OPINIÓN
Biden sondea dar un “Zedillazo”: Reconformar la mayoría en la Suprema Corte de EUA

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
En medio de la crisis migratoria más aguda de la historia en la frontera México-EUA, Biden retoma una demanda que muchos de los más extremistas de sus compañeros de partido han venido manejando durante los últimos meses.
El fin de semana la Casa Blanca publicó un comunicado de prensa mediante el cual informaba que el presidente había creado por decreto una comisión para “analizar la duración de los ministros de la Corte así como el número de integrantes de la misma”.
Durante la campaña del 2020 tanto Kamala Harris como Joe Biden fueron cuestionados sobre la idea y propuesta de reconfigurar a la Suprema Corte de los EUA, idea planteada por algunos de sus colegas.
En su momento tanto el presidente Biden como Harris se negaron a responder dicha pregunta e incluso dijeron que responder a esa pregunta sólo distraería de los asuntos de campaña y del gobierno de Trump.
Durante dicha campaña muchos de los candidatos del partido opositor a Biden decían que si los demócratas ganaban la mayoría reformarían la forma de operación del Poder Judicial de los EUA y que tratarían de “legislar desde el Poder Judicial” designando a activistas y a radicales para ocupar los cargos del Poder Judicial y de la Suprema Corte.
Dichas acusaciones fueron ignoradas por Joe Biden en los debates con Trump, de hecho en una ocasión el periodista Chris Wallace le pidió a Biden que no respondiese a dicha pregunta hecha por el presidente en el segundo debate, toda vez que la pregunta no fue hecha por el conductor de televisión.
Durante la presidencia de Ernesto Zedillo el Poder Legislativo en México reformó la Constitución y jubiló a todos los ministros de la Corte, instalando una nueva conformación de ministros de nuestra máxima autoridad jurisdiccional. A esa operación se le llamó el “Zedillazo”.
En el caso de EUA, la Suprema Corte es conformada por nueve ministros, quienes son designados a propuesta del presidente y ratificados por el Senado, igual que aquí. Los ministros duran en su posición hasta que ellos deciden retirarse o mueren. El actual número de ministros se instauró en 1869 y desde esa época ha sido una institución por lo general muy respetada en ese país y en el mundo.
SATURAR LA SUPREMA CORTE
Todos los partidos políticos del mundo, de hecho los ciudadanos, quisiéramos que los jueces o las Cortes nos diesen siempre la razón. Pero cuando un partido tiene mayoría absoluta en el Poder Legislativo y además tiene al Poder Ejecutivo, no faltan los atentos arrastrados al poder y autoritarios que desearían tener poder absoluto.
En 1983 el entonces senador Joe Biden dijo que “el rellenar la corte era una terrible, terrible, idea, una idea de cabeza dura”. Dicha declaración se dio en el contexto de un debate sobre leyes y democracia en memoria de una iniciativa de ley que promovió el Presidente Franklin D. Roosevelt en 1937 después de su arrolladora reelección.
En ese momento el presidente demócrata se enfrentó con reveses legales para implementar lo que él llamó el “Nuevo Acuerdo”, programa que era insigne de su gobierno. Molesto con el Poder Judicial FDR, envió una iniciativa al Poder Legislativo para que los jueces que llegasen a los 70 años fuesen jubilados por obligación y para aumentar el número de nueve ministros hasta asegurar una mayoría que le permitiese pasar y ejercer sin problema sus programas. Al final la propuesta de Roosevelt fue congelada por sus propios colegas en el Senado y después desechada por una nueva mayoría al paso de las elecciones de 1941.
Resulta memorable que Biden tenga un programa que se llama “El nuevo Acuerdo Verde” mismo que también enfrenta varios problemas en tribunales.
No podemos olvidar que Trump y Obama criticaron decisiones de jueces o ministros, pero ninguno decidió crear una comisión para amenazar a jueces o ministros como lo hizo el líder del Senado Schuk Schumer en la escalinata de la Suprema Corte de EUA hace un año gritándoles que “no sabrían qué les golpeo” y dejando que cientos de protestantes tratasen de derribar la puerta de dicho edificio por estar en desacuerdo con una decisión. Claro contraste con el escándalo que se desató unos meses después cuando otra protesta, pero ahora de derecha irrumpió en el Capitolio el pasado 6 de enero.
