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OPINIÓN

¿Cuándo y cómo volveremos a las aulas?

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Educación, por Isabel Venegas //

La pandemia por el coronavirus no asoma su fin, especialmente para nuestro país no hay siquiera una esperanza de que el desenlace sea pronto; mientras en algunos lugares del mundo ya han controlado el nivel de contagios y están tomando aire para prepararse a una muy posible segunda ola, nosotros parece que no saldremos de la zona de revolcadero cuando ya nos estará pegando de nuevo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reportó el sábado un incremento récord de casos de coronavirus en el mundo con un incremento de 212.326 infecciones en apenas 24 horas. La tasa más acelerada se registró en Estados Unidos, Brasil e India, según el informe diario que registra el récord de la propagación de una enfermedad que ha causado la muerte a más de medio millón de personas en poco más de medio año.

De acuerdo al último reporte de la Secretaria de Salud en México, estas son las principales cifras al sábado 4 de julio: 252 mil 165 casos confirmados acumulados, 26 mil 75 casos confirmados activos, 74 mil 387 casos sospechosos acumulados y 30 mil 366 defunciones, colocando a nuestro país en el Top 10 de los del nivel más alto de dispersión y letalidad del virus COVID19. Con toda la evidencia que se cuenta no podemos dudar de lo delicada de la situación.

Ante este panorama se instaló la mesa de trabajo para evaluar las posibilidades de cómo llevar la agenda de educación en nuestro estado, se busca dar respuesta a los padres de familia, los docentes, los directivos y administrativos quienes se mantienen alertas sobre qué es lo que vendrá, por cierto, la semana pasada escuchaba a un profesor de Harvard narrar sobre las políticas educativas que esa institución está planteando.

A propósito de la libertad de elegir, esa casa universitaria ha convocado a sus estudiantes y profesores a que expresen cuál es la modalidad con la que quieren retomar sus estudios para el siguiente ciclo escolar. Es probable que haya quienes escojan seguir trabajando desde sus casas en un modo más cómodo y seguro, pero habrá quienes piensen que para la millonada que están pagando, la experiencia cognitiva no puede privarse de las relaciones interpersonales, comerciales y profesionales que los jóvenes estudiantes también logran en sus años de formación.

Hoy un verdadero privilegio debería ser el de poder tomar a través de una elección madura y responsable la posibilidad de salir, de exponerse, pero también hay un tema de la co-responsabilidad que las estructuras tienen, porque aunque los padres de los hardvarianos tengan la capacidad económica para contratar pólizas de seguro médico ampliado, seguramente exigirán a la escuela que la libertad sea vinculada a su capacidad de que los salones estén altamente higienizados, que los comedores y las áreas compartidas sean sumamente vigiladas, pero principalmente que la sana distancia se preserve al interior de los salones, de sus auditorios y salas con lo que significa que la organización tiene una capacidad y un límite.

¿Cómo podría México proponer un modelo que rete su capacidad y lo asuma dentro de sus limitantes? Cuando arrancamos la contingencia muchos profesores íbamos emocionados al empuje que la crisis nos hacía más allá de saber cómo hacer una videoconferencia, de manejar las plataformas o de conformar portafolios digitales. Claro que hubo ansiedades, quejas y desgaste, pero la mayoría de los profesores asumieron el reto y con ello motivaron a sus estudiantes a superar las carencias: falta de equipo, de red, de apoyo, de tiempo, etc.

Pero una delgada línea entre la resiliencia y un modo de afianzar la injusticia, complica lo que pudiera ser un reclamo más que justo, necesario, o paralelamente algo absurdo e inútil. La crítica ante el sistema de educación que continuaba con el modelo a distancia a pesar de que los alumnos y profesores se estuvieran enfrentando a diferentes problemáticas, hacía ver a la institución como insensible y ajena a la realidad que se vivía. Hoy por el contrario se empezó a difundir la nota de que el 17 de agosto se regresaría a clases de forma presencial, aunque otros medios bastante serios decían que hasta el mes de enero del siguiente año se regresaría a las aulas; con ello las voces que ruegan porque no sea un retorno físico se confunden sin saber qué es mejor o peor.

