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OPINIÓN

¡Barbarie en La Corregidora!

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Mujeres y Hombres del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¡Qué terrible lo que sucedió en el Estadio La Corregidora en Querétaro! La noche del sábado y durante toda la madrugada, para continuar el domingo, circularon en redes fotos y videos de esa violencia tan destructiva que no se puede concebir en el ser humano. Tanta saña, tanta maldad, tanto odio acumulado que de pronto explota, no lo puedo entender.

Y lo más doloroso, que esto suceda en la disciplina deportiva que más se practica en el mundo, como es el futbol.

El futbol lamentablemente en algunos países del mundo se ha convertido en espacio para el estallido de la violencia.

En torno a los hechos sucedidos en La Corregidora advertimos también que personas que se presumen racionales y que se dicen promotores de la paz, utilizan un lenguaje violento, como ese comunicador que tildó de “hijos de puta a los de Querétaro”. Así nomás de irresponsable, porque puede hacerlo, porque tiene un espacio para decir lo que le venga en gana. Es ejemplo de violencia verbal.

¡Qué barbaridad, hasta dónde hemos llegado!

En efecto, estamos inmersos en un mundo de violencia con expresiones ‘expontáneas’ que forman parte de ese mundo, lo mismo de comunicadores que de políticos que han revivido la lucha de clases. Lamentablemente, la historia de México ha sido de divisionismo por la política, la ideología y las clases sociales. Liberales contra conservadores, unos ángeles y otros demonios, pobres contra ricos, fifís contra chairos -en los tiempos actuales- y el odio es un elemento que está presente.

Lo escucho en las mesas familiares, cómo se agudiza ese odio con posiciones maximalistas y si te atreves a pedir sensatez o dar una opinión contraria, se genera un malestar en la otra persona.

EL DESORDEN DE LAS REDES SOCIALES

A juzgar por lo que vimos en los videos e imágenes aquello se convirtió en una carnicería. Grupos de jóvenes con tubos, palos y sillas golpeando, persiguiendo, desnudando a integrantes de la porra del equipo visitante.

Las redes sociales se convirtieron esa noche del sábado y madrugada del domingo en un espacio de la confusión, vimos cómo enloquecieron con las cifras que daban de muertos, 17, 30, 50…y hay quienes no se fueron con la finta, mejor esperaron para tener un panorama más claro y no incidir en la desinformación.

Ya más tarde, después de las 12 de la noche el panorama se empezó a aclarar, cuando el gobernador de Querétaro dio a conocer la información que en ese momento disponía:

El saldo de estos hechos hasta el momento son los siguientes, hay 26 personas que requirieron atención médica hospitalaria, 24 son hombres y dos mujeres, de esos 26 3 fueron dados ya de alta, de los 23 aun hospitalizados, 3 se encuentran graves, 10 delicados y los 10 restantes sin gravedad. Es inaceptable que una tragedia como ésta, porque lo es, pese a no tener muertos, y lo repito, es una tragedia, porque aunque no hay muertos, no podemos decir que no es una tragedia”.

El Gobernador Enrique Alfaro salió también a redes y estoy convencido que lo hizo con un gran sentido de responsabilidad al tratar de dar información puntual sobre estos acontecimientos, teniendo comunicación directa con su homólogo de Querétaro, toda vez que en esos momentos prevalecía la angustia y zozobra, especialmente en los familiares de los jóvenes que forman parte de la porra del Atlas y que los acompañaron a aquella ciudad.

DOS JÓVENES GRAVES

A las 9 de la mañana de este domingo, el Gobernador Alfaro en un video que subió a sus redes dio a conocer la información que en ese momento disponía: que había dos jóvenes graves, otros más que en ese momento en el hospital estaban fuertemente golpeados, aclarando que no se trata de información de sucesos que se registraron en Jalisco, sino en Querétaro.

Alfaro decidió ir la noche del sábado al Estadio Jalisco donde familiares y amigos de la porra del Atlas habían montado un altar con veladoras para elevar sus plegarias y pedirle al Señor que sus familiares y amigos regresaran con vida. El Gobernador trató de darles ánimo y les compartió la información que había recibido, que hasta el momento no existía la confirmación de que se hubieran registrado varias muertes, como se afirmaba en redes, obviamente que no le creían, recalcando que esa era la información oficial que recibía de Querétaro.