“UNA REPÚBLICA, SI PUEDEN MANTENERLA”
Cuando se estafa fundado lo que ahora es EUA, una persona le preguntó a Benjamín Franklin: “¿Qué tipo de país era el que proponía para las colonias independientes? El Brillante político y científico respondió “República”, si pueden mantenerla”. Él sabía que una democracia y una república se pueden formar, pero también perder si sus ciudadanos no luchan por mantenerlas, en especial si la gente no se educa en los valores republicanos. En la democracia se puede elegir a buenos, medianos o malos gobernantes, pero si un grupo o un individuo remodela las instituciones de balances y contrapesos como el Poder Judicial para que le sean tapete, entonces las repúblicas y las democracias desaparecen y se convierten en plutocracias o autocracias.
Durante la campaña del 2020 Biden se “vendió” como el candidato moderado que unificaría al país después de los twitters y la retórica dura de Trump, lo que contrasta con su decreto del pasado jueves o con la apariencia del mismo. Si bien es cierto que la comisión también analizará ampliar el número de jueces y magistrados de circuito, dicho análisis incluirá, además del número de ministros, el funcionamiento interno de la propia Corte, con lo que se podría alegar que le quieren quitar o restar independencia o poder al máximo tribunal.
La frustración del ala más radical del Partido Demócrata ha presionado a Biden quien parece haber aceptado la idea de formar esta comisión por decreto, a la que le dio seis meses para presentar sus resultados en lo que se llama la reforma del Poder Judicial al que podrían reformar para aumentar entre otras cosas de 9 a 13 ministros con lo que asegurarían una mayoría de ministros afines en una Corte que ha sido referente de imparcialidad y democracia a nivel mundial.
En este momento y dadas renuncias y vacantes que se dieron durante la presidencia de Trump, el máximo tribunal gabacho se integra por seis ministros conservadores y tres liberales, pero en muchas ocasiones ha quedado claro que dichos ministros votan por apego a la ley y no por interés ideológico. Recordemos que fue esta integración de la Suprema Corte la que negó escuchar el caso de fraude electoral que alegaba Trump y fue esta misma Corte la que también se negó a aceptar la cancelación del programa de los Dreamers, por lo que es muy claro que a pesar de ser propuestos por un partido o presidente, los ministros gringos se han mantenido independientes en la mayoría de los casos.
Obama designó a tres ministros, lo mismo que Trump, algunos presidentes han podido designar a uno otros a cinco, pero si no hay una reforma pronto o si no se jubila alguno, puede que Biden no tenga tiempo para designar a nadie, al menos eso es lo que parecen pensar sus correligionarios, quienes incluso están presionando públicamente al ministro Breyer de 82 años para que renuncie de inmediato y permita a los demócratas que de momento tienen mayoría en el Senado, la designación de un nuevo ministro más joven.
No es la primera vez que los demócratas presionan a un ministro para que renuncie, de hecho lo hicieron también en contra de la afamada ministra Ruth Bader Ginsburg, pero no parece haberles molestado que Joe Biden sea sólo tres años menor al ministro que desean jubilar. Cabe recordar que Breyer es ministro liberal como lo fue Ginsburg. La ministro también se opuso a esa presión de sus colegas liberales durante la era de Obama, manteniéndose en el cargo hasta que falleció en el 2020, dando oportunidad a Trump para designar en sus últimos meses y previo a la elección a la ahora ministro Amy Barrett.
También en su tiempo Ruth Ginsburg declaró que el “rellenar la Corte” era un error que dañaría la imagen de la justicia en EUA. El jueves pasado y durante una cátedra impartida en la Universidad de Harvard, el ministro Breyer declaró: “El Estado de Derecho ha superado muchas amenazas, pero se mantiene fuerte. Yo espero que la corte mantendrá su autoridad, pero esa autoridad, así como el Estado de Derecho están basados en la confianza de que el Poder Judicial y la Suprema Corte están guiados por el principio de la ley y no por la política. Los cambios estructurales en la integración o funcionamiento de la corte motivados por el precepto de influencia política únicamente serán para el beneficio de la política”.
Algunos dicen que el decreto de Biden es para presionar a los jueces y a la Corte, amenazándoles con destituirles o diluir su poder si no les dan la razón a sus aliados radicales. Otros dicen que el movimiento de Biden es para apaciguar a sus radicales y que dicha comisión no llegue a nada de fondo, pero otros creen que su idea es alterar la conformación del poder judicial de EUA ahora que tienen mayoría en ambas cámaras y antes de las elecciones del 2022 en las que podrían perder una o ambas cámaras.
