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OPINIÓN

López Obrador no es invencible: Quien calla por miedo, está muerto en vida

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Comuna México, por Benjamín Mora //

… decía mi suegro: Hay ideas chiquitas, ideas e ideotas. Cada uno elige las suyas. Me gusta escribir sobre las cosas más baladíes y etéreas de nuestras vidas: De política y lo efímero de sus delicias. Creo en la libertad de expresión como parte fundamental de la democracia y con ella, en el derecho a disentir y confrontar ideas.

Escribo sobre aquello que debe reivindicarse de un humanismo que fenece cada día en el marasmo del hedonismo social y las ocurrencias en el fragor de la mañana… pero también de otras cosas menores. Comparto para no sentirme prisionero de mis ausencias, de mis temores a la censura y por revelarme ante la derrota anticipada. Mis ideas son solo eso, ideas que explotan en mi corazón, toman forma en mi mente y se comunican en estas páginas. No hay que tomar a la política como cosa personal porque no lo es ni lo debe ser; la política es cosa de todos y, recordemos que, ¿lo que es de todos, es de nadie?

Don Mariano Azuela fue mi maestro de Sociología en el Centro Universitario México, muchos años antes de ser presidente de la Suprema Corte, abriéndome, por sus clases, a la reflexión seria en todos los actos trascendentes de mi vida. También, en aquellos años, coincidí y platiqué, por avatares de mi vida, largas horas, aunque pocos días, con el maestro David Alfaro Siqueiros cuando pintaba La Marcha de la Humanidad en el Poliforum de la Ciudad de México; entonces comprendí que Dios puso nuestro corazón al centro de nuestro pecho, inclinado un poco a la izquierda, para que así fuera nuestra manera de entender y atender a quienes necesitarían de nuestra ayuda social, educativa y económica en pos de la justicia humana. Desde entonces me declaro de centro izquierda. No soy de extremos.

No coincido con el presidente López Obrador ni en sus estilos de hacer política ni en sus modos de llevar el gobierno y menos en sus asignaciones de los dineros públicos pues lo creo clientelar y eso, en el poder, es peligroso; en mis desavenencias no hay odios… yo tampoco soy hombre de resentimientos ni de odios como dice ser López Obrador. Creo en la democracia; disiento, lo expreso y espero impactar en quienes me leen. No escribo por escribir… ello sería hablar como loco en el medio del desierto, mereciendo ser recluido a la Casa de la Risa. No critico porque me asuma el paladín de las grandes causas de México y el mundo; tal cosa me llevaría a soberbia y ésta es el origen de todos los males humanos. A Dios le dejo la carga de la Creación y la Omnisabiduría.

Una vez leí: Nunca me subestimes cuando me veas en silencio; sé más de lo que digo, pienso más de lo que hablo y observo más de lo que te imaginas. Me gusta, me identifico y por ello lo recuerdo.

México está confrontado, y estuvo y está en peligro de resquebrajarse, incitado en ese dolor desde la voz del propio presidente. Es su estilo y punto. No puede actuar de otra manera por incapacidad en su alma y por gusto en su corazón que nublan su entendimiento de las razones profundas de su mandato. ¿Acaso cree que él no tiene que cumplir con la Constitución porque, desde su promulgación, fue diseñada para limitarlo en su mesiánica vida?… The Economist ya lo explicó.

Mi madre me decía que, al andar por un camino, yo tenía la obligación humana de quitar las piedras que en él encontrara para que, quienes venía atrás de mí, lo recorrieran mejor; por el contrario, al presidente le gusta poner piedras en el camino para que, quienes en él se encuentren, se agarren a pedradas. Tal hecho nos diferencia.

Las elecciones más grandes de nuestra historia se cumplieron y estoy conforme, aunque no satisfecho por algunos comportamientos posteriores de nuestros políticos, incluidos candidatos y candidatas de todos los partidos, así como del señor presidente; todos y todas han sido incapaces esperar a los resultados oficiales del Instituto Nacional Electoral, proclamando lo que no fue. Quisieron sentirse triunfadores, aunque fuera por unos instantes; luego, buscaron culpas ajenas, imaginadas y delirantes, en sus derrotas.

