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MUNDO

China comienza a convertirse en garante de paz: Encabezamos un cambio mundial no visto en 100 años, anuncia Xi Jinping

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

Como lo indicamos hace tres semanas, una de las responsabilidades del país o estado líder del mundo, es la de ser promotor efectivo, eficiente y garante de Acuerdos de Paz entre otros países. Obviamente su intervención no es gratuita y cobra de una u otra forma sus servicios. Así lo hicieron los egipcios, Roma, EUA y cualquier otro imperio en la historia de la humanidad. Los imperios tienen la capacidad de asegurar la paz no por la convicción de los pacificados sino por la fuerza económica y militar del pacificador y garante del acuerdo.

Ahora en el cada día más anunciada triste y consecuente caída del Imperio del Tío Sam y el ascenso de China, el líder del Gran Dragón asiático se anota dos medallas en una sola quincena.

Por un lado, logró ser promotor y mediador para un acuerdo de paz entre Irán y Arabia Saudita, dos potencias del Oriente Medio. Hace dos semanas nos amanecimos con la nueva noticia de que el gobierno de China había estado negociando con Irán y con Saudi-Arabia logrando poner fin al enfrentamiento militar y diplomático que ambos países han mantenido cuando menos desde hace una década.

Esto fue una cubetada de agua fría para los EUA en especial para Biden quien ha tenido una mala relación con los líderes de la OPEP encabezada por Arabia Saudita quien desde hace poco más de un año se empezó a alejar de Washington y a acercar a Moscú y a Beijing. Por su parte Irán quien ha tenido una relación complicada con EUA pero supuestamente buena con Biden, simplemente se cargó al lado de Xi y de hecho en Siria este fin de semana, grupos armados patrocinados por Irán atacaron con cohetes a grupos de paramilitares de EUA.

Con lo anterior no solo se ve que el gobierno de Teherán poco respeta a EUA, sino que China se perfila como el conciliador del Oriente Medio, en donde se encuentran la mayoría de los grandes exportadores de petróleo fuera de Venezuela y de Rusia.

No había secado la tinta del acuerdo Irán -Arabia cuando el Presidente Xi se fue de gira y visitó por tres días a su amigo Vladimir Putin. Durante la gira hubo reuniones de trabajo maratónicas de cuando menos cuatro horas diarias entre los dos líderes y se llegaron a acuerdos económicos importantes como por ejemplo el nuevo uso del Yuan como moneda preferente para las exportaciones y actos comerciales de Rusia en África, Latinoamérica y en Asia, además de que con la propia China se avanza a la sustitución del dólar y del sistema bancario basado en NY y Londres que usa el SWIFT.

En ese mismo sentido China propuso un plan de 12 puntos para poner fin a la guerra en Ucrania, plan que pide el cese de las hostilidades y dejar los territorios ocupados en el estado en el que actualmente se encuentran, lo que naturalmente no es aceptable para Ucrania ni para sus aliados de la OTAN o del propio Japón quien ante la crisis y durante los mismos días, se hizo presente en Ucrania con el Presidente Zelensky para manifestar su apoyo.

Claro que si Rusia pierde, Japón pretende recuperar tierras que ha tenido en disputa con Rusia desde hace décadas, pero si Rusia gana, seguramente China pondrá nuevas condiciones a la región con las que Japón y Corea del Sur no serán muy felices.

Desde el inicio de la visita de Estado del líder chino a Moscú, los mandatarios de Rusia y China se elogiaron mutuamente, acusaron a EUA de crear inestabilidad global para mantener su superioridad militar, de ahí Xi dijo que estaba seguro de que los rusos apoyarían a Putin en las elecciones del 2024. Para cerrar la visita Xi dijo “…Vienen cambios que no han sido vistos por 100 años y somos nosotros juntos los que estamos impulsando esos cambios…”, concluyó Xi en su despedida a Putin y remató diciéndole, “…cuídate por favor mi querido amigo…”.

Este mensaje fue curiosamente video grabado por uno de los ayudantes de dicha reunión, al estar Xi y Putin caminando ya en la despedida del viaje. No es casualidad lo que dijo el líder asiático, como si alguno de los ayudantes se hubiese atrevido a hacer algo que no estuviese debidamente autorizado, fue más bien un mensaje tipo el Vaticano, Urbi et Orbi, es decir para los locales, pero más para los líderes foráneos a quienes les está diciendo que se suban a la ola del nuevo Orden Mundial.

Pero además de los cambios globales vale la pena recordar el énfasis de Xi a Putin diciendo ¡cuídate! Esto porque no debemos olvidar que la CIA y varios altos políticos de EUA han sugerido el cambio de régimen en Rusia por la vía forzada.

