NACIONALES
Rechazan reforma a la Constitución de AMLO: Diciembre, encrucijada vibrante

Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //
Nuestra vida está sujeta a las circunstancias del tiempo. Por ello, cada mes tiene características específicas. Si hablamos de enero, mucho comienza con él, pero su común denominador es la frase que se utiliza mayormente: la cuesta de enero. Con esa locución, referimos las dificultades que se deben encarar para salir bien librado, individual o colectivamente, en esa treintena de días.
Tras el dificultoso arranque anual, viene un espacio alentador, pues febrero es dominado por el festejo de San Valentín, símbolo del amor y la amistad. En marzo, la primavera toca las puertas de los mexicanos y nuestro carácter se tonifica, a pesar de los problemas inherentes a nuestro transcurrir.
Y así como hablamos de ese trimestre, podríamos seguir enumerando lo típico de cada mes del segundo, y de igual manera los siguientes, parte por parte, hasta llegar al final del año, pasando por el dedicado a la independencia, que llamamos “mes de la patria”, es decir, septiembre, y el de las fiestas tapatías por excelencia (sin olvidar que Zapotlán el Grande, es decir Ciudad Guzmán, es donde primeramente se organizaron festejos en tal época) que son ya una querencia local: las Fiestas de Octubre.
No obstante lo anterior, el declinar del año es sumamente especial, aparte del temple navideño que contiene. El afamado pensador francés (aun cuando nació en Argelia en 1913) Albert Camus, afirmaba que “En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habitaba un verano invencible.” Y eso resulta rigurosamente cierto, particularmente en este lapso del actual 2022.
Si pensamos en un tema que a todos preocupa, el referente a los ingresos, ya se nos dijo que el salario mínimo aumentó en veinte por ciento. Muchísima gente respiró tranquila, pues ese porcentaje vigoriza el bolsillo de la inmensa mayoría de trabajadores; incluso, el sector empresarial estuvo de acuerdo, por lo cual se puede meditar que, al terminar el presente sexenio federal, la recuperación económica de la clase laboral será histórica, después de su trágica caída en los ocho lustros precedentes. El aumento, repercute en el alcance de los demás asalariados, mejorándolos en parecido beneficio que recibieron los miniasalariados.
En los frentes legislativos, a nivel nacional fue muy comentado el rechazo que recibió la proyectada reforma a la Constitución, en el renglón electoral. Pero a la par, se ha discutido que inmediatamente después de ese desaire de los diputados de oposición, quienes evitaron que Morena y sus aliados alcanzaran la mayoría calificada, acto que festinaban cálidamente, se presentó la iniciativa presidencial (llamada Plan B) para reformar las leyes que regulan las elecciones. Y se les acabó la alegría, apareciendo entonces su enojo, a grado tal que abandonaron el salón de sesiones, mientras que los morenistas aprobaban la propuesta hecho lo cual, la pasaron al Senado.
Por cierto, el miércoles 7, en su mañanera, el primer mandatario del país, precisó los motivos por los cuales no aprobaron las oposiciones, la reforma multicitada, explicando: “Como era de esperarse, se rechazó la reforma constitucional porque los partidos, el bloque conservador, no quieren que los ciudadanos elijan a los consejeros, eso fue lo que rechazaron.
También, rechazaron el que se redujera el presupuesto del INE, que es de los más onerosos, es el presupuesto más alto en el mundo para la organización de elecciones, también eso lo rechazaron. Rechazaron, por lo mismo, que en vez de 500 diputados sólo fueran 300 y que no haya diputados plurinominales o de listas. Y rechazaron el que disminuyera el presupuesto a los partidos, eso fue lo que rechazaron.”
Como ese evento legislativo fue consumado muy rápido -fast track- resulta que el líder senatorial (Ricardo Monreal) declaró a los medios de comunicación, el 7 retropróximo, que allí sería diferente: “El Senado de la República actuará con serenidad y buen juicio. Será una discusión racional, inteligente. Vamos a cuidar el procedimiento legal, el procedimiento ordinario. No habrá atropellamiento, no habrá lo llamado vía rápida que se dispense, abrevie o evite el procedimiento ordinario”. Esto, lo aplaudió la misma oposición. A cambio, el también senador guinda, César Cravioto, manifestó tajante: “Sin duda, vamos a respaldar la minuta, ese Plan B que debió ponerse en marcha, porque la oposición detuvo la reforma constitucional, debido a que PRI y PAN “siguen defendiendo los grandes beneficios que tiene la alta clase política, en lugar de privilegiar las necesidades del pueblo de México”. (Eme-Equis, 8 dic-2022).
