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Las presiones de EEUU a sus socios comerciales: Complacer a Washington o rechazar el boicot contra Huawei

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Por Redacción Conciencia Pública //

En la guerra contra el gigante chino, Estados Unidos presiona a otros países del mundo a sumarse a las sanciones contra Huawei con lo que se divide la comunidad internacional y extiende el conflicto a otros naciones que no tienen vela en el entierro. 

Poco a poco sus principales socios se convierten en los rehenes de su ‘guerra’ contra el gigante chino, opinan distintos expertos entrevistados por Sputnik.

Es el caso de los operadores japoneses de telecomunicaciones como SoftBank, NTT Docomo y KDDI que anunciaron que aplazarán las ventas de nuevos modelos de teléfonos de Huawei y detendrán la recepción de pedidos preliminares. Como principal socio de EEUU, Japón es el más sensible a la presión ejercida por Washington, opina el experto Zhou Yong del Instituto de Relaciones Internacionales de China.

“Claro está que los emprendedores japoneses están bajo influencia del Gobierno estadounidense. Es más probable que rompan sus lazos con Huawei pero continúen apoyando sus negocios con EEUU. El mercado estadounidense es la principal fuente de desarrollo para las empresas de Japón. Rechazar a Huawei para el país asiático es como sacrificar a un peón en el tablero de ajedrez  para salvar a la reina», considera Zhou Yong.

Pero no todas las empresas de Japón se apresuran a romper sus relaciones con el gigante tecnológico chino. Panasonic desmintió la información difundida por varios medios de que la empresa había detenido los suministros de varios componentes para productos de Huawei. En la compañía japonesa enfatizaron que Panasonic continúa suministrando sus productos y servicios para Huawei, que sigue siendo su socio más importante.

EEUU presiona también a Corea del Sur y este país trata de contrarrestar la demanda para que Seúl presione a sus empresas tecnológicas y no permita la expansión del equipamiento de Huawei en los países del Sudeste Asiático. Corea del Sur se arriesga a convertirse en el principal perdedor en la guerra desencadenada por Washington contra la empresa china. Tan solo un comunicado acerca de que Seúl había abordado con Washington el problema de seguridad de las redes 5G provocó el desplome del 6,35% de los valores del operador surcoreano LG U+.  

La causa de su devaluación está clara: desde 2012 LG U+ ha estado construyendo una red de comunicaciones inalámbricas LTE en Seúl y utilizó los equipos producidos por Huawei. Ahora el operador de comunicación móvil trata de desarrollar en base al equipamiento de Huawei las redes de quinta generación. Según el periódico Maeil, las ventas anuales de Huawei  alcanzan entre 170 millones y 250 millones de dólares en el mercado surcoreano.

Además, la empresa Koscom que asegura el funcionamiento de la bolsa surcoreana, el grupo financiero Nonghyup, el principal navegador del país Naver y el grupo automovilístico Hyundai Motors, entre otras empresas, utilizan el equipamiento producido por Huawei. Esta es la razón por la que el rechazo de los productos chinos es capaz de provocar serias pérdidas financieras, considera Chung Jae-hung, empleado del Instituto Sejong.

«Corea del Sur no es una colonia de EEUU. Por eso no se puede hablar de que los Gobiernos de estos países puedan limitar el número de acuerdos entre las empresas surcoreanas y las de China. LG U+ y otras compañías de Corea del Sur utilizan el equipamiento de Huawei por su rentabilidad. Las corporaciones deben tomar decisiones por sí mismas y la interferencia del Gobierno sería un error», aseveró Jae-hung.

Según el experto, Seúl teme a las medidas con las que China podría responder en caso de que las autoridades surcoreanas decidan seguir a las de EEUU e introduzcan sanciones contra Huawei. En Corea del Sur todavía recuerdan la dura respuesta que China dio al despliegue de los sistemas estadounidenses de defensa aérea THAAD. Seúl no quiere situarse entre la espada y la pared, considera Jae-hung.

De esta manera el posible cierre del mercado chino podría asestar un duro golpe contra la economía surcoreana ya que tan solo Huawei adquiere anualmente mercancías surcoreanas por más de 10.000 millones de dólares.  Según el reporte de Samsung Electronics, Huawei ocupó el cuarto lugar en la lista de los mayores compradores de semiconductores surcoreanos en el primer trimestre de este año.