¿China le está ganando a EUA o será que Washington quiere caer? El 19 de marzo del 2022 el presidente de El Salvador envió un mensaje vía Twitter en el que se preguntaba si la caída acelerada de EUA era intencional y provocada desde dentro.

Por su lado Biden dice que no hay que temer, que China no va a venir a quitarle la comida a nadie, que son buenas personas. Seguramente lo son, pero no hablamos de los ciudadanos sino de las políticas de Beijing que han expresado claramente, que quiere encabezar un cambio de Orden Mundial y lo ratificaron en Moscú la semana pasada, lo que no tiene otra interpretación que la de suplantar a los Estados Unidos en ese rol de superpotencia magna.

Durante la visita de Biden a Canadá la semana pasada y al cierre de la visita de Xi a Moscú, se dio a conocer que China había patrocinado de manera ilegal a candidatos del partido de Trudeau que resultaron ganadores en algunas de las elecciones federales de ese país, lo que es un escándalo por haberse descubierto que el Partido Comunista de China patrocina a políticos de Canadá quienes después proponen políticas internacionales, pero además de Canadá ¿a cuántos más compra o renta Beijing? Por lo pronto en fechas recientes se han dado a conocer cuentas de banco y negocios por varios cientos de millones de dólares que empresarios de China pusieron en manos de empresas relacionadas con la familia de Joe Biden.

Los depósitos incluyen depósitos al hermano de Biden, a la nuera, al hijo y a otro integrante de la familia al que no se ha identificado públicamente. En un acontecimiento muy raro, el gobierno de Minnesota le da $750 millones de dólares en subsidios a una empresa con vínculos con el Partido Comunista Chino para que se instale en ese Estado de la Unión Americana.

En EUA el aumento de impuestos, el aumento de gasto corriente, la sustitución de los méritos por la apariencia, el aumento de la regulación y la creación de programas que te pagan por no trabajar o no estudiar además de la constante distracción por problemas políticos y sociales internos les mantiene ocupados y distraídos mientras que China sigue avanzando incluso dentro de sus propias fronteras.

Estas faltas y la caída del sistema occidental, en parte son consecuencia de la doble moral de casi todos los políticos de occidente de todas las ideologías, quienes como vemos en el caso de EUA y Canadá nos dicen que debemos de dejar de usar nuestro auto compacto, estufas de gas y hasta calentadores de agua, mientras que ellos se transportan en caravanas de más de 20 camionetas tipo suburban y compran casi todo a China quien construye dos plantas de carbón cada semana y emite casi el doble del CO2 que toda la región TMEC.

O como en Francia en donde Macron acude a entrevistas y debates para pedir a los trabajadores ajustarse el cinturón, mientras que es captado en la misma entrevista televisiva portando un reloj de más de 80 mil dólares, siendo tan obvio el error que el propio presidente francés es visto ocultando los brazos bajo la mesa para poder removerse el reloj durante el evento en vivo.

Xi anunció que a su regreso de Rusia hablaría por teléfono con el líder de Ucrania y con el Presidente Biden, pero por lo pronto parece que es Beijing quien ganó la Guerra de Ucrania y que EUA está por perderla por descuidar el Medio Oriente y América latina en donde ahora China es parte importante. Pero “esto no se acaba hasta que se acaba”.

Ya veremos si Estados Unidos de Norteamérica sigue por el camino de la debacle económica con las distracciones internas y si Rusia logra ser una pieza estratégica para el triunfo como lo fue en la primera y en la segunda guerra mundiales o se los come el dragón quien de una forma u otra tiene el poder de su dinero, de sus fábricas y del dinero o regalos que da a decenas de políticos por todo el mundo como el que tiene un par de comodines bajo la manga.

Estoy seguro de que el bienestar económico de nuestro vecino EUA nos ayuda, pero no podemos ser necios y cerrar los ojos a lo que está sucediendo en el mundo, por lo que es importante estar preparados conociendo la cultura y el mercado asiático como alternativa del norteamericano.

Le reitero, aprenda mandarín además de inglés, en especial si usted es menor a los 25 años de edad, porque le va a ser muy útil en los temas de comercio global y para entender a los nuevos clientes, turistas y posibles inversionistas. Claro estamos también a punto de poder entender y darnos a entender en casi todos los idiomas gracias a las traductoras simultáneas en las computadoras o en los celulares, pero de todos modos es mejor no depender de los equipos para todo.