Jalisco tiene un turismo académico que hace envidiable el dinamismo que provoca, aunque hoy esa ventaja lo vuelve particularmente un reto de enormes dimensiones: por un lado un gigantesco aparato de educación básica, pero también una impresionante oferta educativa que integra a más de 140 instituciones de nivel superior, entre las que destacan los cerca de 50 campus de las principales 30 Universidades; la segunda Universidad más antigua y más grande de la nación; seis Universidades privadas de dimensión nacional y de proyección internacional; dos Centros de Investigación Avanzada, así como una de las redes más grandes e integradas de instituciones de educación tecnológica de México. El turismo educativo para nuestro estado es un motor en la economía que se debe considerar.

Más allá de la crisis lineal considerando un solo campo de intervención, hay una interrelación entre los sistemas económico, político, educativo y de salud, que en este momento son frente de batalla y requieren acciones conjuntas para que no solo se logren medidas paliativas, sino que se encuentren soluciones a largo plazo: Resolver la urgencia, sin dejar de ver el horizonte.

Los niños pequeños constituyen una complicación al momento de implementar medidas de aislamiento en espacios compartidos, para ellos es muy difícil dejar de tocar, abrazar, saludar, etc., si asisten físicamente a los planteles educativos, pero si se quedan en casa en la mayoría de los casos representan una dificultad para que sus padres puedan salir a trabajar en jornadas formales; por su parte los adolescentes pueden comprender mejor las medidas, aunque los diálogos con ellos suelen ser abordados de manera muy superficial por lo cual sus razonamientos carecen de sustento haciendo muy complicado que atiendan las medidas de prevención. Por último, los universitarios y/o profesores, que ya son mayores de edad, porcentualmente se han vuelto población de riesgo porque en nuestro país, desde edades muy jóvenes se tienen esquemas de salud muy precarios: fumadores, hipertensión, sobrepeso, diabetes, etc.

Ante este panorama hoy debemos hacer la reflexión de cómo estamos manejando nuestra libertad, el bien preciado por el que tanto hemos luchado y que en un momento tan complicado como este, pudiera entenderse mal. La posibilidad de elegir entre quedarse en casa y salir a la calle, debe asumir como estrictamente necesario el hecho de redoblar todas las medidas de precaución a fin de que la pandemia fuera mitigada en tanto los demás temas que se vinculan van saliendo un poco adelante.

Esperamos que el domingo el gobernador del estado salga a dar el informe con los resultados de las mesas de trabajo y con ello poder orientar mejor las acciones de cada institución de cara al ciclo escolar 2020-2021, pero si ya dimos un paso con el ánimo de ir dejando de ser una sociedad estatizada y limitada, tenemos que asumir que la libertad exige un gran sentido de responsabilidad, que preferentemente debiera también ser solidaria y generosa porque si hoy seguimos sin usar cubrebocas en zonas públicas, sin limpiar bien nuestros negocios, o sin mantener la sana distancia, entonces solo estamos provocando –egoístamente- que no salgamos de la zona de revolcadero, ni hoy ni en muchos, muchos días más.

Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar
E-mail: isa venegas@hotmail.com

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JALISCO

¿Qué hacer con tantas motos?

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De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //

Angie (así le decimos de cariño) circulaba al mediodía de norte a sur sobre López Mateos. A la altura de la colonia Las Fuentes, un motociclista que llevaba una mochila con el logotipo de entrega de comida, de esas de plataforma, iba zigzagueando entre los carriles centrales cuando de pronto derrapó, justo en frente de mi amiga, quien para evitar atropellarlo frenó de golpe, provocando que el carro que veía detrás de ella impactara al suyo ocasionando un daño bastante notorio.

El sujeto, luego de incorporarse, simplemente se alejó de la escena, dejando a su espalda un caos vial y un montón de problemas para quienes sufrieron por su tremenda imprudencia.

El anterior, es uno de los veinticinco accidentes diarios que en promedio suceden en la zona metropolitana.

Hay mediciones oficiales que datan del 2023 que indican que al menos un motociclista muere cada día como consecuencia de este tipo de percances.

Y es que algo ocurre en la mente de un buen número de motociclistas que se transforman en una especie de cirqueros viales, poniendo en peligro su vida y en riesgo la seguridad de los automovilistas.

Pareciera que pierden la noción de la gravedad que implica maniobrar por las calles a altas velocidades en medio de camiones de carga o de pasajeros.

