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OPINIÓN

Se imponen los intereses inmobiliarios en las Villas Panamericanas: ¡Ganó el cártel del concreto!

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Por Mario Ávila //

Un tumor se extirpa, se encapsula o te carcome. Con esta analogía el investigador Miguel Magaña Virgen se ha referido siempre al caso de las Villas Panamericanas, la última gran obra de 650 departamentos dentro del territorio de El Bajío del Arenal, una depresión geológica enclavada a un costado del anillo periférico y en los límites con el Bosque de La Primavera, en la que después de 10 años de intensa lucha, el Tribunal de Justicia Administrativa dictó sentencia a favor del consorcio Inmobiliario Arenal del Bosque S.A. de C.V. en donde ordena al gobierno de Zapopan que le otorgue el certificado de habitabilidad.

Con ello se cumple a cabalidad, paso a paso, lo que más que una analogía pareció ser una penosa sentencia por parte del académico defensor de medio ambiente, ya que no se ordenó la demolición del inmueble (extirpar), no se han tomado medidas para proteger al resto de El Bajío (encapsular) y por lo tanto el riesgo inminente es que este “tumor” construido como albergue para los atletas que tomaron parte en los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011, carcoma a esta importante zona de recarga de mantos freáticos, desde donde se abastece hasta el 30% del agua que se utiliza en las colonias del poniente de la Zona Metropolitana de Guadalajara.

Para consumar esta victoria, de lo que el académico llama el “Cartel del concreto”, por supuesto que se debió contar con la complicidad de autoridades de los dos niveles de gobierno y no solo del magistrado Laurentino López Villaseñor, que fue quien finalmente ordenó al municipio de Zapopan, que concediera los permisos de habitabilidad.

SE IMPUSIERON INTERESES INMOBILIARIOS

Bueno, la presión sobre el Bajío no es a partir de Las Villas, es una presión que ya se está dando de una manera regular, porque si nos damos una vuelta por El Bajío, lo que vamos a ver es que ahí ya hay fraccionamientos, hay una preparatoria, hay instalaciones universitarias, un estadio, esto poco a poco se ha ido poblando, poco a poco han ido cambiando al Bajío del Arenal, que en breve será el Bajío del concreto”.

Así explicó de entrada la gravedad del problema, el académico Miguel Enrique Magaña Virgen, jefe del Departamento Ciencias Ambientales del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA) de la Universidad de Guadalajara (UdeG), quien refiere que lo que viene a hacer la habitabilidad de las Villas Panamericanas es abrir ya totalmente sin ninguna situación de criterio ético ambiental, la puerta para la destrucción del funcionamiento de El Bajío.

Ya por ejemplo -dijo- los lugares que están instalados ahí están infiltrado las aguas negras, no las sacan de ahí, es una cuenca endorreica, cerrada y no las sacan, lo que está pasando es que el drenaje se está yendo hacia abajo y es una zona de alta permeabilidad, eso es muy importante es una zona de alta recarga, ya lo sabemos recarga del acuífero Atemajac que durante cientos de años ha alimentado a Guadalajara y lo que es peor, da el 30% del agua que está consumiendo Guadalajara, de tal manera que toda el agua que se extrae de ahí, en Chapalita, Providencia y en una amplia zona del Poniente de la Zona Metropolitana de Guadalajara, es agua que viene de ese acuífero. Y qué pasa con ello, al estar metiendo la urbanización que está avanzando, está tapando esa tarea de infiltrar agua de lluvia y está infiltrando aguas negras, está contaminando.

Aseguró que “ya hay un plan de desarrollo urbano que anda por ahí, del municipio de Zapopan, de los presidentes municipales anteriores, o sea, hay planes para urbanizar totalmente El Bajío; entonces cuando le dan la habitabilidad a las Villas, no sé dos o tres mil personas que vaya a haber ahí, vamos a tener igual número o más de carros y adicionalmente necesidades de mercados, salones de fiestas, centros comerciales, todo lo que le sigue la urbanización o bien algunos otros empresarios o constructores que digan ‘ah bueno, pues yo también quiero hacer un fraccionamiento o construir un edificio de departamentos, qué se yo’ y cuando lo hagan, nadie les va a decir que no por una razón, porque podrán decir que porque a ellos si se les autorizó y a otros no, respetando el principio de equidad, como un principio universal de la ley.