¿Qué pasaría si aquí el presidente decidiese aumentar el número de jueces o de ministros hasta asegurar una mayoría de aliados que le den en el Poder Judicial la certeza de que sus políticas sobrevivirán más allá de su mandato y más allá de elecciones? Veremos si es sólo una amenaza o un “atole con el dedo”, pero podríamos estar ante un ejemplo que después nuestros gobernantes repitan.
“La verdadera impartición de Justicia, es el pilar más fuerte de la democracia”, es la frase inscrita en la parte superior de los juzgados federales en Nueva York, misma que va en el mismo sentido de la que está en la Suprema Corte en Washington… “Justicia Igual bajo la Ley”. Con mayoría de jueces y ministros amigos, designados por criterios ajenos a los intelectuales y éticos, la imagen del poder judicial de dicho país se vería severamente afectada como lo dice el ministro Breyer.
JALISCO
Transparencia en Jalisco: El costo político de extinguir el ITEI

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El 10 de junio de 2025, el Congreso de Jalisco aprobó con 27 votos a favor de Movimiento Ciudadano (MC), Morena, Hagamos, Futuro, PT y Verde, y 8 en contra de PAN y PRI, la desaparición del Instituto de Transparencia e Información Pública de Jalisco (ITEI), cuyas funciones fueron transferidas a la Contraloría del Estado.
Esta decisión, que armoniza la legislación local con la reforma constitucional federal de 2024 impulsada por Morena para eliminar organismos autónomos como el INAI, ha desatado un debate crucial: ¿fortalece o debilita la transparencia en Jalisco? La medida, aunque obligada por la federación, revela tensiones políticas, contradicciones ideológicas y un pragmatismo que podría costarle caro al gobierno de Pablo Lemus.
¿Cómo lo va a tomar el elector local? ¿Qué tanto le va a afectar a Movimiento Ciudadano ir con Morena en esta decisión de desaparecer al ITEI? Pablo sacrifica parte de la autonomía regional que demandó en campaña contra el centralismo chilango -así le llamó- para evitar conflicto con la presidenta Claudia Sheinbaum
La reforma federal, respaldada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum, extinguió el INAI y reasignó sus tareas a la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, una dependencia del Ejecutivo.
En Jalisco, el Congreso tuvo hasta el 18 de junio de 2025 para alinear su marco legal, optando por disolver el ITEI y crear un órgano desconcentrado dentro de la Contraloría. Aunque Lemus no inició esta reforma, su decisión de alinearse con Morena en el Congreso local contrasta con la postura combativa de su antecesor, Enrique Alfaro, quien desafió al gobierno federal en defensa de la autonomía estatal. Este pragmatismo sugiere que Lemus prioriza la gobernabilidad y una relación tersa con Sheinbaum, pero a un costo político que aún está por definirse.
Movimiento Ciudadano enfrenta una contradicción evidente. En el Senado, su coordinador, Clemente Castañeda, defendió con vehemencia la autonomía del INAI durante las discusiones de 2024, calificando su eliminación como un retroceso democrático que socavaría la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción.
En el foro “Diálogos Abiertos por la Transparencia” de noviembre de 2024, Castañeda respaldó a expertos que alertaron sobre los riesgos de centralizar funciones en el Ejecutivo, como la pérdida de la Plataforma Nacional de Transparencia y la falta de independencia en la gestión de información pública.
Sin embargo, en Jalisco, los legisladores de MC votaron junto a Morena para extinguir el ITEI, exponiendo una dualidad discursiva que podría confundir a su base electoral, especialmente en un estado donde MC ha construido su identidad en torno a la autonomía regional y la crítica al centralismo.
El ITEI, hay que reconocerlo, no era un bastión de imparcialidad. Durante el sexenio de Alfaro, expertos en transparencia acusaron al organismo de ser cooptado por el Ejecutivo, funcionando más como una extensión del poder estatal que como un contrapeso al servicio de la sociedad. Gabriel Torres Espinoza, académico y analista, cuestiona la utilidad de los Organismos Constitucionalmente Autónomos (OCA), describiéndolos como “burocracias politizadas, independientes solo en el papel”. En su opinión, muchos OCA, incluido el ITEI, se convirtieron en espacios para colocar aliados en la nómina o tejer redes de influencia con fines de lucro, desviándose de su propósito original. “Deben ser contrapesos reales, no simulaciones ni monumentos vacíos”, sentencia Torres, reflejando un escepticismo compartido por sectores críticos que ven en la extinción del ITEI una oportunidad para replantear la transparencia, siempre que se garantice su efectividad.
