MUNDO
El agua ya es factor estratégico clave: La sequía en Europa se convierte en crisis

Política Global, por Alberto Gómez-R. //
Europa vive en estos momentos una grave crisis sistémica derivada de varios factores que están incidiendo al mismo tiempo y que han puesto a los habitantes europeos atentos y en alerta a lo que sucede a su alrededor, obligándolos a cambiar su estilo de vida.
Los países europeos viven una crisis político-social que viene de tiempo atrás pero que debido a la irrupción de la pandemia del Covid19 y el encierro obligatorio ocultaron durante casi dos años, pero ahora debido a los efectos, principalmente económicos, causados por la pandemia, salen nuevamente a la luz, pero exacerbados por la guerra ruso-ucraniana, viendo cómo el gobierno central de la Unión Europea entró en un conflicto ajeno a ellos pero empujado por el de Washington, principalmente, lo que ha traído como consecuencia agudizar su crisis energética al aplicarse sanciones a la Federación Rusa e impidiendo la venta de sus hidrocarburos a países altamente dependientes de estos, por lo que han vuelto a reactivar la generación de energía con carbón y otros combustibles altamente contaminantes, incrementando ese factor de aceleración de efecto invernadero y el cambio climático.
Las fuentes de energía verde, renovables y que son un ideal que podría solucionar en gran medida gran parte de la problemática multidimensional de la actualidad, son insuficientes para abastecer la demanda actual de energía. La enorme influencia de las grandes empresas petroleras mundiales han provocado que el desarrollo de las energías limpias –y muchas de ellas libres- se desarrollen, ya que van en contra de sus intereses y no permitirán que su tesoro les sea arrebatado.
La confrontación con Rusia y el consecuente corte del suministro de gas a Europa continental, ha disparado desde hace meses los precios de los energéticos y por consecuencia de todos los productos al incrementarse los gastos directos e indirectos para la producción de bienes y servicios.
La escalada de los precios energéticos en Alemania confirma los temores de estar a las puertas de la peor crisis de las últimas décadas. El coste de la electricidad en la locomotora europea ha superado este martes por primera vez los 500 euros el megavatio hora, por lo que su repercusión se dejará sentir tanto en los hogares, como en las empresas.
Lo peor es que la situación no tiene visos de aliviarse. Preocupa la elevada dependencia de Alemania de las exportaciones de gas ruso y la actitud que finalmente mantenga el Gobierno de Putin después de que se esté limitando ya casi totalmente el suministro. Por ello, todos los Gobiernos europeos están diseñando medidas de ahorro ante los posibles apagones de este invierno.
No solo Alemania ha superado la barrera de los 500 euros en el precio del megavatio hora, Italia y Francia registraron valores muy similares, aunque el precio en el país vecino llegó a rebasar los 630 euros el lunes. El caso francés viene determinado por la caída en la producción de su parque nuclear, columna vertebral del sistema eléctrico del país, en los niveles más bajos de las últimas décadas. Esto ha convertido a Francia en un importador neto de electricidad y ha dejado a toda Europa más dependiente del gas (principal componente del precio de la electricidad) para poder mantener las luces encendidas.
“Cuanto más se prolongue la subida de precios, más se notará en toda la economía”, ha dicho Daniel Kral, economista veterano de la consultora Oxford Economics. “La magnitud del aumento y de la crisis no es comparable a nada de las últimas décadas”, ha añadido. (cincodias.elpais.com)
Aunada a la crisis político-social, económica y energética, se suma el factor más importante y que podría convertirse en el agente catalizador para el rompimiento de la Unión Europea: la crisis del agua.
Las fértiles llanuras de olivares que se extienden por el sur de España han convertido a este país en el mayor productor de aceite de oliva en el mundo, con alrededor de la mitad del suministro global.
Pero, devastado por la peor sequía jamás registrada, el llamado «oro verde» de España es cada vez más escaso.
