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OPINIÓN

Si se abrió la Expo que se abran todos los parques: Táctica y estrategia

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Con todo respeto, por Jorge Zul de la Cueva //

Es importante, diría Benedetti, que no nos vamos simulacros y que miremos, como sociedad, más allá de la elección. Es urgente calmar los ánimos y acordar una ruta en la que se integre toda la sociedad. Necesitamos trabajar juntos y poner dique a los lodazales electorales para que ya no sigan dirigiendo la conversación en torno a la pandemia por la simple y sencilla razón de que esto no ha ayudado y hace mucho daño.

Para lograrlo, aunque no soy una mesa, propongo un plan en cuatro puntos: 

Uno: Blindemos el tema de salud y tratemos de que no esté al centro de la grilla.

Se van a caldear las cosas en lo electoral y la propaganda va a estorbar todavía más a la hora de comunicar estrategias. Lo primero, si me preguntan a mí, es despolitizar el tema. Sería bueno nombrar un vocero y que sea un personaje neutro, amable y claro, que no desborde pasiones, que sea un técnico. Eso ayudaría mucho a despolitizar el tema y a dar un buen mensaje. Sería una decisión estratégica sensata, bien vista y aplaudida. Hace mucha falta una muestra de voluntad y ésta de tajo ayudaría en todo sentido porque muestra incluso humildad y un giro de las cosas.

Dos: Incidencia en lo urgente ya que es urgente.

Lo de los tanques de oxígeno es ya un problema en la ciudad y el estado. Hay una mesa de expertos, que analicen eso, que nos cuenten como está la cosa, que presenten opciones y que le entren a garantizar que nadie muera ahogado porque no tiene para pagar. Eso sería bueno para MC electoralmente y para todos. ¿Qué esperan para entrarle a lo que preocupa a cada vez más personas?

Tres: No simulen clausurando bancas, caen peor de gordos.

Ricardo Villanueva tiene razón cuando pide que dejemos los juicios para después de los momentos críticos en los que es indispensable concentrarnos ahora. 

Tiene razón, pero eso hay que hacer que suceda y no se puede lograr cuando toman decisiones arbitrarias y no las explican. “No se quejen, pero ahí les va y no pregunten”, no es una forma de pedir cooperación.

Nadie ha explicado por qué sí se puede abrir la Expo a cinco mil personas o sostener la ficción de que bares son restaurantes que deben estar abiertos, mientras las bancas de los camellones están clausuradas y los parques son vendidos como la cuna de la peligrosidad. 

¿Qué pasó? ¿Por qué no dicen la verdad? Hay que confiar en la sociedad y decirle lo que pasa. Es muy obvio que hay intereses económicos y que la ciudad no puede cerrar pero incluyan a la gente en la discusión en vez de ver como le toman el pelo. Cerrar los parques para decir que sí hay medidas cuando saben que se daña a la población con eso y que en el fondo acaba por ser una antimedida, no es ni estratégico. No funcionó el choro, no compramos, no sean arrogantes y denle para atrás. 

Cuatro: Los protocolos o sirven para todos y aplican o no sirven para nadie y no aplican.

Que la mesa de reactivación piense en todos los sectores y que las reglas de operación para unos sean las mismas para otros. Darle todo a un sector y quitarle todo a los demás es injusto. 

Veamos un ejemplo de no tomar en cuenta a un sector y meterle en líos, discriminándole de manera innecesaria: No está bien que los adultos mayores no puedan ir a comprar y ya. Está fácil resolver eso con la misma fuerza del Estado: Martes y jueves de 4 a 6 o sábados de 9 a 13 sólo los adultos mayores podrán comprar en los supermercados y listo, no, se les excluye nomás, eso está gachísimo.

Además claro que se puede abrir Colomos y se puede abrir la barranca si se pudo abrir la Expo y claro que quienes tienen gimnasios deben estar tristes porque es injusto que los restaurantes que no son restaurantes estén atascados y ellos pagando renta esperando, del mismo modo que los que impulsan centros y proyectos culturales deben haberse dolido de que el recinto ferial más grande del estado si pudo abrir y ellos no. Tienen que gobernar y comunicar para todos los sectores, no sólo para los cuates.

En resumidas cuentas faltan medidas claras, justas, comprensibles, que tomen en cuenta a todos los sectores y estén bien comunicadas. Hasta como proyecto electoral es lo más sensato que tienen a la mano.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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Buscan cubrir a AMLO en actos de corrupción

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NACIONALES

Buscan cubrir a AMLO en actos de corrupción

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– De Primera Mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín

UNA DE LAS evidencias de que el sistema político del México de nuestros días es parecido al PRI hegemónico de hace 50 años es el combate a la corrupción de acuerdo a intereses políticos del grupo en el poder, con una gran diferencia ahora: Los funcionarios de primer nivel son intocables.