¡Cuántos jóvenes han perdido la vida debajo de las llantas de una unidad del transporte público!

Es como si en algún momento de su viaje se sintieran impunes, elásticos o inmortales.

Pero la cosa no para ahí, a pesar de la violación a los reglamentos en la materia, si los conductores no les abrimos espacio para que puedan avanzar a su ritmo, se molestan a un nivel de insulto como una mentada de madre.

Más aún, todo apunta a que persiste la idea de que, en un incidente en el que estén involucrados un motociclista y un automovilista, este último es el que resultará culpable, aunque no lo haya sido.

Al respecto, este fin de semana, El Informador publicó un trabajo de investigación revelador e inquietante.

Cito: “De acuerdo con la Secretaría de Transporte (SETRAN), hasta el 6 de mayo, apenas 168 mil motociclistas contaban con licencia vigente en el estado. En contraste, el padrón vehicular estatal registra más de un millón 16 mil motocicletas, según datos de la Secretaría de Hacienda. Esto indica que solo dos de cada diez motociclistas tienen su licencia al día, mientras que ocho de cada diez manejan sin permiso”.

Si a ello agregamos que hay más de un millón de unidades rodando por la entidad, concentrando la mayor cantidad en la metrópoli, el asunto se complica más en virtud de que no hay regulación del tipo ni del modelo.

Por eso vemos pasar por igual a motos de alto cilindraje, enduro o vespas. Claro que el tema es en extremo complejo, pues todos tenemos derecho a ganarnos la vida; sin embargo la situación debe ser controlada de algún modo.

Tengamos en cuenta que en Guadalajara los delitos más comunes cometidos en motocicleta son el robo, el asalto y las ejecuciones porque los agresores aprovechan la agilidad de estos vehículos para escapar. 

Tlaquepaque, por ejemplo, reporta que tres de cada cuatro delitos se cometen utilizando motocicletas. 

Especialistas y diputadas en el Congreso local concentran su atención en campañas de concientización y la aplicación de la ley con más rigor.

En lo personal, estimo conveniente también acudir a experiencias internacionales con el ánimo de contener el crecimiento de este delicado problema.

De continuar así, en breve vamos a lamentar no haber tomado las medidas necesarias cuando aún teníamos tiempo para hacerlo.

En X: @DeFrentealPoder

*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, activista social, escritor y analista político.

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MUNDO

Discurso de individualismo extremo: La derecha que no salva, un riesgo disfrazado de esperanza

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

A la derecha le gusta imaginarse como el lugar del orden, de la razón y del mérito. Su narrativa gira en torno a ideas como “eficiencia”, “disciplina”, “libertad individual” y “trabajo duro”. Durante décadas, fue una forma efectiva de contrastarse con los excesos o fracasos de ciertas izquierdas: burocracias gigantes, discursos revanchistas, populismos disfuncionales.

Pero esa imagen está dejando de sostenerse. La nueva derecha —la que hoy marca tendencia en redes, encabeza algunos gobiernos y monopoliza micrófonos— ya no representa ninguna de esas virtudes. Lo que ofrece no es ni orden ni racionalidad: es puro espectáculo.

Ahí están Donald Trump, Javier Milei y Santiago Abascal como muestra. Tres líderes que han hecho del grito una política, del insulto un argumento y del caos una bandera. Ninguno de ellos ha demostrado ser particularmente eficiente, pero todos han sabido capitalizar una narrativa emocional basada en el resentimiento. Dicen luchar contra “el sistema”, pero lo hacen desde la cima.

Se presentan como outsiders, aunque lleven años en la política. Proclaman amor por el mercado, pero están más cómodos en la cultura del meme que en los fríos informes financieros.

Ya no les interesa defender un modelo económico coherente, ni sostener el legado intelectual de la derecha liberal o conservadora clásica. Su apuesta es otra: dominar el flujo de la conversación pública. Ser tendencia. Explotar la ansiedad de las masas que se sienten traicionadas por las élites ilustradas, por los expertos, por las instituciones. No importa si lo que dicen es contradictorio, vacío o incendiario: lo importante es provocar, atraer, dividir.