QUE SE ENFRÍE

Los hechos violentos registrados en la Corregidora de Querétaro deben ser investigados y sancionarse a los responsables con cuya actitud de omisión o incapacidad permitieron que se generara esta tragedia. Entendemos que existe un protocolo en los estadios, que establecen las medidas de seguridad donde participan las autoridades locales y los propietarios del equipo local que deben de ofrecer garantías para la integridad de las personas.

¿Qué fue lo que sucedió? ¿Cómo falló la seguridad? ¿Cómo no previeron estas explosiones de violencia?

Hay muchas versiones que circulan en redes y en chats, no compro ninguna, porque no le entro al juego de la desinformación, prefiero disponer de los elementos completos para emitir un juicio de valor, lo que no deja de ser lamentable y condenable, convertir el futbol en un espacio de destrucción no puede ser.

Muy triste lo sucedido, el hecho de que la violencia haya estallado en el deporte desde el graderío.

¿Qué nos pasa? ¿Cuándo vamos a despertar y tratar de hacer algo en serio para salir de este desastre en el que hemos caído como sociedad?

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 804: Lo piden los expertos: Una nueva Corte de Justicia sin extremos ideológicos

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JALISCO

La transparencia del fiscalizador

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– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac

En Jalisco, la transparencia y la rendición de cuentas deberían ser principios innegociables. Sin embargo, la resistencia del auditor superior del Estado, Jorge Alejandro Ortiz Ramírez, a ser auditado por la Unidad de Vigilancia del Congreso revela una paradoja alarmante: el encargado de fiscalizar el gasto público evade la supervisión.

Esta actitud, denunciada por David Rubén Ocampo Uribe, titular de la Unidad, y el diputado Alberto Alfaro García, presidente de la Comisión de Vigilancia, no solo cuestiona la integridad de la Auditoría Superior del Estado de Jalisco (ASEJ), sino que amenaza la confianza en el sistema democrático.

Desde el 10 de julio de 2025, cuando Ocampo asumió su cargo, Ortiz Ramírez ha bloqueado cualquier intento de revisión. Solicitudes de expedientes laborales, nóminas y contratos han sido ignoradas, y un encuentro institucional propuesto para el 19 de agosto quedó en el vacío. “Quería saber si todo está en regla. La respuesta fue negativa. Pedí una reunión pública con agenda común, y tampoco hubo respuesta”, relató Ocampo a Conciencia Pública.

Incluso se le prohibió a personal de la ASEJ pasarle llamadas, limitando el diálogo al secretario técnico, un subordinado que no puede sustituir al titular.

El diputado Alfaro, de Morena, califica esta resistencia como un desafío al Congreso y a la sociedad. “El auditor se siente intocable, como si fuera gobernador. Durante ocho años operó sin contralor, pero ahora que lo hay, se niega a colaborar”, afirmó.

Con el respaldo de 29 de 32 deputados al nombramiento de Ocampo, su legitimidad es incuestionable. “Sabe que abriremos la Caja de Pandora”, añadió, sugiriendo que Ortiz Ramírez teme revelar irregularidades.

La Constitución de Jalisco y la Ley de Rendición de Cuentas otorgan a la Unidad de Vigilancia facultades plenas para revisar la ASEJ sin necesidad de acuerdos previos de la Comisión de Vigilancia, como argumenta Ortiz Ramírez.

Esta interpretación “tecnicista” es, para Ocampo, un escudo para evadir la fiscalización. La pregunta es inevitable: ¿qué oculta el auditor? Denuncias internas apuntan a aviadores, nóminas infladas, “moches” por laudos laborales y tolerancia a incapacidades falsas avaladas por el IMSS.

Una figura clave en estas acusaciones es Sandra Verónica Márquez González, de la Dirección Jurídica, señalada por mantener personal inexistente en nómina y exigir pagos ilegales, prácticas que arrastra desde su paso por el Tribunal de Arbitraje y la Fiscalía, donde se le vinculó al “Clan Trevi” por cobros indebidos.

La ASEJ es un pilar estratégico del gobierno de Jalisco, con autonomía técnica y de gestión para garantizar imparcialidad en la fiscalización de un presupuesto cercano a los 200 mil millones de pesos. Su rol como contrapeso es crucial para generar confianza ciudadana.