Por lo pronto Xi ha demostrado que su fuerza económico-comercial y la correcta manipulación de la ambición política de los políticos y empresarios occidentales, están pavimentando el camino para que sea el nuevo líder del Orden Mundial. Un Orden en el que la democracia parece ir en declive siendo sustituida por una plutocracia global, la información será cada vez más controlada para poder asegurar la transición casi pacífica del modelo y del imperio.  Xi, Gates, Musk y muchos nos advierten que estamos por presenciar cambios no vistos en centurias. En el Nuevo Orden Mundial todo será igual, un país dominante y un grupo de empresas mega poderosas. Bueno, casi todo porque muchas de las libertades se verán restringidas por razones de conveniencia colectiva, así como en el Covid19.

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El Capitán América y la batalla ideológica

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El cómic del Capitán América nació con un objetivo claro y acorde a un momento histórico muy concreto. El Nº1 de la serie apareció en los puestos de revistas estadounidenses en marzo de 1941, en su portada mostraba a un musculoso hombre enmascarado que portaba un traje lleno de barras y estrellas, mismo que propinaba un golpe en la mandíbula a Adolf Hitler. Este primer número vendió más de un millón de ejemplares.

Cuando se publicó el cómic, Estados Unidos aún no había entrado en la Segunda Guerra Mundial pero la situación era cada vez más tensa con las fuerzas del Eje y el gobierno ya estaba preparado para lo que podía suceder.

En diciembre de ese año, Pearl Harbor fue bombardeado por aviones japoneses y entonces EEUU se unió a los aliados. El Capitán América, que había conquistado el corazón de los jóvenes lectores, se sumó a la lucha difundiendo mensajes patrióticos o apareciendo en campañas propagandísticas.

El origen del Capitán América decía bastante de él: Steve Rogers era un joven que intentó alistarse en el ejército llevado por el compromiso que sentía hacia su país, pero que fue rechazado debido a su mala condición física. Sin embargo, su valentía y valores llamaron la atención de un grupo de científicos que lo eligieron para ser el primer “supersoldado” de la historia inyectándole un suero especial.

Si bien es cierto que lo que hace a Steve un héroe es el resultado de la inyección del suero (fuerza sobrehumana, súper reflejos, etc.), sus habilidades son una consecuencia de los valores que ya tenía. Es decir, que Steve era tan importante cómo el capitán. Los propagandistas gringos tenían claro lo que querían comunicar: cualquier estadounidense puede ser un héroe para su nación.

El panorama que enfrenta Estados Unidos en pleno 2024 es diametralmente distinto al que se tenía previo a la segunda guerra mundial. Los jóvenes ya no creen en lo que hace el gobierno, piensan que la guerra contra el Estado Islámico y Hamás es incorrecta y aquel sentimiento patriótico que llevó a Estados unidos a ser lo que es, se desvanece.

Los jóvenes estadounidenses, empujados por una serie de ideas que ven en redes sociales y por un pensamiento propio que critica a las instituciones, han salido a protestar en sus campus universitarios. Los manifestantes exigen a los centros educativos que rompan vínculos con cualquier proyecto que beneficie al Gobierno israelí o a las empresas que financian el conflicto entre Israel y Palestina.

La primera manifestación se dio en la Universidad de Columbia. Decenas de estudiantes instalaron una zona de tiendas de campaña en el campus y en días pasados, la policía intentó desalojar el campamento, cuando arrestó a más de 100 personas.

El fin de esta historia es de pronóstico reservado, pues parece increíble que hoy los jóvenes salgan a protestar contra un gobierno que de una u otra manera garantiza su expresión y su desarrollo personal para en cambio, defender ideas de aquellos que han buscado destruirlos. Algo de razón tendrán los jóvenes, pero, de seguir adelante con esto, ponen en riesgo a las instituciones que les brindan una serie de privilegios que pocos tienen en el mundo; pareciera que viven el síndrome de Estocolmo.

México, con diferencias de fondo, vive una situación similar. La admiración a la delincuencia organizada y a lo que representa, lleva a los jóvenes aspirar a ser como aquellos que generan inseguridad en el país, a compartir sus ideas, escuchar su música, replicar su vestimenta y a llevar a cabo acciones similares a las de que aquellos que tanto dañan a la sociedad.

Tal vez la guerra ideológica se perdió cuando faltaron líderes positivos a quien admirar, cuando se inició una guerra y el estado se mostró débil, cuando la pobreza y marginación llevaron a los jóvenes a buscar salir de esa situación a cualquier costo o cuando se propuso que a los delincuentes se le debían dar abrazos.

Estados Unidos y México comparten el problema de la falta de credibilidad de sus jóvenes hacia el gobierno. En ambos casos, parece que la batalla ideológica está perdida. ¿Qué hacer para recuperar la admiración y el respeto de los jóvenes por el país que los vio nacer?