Dicen que el ejercicio del poder, desgasta… ¡Falso! Solo desgasta el mal ejercicio del poder. ¿O por qué creen que hay gente que se reelige con más votos que en su primera elección? Además, la alternancia es esencia humana… a nadie le gustan comer, vestir y hablar lo mismo todos los días; eso mismo pasa con quienes damos el poder en política.

En el domingo de las votaciones, hice más de dos horas esperando mi turno y eso me encantó pues significó que salimos a votar, confiados en la democracia; por otra parte, a los minutos de cerradas las casillas, hubo quienes se declararon triunfadores, aunque después resultaron derrotados… me pareció mañoso y carente de ética. Hablaron porque tienen lengua y no por usar la razón. Ellos y ellas, perdedores, merecieron sus derrotas porque no aman la verdad y le gusta el engaño, empezando por los suyos.

Morena ganó la mayoría de las gubernaturas en juego y perdió gran parte de las alcaldías de la Ciudad de México; eso lo aplaudo ya que se castigó a quienes no dieron los resultados que los ciudadanos esperaron de sus gobernantes y fueron en todos los partidos. Esto, tan importante y significativo, no lo alcanza a asimilar el inquilino de Palacio Nacional, quien se empeña al acusar a los medios de la derrota de Morena; sin embargo, no mira iguales razones en las gubernaturas que perdieron los otros partidos y ganó Morena. Desde el inicio de su gobierno, López ataca a Fox, Calderón y Peña, alimentando el enojo social hacia ellos, sus gobiernos y sus partidos… Decía mi abuela, “quien se mete de cuetero se arriesga a que algún cuete le estalle en la mano” y a López le podría estallar el cuete de sus arengas en 2024. Al hablar de triunfos y derrotas morenistas, me hubiera gustado escuchar al presidente decir: “Habló el pueblo, ¡Viva el pueblo! ¡Viva la democracia!”. Eso haría un estadista y jefe de Estado, pero él…

Escucho quien afirma que López Obrador perdió casi la mitad de los votos de 2018; difiero, él no estuvo en las boletas electorales, aunque Morena insistió en tenerlo al hablar “de ya sabes quién” en sus spots de radio y televisión. Morena jugó con el nombre del presidente y lo dañó. Creo que Morena fue quien perdió esos votos por sus confrontaciones baladíes internas y malas designaciones de candidatos, porque, o aceptamos que el ejercicio del poder ya desgastó a la Cuarta Transformación, o dudamos que en verdad hayan existido los 30 millones de votos que acompañaron a López Obrador a la presidencia de la República. No hay de otra, y lo segundo es peligroso. Pero, ¿quién se quedó con esos votos perdidos?

Lo que sí quedó en claro es que López Obrador y Morena podrán ser vencidos 2024 y que ello dependerá de los demás partidos al ponerse de acuerdo en un candidato común que garantice los mejores resultados electorales y de gobierno. Yo tengo mi gallo y es Enrique de la Madrid.

A nosotros, quienes expresamos opiniones, nos toca sentar bases para el debate de ideas y proyectos. No hay que temer a las palabras que, siguiendo a Gustavo Adolfo Bécquer, son solo aire y van al aire; pero los malos gobiernos hacen derramar lágrimas que, siendo agua, forman mares que derriban a quienes roban esperanzas, engañando, y acrecientan enojos y violencias.

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JALISCO

Operación a corazón abierto para rescatar al SIAPA

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Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //

El abastecimiento de agua en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) podría convertirse en uno de los principales dolores de cabeza del gobernador Pablo Lemus en su primer año de gestión. Contra lo que aseguró Enrique Alfaro al finalizar su mandato, el abasto de agua no está resuelto para los próximos 50 años, como él afirmó con su habitual grandilocuencia, completamente alejada de la realidad.

Los 3 metros cúbicos por segundo que, según el exgobernador, llegarían de la presa El Zapotillo, simplemente no se han materializado. ¿La razón? No hay una explicación clara. Podría deberse a las obras de interconexión con el sistema de distribución del SIAPA, lo cual sería comprensible, pero las autoridades no lo han aclarado con transparencia.

El panorama se torna entre gris y negro para esta temporada de verano, cuyos calores ya se sienten en abril. Decenas de colonias sufren desabasto, y ni siquiera hablemos del agua achocolatada, dañina para la salud, que sale de las tuberías operadas por el SIAPA.