Este fenómeno tiene su correlato empresarial. En América Latina, por ejemplo, el caso de Ricardo Salinas Pliego es ilustrativo. El magnate no solo es dueño de empresas y medios: se ha posicionado como una figura política, aunque sin partido ni candidatura. Lo hace desde sus redes sociales, donde predica una mezcla de darwinismo social, desdén por los pobres, burla al Estado y culto a su propio éxito. Su mensaje no es técnico ni ideológico: es emocional. Una especie de “si yo pude, tú también, y si no puedes, es tu culpa”.

Se presenta como víctima del gobierno, del sistema judicial, del fisco, de la prensa. Lo paradójico es que lo hace desde una posición de privilegio absoluto. Pero funciona. Porque hoy ser rico no te quita autoridad moral: te la da.

Lo que representa Salinas Pliego es la figura del empresario redentor. Ya no se trata sólo de emprender o generar empleos. Se trata de suplantar al político. De sugerir, directa o indirectamente, que sólo quienes han tenido éxito en los negocios deberían tener poder de decisión. Como si administrar una cadena de tiendas fuera lo mismo que diseñar políticas públicas complejas, garantizar derechos o defender libertades.

La nueva derecha abraza con entusiasmo esta figura. En lugar de cuadros técnicos, promueve personajes estridentes. En lugar de programas serios, vende frases virales. En lugar de instituciones sólidas, propone personalismos autoritarios. El resultado es un nuevo tipo de populismo: no uno basado en el pueblo contra las élites, sino en el individuo omnipotente contra todo lo que le incomoda: el Estado, los impuestos, los medios, la ciencia, el disenso.

Esto es peligroso por muchas razones. Primero, porque convierte la política en un campo de guerra cultural permanente, donde todo se juega en el terreno de la identidad y el agravio, no de las soluciones. Segundo, porque desmantela los equilibrios democráticos bajo la excusa de “quitar trabas” al genio del líder. Y tercero, porque socava la idea misma de lo público: el Estado ya no es visto como una herramienta de justicia o bienestar, sino como un obstáculo para los exitosos.

La derecha que alguna vez promovió instituciones, reglas, competencia ordenada y responsabilidad fiscal, ha cedido el paso a una versión desfigurada de sí misma: histriónica, rabiosa, individualista hasta el delirio. Y con ello ha perdido una oportunidad valiosa de ofrecer respuestas a las crisis reales del presente: desigualdad, cambio climático, desinformación, polarización social.

Lo más inquietante es que esa derecha ni siquiera cree en la derecha. No cree en la tradición, ni en los contrapesos, ni en la democracia representativa. No cree en el pensamiento liberal clásico ni en los valores conservadores. Lo que quiere es mandar, imponer, sobresalir. Su único principio es el triunfo inmediato. Su única ideología es el narcisismo.

No se trata de negar que muchas izquierdas también han fallado, ni de defender modelos ineficientes o autoritarios. Reconocer esos errores es fundamental para avanzar y evitar repetirlos. Sin embargo, es necesario advertir que esta derecha contemporánea no es en absoluto el remedio frente a esos fallos.

Más bien, puede ser vista como una versión invertida, que comparte con ellos la misma concentración de poder en figuras carismáticas, la misma tendencia a polarizar y simplificar debates complejos, y la misma dificultad para aceptar matices o posiciones críticas.

La derecha actual, con su discurso enfocado en el individualismo extremo, el rechazo a la diversidad de ideas y la tendencia a imponer su visión como la única válida, representa un riesgo igual de serio para la democracia y la convivencia social. Así, lejos de ser una alternativa equilibrada o una corrección necesaria, esta derecha puede resultar igual de problemática y dañina en el largo plazo.

Lo sensato —y quizás lo verdaderamente subversivo hoy— es pedir madurez política. Pedir ideas complejas. Pedir responsabilidad institucional. Pedir liderazgos que no se alimenten del conflicto constante. En tiempos de histeria, el pensamiento es revolucionario.

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MUNDO

El dominio del dólar

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Gracias a Donald Trump y su política económica, la incertidumbre permea en las economías occidentales y genera desconfianza en la potencia de la economía estadounidense para hacer que el dólar siga siendo la moneda internacional de referencia. La inquietud existe, es real, principalmente por la fragilidad actual de las finanzas estadounidenses.