No hubo un solo presidente de la república de aquel viejo PRI, que no impusiera su voluntad y enviara un mensaje a la clase política de que había un nuevo líder en Los Pinos. Las demostraciones incluían cárcel para figuras de alto nivel. Así, estuvieron tras las rejas el senador Jorge Díaz Serrano, director de PEMEX, con el presidente José López Portillo, varios gobernadores y hasta un hermano del presidente Carlos Salinas, Raúl.

A partir del año 2018, el hombre que tuvo como lema de campaña presidencial el ataque a la corrupción, Andrés Manuel López Obrador, en los hechos cubrió a los corruptos de primerísimo nivel.

Solo dos botones de muestra: Ignacio Ovalle Fernández, director de SEGALMEX, y Manuel Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad. Aplicó la máxima de Benito Juárez: “A los amigos, perdón y gracia; a los enemigos, la ley a secas”.

Entre los enemigos actuó contra Emilio Lozoya, director de PEMEX con el presidente Peña Nieto, acusado de haber recibido sobornos de una empresa petrolera del Brasil, pero al final del día su gobierno acordó y el acusado está en casa.

El cinismo de AMLO incluyó su admisión de la existencia de corrupción en Segalmex, cuyo desfalco rebasó los 15 mil millones de pesos, pero justificó a Ovalle diciendo que este último “había sido engañado por sus subalternos”.

Increíble lo anterior, sobre todo para quien, durante una “mañanera” del año 2019, aseguraba que no hay persona mejor informada que el presidente de la república y que si había corrupción entre los funcionarios, “era porque el jefe, el presidente, estaba enterado”.

En los días que vivimos, el caso del “huachicol fiscal” operado por altos mandos de la Marina Armada de México nos pone sobre la mesa la enorme probabilidad de que no solo el general secretario del ramo con López Obrador, sino también este último, pudieran haber sido enterados y haber permitido el enorme peculado.

Imposible no reparar en las declaraciones del titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, quien el pasado domingo declaró que Rafael Ojeda Durán, titular de la Marina en el sexenio obradorista, había denunciado “problemas” y que por ese motivo la Fiscalía General de la República se había adentrado en la investigación que hoy tiene por resultado la persecución de cuando menos 200 personas, entre militares, servidores públicos y empresarios.

Los hechos sobre tal ilícito empezaron a trascender a los altos mandos militares cuando Rubén Guerrero Alcántar, vicealmirante y exdirectivo de una aduana en Tamaulipas, redactó una carta que llegó a manos del general secretario Ojeda Durán, en la que señalaba directamente a Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, de encabezar una red de “huachicoleo fiscal”.

Los hermanos Farías, originarios de Guaymas, Sonora, son sobrinos de Ojeda Durán. Guerrero Alcántar fue asesinado el 8 de noviembre del 2024 en Manzanillo, Colima. El volcán de corrupción denunciado hizo erupción al descubrirse un buque con diez millones de litros de combustible introducido sin pagar impuestos en Tampico, Tamaulipas, el pasado mes de mayo, seguido de otros descubrimientos similares en Ensenada, Baja California, y el trascendido de que ese combustible había tocado la bahía de Guaymas en Sonora.

En sus declaraciones sobre el tema, Gertz Manero subrayó que cuando el general secretario Ojeda denunció “problemas en la Marina”, lo hizo en términos generales sin hacer referencia a sus sobrinos. A su lado, en esa conferencia de prensa del pasado domingo, el titular de seguridad pública, Omar García Harfuch, dijo que no se podía condenar a toda una institución por los errores cometidos por algunos de sus integrantes.

Horas después, en su “mañanera”, la presidenta Claudia Sheinbaum refrendó la defensa. Para el general exsecretario, recordando que lo importante era la investigación y, sobre todo, las pruebas para demostrar los dichos.

La lógica indica una posibilidad de involucrar a Rafael Ojeda Durán en el escándalo mayúsculo de los hermanos Farías Laguna y otros implicados; golpearía directamente la humanidad de López Obrador.

Es mucho más conveniente enviar el mensaje de ataque a la corrupción, aprehendiendo y enjuiciando a “peces menores”. Ahí se registra una diferencia con el pasado reciente.

Durante el sexenio 2018-2024 se cubrió la corrupción en vez de combatirla. En este sexenio de la presidenta Sheinbaum sí se está combatiendo la corrupción pero cuidando la imagen de quien ahora vive en Palenque.