Consciente de las críticas, Lemus propuso un nuevo modelo dentro de la Contraloría, con participación de universidades, sociedad civil y actores independientes, para preservar la transparencia y el acceso a la información. Sin embargo, PAN y PRI han acusado al gobierno de convertirse en “juez y parte” al subordinar estas funciones a un organismo dependiente del Ejecutivo, lo que podría comprometer la imparcialidad.
La alianza de MC con Morena, su rival directo en las elecciones intermedias de 2027, añade una capa de complejidad. En campaña, Lemus prometió resistir el “centralismo chilango”, pero su voto conjunto con Morena podría alienar a votantes que valoran la autonomía regional, especialmente en un contexto donde la polarización política está en aumento.
El impacto electoral de esta decisión es incierto, pero significativo. MC ha dominado Jalisco en los últimos años, pero la percepción de que Lemus cede ante el gobierno federal podría erosionar su capital político, particularmente entre los sectores urbanos y jóvenes que apoyaron su discurso de independencia. Además, la transferencia de funciones a la Contraloría plantea desafíos operativos: ¿tendrá la capacidad técnica y la autonomía necesaria para manejar solicitudes de información y garantizar la protección de datos? La inclusión de la sociedad civil en el nuevo modelo es un intento de mitigar estas dudas, pero su éxito dependerá de la transparencia en su implementación y de la vigilancia ciudadana.
En última instancia, la extinción del ITEI refleja un dilema más amplio: cómo equilibrar la armonización con las reformas federales sin sacrificar los principios de autonomía y transparencia que Jalisco ha defendido. Lemus apuesta por un enfoque pragmático, pero el costo político y social de esta decisión podría manifestarse en las urnas y en la confianza ciudadana, especialmente si el nuevo modelo no logra desterrar las prácticas de control que marcaron al ITEI en el pasado.
JALISCO
Un gobernador de redes sociales: La diplomacia según Lemus y el silencio que delata…

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Pablo Lemus quiso jugar a la diplomacia. Se colocó su traje de “estadista internacional”, abrió su cuenta de X y decidió pronunciarse —veinticuatro horas después— sobre un conflicto que ni le competía ni le concernía directamente, pero que olía a oportunidad política: una funcionaria menor de Morena, Melissa Cornejo, fue cancelada —en redes y en visa— por el exembajador Christopher Landau, actual vicecanciller estadounidense. Lemus, con más cálculo que convicción, tomó aire, y escribió: “Eso no es Jalisco”.
Pero, ¿qué es Jalisco para Lemus? ¿Es acaso ese estado ejemplar que presume ante los diplomáticos gringos mientras, al mismo tiempo, sufre una de las tasas más alarmantes de desapariciones en el país? ¿Es ese “pueblo hermano” que, según él, mantiene relaciones respetuosas con los Estados Unidos, mientras la impunidad se pasea libremente entre sus aliados políticos, como Enrique Alfaro en Madrid, sin rendir cuentas por los más de 17 mil desaparecidos?
En su intento por desmarcarse de Melissa Cornejo —una joven militante que se inmoló en un tuit rabioso contra el imperio migratorio estadounidense— Lemus no midió que estaba exponiendo su propia desnudez política. Porque es muy cómodo condenar un mensaje soez desde la altura del poder, pero es más difícil responder cuando la diputada Itzul Barrera le devuelve el golpe con los datos que Lemus no publica en sus redes: alcaldes de su partido presos por crimen organizado, crisis hídrica en medio estado, y una Mesa de Seguridad donde el gobernador prefiere scrollear a intervenir.
Lemus no defendió a Jalisco. Se defendió a sí mismo. Se posicionó como el “buen mexicano”, el que sabe hablar inglés, el que presume relaciones internacionales y que, como todo buen político tecnócrata, se sube a los trending topics con frases bien medidas para caerle bien a los de afuera.