Las finanzas públicas de los Estados Unidos lucen mal, con un déficit de 7.26% en 2024 y una deuda pública de 34.5 billones de dólares, equivalente al 120.7% del PIB. Lo anterior y la falta de acciones fiscales que reduzcan el déficit han llevado a las calificadoras internacionales, Moodys la última, a rebajar la calificación de la deuda estadounidense que por primera vez cae de la calificación AAA y la mayoría la mantiene en ese nivel con perspectiva negativa, recomendando cautela.

No será la primera vez que los EUA caigan en situación económica comprometida, pero sí es la primera vez que el encargado de resolverlo no tiene las mejores calificaciones y sus políticas parecen tener las prioridades invertidas.

Algunos teóricos argumentan, con razón, que la estabilidad de una economía abierta depende de la existencia de una potencia capaz de garantizar mercados abiertos para el comercio, una economía sólida de respaldo para economías en crisis y una moneda estable, y esas condiciones parece estarlas perdiendo el país emisor del dólar. Por el momento no inspira confianza ni a sus aliados y su economía no es tan sólida.

Sin embargo, a pesar de esas condiciones adversas, no existe por el momento otra moneda capaz de sustituir al dólar como moneda de referencia. La fortaleza creciente de China no le da al Yuan esa posibilidad, porque en ese país sus mercados de capitales carecen de liquidez propia y el control estatal es rígido, sin que dejemos de notar el hecho de que en la competencia por mercados y en inversión ha incrementado su presencia en países emergentes, como duro rival comercial.

Por otra parte, el euro, producto del consenso de la Unión Europea, tampoco ofrece garantías sólidas como moneda de respaldo, pues el conjunto de Estados que conforman la Eurozona no siempre camina en la misma dirección.

Las alternativas no son atractivas por ahora y es mucho más aventurado pensar que las criptomonedas pudieran ser alternativa. Es un hecho que, en el momento, la debilidad del dólar ha propiciado que las operaciones financieras busquen monedas más fuertes como protección temporal en tanto cesa la incertidumbre arancelaria y se estabiliza el dólar. Pero esto es coyuntural en espera de mayor estabilidad de mercados.

Quedan tres años de zozobra e incertidumbre en los que la esperanza es que las fuerzas reales de la economía obliguen al impredecible presidente estadounidense a reconsiderar sus decisiones. La responsabilidad global que contrajo al liderar al país más poderoso del mundo lo deben obligar a considerar otras premisas, distintas a lo que parece ser su guía, que es su manual de negociación comercial.

Se advierte su preocupación por mejorar el ingreso y compensar el déficit, sin embargo, la política arancelaria que busca ser recaudatoria ha tenido graves efectos en la estabilidad de su moneda. La otra prioridad es el nivel de la deuda, y ese no podrá ser reducido sin afectar al gasto gubernamental. Adicionalmente, en ese contexto, surge la iniciativa de ley fiscal actualmente discutiéndose en el Congreso, la cual reduce el gasto social, pero también reduce impuestos, lo cual no suena muy congruente si lo que se busca es reducir el déficit. Sus efectos han sido ampliamente criticados por economistas de renombre.

No es halagüeño el panorama económico de los EUA y eso ha venido a sacudir la economía mundial, pero eso no será por el momento la causa de que el dólar deje de ser la moneda de referencia.

En México, algunos celebran que la paridad peso-dólar mejore, pero es un espejismo que no debiera engañarnos. El dólar está débil; no es que el peso esté fuerte y nuestro déficit, al igual que lo elevado de la deuda, tienen en riesgo la calificación crediticia del país.

Añadiendo la reforma judicial y la falta de normatividad para las nuevas instituciones que sustituirán a los desaparecidos reguladores, no hay buenas señales. Nuestra economía es un espejo de la estadounidense y dada la incertidumbre que nos acompañará en los próximos tres años, es más recomendable generar alternativas más potentes, realistas y creativas que el Plan México, que nos permitan no caer víctimas de la turbulencia vecina.

Por lo demás, el mundo seguirá negociando, teniendo, por ahora, al dólar como moneda de referencia, pues aun en la situación de vulnerabilidad de la economía estadounidense no hay moneda que lo remplace y la comunidad internacional puede, como lo ha hecho hasta hoy, navegar en la incertidumbre, pagando el costo con un magro crecimiento.

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