De tal manera que lo hemos manifestado en muchas ocasiones, que la Villa Panamericana es un tumor, y con los tumores tenemos tres opciones: los extirpamos, los encapsulamos o sucumbimos ante el tumor. La gran discusión fue siempre en tratar de evadir la primera de las soluciones argumentado que era impensable perder todo el dinero que ya estaba invertido ahí, cientos de miles de millones de pesos que además en gran parte son del gobierno y de trabajadores del gobierno. Aunque en países desarrollados o con criterios desarrollados, simplemente hay una demolición y se acabó el asunto. Pero ahí hay un estadio también y hay unos fraccionamientos, entonces se complica la cosa.

Qué proponemos o qué he propuesto desde hace tiempo, encapsularlo, declarando como área de protección de infiltración la zona que no está construida, para que ya no crezca ese tumor, pero por supuesto que a los empresarios, a los constructores les causa escozor como podrán ofertar que alguien viva en la Villa Panamericana y se vaya de compras hasta Andares, no, aquí mismo debe consumir porque todo va aparejado”.

RIESGO PARA LA PRIMAVERA

A la pregunta de si la habitabilidad para las Villas Panamericanas, no solo pone en riesgo a El Bajío, sino incluso al bosque de La Primavera, la respuesta del doctor, Miguel Magaña Virgen, fue contundente: “Bueno sí. Hay una situación muy clara, hemos visto por ejemplo lo que ha pasado con el bosque de La Primavera, si tu le das la vuelta, te vas a encontrar que La Primavera se está aislando, es decir la estamos convirtiendo en una isla y son todos los desarrollos urbanos los que la están aislando, los que están ejerciendo presión a su alrededor, eso invariablemente corta los corredores biológicos naturales de flora y de fauna. Ya hay un problema fuerte ahí, la fauna se está ahuyentando, entran las personas de todos estos fraccionamientos y llevan sus perros, se sueltan y empiezan a convertirse en grupos de perros ferales de fauna que andan correteando y comiéndose a las ardillas, a los tlacuaches, entonces se está generando una situación de alto riesgo para la fauna.

Recuerdo que hace algunas décadas me tocó la fortuna de hacer la propuesta del área de amortiguamiento del bosque, en tiempos de los gobiernos del PRI, que la intención de esa zona de amortiguamiento era justamente parar el empuje de la ciudad hacia el bosque y se podría decir que lo logramos en áreas estatales impidiendo que hubiera desarrollo en esa zona de amortiguamiento, que nunca se firmó, ya que solo se autorizó y se aceptó en tiempos de Guillermo Cosío, pero nunca se firmó, es decir nunca se legalizó.

Y a Zapopan, con el primer alcalde del Partido Acción Nacional, Daniel Ituarte, le presentamos un ordenamiento ecológico territorial de toda la zona de Zapopan que colindaba con el bosque, para protegerlo y dar usufructo económico a la zona, pero nunca nos peló”, expuso.

Finalmente el académico e investigador igual Magaña Virgen, concluyó sobre el tema: «Ya tiene muchos años que hemos venido haciendo muchas propuestas, pero nos está ganado el cártel del concreto, lamentablemente porque ahí te va otra repercusión, porque son impactos sinérgicos: vamos a tener menos agua, si tú revisas la información de la Conagua, cómo los pozos están disminuyendo sus niveles piesométricos, tiene que meterse más abajo para sacar agua lo que obliga a ir a fracasar con El Zapotillo a otros lugares a costos millonarios».

«Son acciones en las que quienes van a ganar siguen siendo los constructores y el pagano a final de cuentas está ganando algo que lo tiene a las puertas de la ciudad, porque no es la única zona sino que hay otras partes de la ZMG que también han pasado por sobre estas demandas naturales y están cubriendo e impidiendo la infiltración de la recarga de los acuíferos».

