OPINIÓN
La decisión valiente de un juez federal: El derecho a un ambiente sano

Comuna México, por Benjamín Mora Gómez //
Somos poseedores de un gran don: La capacidad volitiva por la que tenemos la oportunidad de salir airosos en los momentos decisivos de nuestras vidas, superando toda adversidad al hacernos responsables de nuestra existencia y de las consecuencias de nuestros pensamientos, palabras, acciones y omisiones.
Nos hemos acostumbrado a justificarnos desde lo externo como si fuese lo único que es capaz de influirnos y negando que el resultado de nuestros actos es principalmente nuestra responsabilidad. Echamos en otros la culpa de nuestros traumas y complejos.
El 12 de diciembre de 2019, el Poder Judicial de la Federación ordenó la suspensión definitiva contra las modificaciones ordenadas por la Secretaría de Energía en materia eólica y solar. Este viernes, 29 de mayo, Greenpeace México mereció la suspensión judicial provisional de la política ordenada por la Secretaría de Energía, el 15 de mayo pasado, en materia de energías limpias… dos intentos… dos fracasos… dos palos piñateros judiciales. Dos terquedades injustificables desde la razón y el buen gobierno.
Aplaudo la resolución del juez Juan Pablo Gómez Fierro y me sumo a lo expresado por Greenpeace México en voz María Colín, especialista en derecho ambiental: “la ciudadanía obtiene una victoria en términos de la protección a sus derechos humanos a un ambiente sano, a la protección a la salud, a la participación en asuntos medioambientales y a la legalidad”.
México no podía detenerse y volver a un pasado contaminante e irresponsable con la vida, la Madre Tierra y el sentido más elevado de responsabilidad ambiental. Rocío Nahle es no solo incompetente sino irresponsable con los compromisos internacionales asumidos por México hacia la reducción de las emisiones que potencian el cambio climático. Rocío Nahle, al violentar los tratados internacionales de México, debe ser separada se du cargo. Rocío Nahle no es la persona idónea para ser la secretaria de Energía de México. Ella, y no las energías limpias, es la NO confiable.
Manuel Bartlett, director general de la Comisión Federal de Electricidad, a través de Luis Bravo Navarrete, coordinador de Comunicación Corporativa, ha acusado a los jueces federales que concedieron la suspensión de anteponer “el interés individual sobre el interés general de la población de acceso a la electricidad”. Hay, sin embargo, un entramado de negocios más turbios que el chapopote; por una parte, Pemex genera 687.3 mil barriles diarios de combustóleo, equivalente a 10.8 veces la demanda nacional, que a nadie interesa fuera de México por ser altamente contaminante, y, por el otro lado, la CFE de Manuel Bartlett ha decidido “importar combustóleo” para suministrar su central eléctrica de Tuxpan, Veracruz, a través de un contrato millonario firmado con Bravo Energy. Las grandes empresas del Estado mexicano se meten zancadillas en perjuicio de ellas mismas y del “interés general de la población”.
¿Quién está detrás de Bravo Energy que cuidan y protegen desde la CFE? Ahí encontraremos, con nombre y apellido, la razón de las acciones de Rocío Nahle y Manuel Bartlett en contra de las energías limpias. En el gobierno no hay casualidades y si causalidades a partir de intereses personalísimos, capaces de desconocer la fuerza de la ley y la dignidad de Estado.
En el México de la Cuarta Transformación hay un gobierno sin gobernante y un gobernante sin gobierno. Bien decía Warren Buffett: “La honestidad es un regalo muy caro, no lo esperes de gente barata”, y en las acciones de este gobierno hay deshonestidad y mentira, hay gente frustrada y enojada con su propia vida. María Montessori planteaba tres grandes propósitos en la educación: Aprender a actuar por sí solos, a dirigir los propios actos y a gobernar la voluntad; sin duda, ninguno está contenido en la educación pública mexicana y, quizá, en muy pocos casos de educación privada, desde la preescolar hasta la universidad, y por ello es que, quienes deben tomar decisiones de gobierno, en éste y en los gobiernos anteriores, son tan errantes, atrabancados, contradictorios y cambiantes, aunque éste, en términos beisboleros, se voló la barda.
Hoy, como antes, el sistema educativo mexicano se enfoca en la repetición de datos y no en la formación de la voluntad responsable, reflexiva y consciente. Se “educa”, pero no se forma para tener control sobre nuestra propia vida. Los grandes males de nuestros días son la compulsión hacia la adicción, la agresión y la depresión, consecuencias de la falta de voluntad consciente.