De conformidad a la situación singular de Monreal, quien, en su afán de ser candidato presidencial, tal parece que saldrá del partido en el gobierno (por no tener, asegura, piso parejo entre él y los demás aspirantes), conjeturando que “diciembre me gustó para…” que te vayas, completa la popular canción que interpretaba emotivamente Amalia Mendoza, la Tariácuris. En consecuencia, esta temporada de posadas, se torna en palpitante, pues el zacatecano deberá decidir si se queda o se va.
A propósito de los políticos que buscan ser candidatos presidenciales, -carrera adelantada que a estas alturas, ya es una ola indetenible- hubo sondeo nacional publicado en días recientes por Reforma, (rotativo que es cáustico impugnador de la Cuatro T), ofrece interesantes números; el medio revela que “el 45 por ciento de los entrevistados no sabe quién preferiría que fuera el candidato presidencial de la coalición opositora en 2024, mientras que el 11 por ciento eligió al excandidato presidencial, Ricardo Anaya Cortés; el seis por ciento optó por el Gobernador Alfredo del Mazo; el cinco por ciento escogió a la diputada Margarita Zavala; otro cinco por ciento a Santiago Creel Miranda y un 28 por ciento dijo que “otros”. (Sin Embargo, 7 dic.2022).
El mismo diario, divulgó que el 31 por ciento de los interrogados prefiere para candidato a suceder al tabasqueño AMLO, a la gobernadora de la capital azteca, Claudia Sheinbaum Pardo; en segundo lugar figura el canciller Marcelo Ebrard (25%), seguidos lejanamente por el Secretario de Gobernación, Adán Augusto López (5%) y el senador Monreal, apenas con el modesto 4%. De Movimiento Ciudadano (MC), el 37 por ciento consideró al Alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, como la mejor opción para la contienda presidencial; el ocho por ciento al Gobernador Samuel García; el seis por ciento al mandatario Enrique Alfaro; el siete por ciento dijo que “otro” y finalmente el 42 por ciento manifestó no saber por quién.
Posteriormente, a la pregunta “Si hoy hubiera elecciones para Presidente de la República, ¿por cuál partido votaría?”, el 48 por ciento eligió a Morena; el 20 por ciento al PAN; el 17 por ciento al PRI; el cinco por ciento a MC; el dos por ciento al PRD, y el tres por ciento a algún candidato independiente. El ejercicio estadístico también puntualiza: “el 62 por ciento estaría dispuesto a votar para Presidente de la República por un candidato de la alianza encabezada por Morena; el 34 por ciento por uno de la coalición conformada por PAN, PRI, PRD y MC; y el 33 por ciento por la alianza Va por México (PAN-PRI-PRD). (Sin Embargo, íd.,íd).
El dato precedente lo confirma El Financiero, que en igual fecha publica: “Va por México pierde terreno rumbo a 2024; Morena afianza apoyo”. La diferencia es un tremendo 16%. Eso porque según la periodista Daniela Barragán, de Café y Noticias, el bloque opositor hace mucho ruido, pero olvida las nueces.
Para cerrar las notas trepidantes del momento decembrino, Latinoamérica se cimbró con la destitución del gobernante peruano, Pedro Castillo, un maestro que había dado la nota cuando conquistó el poder ejecutivo y derrotó a la oligarquía de la nación inca: ahora, ya está recluido en el penal donde purga su condena Alberto Fujimori. La garra derechista, que no descansa ni un instante para con zarpazos recobrar sus privilegios, dio en este caso un revelador ejemplo de lo que es capaz: Cuando actúa, sucede lo que dice un adagio “En diciembre, no hay valiente que no tiemble”. Si, no cabe duda de que “en este mes, anochecer y amanecer son casi a la vez”. Por ello, hay que revestirnos del espíritu de fraternidad tan propio de este período, y pensar que después del estallido, generalmente viene algo apetecido.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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