JALISCO

Los retos de Verónica Delgadillo y el futuro de Guadalajara

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

El pasado viernes, en un encuentro sin precedentes con directivos de medios y líderes de opinión, la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, ofreció un vistazo crudo a los desafíos que enfrenta su administración, particularmente la crisis hídrica y la precariedad financiera municipal.

Este tercer diálogo abierto en ocho meses de gestión—un ejercicio de transparencia ausente en otros alcaldes tapatíos—permitió abordar temas clave con franqueza. En mi intervención le recordé su compromiso de campaña, destacado en el primer debate de Quiero TV en mayo del 2024, de renovar el 20% de los 2,500 kilómetros de tuberías de Guadalajara de manera gradual, minimizando afectaciones, ante la grave escasez de agua en la Zona Metropolitana. Su respuesta, aunque esperanzadora, revela las limitaciones estructurales que obstaculizan su cumplimiento.

Delgadillo reconoció la urgencia de reemplazar redes de agua de 80 a 100 años, algunas con asbesto y otras reducidas a canaletas obsoletas, un desafío que exige 76,000 millones de pesos para una renovación integral o 13,000 millones para un mantenimiento básico.

Con un presupuesto de 12,500 millones, la alcaldesa recurrió a la metáfora de Oye Bartola de Chava Flores—“ahí te dejo esos dos pesos para la renta, el teléfono y la luz”—para ilustrar cómo los recursos apenas cubren servicios básicos, salarios de 12,000 empleados y emergencias, dejando poco para infraestructura crítica. “No hay lana para todo”, admitió, apostando por una colaboración multidecenal con el Gobierno del Estado, que prometió 8,000 millones, y citando los 12,500 millones invertidos por la administración anterior, cuya efectividad se cuestiona al no percibir resultados visibles.

Esta dependencia externa pone en duda la viabilidad de su plan. La promesa de renovación hídrica, aunque ambiciosa, choca con la realidad fiscal heredada y la falta de autonomía municipal. Delgadillo denunció una injusticia redistributiva: Guadalajara atiende a tres millones de personas—1.385 millones registrados y una población flotante—con solo 48,000 hogares pagando impuestos, logrando un 95% de recaudación, superior a Zapopan (78%) y Tlaquepaque (45%).

Sin embargo, la eliminación del Ramo 33 y Fortaseg por el gobierno federal de López Obrador ha agravado la situación, forzándola a buscar apoyo vía la Asociación de Ciudades Capitales. Su llamado a “lana extra” para recibir visitantes nacionales e internacionales (Como los que generará el Mundial de Futbol) resalta la necesidad de un cambio sistémico, pero su estrategia depende excesivamente de voluntades externas.

El símil de Bartola no es solo humor; es una crítica implícita a un modelo donde Guadalajara, motor económico de occidente, queda desprotegida. La alcaldesa puede impulsar alianzas público-privadas con incentivos fiscales y cabildeo con el Estado y la Federación, pero sin una reforma fiscal local que amplíe la base tributaria o modernice el catastro, estas medidas podrían quedar en promesas. La inversión previa en redes hidráulicas de 12,500 millones de pesos, parece haber “pasado de noche”, sugiriendo ineficiencias o mala planeación que Delgadillo debe aclarar.

Su enfoque en transparencia ofrece esperanza. Anunció un plan anticorrupción para meses próximos, con digitalización de licencias, controles y la destitución de un funcionario por irregularidades, además de multas de 2,200 pesos desde agosto para la basura, con opción a servicio comunitario. “No es recaudatorio, queremos una ciudad limpia”, enfatizó, alineando sanciones con educación cívica.

Sin embargo, estas iniciativas, aunque valiosas, palidecen ante la magnitud del reto financiero. Sin recursos frescos, el riesgo es que proyectos como la red hídrica sigan “durmiendo el sueño de los justos”.