La libertad es el bien más preciado del ser humano, aun por encima de su vida misma. Por la libertad, el ser humano es causa de su obrar y no víctima de sus motivos; por la libertad, el ser humano aprende a gobernar su voluntad que le permite organizar, sintetizar y jerarquizar sus motivaciones, discerniendo y priorizando desde la razón.
Cuando José Ortega y Gasset dijo “yo soy yo y mis circunstancias” seguramente no se refería a ser víctima de sus circunstancias sino amo y señor de ellas, y hacedor de su propio destino.
El presidente Andrés Manuel López Obrador es un mago del engaño; ha hecho creer que su visión de nación –su Cuarta Transformación- es de largo aliento cuando, por sus decisiones, el futuro se mira oscuro, en quiebra y una pobreza ampliada. La visión de López Obrador es de pichicatería: Confórmate con un par de zapatos, confórmate con una dádiva mensual, confórmate, confórmate, confórmate… con el fracaso, en el fracaso y por el fracaso. No entiende que su mandato tiene fecha de expiración como la tiene la confianza ciudadana.
En el gobierno de Andrés Manuel hay abulia o incapacidad para que sus decisiones sean tomadas racionalmente, sucumbiendo ante sus propias compulsiones ideológicas incontroladas. El madrugar parece que daña la sinapsis de sus neuronas.
Mi padre me insistía en no seguir los consejos, en temas decisorios para mí vida, de quienes no tuvieran que lidiar con los resultados.
E-mail: benja_mora@yahoo.com
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
Si prefiere descargar el PDF en lugar de leer online: CLICK AQUÍ
Lectores en teléfono celular: Para una mejor lectura online, girar a la posición horizontal.
LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
JALISCO
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
La autorización del Tribunal de Justicia Administrativa (TJA) para construir 17,000 viviendas en Valle de los Molinos y la presión de desarrolladores para levantar una torre de 15 pisos en Colomos III amenaza la sostenibilidad de Jalisco, evidenciando un sistema donde los intereses privados prevalecen sobre el bien público.
El gobernador Pablo Lemus, el alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, al igual que la presidenta municipal de Guadalajara enfrentan una batalla jurídica contra desarrolladoras, mientras la sociedad exige proteger el patrimonio natural.
¿Es irreversible esta situación? ¿Qué revela sobre el desarrollo urbano en Jalisco?
COLOMOS III: UN PULMÓN EN PELIGRO
El Bosque Los Colomos, un Área Natural Protegida vital para el agua en Guadalajara, enfrenta una seria amenaza si el TJA accede a la demanda de la empresa Paseo Pabellón S.A. de C.V. para que construya 140 departamentos en Colomos III. Lemus ha jurado impedir esta obra, calificándola de atentado ecológico.
El TJA suele justificar sus fallos por omisiones de los gobiernos municipales, como no entregar información a tiempo, un ejemplo de lo que el especialista Jesús Ibarra llama la “mafia del ladrillo”. Este patrón, donde ayuntamientos fallan y tribunales favorecen a constructoras, pone en riesgo el derecho a un medio ambiente sano.
Lemus insiste en que Colomos III es una zona de protección hidrológica, pero el fallo del Sexto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito, que ordenó devolver 5.7 hectáreas de Colomos III a particulares, representa un revés para el gobierno de Jalisco.
Jurídicamente, la decisión no es irreversible: el gobierno y el Ayuntamiento pueden recurrir a amparos federales o revisiones extraordinarias, argumentando el impacto ambiental y la violación de planes parciales que prohíben urbanizar esta área. Sin embargo, la lentitud burocrática y omisiones pasadas han permitido avances de desarrolladores, complicando la defensa del bosque.
VALLE DE LOS MOLINOS: UN DESASTRE INMINENTE
En Zapopan, el TJA autorizó 17,000 viviendas en Valle de los Molinos, una zona frágil en infraestructura y recursos hídricos. Frangie advierte que este megaproyecto, que duplicaría la población con 65,000 habitantes, colapsaría servicios y agravaría inundaciones y cambio climático al reducir la filtración de agua.
Lemus respalda esta postura, prometiendo frenar el desarrollo. El Plan Parcial de Desarrollo Urbano de Zapopan limita la urbanización en esta área, y un amparo colectivo, coordinado con la Consejería Jurídica, busca revertir la autorización del TJA, priorizando el interés público y la sostenibilidad.
UN SISTEMA CORRUPTO Y LEYES LAXAS
Ambos casos reflejan un “triángulo de corrupción urbanística” entre el TJA, ayuntamientos y el Congreso de Jalisco. Omisiones municipales, como no proporcionar información completa, permiten fallos favorables a desarrolladoras, mientras el Congreso no ha fortalecido leyes ambientales ni revisado la designación de magistrados del TJA.