Pablo Lemus heredó un SIAPA quebrado que necesita ser rescatado, con una cartera vencida superior a los 10,000 millones de pesos y una deuda que lo asfixia, fruto del manejo irresponsable del gobierno de Alfaro. Durante su administración, las tarifas del agua no se ajustaron, una decisión unilateral que agravó la crisis financiera del organismo. Ahora, Lemus enfrenta el desafío de sanear al SIAPA, y su primer gran desgaste político será implementar el aumento del 12.5% en las tarifas, una medida crucial para evitar el colapso total del organismo, que requiere una intervención urgente, equivalente a una operación a corazón abierto.

Los compromisos de Pablo y Verónica

En sus campañas por la gubernatura y la alcaldía de Guadalajara, tanto Pablo Lemus como Verónica Delgadillo asumieron compromisos contundentes en materia de infraestructura hídrica. En una ZMG donde el 40% del agua se pierde por fugas y el SIAPA arrastra una deuda de 17,900 millones de pesos, Delgadillo, entonces candidata de Movimiento Ciudadano, puso el dedo en la llaga durante el primer debate organizado por Quiero TV.

Su propuesta consiste en invertir 8,500 millones de pesos para renovar el 22% de las tuberías obsoletas de la ciudad, unos 550 kilómetros de los 2,500 totales, y así comenzar a resolver el problema de las fugas y la calidad del agua que llega a los hogares tapatíos. Es un compromiso técnico y necesario, pero también un desafío político: ¿está Guadalajara lista para priorizar el agua sobre proyectos que “dan votos”?

La crisis hídrica en Jalisco no es nueva, pero su manejo ha sido desastroso. Durante 30 años, desde el gobierno de Guillermo Cosío, se habló de traer agua del Río Verde para la ZMG. Proyectos como Arcediano y El Zapotillo prometieron hasta 8 metros cúbicos por segundo, pero tras décadas de politiquería, conflictos sociales y corrupción, ni siquiera se alcanzan los 3 metros cúbicos anunciados.

En contrasentido, se han invertido decenas de miles de millones de pesos en proyectos fallidos; se estima que el costo del Zapotillo podría superar los 71,000 millones de pesos, un verdadero monumento al despilfarro.

Mientras tanto, las tuberías de Guadalajara, con más de 50 años de antigüedad, pierden más agua de la que el Zapotillo podría aportar. Delgadillo, como candidata, propuso un plan a mediano y largo plazo, que podría tomar 12 o 15 años, para renovar gradualmente la red y minimizar las afectaciones a los usuarios. Es una apuesta responsable, pero poco atractiva electoralmente: las tuberías están enterradas, no se ven ni generan fotos espectaculares como patrullas o motos.

La irresponsabilidad histórica de las autoridades es evidente. Los expresidentes municipales de Guadalajara evitaron este problema porque “no da votos”. Prefirieron obras visibles a soluciones estructurales, dejando que el SIAPA se convirtiera en un desastre financiero y operativo. En 2024, el organismo enfrentaba una deuda de 17,900 millones de pesos, triplicada durante el gobierno de Alfaro.

La politización del SIAPA ha sido letal: en ese sexenio, se designó a personas sin experiencia técnica, y la falta de autonomía municipal lo convirtió en una agencia de colocaciones políticas. El resultado es un agua de color chocolate que indigna a los tapatíos y cortes de suministro como los de Tlaquepaque en marzo de 2025.

La propuesta de Delgadillo, que Lemus también planteó como candidato, ahora enfrenta retos como autoridad. Los 8,500 millones de pesos son una inversión inicial significativa, pero el presupuesto municipal de Guadalajara (15,000 millones en 2024) está limitado por otras prioridades, como la recolección de basura, que ya le cuesta a Delgadillo 600 millones en camiones recolectores.

Además, la resistencia ciudadana al ajuste tarifario del 12.5%, propuesto en abril de 2025, podría complicar el financiamiento. Expertos como Arturo Gleason, de la UdeG, sugieren alternativas sostenibles, como captar agua de lluvia, que podría aportar 5.4 metros cúbicos por segundo, casi el doble de lo que ofrece el Zapotillo, pero esto no es viable a corto plazo.

El presupuesto del Ayuntamiento de Guadalajara es muy limitado, habrá que ver de esa inversión de 8 mil 500 millones de pesos que canalizará el gobierno de Jalisco, qué porcentaje se destinarán para renovar las obsoletas tuberías de Guadalajara.