La producción de este año ya se ha reducido en aproximadamente un tercio y aún no hay señales de lluvia.
«Los compradores ya están pagando un tercio más que el año pasado, pero la sequía lo encarecerá aún más», afirma Juan Gadeo, director de la cooperativa, quien cree que este sector vital para España ahora está en peligro.
«Con la recesión es posible que tengamos que despedir a algunos trabajadores. Hay un sentimiento de depresión e incertidumbre. Otro año como este sería una auténtica catástrofe».
La situación es similar en todo el sector agrícola e investigaciones recientes revelan que algunas partes de la Península Ibérica (España y Portugal) atraviesan su peor sequía en 1,200 años.
Un reciente informe del Observatorio Mundial de la Sequía concluyó que Europa está sufriendo su peor sequía en 500 años.
Varios países del continente han sufrido con incendios forestales y olas de calor, y España se ha visto particularmente afectada.
Este año se han quemado más de 270,000 hectáreas, según el Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales.(bbc.com)
El Rin -un importante río de Europa, la vía fluvial más utilizada de la Unión Europea con una longitud de 1230 km, es navegable en un tramo de 883 km entre Basilea (Suiza) y su delta en el mar del Norte- uno de los principales ríos de Europa y que, históricamente ha sido una importante ruta de comercio, se seca.
Esto plantea grandes problemas para las personas y las empresas que dependen de él.
Es uno de los grandes ríos activos de Europa y la industria en esta zona en Alemania depende de barcazas para buscar y transportar materias primas y productos terminados hacia y desde las centrales eléctricas y fábricas que bordean la orilla del río. (bbc.com)
La Confederación de la Industria Alemana (BDI) advirtió este martes de que el bajo nivel de los ríos y la sequía amenazan la seguridad de las cadenas de suministro.
«La sequía persistente y el bajo nivel de los ríos amenazan la seguridad de los suministros para la industria. Las empresas se preparan para lo peor. La ya de por sí tensa situación económica se hace más grave», dice la patronal alemana en un comunicado.
Los barcos en las arterias fluviales alemanas si navegan lo hacen actualmente con carga reducida.
Trasladar la carga que normalmente se transporta por vía fluvial a las carreteras y por ferrocarril es actualmente difícil por varios factores, entre otros la escasez de conductores y la pandemia.
El bajo nivel de los ríos puede también agravar los problemas del suministro energético puesto que los problemas de transporte afectarían los planes del Gobierno de aumentar temporalmente el uso del carbón.
El comunicado advierte que períodos de sequía como el actual en el futuro no serán la excepción sino la regla, por lo que pide crear un sistema que permita una reacción temprana a los problemas que se presenten en el transporte fluvial. (efe.com)
La fuerte sequía en Alemania está dejando al descubierto las llamadas Hungersteine (Piedras del Hambre) que contienen advertencias, en algunos casos centenarias, relacionados con el peligro que traía en el pasado el bajo nivel de los ríos.
En Sajonia (este de Alemania) se han encontrado, según el diario Sachsische Zeitung, docenas de Hungersteine. Normalmente quienes escribían la advertencia también escribían la fecha de la sequía.
En el río Elba -el segundo más largo de los que desembocan en el mar del Norte, tras el Rin- la inscripción más antigua data de 1417. La advertencia, «Si me ves, llora», ha sido relacionada con el hecho de que una de las consecuencias de la sequía era que hubiese malas cosechas, lo que a su vez podía desembocar en hambrunas. (dw.com)
Alemania, siendo la economía más fuerte de Europa, y de quien dependen los países con economías más débiles de la zona euro, se verá presionada para recortar sus contribuciones económicas previstas en el marco presupuestario de la Unión Europea (UE) con vistas a 2021-2027, lo que incrementará inconformidades de los demás países miembros, y será factor que siga dando argumentos a las corrientes políticas y sociales sobre el debate de la permanencia de la Unión Europea como tal.