Comparativamente, la gestión de Delgadillo enfrenta un dilema clásico: gobernar requiere más que promesas de campaña. Mientras candidatos como ella pintan escenarios optimistas, la realidad administrativa revela un rompecabezas de prioridades y limitaciones. La canción de Bartola refleja esta tensión: con “dos pesos” simbólicos, ¿cómo equilibrar nómina, servicios y obra pública?

Su apuesta por el Estado y la Federación es lógica, pero insuficiente sin presión sostenida. La Asociación de Ciudades Capitales podría ser un aliado clave, exigiendo un esquema redistributivo justo, mientras la atracción de inversión privada—por ejemplo, para redes hidráulicas—podría aliviar la carga, aunque requiere incentivos claros.

El diagnóstico de Delgadillo es acertado: Guadalajara merece más recursos por su rol nodal. Sin embargo, su justificación depende demasiado de apoyos externos, dejando en segundo plano la necesidad de autonomía fiscal. Una modernización tributaria, combinada con auditorías rigurosas y proyectos autofinanciables como el “webping Guadalajara” para recargos, podría empoderar al municipio. De lo contrario, la ciudad quedará atrapada en un ciclo de insuficiencia, donde la visión de Delgadillo—honesta pero limitada—se diluirá ante la falta de “lana”. Este análisis invita a reflexionar: ¿es suficiente culpar al sistema, o debe la alcaldesa liderar una transformación interna para desbloquear el potencial de Guadalajara?

En conclusión, la alcaldesa enfrenta un desafío monumental que trasciende su gestión. Su compromiso con la transparencia y la colaboración estatal es un paso adelante, pero la solución exige un replanteamiento nacional. Sin autonomía financiera y recursos adecuados, los rezagos hídricos y urbanos persistirán, y la metáfora de Bartola seguirá resonando como un eco de promesas incumplidas. La pelota está en su cancha y en la de los gobiernos superiores: o se actúa con estrategia, o Guadalajara seguirá siendo un gigante económico con pies de barro.

 

 

 

 

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JALISCO

Pereza cívica y hartazgo político: Jalisco, el silencio como voto

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Por más que se adornen los discursos, la Reforma Judicial en Jalisco no fue derrotada por la oposición, ni por la lucidez crítica del electorado. Fue derrotada por el silencio, por la pereza cívica y el hartazgo político. Lo que hubo este 2 de junio fue un mensaje con letras grandes y mayúsculas: el pueblo no se molestó ni en votar.

Siete de cada cien jaliscienses acudieron a las urnas. El resto decidió que valía más la pena el pozole del domingo -el de “Las Titas” en Santa Anita es espectacular- que participar en una elección que desde el inicio olía a simulacro. Así, Jalisco no solo quedó debajo de la media nacional, sino que se coronó como campeón del abstencionismo, un récord que ningún partido quiere presumir. En otros tiempos, al menos se fingía entusiasmo. Hoy ni eso.

Y que nadie se engañe: esto no es una victoria para nadie. Ni para los promotores de la Reforma, ni para sus opositores. Pero, si hay un perdedor claro, ese es Morena. La Cuarta Transformación ha sido, desde el inicio, recibida en Jalisco con frialdad glacial. Y ahora ni con toda la artillería institucional lograron calentar el ánimo. De poco sirvió la promoción desde Palacio o las arengas de los diputados. La gente, simplemente, no les creyó.

Hubo distritos —el 9 y el 11 en Guadalajara— donde la votación fue “menos vergonzosa”. Se movieron operadores, sí. La diputada Merilyn Gómez Pozos, el ex emecista Salvador Caro y el omnipresente grupo de La Luz del Mundo intentaron mostrar el poderío de sus huestes. Pero la realidad fue otra: los líderes jalaban cada uno por su lado y los votos no jalaban con nadie. Los resultados fueron tan escasos que ni siquiera alcanzaron para presumir estructura.