El ambientalista Miguel Magaña Virgen alerta que esta urbanización descontrolada convierte a Jalisco en una “isla de calor”, afectando el equilibrio ecológico y la calidad de vida.
El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024-2030 prioriza la agenda ambiental, pero casos como Colomos III y Valle de los Molinos prueban la capacidad del gobierno de Lemus para pasar de palabras a hechos.
Paula Bauche, titular de Semadet, subraya que el medio ambiente es una prioridad, especialmente para los jóvenes, y promete trabajar por un Jalisco sustentable. Sin embargo, el desafío es equilibrar el desarrollo económico con la preservación del patrimonio natural.
LA LUCHA POR EL BIEN COMÚN
Lemus, Frangie y Vero Delgadillo enfrentan un desafío monumental. La vía jurídica, con amparos respaldados por estudios técnicos, es la herramienta inmediata para frenar estos proyectos. La Consejería Jurídica, liderada por Tatiana Anaya, coordina estrategias con Zapopan y Guadalajara, involucrando a la sociedad civil para fortalecer la defensa.
Colectivos ciudadanos y propuestas como la del PRI Jalisco, que exige información pública y movilizaciones, refuerzan la presión social para proteger estas áreas.
Más allá de los tribunales, Jalisco necesita transformar su modelo de desarrollo urbano. Fortalecer planes parciales, regular la designación de magistrados y fomentar la participación ciudadana son clave para evitar que intereses privados prevalezcan.
La sociedad jalisciense, como actor crucial, debe mantener el activismo para defender el agua, los bosques y el derecho a la ciudad. Como ciudadanos, debemos preguntarnos: ¿permitiremos que el lucro de unos pocos destruya el patrimonio de todos?
No hay que bajar la guardia. Luchas como las que encabeza Laura Haro, activista defensora del medio ambiente, son muy loables, esa ha sido su bandera desde que se inició en el activismo social y que ha cambiado convertida en lideresa política.
Los casos de Valle de los Molinos y Colomos III exponen un sistema que favorece a desarrolladoras sobre el bien público. Lemus y Frangie, con el apoyo de la Consejería Jurídica, luchan por revertir estas decisiones mediante amparos y presión ciudadana, alineados con el Plan Estatal 2024-2030. La sociedad debe permanecer vigilante para garantizar un Jalisco sustentable, donde el medio ambiente y el interés público no sean negociables.
JALISCO
Gobierno desaparecido: La marcha que desnuda la impunidad

– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco
Un niño preguntó en la marcha por qué su padre estaba en la lona y no en casa. La madre, con la voz rota por el cansancio de tres años, respondió lo que la Fiscalía de Jalisco calla desde el primer día: “porque aquí no buscan a nadie”.
Esa escena, tan breve como brutal, explica lo que ocurrió el 30 de agosto en Guadalajara: cientos de familias arrastrando fotografías en lugar de abrazos, nombres en carteles en lugar de voces en la mesa, retratos colgados en pancartas en lugar de vivos.
El escenario fue la avenida Chapultepec, convertida en galería macabra: paredes humanas de cartón y lona con rostros que se repiten como si fueran estampas de un álbum interminable. Colectivos de nombres luminosos —Luz de Esperanza, Madres Buscadoras de Jalisco, Corazones Unidos en Búsqueda, Entre el Cielo y Tierra— marcharon con la resignación activa de quienes saben que no habrá Estado que los acompañe. Más brigadas de madres con palas que ministerios públicos con oficio. Más plegarias y consignas que sentencias.
El archivo 15,838 es el verdadero expediente del estado. Así debería llamarse: “Caso Jalisco”. Son más de quince mil ochocientas treinta y ocho personas desaparecidas. No es un número: es la nómina macabra de un gobierno que tolera el secuestro permanente. Es el catálogo del fracaso institucional. Marta Leticia García, de Entre el Cielo y Tierra, lo resumió con precisión quirúrgica: “Cada 30 de agosto que pasa, las cifras siguen aumentando sin que haya medidas reales de prevención ni sanciones”.
El dato no miente: Jalisco concentra casi una tercera parte de los desaparecidos del país. Supera a Tamaulipas, a Veracruz, a Guanajuato. Si esto fuera un campeonato, Jalisco sería líder absoluto en la tabla del horror. Y las autoridades, en lugar de pedir disculpas, presumen avances que no existen, sentencias que se cuentan con los dedos de la mano, búsquedas que se hacen más en comunicados que en terrenos.