El agua es ya un factor estratégico clave que seguirá marcando la pauta en la economía, la geopolítica y el desarrollo social en los próximos años, en los que se acentuará la crisis del preciado líquido.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…
MUNDO
Inteligencia artificial: La arquitectura del nuevo orden mundial

– Análisis, por Victor Hugo Celaya Celaya
El mapa del poder mundial se ha reorganizado. Hoy, la influencia no se mide únicamente en arsenales o acuerdos comerciales, sino en algoritmos y capacidad de procesamiento.
Nos enfrentamos a un nuevo tablero geopolítico y geoeconómico definido por tres grandes polos de poder: Estados Unidos, con su enfoque en el desarrollo tecnológico, las finanzas y la seguridad; China, que ha apostado por la manufactura avanzada, la innovación y la inversión masiva en infraestructura; y Rusia, que basa su estrategia en el control de energía, minerales estratégicos y su poder militar.
Esta reconfiguración global plantea preguntas cruciales para el resto del mundo. ¿Cómo coexistir con estos bloques? ¿Cómo aprovechar las corrientes de innovación que emanan de ellos sin sacrificar nuestra soberanía? Y, sobre todo, ¿cómo podemos acompasar nuestras políticas públicas y nuestros esfuerzos nacionales para no quedarnos atrás en esta nueva era de equilibrios de poder?
La visión de una «aldea global» que definimos en los años noventa, unida por la apertura del comercio, ha dado paso a una realidad más compleja. La interconexión actual se teje con redes de inteligencia artificial (IA), investigación científica y ecosistemas digitales.
Aunque las tensiones militares persisten, el verdadero campo de batalla se ha trasladado a la biotecnología, la robótica y, de manera central, a la inteligencia artificial. Esta revolución ya impacta nuestra vida diaria, transformando la educación, la salud, el trabajo y la seguridad. Ninguna sociedad puede sustraerse a ella.
LA CARRERA POR EL FUTURO: ESTRATEGIAS EN COMPETICIÓN
Cada una de las grandes potencias ha trazado una ruta clara para liderar esta era tecnológica, obligando al resto de los países a replantear la cooperación y la competencia.
Estados Unidos ha optado por un modelo que prioriza la innovación impulsada por su dinámico sector privado. En 2023, la inversión privada en IA en este país alcanzó los $67.2 mil millones, una cifra superior a la suma de los siguientes 14 países.
El gobierno actúa como un catalizador estratégico, como lo demuestra la Orden Ejecutiva 14110 para el desarrollo seguro y confiable de la IA, o la Ley CHIPS y de Ciencia, que destina más de $52 mil millones a revitalizar la fabricación de semiconductores, el hardware fundamental sobre el que corre toda la inteligencia artificial.
Esta estrategia se materializa en proyectos monumentales como ‘Stargate’, el centro de datos de $100 mil millones de Microsoft y OpenAI, o la Alpha School en Virginia, que ya personaliza el aprendizaje con IA.
China avanza con un enfoque centralizado y dirigido por el Estado, con la meta clara de alcanzar el liderazgo mundial en IA para 2030. A través de iniciativas como «AI+», integra soluciones de IA en sectores clave. El resultado es un ecosistema robusto: se estima que el valor de la industria de IA en China superará los $220 mil millones para 2026.
Este esfuerzo se refleja en su dominio de la propiedad intelectual, acumulando casi la mitad de todas las solicitudes de patentes de IA en el mundo. Gigantes tecnológicos como Baidu, Alibaba y Tencent no son solo empresas, sino instrumentos de la estrategia nacional para establecer estándares globales.
Rusia, por su parte, enfoca su estrategia de IA en la soberanía digital y la seguridad nacional. A través del proyecto nacional “Economía de Datos”, que se extenderá hasta 2030, busca reducir su dependencia de la tecnología extranjera e integrar la IA en sectores gubernamentales clave.