¿Y los que debieron jalar y no lo hicieron? Ahí están los nombres: Claudia Delgadillo, Eduardo Almaguer y dicen que, en este combo también entró el cada vez más desdibujado Alberto Lamas. Todos ausentes, ineficaces o ambas cosas. Políticos con credenciales de operadores del sexenio de Aristóteles Sandoval, autoproclamados liderazgos morenistas que a la hora buena ni operan ni aparecen. A algunos ya no los buscan ni los suyos.

Baste como ejemplo un claro intento fallido: Fernando Delgadillo González, hermano de la excandidata morenista Claudia Delgadillo. Con todo y que su nombre fue agregado en los acordeones de operadores, quedó fuera de las magistraturas laborales. Ni el apellido ni la hermana le alcanzaron. Y con ello, se confirma: en Jalisco, Morena ni gana en los tribunales ni en las urnas. Pierde con apellido, con estructura o sin ella. La derrota ya no es noticia, es costumbre.

Paradójicamente, uno que no vive en Jalisco sí logró su cometido: Ricardo Monreal, quien ya va perfilando a su incondicional Sergio Arturo Guerrero Olvera como próximo magistrado de la Sala Regional Guadalajara del Tribunal Electoral federal. La maniobra es discreta, pero contundente. No es poca cosa: en esa sala se deciden elecciones de medio país, incluyendo esta tierra brava.

Si alguna figura quedó retratada en esta elección judicial, fue Verónica Ucaranza. La jalisciense terminó en el último lugar de 32 candidatas para ministra de la Corte. La anécdota sería chusca si no hablara tan claro del tipo de política judicial que se intenta construir.

Dicen que dejó su campaña en manos de su esposo, que la UdeG le dio la espalda por decir lo menos, pues por parte de los Leones Negros no hubo músculo, ni red, ni estrategia, ni responsable que diera la cara por el fracaso universitario… Solo el nombre puesto en la lista, esperando que el milagro llegara solo. Y los milagros, en estos tiempos, no los hacen ni los obispos caídos.

Entre los que celebraron discretamente están los miembros de La Luz del Mundo, cuyo respaldo a ciertos candidatos rindió frutos: Madián Sinaí Menchaca Sierra será jueza administrativa y Eluzai Rafael Aguilar, juez penal. Pero la celebración vino acompañada del escándalo. Madián es hija del obispo Nicolás Menchaca, heredero del trono tras la caída de Naasón Joaquín. Tiene en su expediente un accidente vial en 2024 y sobre su familia pesan denuncias por corrupción y encubrimiento… Que hoy ocupe un asiento en el Poder Judicial es una señal inequívoca del país que se está construyendo.

Y mientras sus detractores impugnan su nombramiento en redes y ante el INE, el resto del país parece resignado. O peor: ni siquiera se entera. En la política judicial mexicana, lo que no se ve, no indigna. Y así, el aparato avanza.

La elección judicial en Jalisco no mostró músculo político, ni estrategia institucional, ni siquiera simulación efectiva. Mostró lo que ya sabíamos: el voto no siempre decide el poder. A veces lo decide la inercia, otras la abstención.

Y en ocasiones, como esta, lo deciden los cabildeos de alcoba, las órdenes desde el centro y los pactos inconfesables. Jalisco votó en silencio, pero los jueces ya tienen nombre. Los grupos ya cobraron su cuota. Y el sistema se sigue reformando, pero para los mismos de siempre.

En X @DEPACHECOS

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NACIONALES

La integración del nuevo Poder Juidcial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Desde siempre la Suprema Corte de Justicia de la Nación (en México es el único país con esa denominación; en el resto del mundo es la Corte Suprema) ha sido un blanco político, aunado a su innegable vocación jurídica. Los ires y venires jurídico-políticos del Poder Judicial en México van desde antes de declarar la independencia del país hasta nuestros días.

Antaño, debates entre «conservadores» y «liberales» definieron poderes y alcances de legislativos, ejecutivos y jurídicos, marcando responsabilidades y límites.

Actualmente, se ha revelado al abogado mixteco Hugo Aguilar Ortiz como presunto presidente del Supremo Tribunal de Justicia al obtener la mayor cantidad de votos para su designación como magistrado en la elección del 1º de junio de este año.