Lo anterior significa la imposibilidad de señalar y encarcelar a un exsecretario en cualquiera de sus ramos.

Para el lado oficial, resultan muy lejanas y “casi en el olvido” aquellas palabras de AMLO en una de sus “mañaneras” del año 2019: “El presidente de México está enterado de todo lo que sucede y de las tranzas grandes que se llevan a cabo”.

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JALISCO

¿Legalidad? pero sin integridad

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– Opinión, por Gabriel Torres Espinoza

¿Por qué se critica tanto al Tribunal de Justicia Administrativa (TJA)? Porque se ha transformado en fábrica de sentencias “ajustadas a derecho”, ¡pero profundamente injustas! Asisten al ‘indebido proceso’ y ceden al “daño patrimonial” causado por los ‘desarrolladores’.

Los derechos colectivos —aire limpio, agua, movilidad, biodiversidad— se reducen a bienes menores, sacrificables en nombre de una supuesta certeza jurídica para el ‘inversionista’.

Lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos recordó es que tienen la obligación jurídica de prevenir, mitigar y remediar daños ambientales por su impacto directo en los derechos humanos.

Bajo esa luz, cada fallo del TJA que antepone la rentabilidad de un fraccionamiento sobre la preservación de un bosque o de un área natural protegida, no es solo un despropósito local, sino una violación a compromisos internacionales y a los derechos fundamentales de la ciudadanía.

La prensa ha documentado el incremento de litigios contra la planeación urbana, hasta el punto de que este Tribunal se tornó en el espacio donde los corruptores desfilan a desmontar planes de desarrollo, debilitando la ordenación del territorio con fachada de legalidad. Se trata de un tribunal que privilegia la letra procesal, sobre el sentido integral de la planeación. Lo que se produce es una ciudad fragmentada, desigual, en la que cada vez es más difícil trasladarse y vivir.

La responsabilidad social de este Tribunal es mayor, pues el TJA es la última instancia. Las decisiones que dicta son definitivas y obligatorias. Sus resoluciones no pueden recurrirse, y sus magistrados no rinden cuentas a nadie. Allí donde se concentra el poder de decidir el futuro urbano, se concentra también la tentación de la corrupción.

Por eso el TJA no solo refleja, sino que encarna hoy el mayor riesgo estructural para el derecho a la ciudad y al medio ambiente, porque cada vez que dicta una sentencia que habilita lo prohibido, que desprotege los recursos naturales, destruye algo más que territorio; destruye la confianza en la idea misma de justicia. Su propia legitimidad social.

Los jueces no deben limitarse a aplicar reglas, sino decidir con base en principios que aseguren el bien superior a la ciudad. La legalidad, sin integridad, degrada la justicia. Básicamente, porque transforma el tribunal en una coraza de impunidad.

En este órgano jurisdiccional, hemos visto cómo se ha vuelto norma la confusión entre legalidad procedimental y justicia, con resoluciones fundadas y motivadas en lo formal, pero que producen resultados injustos y muy lesivos para la sociedad.

Sentencias “apegadas a derecho” que, sin embargo, devastan áreas naturales, desmantelan planes urbanos, causan más colapso vial y profundizan la desigualdad. No perdamos de vista que esa sociedad, la que sufre las consecuencias, es justamente la que dotó a estos magistrados de su investidura, y a la que debieran rendir cuentas, a través de los poderes constituidos de Jalisco.

La diferencia entre un tribunal de justicia y uno de derecho se vuelve aquí fundamental. El primero busca armonizar la norma con el desarrollo sustentable de la ciudad; el segundo la aplica sin importar que destruya bosques, colapse vialidades o afecte a comunidades enteras.

El primero protege a la ciudad; el segundo protege contratos y escrituras privadas. El primero es garante de ciudadanía; el segundo, como en Jalisco, es agente de plusvalía y el principal agente corruptor contra el ordenamiento territorial.

A la luz de las actuaciones del TJA, surge hoy una pregunta colectiva, inevitable y perturbadora: ¿Cuál es la utilidad social de un tribunal del que debemos defendernos todos para poder preservar la ciudad? Si el órgano llamado a garantizar justicia es el principal mecanismo de despojo legalizado; si en lugar de proteger a la colectividad protege a los desarrolladores; si en vez de equilibrar el interés privado con el bien común se ha dedicado a corroerlo, entonces su existencia no responde al poder público, sino a los negocios que lo corrompen.

Un tribunal así no es garante de derechos, ni de justicia administrativa; sino una auténtica amenaza permanente contra ellos, misma que estaríamos obligados a enfrentar como sociedad, y desde el gobierno.

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