Ante la realidad que vivimos con un SIAPA en bancarrota que están buscando la fórmula para rescatarlo, se ve muy complicado que la promesa de campaña de Verónica Delgadillo la pueda cumplir, al menos en este primer año, además del costo que significa abrir las calles de la ciudad, por los efectos que tiene en la vialidad.

El agua en Jalisco ha sido rehén de la mala política. Mientras actores de todos los colores usaron el tema para sacar raja electoral, la ZMG, con 5.26 millones de habitantes, sigue al borde del colapso hídrico. La propuesta de Delgadillo, hoy alcaldesa, es un primer paso, pero requiere continuidad, voluntad política y un SIAPA rescatado de la politiquería.

Si no se actúa con seriedad, en los próximos años estaremos lamentando no haber enterrado esas tuberías cuando aún había tiempo. Guadalajara merece más que promesas: merece agua.

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ENTREVISTAS

AMBU y Félix Gastélum prometen revitalizar el Parque Metropolitano: El compromiso es plantar mil árboles al año

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Por Francisco Junco //

Tras años de abandono que costaron la muerte de 1,000 árboles anuales, el Parque Metropolitano de Guadalajara será transformado, anunció Jesús Alejandro Félix Gastélum, CEO de la Agencia Metropolitana de Bosques Urbanos (AMBU).

Entre las acciones clave están reactivar la planta de tratamiento, reubicar a los patos del lago artificial y reforestar con 1,000 árboles este año, buscando devolver al parque su función ecológica y su esplendor para los 3 millones de visitantes que recibe anualmente.

Félix Gastélum, quien asumió el cargo en diciembre de 2024 con la nueva administración estatal que encabeza el gobernador Pablo Lemus, explicó a Conciencia Pública que el deterioro del Parque Metropolitano comenzó hace 15 años con una decisión institucional: convertir el lago del parque, diseñado para almacenar agua tratada y regar árboles, en un hábitat artificial para patos. “Fue un error catastrófico. Clausuraron la planta de tratamiento, introdujeron patos y el agua dejó de tratarse”, lamentó. Esto provocó la pérdida de un recurso vital para el riego, causando la muerte de mil árboles al año por falta de agua.

A pesar de los esfuerzos de AMBU, que ha plantado entre 600 y 700 árboles anuales, la pérdida de biomasa ha sido constante. Para revertirlo, Félix Gastélum anunció la llegada de 1,000 árboles en 2025: 400 de Verde Valle y 600 del jardín botánico de la Comisión Estatal del Agua.

Además, se trabaja en reactivar la planta de tratamiento. “Ya la están diagnosticando. Una vez operativa, volveremos a regar los árboles y recuperaremos el equilibrio ecológico del parque”, afirmó.

RESPONDE A CRÍTICAS SOBRE EL LAGO DE LOS PATOS

Apenas dos meses atrás, en marzo, una investigación de Conciencia Pública revelaba el abandono del parque, especialmente del llamado Lago de los Patos, convertido en un hábitat improvisado y poco adecuado para especies no nativas. Hoy, el funcionario reconoce los problemas, pero también presenta acciones puntuales para su resolución.

“El Parque Metropolitano es nuestro parque con mayor afluencia, tenemos aproximadamente 3 millones de asistentes al año”, contextualizó Félix Gastelum, y pese a ello, admitió que derivado de la falta de riego que ha tenido estos años, aproximadamente se le han muerto mil árboles al año al Parque Metropolitano.

El Lago de los Patos, foco de críticas vecinales por su abandono, también será intervenido. Félix Gastélum reconoció que los patos domésticos actuales sufren por la falta de un espacio adecuado. “No tienen dónde descansar, se acumulan en las orillas y se lastiman. Buscaremos patrocinadores para construir una laguna digna donde puedan caminar e interactuar con los visitantes”, explicó. Aseguró que no han registrado decesos de patos desde 2023 y que su alimentación está certificada, pero enfatizó que “los árboles también merecen cuidados especiales”.