Aunque los Estados que forman parte de la alianza de inteligencia Cinco Ojos como Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda también se sumaron a la política de Washington aplicada respecto a Huawei, no todos los países del mundo pueden dictar su voluntad a las empresas, opina Zhou Rong.

«Muchas empresas no van a actuar en detrimento de sus propios ingresos solo para satisfacer a EEUU. Es más probable que empiecen a analizar qué es lo más beneficioso para ellas: complacer a Washington o rechazar el boicot contra Huawei. Paulatinamente llegarán a la conclusión de que seguir la política de EEUU causará más daños que beneficios», concluyó.

Ex estratega de Trump festeja el «asesinato de Huawei»

Por Alfredo Jalife-Rahme //

El anterior estratega de la elección de Trump en 2016, Steve Bannon, levanta la puja contra China y considera que el «asesinato» de la empresa de telecomunicaciones Huawei, a la que exige sacar del mercado de capitales de EEUU, «es 10 veces más importante que conseguir un arreglo comercial» con Pekín.

La guerra comercial de Trump contra China se ha agudizado de forma dramática con la prohibición de Google/Alphabet de usar su sistema operativo Android y Google Play a Huawei.

Si la extrema dureza de Trump contra China llama poderosamente la atención, las incendiarias declaraciones de Steve Bannon incitan a una guerra total contra Pekín en los ámbitos tecnológico y financiero/económico, que naturalmente rebasan el mero aspecto comercial de la guerra de tarifas impuestas por Trump desde hace un año.

Steve Bannon, quien fue echado de la Casa Blanca por Trump por sus ataques indiscretos contra la familia del  presidente 45 en el libro ‘Fuego y furia’ de Michael Wolff, sabe mucho de finanzas por haber sido funcionario del omnipotente banco de inversiones Goldman Sachs de donde también proviene el secretario del Tesoro, el israelí-estadunidense Steve Mnuchin quien ha adoptado una postura más diplómática.

Bannon afirma que Trump no se detendrá con el exorcismo decretado contra Huawei mediante una ‘orden ejecutiva’, sino que contempla «planes para excluir a todas las empresas chinas de los mercados de capitales de EEUU».

En una entrevista exclusiva para South China Morning Post, con sede en Hong Kong y propiedad de Alibaba, Bannon fulminó que se trata de «un asunto de masiva seguridad nacional para Occidente (sic)» ya que Huawei «es una mayúscula amenaza a la seguridad nacional, no solo para EEUU, sino para el resto del mundo. Y vamos a obliterarla».

SCMP comenta que Bannon «no elaboró los supuestos riesgos específicos a la seguridad de los productos de Huawei» y refiere que Alemania tampoco ha encontrado «una evidencia dura para apoyar los alegatos de EEUU».

Bannon criticó el ‘error’ de Trump de haber levantado sanciones similares el pasado julio contra la empresa china de telecomunicaciones ZTE.

El ideólogo y estratega de Trump no oculta que el objetivo es librar una «guerra económica» contra China para obligar a Pekín a adoptar reformas fundamentales (sic): «No pienso que esto se resuelva pronto. Es el inicio de un proceso duro y muy largo» y prometió presionar en forma «implacable».

Es obvio que las cantadas ‘reformas fundamentales’, que equivalen a una capitulación, no serán aceptadas por China.

Bannon coloca el ‘tema China’ como «central en la campaña de 2020» cuando augura sin tapujos la reelección de Trump. Y aún en el caso remoto de que perdiese, asevera que «un demócrata será tan duro con Pekín como Trump».

Sentencia que «la gente de Wall Street intenta proyectar el temor de que el mercado de valores colapsará si Trump no consigue un acuerdo comercial. Todo son mentiras».

Como que Bannon se contradice con sus amenazas financieras para expulsar a China de los mercados de capitales en EEUU cuando también arremete contra los «corporativistas de Wall Street» que han colaborado con la clase dirigente de China para preservar «un sistema inicuo» que daña los intereses de los trabajadores estadunidenses del cinturón industrial (Rust Belt) que fueron catalogados por Hillary Clinton como ‘deplorables’.