Pero en casa, su voz suena hueca. ¿Dónde está el mismo Lemus para condenar las ejecuciones extrajudiciales que policías municipales han protagonizado en su administración? ¿Dónde está para exigir justicia para las madres buscadoras hostigadas o desaparecidas? ¿Dónde estaba cuando Itzul Barrera le respondió con datos y él no supo replicar más que con silencio?
Este es el verdadero problema: Lemus no ve el fondo, solo la forma. Mientras Melissa Cornejo borra sus redes, él limpia su imagen con trapos ajenos. Mientras el vicecanciller Landau pontifica sobre los “glorificadores de la violencia”, el gobernador guarda silencio sobre los desaparecidos del 5 de mayo, los cuerpos embolsados en el río Santiago o los feminicidios en la zona metropolitana.
Y todo, para quedar bien con Washington.
Como decía un viejo columnista —al que esta pluma sigue rindiendo tributo—, “los políticos no son lo que dicen, sino lo que callan”. Y Lemus, al callar frente a los escándalos reales que le competen, pero alzar la voz solo cuando hay reflector extranjero de por medio, se pinta de cuerpo entero: es un gobernador de redes, no de gobierno.
En X @DEPACHECOS
NACIONALES
La disfuncionalidad que viene

Opinión, por Fernando Núñez //
Las elecciones judiciales, así como la marcha en contra de ellas, fueron un rotundo fracaso. Lo anterior nos dice que la lucha en torno a uno de los Poderes de la Unión es un proyecto –y contraproyecto– de las élites políticas del país, sin interés alguno por parte de la población. La cooptación de los juzgadores es un hecho consumado, y solo se habrá de revertir en un futuro un tanto lejano y después de una considerable e inevitable inestabilidad política.
“Nada es más peligroso que un pueblo que ha renunciado a su derecho a pensar por sí mismo”, afirmaba la estudiosa del totalitarismo político, Hannah Arendt. La desaparición de la capacidad crítica y la entrega ciega a un proyecto político, así como la instauración de la apatía y la indiferencia ante los sucesos políticos, son condiciones indispensables para la implantación de regímenes autoritarios/totalitarios.
La elección judicial en México deja claro que lo que existe no es una creencia ciega en un proyecto político, sino una muy peligrosa apatía política. Porque, por una parte, solo 13% de los electores mexicanos acudieron a votar, y el número sería considerablemente menor de no haber habido una operación nacional de acarreo político; pero, por otra parte, solo 3 mil personas se congregaron en el Ángel de la Independencia para protestar contra las elecciones, y en el resto de las principales ciudades del país los números fueron aún más raquíticos.
La lucha política en torno al Poder Judicial es un proyecto de las élites políticas. La captura de uno de los Poderes de la Unión no es un proyecto de las bases morenistas, porque estas no acudieron a votar. Pero mantener la independencia judicial tampoco es un proyecto de las bases opositoras, porque estas no acudieron a marchar. Tiene sentido: el Poder Judicial resulta muy abstracto –inclusive para las clases medias y medias-altas del país– como para querer ver su destrucción o su sostenimiento.
Lo anterior cobra más sentido aún ante el decrépito número de juzgadores que tenemos, y la falta de estado de derecho, trayendo como resultado una muy baja exposición de la población ante la impartición de justicia.
Y, sin embargo, el Poder Judicial resulta fundamental para el funcionamiento de la política, la economía y la sociedad. Además de la sepultura de la democracia y el fin de una era política, la elección judicial abrirá la puerta a los poderes fácticos, traerá aún más el debilitamiento del Estado mexicano y, con ello, la disfuncionalidad en el país. Eso ya lo vemos en una diversidad de indicadores que nos dicen que hay un continuo y creciente pesimismo entre la clase empresarial, y un constante y creciente estancamiento económico.
¿Cuándo comenzarán las protestas? Cuando comience a faltar dinero en los bolsillos de los mexicanos, y muy especialmente en los bolsillos de las clases medias del país. Eso, inevitablemente, viene.
Hay una peligrosa apatía política, y queda claro que las élites políticas son las únicas que se encuentran polarizadas. El sexenio de López Obrador comenzó con un capricho mayor al cancelar el NAIM, pero terminó con uno mayúsculo, sin precedente en la historia de la humanidad: la destrucción del Poder Judicial a través de elecciones populares. El futuro luce sombrío.
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Twitter: @FernandoNGE
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