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El radicalismo viene de la izquierda

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Opinión, por Fernando Núñez de la Garza Evia //

“La estabilidad lo es todo”, dice un antiguo proverbio chino. Pronto nos daremos cuenta de su sabiduría al quedar atrás la relativa estabilidad vivida en el país y el mundo durante los últimos treinta años. Además del regreso de las rivalidades geopolíticas, del desafío del calentamiento global y los riesgos de las nuevas tecnologías, tendremos que añadir el regreso del radicalismo político. En ciertos países proviniendo de la derecha, mientras que en otros de la izquierda.

Ha habido un debilitamiento de la democracia ante una creciente radicalización política. En Estados Unidos, una parte de la izquierda se ha vuelto más fundamentalista con la cultura del woke, aunque se ha mantenido en los márgenes partidistas. En la derecha, sin embargo, la radicalización se ha normalizado al llevar al extremo los principios del libre mercado, la negación del calentamiento global y la militarización de la política exterior.

Asimismo, en Europa ha sido la derecha política la que se ha tornado más extremista, llegando inclusive al poder en países tan relevantes como Italia. Pero, ¿por qué es la derecha la que ha llevado la delantera radical? Fundamentalmente, por la migración masiva y sus crecientes problemas culturales. Y un problema mayúsculo es que ese extremismo no solo es a nivel de las élites, sino también de las poblaciones.

La derecha en México no se ha radicalizado, al menos no aún. Porque no ha hecho suyas las políticas de mano dura contra la inseguridad, como la derecha salvadoreña. Porque no tiene una dura retórica anti-migrante, como la derecha europea. Y porque no niega el calentamiento global ni ha hecho suyo el dogma del libre mercado, como la derecha estadounidense. Además, la derecha mexicana es democrática, porque cree en los canales institucionales, la negociación partidista y las elecciones populares como mecanismos fundamentales para resolver los problemas políticos nacionales.

Sin embargo, su problema fundamental estriba en su falta de cuadros políticos, tanto así, que una persona sin militancia partidista será su candidata a la presidencia de la República, y lanzaron a una ex-Miss Universo para tratar de recuperar su otrora joya de la corona en el norte del país: Lupita Jones en Baja California.

La izquierda en México es la que se ha radicalizado. Tiene sentido: si en Occidente la derecha lo ha hecho a raíz de la migración masiva y sus choques culturales, en México ha sido la izquierda derivada de un contexto de pobreza y desigualdad, y de la desconfianza social que inevitablemente generan.

Las políticas del populismo de izquierda están ahí: militarización de la vida pública, exclusión del calentamiento global y los temas medioambientales, una profunda aversión a la ciencia y la tecnología, reparto de dinero sin condicionantes de por medio, adelgazamiento continuo de las capacidades del Estado, y un largo etcétera. Ni hablar de su manifiesto autoritarismo y sus políticas que podrían llevar al fin de la democracia-liberal en el país.

La izquierda y la derecha son dos lados de la misma moneda ideológica. Sin embargo, ha sido la izquierda política la que se ha radicalizado en México, tomada por el populismo lopezobradorista. La buena noticia es que la radicalización ha ocurrido más a nivel de las élites, sin haber permeado del todo entre la población. Por ahora.

  • Fernando Nuñez es analista político con estudios en derecho, administración pública y política pública, y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

E-mail: fnge1@hotmail.com

En X: @FernandoNGE

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Abordando la desigualdad económica: El papel esencial del gobierno en las políticas de redistribución

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En la actualidad, la desigualdad económica es un tema candente que suscita debates y preocupaciones en todo el mundo. Esta disparidad en la distribución de la riqueza y los recursos económicos no solo es un fenómeno presente en economías en desarrollo, sino que también afecta a las naciones más industrializadas.

Mientras algunos defienden el valor de la meritocracia y la libre empresa, argumentando que el éxito económico debería ser el resultado del esfuerzo y el talento individual, otros señalan la creciente brecha entre ricos y pobres como una injusticia fundamental que requiere atención urgente.

La idea de que cada individuo debe tener la oportunidad de prosperar según su mérito es una piedra angular de muchas sociedades modernas, pero en la práctica, esta promesa de igualdad de oportunidades puede ser inalcanzable para muchos debido a barreras estructurales y desigualdades sistémicas.

En este contexto, surge una pregunta crucial: ¿Cuál es el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica? Si bien algunos abogan por una intervención mínima del Estado en los asuntos económicos, argumentando que el mercado libre eventualmente corregirá cualquier desequilibrio, la realidad es que la desigualdad económica persiste y se profundiza en muchas sociedades.