Más que competir en el mercado de consumo global, su prioridad es aplicar la IA para la optimización de sus industrias estratégicas (energía, defensa) y la administración pública. Su marco regulatorio es estricto y busca asegurar un uso responsable de la tecnología, priorizando el control estatal y el desarrollo de talento local a través de iniciativas educativas supervisadas.
La Unión Europea ha decidido jugar un papel distinto, posicionándose como el gran regulador global. Su enfoque no es competir en una carrera de velocidad, sino establecer las reglas del juego. Con su Ley de Inteligencia Artificial (AI Act), aprobada en 2024, introduce el primer marco legal integral para la IA, basado en niveles de riesgo. Este prohíbe aplicaciones consideradas inaceptables (como el «social scoring» estatal) y regula estrictamente los sistemas de alto riesgo.
Este poder normativo se complementa con fuertes inversiones a través de programas como Horizonte Europa y Europa Digital, que movilizan miles de millones de euros para construir una infraestructura de datos soberana bajo iniciativas como GAIA-X y apoyar a un ecosistema de IA «confiable y centrado en el ser humano».
EL DESPERTAR DE AMÉRICA LATINA: PRIMEROS PASOS
Frente a estas estrategias consolidadas, América Latina no es un simple espectador; la región ha comenzado a mover sus propias piezas. Aunque de manera desigual y con retos importantes, están surgiendo iniciativas notables.
En México, la coalición multisectorial IA2030MX ha impulsado una agenda para el desarrollo de una Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial. Polos de innovación como Monterrey y Guadalajara concentran talento y startups, mientras que universidades como la UNAM y el Tec de Monterrey lideran la investigación.
Otros países también marcan el paso. Chile fue pionero en la región al lanzar su Política Nacional de Inteligencia Artificial en 2021, centrada en el desarrollo de talento, la ética y la adopción de IA en la industria. Brasil cuenta con una robusta red de centros de investigación en IA y debate activamente un marco legal propio. Por su parte, Colombia ha establecido un marco ético para la IA en el sector público y promueve proyectos de datos abiertos para fomentar la innovación. Estos esfuerzos, aunque incipientes, demuestran una conciencia creciente sobre la urgencia de participar activamente en esta revolución.
DE ESPECTADORES A PROTAGONISTAS
Ante este escenario, la pregunta para nuestros países es ineludible: ¿nos conformaremos con estos primeros pasos o aceleraremos el ritmo para jugar un rol protagónico? Si queremos dejar de ser simples compradores de tecnología para convertirnos en creadores, necesitamos una hoja de ruta clara y acciones inmediatas.
La interconexión de hoy, definida por algoritmos, nos obliga a innovar. Para ello, es fundamental avanzar en tres áreas estratégicas:
- Formar talento e invertir en educación digital. Esto debe empezar desde la educación primaria y extenderse hasta los posgrados.
- Crear alianzas estratégicas entre universidades, gobierno y empresas. Los esfuerzos aislados son insuficientes.
- Diseñar políticas públicas con visión de futuro. Debemos impulsar el uso integral de la IA y desarrollar un marco ético sólido que garantice la equidad y la protección de datos.
Esto implica fomentar centros de inteligencia artificial que apoyen a startups y consoliden proyectos de investigación propios, aprendiendo de las experiencias globales. La tecnología no debe ser vista como algo «importado» o lejano, sino como un campo fértil donde podemos liderar.
Nos encontramos en un punto de inflexión histórico. La inteligencia artificial está redefiniendo las reglas del desarrollo económico y social a una velocidad sin precedentes. No podemos permitirnos el lujo de la duda o la postergación. La tarea es clara: debemos alinear nuestros recursos, talentos y voluntades para integrarnos de manera soberana y estratégica a esta nueva era. Lo que hagamos, o dejemos de hacer, durante esta década determinará las oportunidades de las próximas generaciones.