Antaño, cuando el entonces presidente de la república, Juan Álvarez nombró a Benito Pablo Juárez García como ministro de justicia (1855) se llevó al cabo dicha designación como lo ordenaba la Constitución: el presidente de la república tenía esa facultad.

Es hasta el 15 de junio de 1861 que don Benito asume la presidencia del Supremo Tribunal de Justicia que, entonces, significaba ser vicepresidente de la república.

Comonfort, presidente que fue destituido y que había encarcelado a Juárez por no “comulgar” con sus ideas conservadoras, dio paso a la primera presidencia de Benito Pablo Juárez García, pues ocupaba la presidencia del STJN. Surgen entonces las Leyes de Reforma y la guerra intestina que trajo a Maximiliano de Habsburgo como emperador.

A los 12, Juárez dejó Guelatao por Oaxaca, sin hablar español, pero su inteligencia brilló en el seminario de Santa Cruz, aprendiendo filosofía y latín. Estudió abogacía, se casó con Margarita Maza, tuvieron 12 hijos, la mayoría fallecidos.

Juárez fue regidor, diputado local, diputado federal y gobernador de Oaxaca. Santa Anna lo desterró a New Orleans; al caer Santa Anna, regresó para ocupar una magistratura en la SCJN.

La biografía de Juárez da para escribir una enciclopedia, pero esta parte sirve para entender que don Benito no era un ingenuo juez o magistrado. Aprendió a nadar entre tiburones de la política decimonónica que era feroz e implacable hacia los cambios, sobre todo los relativos a los fueros, posesiones e injerencias sociales de la Iglesia.

Como jurista fue parte de la creación de las Leyes de Reforma (independencia del Estado respecto a la Iglesia, ley sobre matrimonio civil, del Registro Civil, de Panteones y Cementerios y el paso de los bienes eclesiásticos a la nación); también promulgó la llamada Ley Juárez, que atendía a situaciones administrativas.

Las presidencias de Juárez son otros capítulos de su historia personal y de México.

¿Cómo entonces comparar la trayectoria de Benito Pablo Juárez García con la del flamante electo presidente del nuevo Supremo Tribunal de Justicia de la Nación, el mixteco Hugo Aguilar Ortiz?

Por cierto, “polvos de aquellos lodos”, Juárez no “masticaba” a Porfirio Díaz no sólo por ser enemigos políticos, sino por pertenecer a etnias oaxaqueñas diferentes: la zapoteca y la mixteca, respectivamente. Igual correspondía Porfirio Díaz Mori a su rival, al que intentó destituir mediante un golpe militar.

Según se ha dicho, la mayoría de los votos (cuatro millones 883 mil 3897) se dieron para Aguilar Ortiz por lo que será presidente de la SCJN dos años y será ministro 12 años. La presidencia será rotativa y, según los votos obtenidos la irán ocupando. los nuevos magistrados durarán en el cargo entre ocho y 12 años.

Los otros ministros serán: Lenia Batres; Yasmin Esquivel; Loretta Ortiz; Sara Irene Herrerías; María Estela Ríos González; Giovanni Figueroa Mejía; Arístides Guerrero e Irving Espinoza Betanza.

Como es lógico, los dimes y diretes en torno a la integración de la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, han circulado profusamente. Se ha acusado a Aguilar Ortiz de ser un incondicional del expresidente Andrés Manuel López Obrador y, por consecuencia de la 4T.

Sobre la mayoría de los magistrados y magistradas pesa también la sombra de estar bajo la batuta del partido Morena, o lo que es lo mismo, del gobierno que encabeza la presidente Sheinbaum y que se extiende a las cámaras legislativas.

Los mexicanos (que votaron o no lo hicieron) estaremos a la expectativa para observar si en verdad se cumplen las expectativas en las que basaron la integración del nuevo Poder Judicial. Por lo pronto, será determinante la posición personal de cada uno de los ministros, en especial de quien habrá de presidir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, respecto a la muy importante tarea que tendrán a su cargo desde sus magistraturas.

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Tendencias

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