Sin embargo, la resistencia de Ortiz Ramírez recuerda épocas oscuras de la Contaduría Mayor de Hacienda, antecesora de la ASEJ, donde se rumoraba que las cuentas públicas se “lavaban” mediante acuerdos entre bancadas legislativas. Funcionarios corruptos encontraban en estos arreglos una vía para encubrir irregularidades, otorgando un poder desmedido al titular del organismo.

Hoy, la ASEJ debería ser un modelo de integridad. El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024-2030, liderado por Cynthia Cantero Pacheco, establece la transparencia y la participación ciudadana como ejes rectores de la gestión pública. Este plan, construido con la voz de más de 675,000 jaliscienses, vincula el presupuesto a resultados medibles, exigiendo apertura y rendición de cuentas.

La opacidad de Ortiz Ramírez contradice este espíritu, debilitando la credibilidad de una institución que debería ser ejemplo.

La pasividad de otros actores institucionales agrava el problema. El silencio del Congreso en pleno y la inacción de la Fiscalía Anticorrupción alimentan percepciones de complicidad o indiferencia. Mientras, rumores de una posible reelección de Ortiz Ramírez, tras ocho años en el cargo, generan rechazo. “Un gobernador dura seis años y se va. Este señor pretende quedarse otros ocho. Es inadmisible”, sentenció Alfaro.

¿Cómo puede hablarse de rendición de cuentas si el fiscalizador se coloca por encima de la ley? La resistencia de Ortiz Ramírez no es un simple desencuentro burocrático; es una afrenta al sistema de pesos y contrapesos.

“La opacidad reina en la Auditoría. Si el auditor desconoce la ley, ¿cómo fiscaliza al estado?”, cuestiona Ocampo. La sociedad, cada vez más vigilante, exige respuestas. Ortiz Ramírez tiene una oportunidad: abrir las puertas de la ASEJ, entregar la información solicitada y demostrar que no hay nada que ocultar. De lo contrario, su silencio seguirá alimentando sospechas de irregularidades.

La transparencia no es negociable, y Jalisco merece una Auditoría Superior que predique con el ejemplo. Es hora de que el fiscalizador rinda cuentas.

 

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JALISCO

MC: espejismos de unidad y fractura a la vista

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– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco

Movimiento Ciudadano en Jalisco ya abrió el telón de su renovación interna con la elección de 64 nuevos coordinadores municipales en la vieja casona de Av. La Paz. En apariencia, un ejercicio de normalidad partidista: discursos de unidad, promesas de cercanía con la gente, rostros nuevos para el escaparate y la certeza de que el partido naranja seguirá marcando la pauta en la política local.

Una postal impecable para las páginas de los diarios amigos… pero un espejismo apenas capaz de ocultar las fracturas internas que corroen al partido naranja. Pues, bajo el barniz del entusiasmo, se esconde un mapa con claroscuros que la dirigencia difícilmente podrá negar.

Los números de la elección de 2024 fueron generosos en sus bastiones metropolitanos: Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco volvieron a confirmar la hegemonía emecista. En la capital, 308 mil votos aseguraron la continuidad; Zapopan, con 323 mil sufragios, consolidó la plaza más codiciada del estado; y Tlajomulco refrendó, una vez más, su condición de vivero político del grupo alfarista con 94 mil papeletas a su favor. Una trinidad metropolitana que otorga poder y recursos, pero que no resuelve la fragilidad en el resto del estado.

Porque más allá del brillo urbano, MC perdió terreno en Puerto Vallarta —joya turística entregada al PVEM en sociedad con Morena—, cedió Ciudad Guzmán, enclave agroindustrial del sur, y vio escaparse Tepatitlán, bastión alteño que durante años se pensó inmune a los embates opositores. En Tlaquepaque y Tonalá, el retroceso fue aún más doloroso: en el primero, los 109 mil votos no alcanzaron para retener la presidencia municipal; en el segundo, apenas 47 mil sufragios lo relegaron a un segundo lugar incómodo detrás de Morena. Un tropiezo estratégico en el oriente metropolitano que desnuda la vulnerabilidad del proyecto.

Mirza Flores, encargada de administrar esta renovación interna, habla de “liderazgos de territorio, cercanos a la gente”. El discurso suena bien, pero la tarea es monumental: reconstruir la cohesión de un partido que, en su expansión, ha multiplicado corrientes, intereses y pleitos internos. Porque el problema no es solo perder municipios: es perderlos mientras el partido se enreda en disputas de candidaturas, pugnas entre cuadros y una dirigencia que debe demostrar que puede arbitrar sin fracturar.