Esto plantea la necesidad de una evaluación cuidadosa del papel que el gobierno puede y debe desempeñar en la promoción de la equidad económica y la justicia social. La cuestión no es solo una de moralidad, sino también de estabilidad social y cohesión comunitaria. Una sociedad profundamente dividida por la desigualdad económica corre el riesgo de enfrentar tensiones sociales y políticas que pueden socavar la estabilidad y el progreso a largo plazo

En este contexto, el papel del gobierno en la reducción de la desigualdad económica es crucial, ya que a través de ella, y con debida perspectiva social, se pueden implementar políticas de redistribución que promuevan una distribución más equitativa contribuyendo así a una sociedad más justa y próspera.

Lo anterior cobra relevancia ya que en un sistema económico basado en la libre empresa, a menudo se promueve la idea de que el gobierno debe tener una mínima intervención en la economía, dejando que el mercado se autorregule.

Sin embargo, esta perspectiva puede pasar por alto el importante papel que el gobierno puede desempeñar en la reducción de la desigualdad económica a través de políticas de redistribución las cuales no necesariamente implican una intervención directa en la economía, sino más bien un enfoque en la redistribución equitativa de la riqueza y los recursos para garantizar un mayor equilibrio social y económico.

Por otro lado, en esta tesitura, el gobierno puede adoptar medidas para fortalecer la seguridad social, proporcionando una red de seguridad para los ciudadanos más vulnerables lo que puede incluir programas de asistencia social, como seguro de desempleo, subsidios alimentarios y programas de vivienda asequible, que ayudan a proteger a los individuos y familias de caer en la pobreza extrema debido a circunstancias adversas.

Asimismo, es fundamental invertir en infraestructuras sociales, como educación pública de calidad y acceso equitativo a oportunidades de desarrollo profesional. Al proporcionar a todos los ciudadanos las herramientas y habilidades necesarias para tener éxito en la economía moderna, se puede reducir significativamente la desigualdad económica y promover una mayor movilidad social.

No podemos perder de vista que, si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, el gobierno tiene un papel vital que desempeñar en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución equitativa de la riqueza y los recursos. Estas políticas no solo promueven la justicia social, sino que también pueden contribuir a un mayor crecimiento económico y estabilidad social a largo plazo.

A pesar de ello, la realidad es que un enfoque equilibrado es necesario. Mientras que el exceso de intervención del gobierno puede tener efectos negativos en la innovación y la eficiencia económica, la falta de intervención puede exacerbar la desigualdad y crear tensiones sociales insostenibles. Por lo tanto, es importante que el gobierno encuentre el equilibrio adecuado, implementando políticas de redistribución que sean efectivas y eficientes sin socavar el espíritu emprendedor y la vitalidad económica.

Es evidente que la desigualdad económica es un desafío significativo que enfrentan muchas sociedades modernas, tanto que este desafío constantemente nos genera la necesidad de plantear preguntas difíciles, pero cuyas respuestas son necesarias.

Si bien la libre empresa puede ser un motor importante para el crecimiento económico, no puede garantizar por sí sola una distribución justa y equitativa de la riqueza y los recursos. En este sentido, el gobierno puede desempeñar un papel crucial en la reducción de la desigualdad a través de políticas de redistribución que promuevan un mayor equilibrio social y económico.

Al considerar estas políticas de redistribución, es importante tener en algunas de las ideas planteadas por Michael Sandel en su libro «La tiranía del mérito».

Sandel argumenta que la meritocracia, la idea de que el éxito se debe exclusivamente al mérito individual, ha contribuido a la creciente desigualdad económica al glorificar el éxito personal mientras denigra a aquellos que no tienen éxito. Esta narrativa del mérito puede llevar a la creencia de que aquellos que están en la parte inferior de la escala económica merecen su situación, lo que socava la solidaridad social y perpetúa la desigualdad.

Por lo tanto, las políticas de redistribución deben ir más allá de simplemente corregir las desigualdades económicas y también abordar las injusticias subyacentes en el sistema. Esto puede implicar cambiar la forma en que valoramos el éxito y reconocer que el mérito individual no es el único determinante del éxito económico. En su lugar, debemos adoptar un enfoque más colectivista que reconozca la contribución de todos los miembros de la sociedad y garantice que todos tengan acceso a oportunidades y recursos básicos para prosperar.

La lucha contra la desigualdad económica requiere un enfoque integral que combine políticas de redistribución efectivas con un cambio en nuestra concepción del mérito y el éxito. Al hacerlo, podemos trabajar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde todos tengan la oportunidad de alcanzar su máximo potencial independientemente de su origen socioeconómico.

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