En medio de la marcha, familiares de desaparecidos sostenían las fotografías de sus hijos, padres, esposos y amigos. Algunos con años de búsqueda que no han dado frutos. Años de puertas cerradas en la Fiscalía.
El comentario es generalizado: “Voy a pedir informes de la investigación y siempre es lo mismo, casi yo tengo que hacer la investigación para llevarles pruebas a ellos”, denuncian los familiares de los desaparecidos. La frase es un dardo en el corazón del sistema: el Estado obliga a las víctimas a convertirse en detectives improvisadas.
No es exageración. Madres que pagan investigadores privados, familias que rastrean llamadas, colectivos que cavan con picos comprados en ferreterías de barrio. Mientras tanto, la Fiscalía, con presupuesto millonario, produce carpetas de papel mojado.
Entre 2018 y 2024, Jalisco apenas consiguió 35 condenas por desaparición cometida por particulares y ocho por desaparición forzada. En 2025, suman nueve sentencias. Haga cuentas: con más de quince mil casos, la impunidad roza el 99.9%. Dicho en lenguaje llano: desaparecer en Jalisco es un delito de bajo riesgo, casi un negocio seguro.
Los nombres ya forman un rosario: rancho Izaguirre, La Vega, Las Agujas. Cada sitio descubierto añade más cuerpos a la lista, más bolsas negras al conteo. Espacios donde la tierra se convierte en archivo, donde la pala sustituye al expediente. Cada hallazgo, lejos de ser un triunfo de la Fiscalía, es la confirmación de su fracaso. No encuentran vivos; encuentran muertos. Y casi nunca por ellos mismos, sino por las familias que insisten en buscar.
Héctor Flores, de Luz de Esperanza, lo dijo sin rodeos: “Encontramos a nuestros hijos despedazados, torturados o esclavizados en vida”. La palabra “esclavitud” no es metáfora: es literal. En los testimonios se documenta el reclutamiento forzado para sicariato, para la producción de drogas, pero también para la pizca de aguacate, de limón, de caña. Mano de obra gratuita para el crimen. El desaparecido convertido en jornalero, en recurso explotable, en herramienta descartable.
El contraste es grotesco. Mientras miles de familias buscan a sus seres queridos, la Fiscalía apenas acumula expedientes como si fueran objetos perdidos. Más que ministerio público, parece la Oficina Nacional de Extraviados. “Se le perdió un hijo, vuelva en seis meses”, parece ser la consigna tácita. La ironía duele: la institución creada para proteger a las personas funciona como bodegón de papeles sin salida.
Y cuando detienen a algún sospechoso, el resultado es igual de indignante: pruebas débiles, carpetas mal integradas, jueces que liberan. El caso de Teuchitlán fue emblemático: policías municipales que operaban como escoltas de criminales. ¿Qué puede esperar el ciudadano cuando la patrulla es taxi de secuestro?
La justicia se vuelve simulacro: se detienen “sospechosos” para la foto, se filtran comunicados que hablan de avances, pero la realidad es que la impunidad se recicla una y cuando la marcha llegó a Palacio de Gobierno, las paredes de cantera fueron cubiertas con lonas de desaparecidos. La sede del poder convertida en muro de acusaciones. Cada rostro colgado era una denuncia silenciosa: usted, señor gobernador, no busca. Usted, señor fiscal, no previene. Usted, señor Estado, no sanciona.
La imagen fue brutal: el poder custodiado por policías, rodeado de fotografías de sus propios fracasos. Un espejo incómodo que no puede maquillarse con ruedas de prensa.
El clamor no fue solo un acto de memoria, fue un interrogatorio político: ¿Dónde están? ¿Quién los desapareció? ¿Quién se beneficia de su ausencia? Preguntas que la Fiscalía archiva en la gaveta equivocada. Preguntas que ningún funcionario se atreve a responder.
Mientras tanto, la sociedad mira de lejos, como si el dolor ajeno no fuera una advertencia propia. Pero la desaparición no es un problema de colectivos: es un crimen de lesa humanidad que erosiona la estructura del Estado. Hoy son las madres las que cavan, mañana serán comunidades enteras las que entierren su confianza en las instituciones.
Jalisco arde en la paradoja: tierra del tequila y de la innovación tecnológica en los discursos oficiales, pero territorio de fosas clandestinas en la realidad. Valle del Silicio en los folletos de inversión, pero valle del silencio en las fiscalías. Estado de modernidad en el eslogan, pero estado de madres con palas en el campo.
Con 15 mil desaparecidos, lo que se tambalea no es solo la seguridad pública, sino la idea misma de Estado. Porque un gobierno que no busca a sus ausentes es, él mismo, un gobierno desaparecido.
En X: @DEPACHECOS