Otro problema crítico es la sobrepoblación de tilapia, una especie exótica introducida hace años por una asociación civil para pesca deportiva. Félix Gastélum aclaró que los aireadores del lago, encontrados descompuestos en 2024, ya funcionan, mejorando la calidad del agua. Sin embargo, planean desazolvar el lago, que acumula 60 cm de lodo, y reintroducir peces nativos en peligro, siguiendo recomendaciones de Semarnat, en lugar de mantener especies invasoras como la tilapia.

DISPUESTO A DIALOGAR CON VECINOS

En respuesta a las denuncias vecinales de falta de atención, Félix Gastélum mostró apertura. “Es falso que no los atendamos. Estamos siempre disponibles en AMBU, y pueden escribirnos a administradorbosques@bosquesurbanos.mx. Respondemos a todos”, aseguró. Incluso invitó a los inconformes a participar en el diseño del nuevo espacio para los patos, buscando una solución colaborativa.

El titular de AMBU recalcó que “si alguien quiere tener un recorrido conmigo, recibirnos y dar información… podemos con muchísimo gusto escuchar también si tuvieran alguna sugerencia”.

El plan incluye mejoras adicionales, como iluminar el Anillo de la Jacaranda, una zona popular entre corredores que carece de seguridad nocturna. Aunque AMBU enfrenta retos financieros, Félix Gastélum confía en que los patrocinadores y la reactivación de la planta de tratamiento permitirán cumplir las metas.

Con estos anuncios, Pedro González Cruz, aquel vecino que hace dos meses protagonizaba la investigación periodística, señalando el deterioro del Metropolitano, podrá, volver a amarrarse las cintas de los tenis para tener al fin la tranquilidad de que el lugar donde corre cada mañana, estará por mejorar muchísimo, según anunció Félix Gastelum.

El Parque Metropolitano: Un rescate urgente para Guadalajara

Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El Parque Metropolitano de Guadalajara, ese pulmón verde que recibe a 3 millones de visitantes cada año, ha sido durante demasiado tiempo un símbolo de abandono. La noticia de que la Agencia Metropolitana de Bosques Urbanos (AMBU), bajo la dirección de Jesús Alejandro Félix Gastélum, planea revitalizarlo es un rayo de esperanza en un paisaje que, literalmente, se marchita.

Pero más allá de las promesas, este anuncio nos invita a reflexionar: ¿puede un parque emblemático como este recuperar su esplendor tras 15 años de decisiones erradas? ¿Y qué nos dice este deterioro sobre nuestra relación con los espacios públicos en Jalisco?

Félix Gastélum, quien asumió el cargo en diciembre de 2024, no rehuyó señalar al culpable: una decisión tomada hace 15 años de clausurar la planta de tratamiento del parque para convertir su lago en un hábitat artificial para patos domésticos. El resultado fue catastrófico: el agua dejó de tratarse, el riego de los árboles se interrumpió y, según AMBU, 1,000 árboles han muerto cada año por esta negligencia.

La muerte de mil árboles al año es un dato que duele. El Parque Metropolitano no es solo un lugar de esparcimiento; es un ecosistema vital para Guadalajara, una ciudad que batalla contra la contaminación y el cambio climático. Perder 1,000 árboles al año no es solo una estadística: es una pérdida de oxígeno, sombra y vida para una metrópoli que los necesita desesperadamente.

El plan de AMBU parece sólido sobre el papel. Reactivar la planta de tratamiento para volver a regar los árboles, reforestar con 1,000 nuevos ejemplares este año (400 de Verde Valle y 600 del jardín botánico de la Comisión Estatal del Agua), y reubicar a los patos en una laguna adecuada son pasos en la dirección correcta.

Félix Gastélum también anunció la introducción de peces nativos en peligro, en lugar de mantener especies exóticas como la tilapia, que actualmente sobrepoblan el lago y contribuyen a su deterioro. Desazolvar el lago, con sus 60 cm de lodo acumulado, y mejorar la seguridad nocturna en el Anillo de la Jacaranda completan un proyecto ambicioso. Pero la pregunta persiste: ¿será suficiente?

No podemos ignorar el contexto. Durante años, los vecinos de Guadalajara han denunciado el abandono del parque. En marzo, Conciencia Pública publicó una investigación que revelaba el estado deplorable del Lago de los Patos: un hábitat insalubre para los animales, peces muertos por falta de oxígeno, y un espacio que, lejos de ser un atractivo, se había convertido en un foco de frustración.