Los números distritales tampoco ayudan: de 20 distritos locales, MC apenas ganó 6; de los federales, ninguno y los plurinominales fueron para los exfuncionarios que necesitaban fuero y los “liderazgos” escogidos. Esto significa que, aunque controla alcaldías claves, su voz legislativa es reducida y carece de peso real en el Congreso federal.

Un contraste brutal: músculo en los municipios, anemia en las cámaras. Y esa asimetría no se corrige con discursos ni asambleas, sino con operación política en campo, con la capacidad de seducir al votante rural, al comerciante alteño, al campesino del sur que aún ve en el naranja una marca citadina, aburguesada y distante.

Pero lo verdaderamente corrosivo no está en las urnas, sino en los pasillos. La disputa Alfaro–Lemus ha dejado de ser un rumor y se ha convertido en un hecho palpable. Enrique Alfaro se resiste a entregar el control de candidaturas y cuadros, mientras Pablo Lemus mueve sus piezas con paciencia quirúrgica, tejiendo su propia red de operadores que responden solo a él. Entre ambos, Mirza Flores aparece como árbitro incómodo, obligada a conciliar lo irreconciliable: mantener la disciplina de un ejército que ya no reconoce un solo general.

El grupo Alfaro–Lemus sabe que esta es su última gran prueba antes de 2027. Si logran ordenar candidaturas y mantener la paz interna, MC llegará con posibilidades de sostener el gobierno estatal. Pero si insisten en los métodos de imposición y en los arreglos de cúpula, el costo será alto: perderán distritos clave, y con ellos, la capacidad de negociar en el Congreso y de sostener el control territorial.

Los cuadros históricos, los que alguna vez creyeron en la “ola naranja” como una alternativa fresca, se encuentran marginados o desplazados por nuevas caras que responden a intereses de grupo. La operación interna dejó cicatrices: candidaturas impuestas, militantes que sienten haber sido utilizados y un éxodo silencioso hacia Morena y el PVEM que ya se empieza a notar en las regiones.

En política, decía siempre la vieja guardia, no basta con administrar victorias: hay que blindarlas. Movimiento Ciudadano gobierna hoy con holgura en las ciudades, pero su debilidad en la periferia y en el interior del estado es evidente. Las plazas que perdió en 2024 son recordatorio de que el poder es un animal volátil: se escurre por las rendijas más pequeñas y muerde cuando menos se le espera.

La renovación municipal, que en el discurso se vende como ejercicio democrático, en los hechos es un intento de tapar grietas con retórica. En lugar de cohesión, lo que se advierte es una carrera por controlar posiciones rumbo al 2027. Cada comité local es, en realidad, una ficha en el tablero de negociación entre Alfaro y Lemus.

La batalla del 2027 no se jugará únicamente en los edificios de avenida Hidalgo o en los mítines de funcionarios públicos en la Casa Ciudadana. Se librará en los tianguis de Tonalá -donde el Ayuntamiento ha prendido focos rojos-, en los talleres de Arandas -Cuando se habla de la inseguridad que hay en las carreteras de la zona-, en los mercados de Lagos de Moreno -Al momento de hablar de un nuevo ejecutado o desaparecido- y en las colonias populares de Tlaquepaque -Explicando por qué el SIAPA no otorga el servicio que cobra: agua-. Ahí, donde los discursos sobran y lo que cuenta son los servicios públicos, la seguridad y la cercanía real de quienes gobiernan.

La verdadera batalla de 2027 no será contra Morena ni contra el PVEM. Será contra sí mismo. Porque, como tantas veces en la historia política de este país, los partidos no caen por la fuerza del adversario, sino por la podredumbre que incuban dentro.

Hoy MC es un cascarón brillante en la superficie, pero carcomido por dentro. Se vende como movimiento fresco, pero huele ya a partido viejo: facciones enfrentadas, candidaturas negociadas en lo oscurito y un liderazgo que se desgasta en administrar pleitos en lugar de ganar territorios.

Si no corrigen el rumbo, el espejismo de unidad que hoy pregonan se desmoronará al primer soplo de la contienda. Y entonces, la historia no hablará de una derrota electoral, sino de un suicidio político en cámara lenta. Una crónica que, como tantas en la política mexicana, no se escribirá con tinta… sino con epitafios.

En X: @DEPACHECOS

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