Bannon oculta que parte del triunfo de Trump se debió también a la movilización supremacista de los WASP (White AngloSaxon Protestant: blancos protestantes anglosajones) en el Cinturón Bíblico (Bible Belt).

Hoy Bannon preside el ominoso Comité del Peligro Presente (Committee On The Present Danger), un grupo fascistoide de la Guerra Fría que combatió al comunismo y hoy tiene como objetivo luchar contra el Partido Comunista chino.

El anterior ideólogo de Trump, quien dice comunicarse con el presidente a través de «sus abogados» y no directamente, amenazó con las siguientes jugadas financieras para cortar de tajo las Ofertas Públicas Iniciales (IPOs, por sus siglas en inglés) —lanzamientos de acciones iniciales de las empresas chinas en Wall Street—, además de «cerrar todos los fondos de pensiones y las compañías de seguros de EEUU que proveen capitales al Partido Comunista Chino», lo cual provocará «un gran movimiento en Wall Street para restringir el acceso a las empresas chinas en los mercados de capitales hasta que acepten esta reforma fundamental».

Reconoce «estar más a la derecha que el presidente Trump» en el tema de China, y «se enorgullece de ello. De ser un superhalcón».

La dureza de Bannon es ilimitada, pero también puede ser teatral ante el esperado encuentro que tendrá Trump con el mandarín Xi —y también con el zar Vlady Putin, aunque no ha sido confirmado por el Kremlin— al margen de la disfuncional Cumbre del G20 en Osaka (Japón) el 28 y 29 de junio, donde no se puede eliminar la hipótesis de un arreglo del tipo ‘ganar-ganar’.

No fue gratuita la selección de la entrevista de Bannon al portal chino SCMP con sede en Hong Kong para amedrentar directamente a la dirigencia china. El grave problema es que no da margen para negociación alguna al declarar la guerra tecnológica, financiera y económica contra China, lo cual puede sonar muy exuberante ya que China cuenta con varias armas en su arsenal de represalias que van desde la devaluación de su divisa, el yuan, pasando por la liquidación de sus bonos del Tesoro estadunidenses hasta su ‘opción nuclear’, así bautizada, de cesar la venta de los ‘rare earth minerals’ (minerales de tierras raras) tan vitales para los componentes militares modernos de EEUU.

No pasó nada desapercibida la visita del mandarín Xi Jinping, acompañado de Liu He, el vice primer ministro a cargo de las negociaciones comerciales con la contraparte estadunidense, a una empresa operativa de minerales de tierras raras en la ciudad de Ganzhou, en la provincia oriental de Jiangxi. Según el portal chino Global Times, «muchos han sugerido que China limite sus exportaciones de minerales de tierras raras a EEUU como una contramedida a la decisión de EEUU de asestar tarifas en bienes chinos y cortar el abasto de semiconductores a las empresas chinas».

Cabe señalar que China es el mayor productor del mundo de minerales de tierras raras —más del 90% del suministro global— que son vitales para productos avanzados desde los aviones hasta los semiconductores, lo cual puede perjudicar no solamente a EEUU, sino también a Japón.

Cabe señalar en forma significativa y conveniente que los minerales de tierras raras no han sido incluidos en la ‘lista negra’ del alza de las tarifas propinada por Trump.

La visita de Xi fue también simbólica ya que rindió homenaje a un monumento en Yudu (un barrio de Ganzhou) que marcó el inicio de la ‘larga marcha’ del Partido Comunista hace 85 años, lo cual puede significar que la dirigencia china está dispuesta a una nueva «larga marcha tecnológica y financiera» en su guerra comercial contra EEUU.

Pero a Bannon nada lo detiene y en una entrevista para Fox News, después de alardear del triunfo del ‘nacionalismo económico’, mezclado de la extrema derecha populista, en las elecciones para el Parlamento Europeo, desechó las represalias de China de prohibir las exportaciones de minerales de tierras raras y se burla de que Pekín lo haya nombrado su «principal enemigo público».

La televisión china CCTV calificó a Bannon de «verdadero enemigo de EEUU».

(Cortesía de Sputnik, agencia rusa de noticias)

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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