Félix Gastélum asegura que AMBU está abierta al diálogo, invitando a los inconformes a participar en el diseño del nuevo espacio para los patos e incluso proporcionando un correo para sugerencias (administradorbosques@bosquesurbanos.mx). Es un gesto loable, pero llega tarde para quienes han visto cómo su parque favorito se desmorona mientras las autoridades miraban hacia otro lado.

El deterioro del Parque Metropolitano no es un problema aislado; es un síntoma de un mal mayor en Jalisco: la falta de visión a largo plazo en la gestión de los espacios públicos. Hace 15 años, alguien pensó que introducir patos y clausurar una planta de tratamiento era una buena idea, priorizando la estética sobre la ecología. Fue un error que nos costó caro, y hoy pagamos las consecuencias.

Bajo la gestión de Pablo Lemus como gobernador, Jalisco ha apostado por el desarrollo económico, atrayendo inversiones millonarias y consolidando al estado como líder en industrias como la electrónica (con el 70% de la producción nacional de semiconductores, según Lemus). Pero, ¿de qué sirve ser un «oasis de inversiones» si nuestros espacios verdes, los que sostienen la calidad de vida de los jaliscienses, se marchitan?

El rescate del Parque Metropolitano también enfrenta retos prácticos. AMBU admite que carece de recursos para construir nuevas infraestructuras, como la laguna para los patos, y depende de patrocinadores para financiar estas obras. En un estado donde la seguridad y la educación acaparan el presupuesto, ¿cómo garantizar que este proyecto no quede en buenas intenciones?

Además, la reforestación de 1,000 árboles este año es un avance, pero no compensa los 15,000 que se han perdido en la última década. Y aunque la reactivación de la planta de tratamiento es crucial, Félix Gastélum no ofreció plazos específicos, lo que genera incertidumbre.

Sin embargo, hay razones para el optimismo. La disposición de AMBU a reintroducir especies nativas y a priorizar la ecología sobre la estética refleja un cambio de mentalidad. La apertura al diálogo con los ciudadanos, aunque tardía, es un paso hacia una gestión más participativa. Y el reconocimiento de los errores del pasado, algo poco común en la política mexicana, sugiere un compromiso genuino con la mejora.

El Parque Metropolitano no es solo un espacio para correr o pasear; es un legado para las futuras generaciones de Guadalajara. Vecinos como Pedro González Cruz, quien hace dos meses denunció su abandono, merecen recuperar ese lugar donde sus hijos puedan jugar y sus familias respirar aire limpio.

Pero este rescate no puede ser solo tarea de AMBU. Como sociedad, debemos exigir que nuestros espacios públicos sean tratados con el respeto que merecen, y participar activamente en su cuidado.

Si Félix Gastélum cumple su promesa, y si los jaliscienses nos involucramos, el Parque Metropolitano puede volver a ser el orgullo de nuestra ciudad. Es hora de pasar de las promesas a los hechos. ¿Estamos listos para hacer nuestra parte?

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NACIONALES

Clima de guerra en Michoacán: Veinte camiones quemados y un país incendiado

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Cónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

En un país donde la costumbre pesa más que la sorpresa, el pasado 23 de abril volvió a suceder lo de siempre: bloqueos, fuego, miedo. Sucedieron allí donde Michoacán, Guanajuato y Jalisco se tocan como heridas abiertas: veinte bloqueos, decenas de tráileres incendiados, carreteras clausuradas bajo columnas de humo.

El primer relato oficial -ese que se enuncia como verdad mientras dura la mentira- habló de un operativo exitoso: la captura de un «objetivo criminal» en Jalisco.

La consecuencia, dijeron, fue la reacción airada de los grupos armados. Pero como suele pasar en este país, no había pasado un día cuando la versión cambió. Claudia Sheinbaum, la presidenta que predica transparencia como quien ofrece espejos rotos, negó que hubiera detenciones: «Fue un pleito entre grupos», dijo, en su matinal confesionario político.

Los datos -esos otros huérfanos del poder- se fueron acumulando como autos calcinados: 26 municipios de Michoacán bajo ataque, dos en Guanajuato, uno en Jalisco; camiones robados e incendiados; carreteras tomadas como botín de guerra.

Todo por un enfrentamiento de criminales, explicaron más tarde. Todo por lo que no quieren o no pueden controlar.

