauhtémoc Blanco al poder político refleja el peligro de la «política espectáculo», donde las figuras públicas, ya sean actores, cantantes o futbolistas, son impulsadas a cargos de elección popular por su fama y no por su capacidad o experiencia en el servicio público.
La popularidad no se traduce en competencia para gobernar, y las consecuencias de una gestión basada en la inexperiencia pueden ser desastrosas para las instituciones y la sociedad. Tanto partidos como ciudadanos debemos asumir responsabilidades. No más candidaturas de personas sin compromiso social, ni un voto más a personajes corruptos que dañan a la ya sobajada, política mexicana.
-
Uncategorized6 años atrás
Precisa Arturo Zamora que no buscará dirigencia nacional del PRI
-
Beisbol5 años atrás
Taiwán marca camino al beisbol en tiempos del COVID-19: Reinicia partidos sin público
-
REPORTAJES6 años atrás
Pensiones VIP del Ipejal: Arnoldo Rubio Contreras, ejemplo del turbio, sucio e ilegal proceso de tabulación de pensiones
-
VIDEOS6 años atrás
Programas Integrales de Bienestar, desde Guadalajara, Jalisco
-
VIDEOS6 años atrás
Gira del presidente López Obrador por Jalisco: Apoyo a productores de leche en Encarnación de Díaz
-
OPINIÓN5 años atrás
¡Ciudado con los extremistas! De las necedades de FRENA y otros males peligrosos
-
VIDEOS6 años atrás
Video Columna «Metástasis»: Los escándalos del Ipejal
-
OPINIÓN4 años atrás
Amparo, la esperanza de las Escuelas de Tiempo Completo