¿Quién tiene la verdad? Nadie lo sabe. O peor, todos la administran. El primer reflejo de los gobiernos estatales fue echarle la culpa a un operativo, el federal, por desacreditar esa explicación. Las políticas públicas reducidas a comunicados apresurados, a desmentidos, a promesas de investigación que nadie termina.

Mientras tanto, las empresas, conscientes de su vulnerabilidad, suspendieron servicios. Estafeta dejó de operar en Michoacán, no para proteger paquetes, sino para ofrecer a sus empleados como carne de estadística. “Reanudaremos cuando el clima lo permita”, dijeron. No hablaban del clima meteorológico, hablaban del otro, el único verdadero, el clima de guerra.

Porque Michoacán -lo sabemos, lo repetimos, lo olvidamos- es hoy más laboratorio que estado: puerto de entrada de precursores, exportador de metanfetaminas, mercado de extorsión, santuario de sosa cáustica, fentanilo y acero robado.

Allí donde alguna vez se sembraba maíz, ahora se cosecha miedo. Los cárteles -Jalisco Nueva Generación, Viagras, Nueva Familia, Caballeros Templarios, Familia Michoacana- se disputan hectáreas de pánico como quien pelea parcelas de sol.

El Estado mexicano, ese enfermo crónico, responde como siempre: con despliegues reactivos, con comunicados que prometen investigar, con la eterna apelación a la «coordinación interinstitucional». Es decir: no responde.

Lo más triste no fue ver camiones en llamas, ni las carreteras cerradas, ni siquiera los reportes de “sin heridos”, como si la vida humana se pudiera contabilizar solo en cuerpos rotos. Lo más triste fue escuchar la misma música de siempre, operativos reactivos, declaraciones cruzadas, silencios convenientes.

Se abrió un nuevo frente de guerra para la fuerza interinstitucional federal que encabeza Omar García Harfurch, ¡un frente más!, como si el país tuviera reservas inagotables de soldados, de jueces, de fiscales incorruptibles. Como si el ánimo de los ciudadanos fuera una cuenta bancaria siempre dispuesta a financiar nuevas tragedias.

A la manera de una maldición autoinfligida, Michoacán lleva años ardiendo en guerras de baja intensidad que de tan constantes ya no conmueven. Sólo son noticia cuando se cierran las carreteras, cuando el fuego es demasiado visible, cuando el miedo, que es cotidiano, se vuelve noticia.

Mientras, los cárteles siguen haciendo lo que saben hacer: controlar. Controlan rutas de aguacate y limón, controlan el hierro que se extrae y se trafica, controlan la paz relativa que puede alquilarse o cancelarse a voluntad, controlan, sobre todo, la esperanza, esa mercancía más escasa que el agua limpia o la seguridad.

La narrativa oficial insiste en que “ya se investiga”, en que “no habrá impunidad”, en que “se reforzará la presencia de la Guardia Nacional”. Pero los que vieron sus camiones arder saben que eso significa poco. Los que pasaron la noche varados entre barricadas improvisadas, saben que lo importante no es cuántos soldados más lleguen, sino cuándo – y si algún día – terminará esta guerra sin nombre.

Porque eso es lo que nadie quiere decir con todas sus letras: vivimos en guerra.
No declarada, no oficial, pero real. Una guerra sin frentes claros, sin tratados posibles, donde la vida civil está siempre en el límite, siempre al borde de ser daño colateral. La atención del gobierno federal sobre Michoacán, nos dicen, está basada en mapas criminógenos, en inteligencia militar, en reportes de laboratorio de drogas desmantelados.

Y, sin embargo, la geografía del miedo sigue creciendo. Tal vez el único mapa verdadero sea otro: el que dibujan las rutas donde ya no se puede pasar sin temer, las ciudades donde el silencio es la norma, los campos donde la cosecha ya no es alimento, sino pretexto para el chantaje.

Al final, los nombres cambian: Apatzingán hoy, Zamora mañana, Lázaro Cárdenas, el mes que viene. Pero la música es la misma: tiros, humo, comunicados, olvido. Y nosotros, pasajeros observadores en este tren sin frenos, seguimos contando los días, midiendo las distancias entre cada catástrofe, soñando, tal vez, con un país donde la noticia no sea que ardieron veinte camiones, sino que, por fin, no ardió ninguno.

En X: @DEPACHECOS

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