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OPINIÓN

Sin circo, sin pan y sin pueblo…y un México polarizado

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Comuna México, por Benjamín Mora Gómez //

“Hemos aprendido que el virus se transmite por el aire y la conciencia ciudadana no.”
Fausto Muciño, gran amigo mexiquense

Algún día, cuando los ingresos del gobierno se hayan reducido al máximo posible tras resquebrajar aún más nuestra economía y el gobierno de López Obrador no tenga dinero que regalar, el circo y el pan se acabarán y la 4T tendrá que transformarse o morir sin el pueblo bueno enchairado. Hoy tenemos su primera transformación de gran aliento: El financiamiento de la fundación de Carlos Slim a la producción en grandes volúmenes de la vacuna contra el coronavirus para que su aplicación sea gratuita y universal en México y en muchos otros países.

Con ese acto de gran sentido humano, Carlos Slim pasó de villano salinista a héroe cuatro-transformador, y gente como Irma Eréndira Sandoval, secretaria federal de la Función Pública, deberá arrepentirse y desdecirse de sus perniciosas críticas al ingeniero “producto de la peor corrupción criminal: la de Salinas”, como escribiera en su cuenta de Twitter”. El propio Andrés Manuel López Obrador deberá tomar consciencia profunda y razonada de que, si bien solo se reparte lo que se tiene, como sucede con la riqueza, debe ir más allá de los repartos populistas. Que si bien, debe producirse riqueza, también debe respaldarse la creación y sobrevivencia de esas miles empresas y negocios que hoy mueren en medio de la pandemia y cuidarse los empleos que hoy se pierden; que la riqueza de un país y de los emprendedores no son para repartirse como él cree y afirma, sino para impulsar, desde el gobierno, acuerdos nacionales de nuevas formas de relaciones sociales y económicas que eviten las dependencias del pueblo hacia el gobierno y de explotación de los poderosos sobre los desfavorecidos.

Lo que se tiene que constituir es una nueva cultura social por la cual cada uno se haga responsable de sí mismo y de los suyos en la generación, el impulso y la consolidación de su patrimonio, dotándoles de nuevas actitudes de trabajo, producción y ahorro, de una cultura financiera de largo aliento, de formas alternas no lineales de pensamiento y de inteligencias sociales competitivas dentro de la formación académica y extracurricular. El Presidente deberá superar las máximas de su discurso de economía, cansado y ramplón, propias de esa izquierda reivindicadora que jamás ha reivindicado nada.

Asimismo, el acuerdo de Carlos Slim de impulsar la gran producción de vacunas antivirales contra el Covid-19 implica a uno de esos laboratorios mexicanos que el Gobierno federal excluyó en la compra de medicamentos, anunciada recientemente. Pregunto, en dónde queda la reflexión y arrepentimiento federal sobre sus odios de clase, o qué acaso no llega a tanto el contenido de materia gris gubernamental y presidencial. Aquí nos merecemos una seria reconsideración de ese malinchismo de la 4T en contra de los empresarios mexicanos.

La decisión de Carlos Slim conlleva también una sentencia de profunda verdad: Sé que el gobierno de López Obrador es incapaz de abandonar sus caprichos faraónicos en Dos Bocas, Santa Lucía y Sureste Ferroviario, y que es capaz de mentir sobre la atención en la salud –y vida- de cientos de niños con cáncer, dejándolos morir, y por ello, yo, Carlos Slim le entro a favor del pueblo mexicano, de pobres y ricos, de todos, sin exclusión ninguna. Sé también que, si yo no le entro, miles más de mexicanos morirán de Covid-19, por negligencias en el Sistema de Salud, en medio de las mentiras y los engaños en cada tarde de López-Gatell.

La semana pasada, en este espacio, hablé de Gibrán Kahlil Gibrán, y de él hoy recuerdo que los “grandes personajes está cubiertos de cicatrices” … sí, el pueblo mexicano está lleno de cicatrices que le han propinado muchos a lo largo de su devenir, por abusos, maltratos, injusticias y, claro está, por políticas de dependencia gubernamental, condenándolo a ser eterno el Peter Pan que tanto encanta a las izquierdas y derechas extremas.

Recuerdo que mi madre me decía: La primera causa de la pobreza es el engaño y la mentira. Hoy, el gobierno de López Obrador miente hasta niveles patológicos y por ello hoy tenemos pobres que no deberían serlo si el Gobierno federal hubiese sido menos estúpido, insensible e insensato ante la pandemia en salud y economía.

En el devenir del pueblo mexicano, la justicia ha sido la gran ausente. Hoy, como ayer, la palabra del gobernante –hay grandes excepciones- solo se disfraza para el engaño. Así, es de injusticia social profunda pretender llevar procesos judiciales, como los de Emilio Lozoya, y culpabilidades, aun en ciernes, como las que se fraguan en contra Enrique Peña y Luis Videgaray, en los medios tradicionales –prensa, radio y televisión- y en las redes sociales del gobierno, sabiendo que varios de sus posibles delitos podrían haber prescrito y que, por ello, jamás se les castigaría.

No hay duda, como dijera Francis Bacon: La esperanza es un buen desayuno, pero una mala cena. Y lo que nuestra gente necesita es dejar de desayunar esperanzas para alimentarse de realidades.

Hoy, México está divido entre chairos con esperanzas y fifís desesperanzados; ambos defienden su deseo de vivir mejor, aunque entendiendo de manera distinta lo que significa dignidad en la vida. Una verdad se impone: ambos naufragan en mares inciertos y torpezas de un solo hombre y de un equipo que hace agua cual simple lancha en medio de un mar embravecido. La pregunta esté en Lópe de Vega cuando nos inquiere ¿Qué mata más, esperar el bien que tarda o padecer el mal que ya se tiene? 

E-mail: benja_mora@yahoo.com

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MUNDO

Redefiniendo alianzas y el tejido social: El mundo ante la batalla definitiva por el futuro de la globalización

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

La pandemia fue el cisne verde que desnudó las entrañas podridas de un sistema. No un cisne negro imprevisible, sino un desenlace anunciado de desequilibrios ambientales y socioeconómicos que aceleró una pugna subterránea que hoy emerge con virulencia: la guerra entre fuerzas que buscan desmantelar la globalización neoliberal y poderes que intentan perpetuarla a toda costa. Esta disputa redefine alianzas, reconfigura mapas y tensa el tejido social global hasta el punto de ruptura.

FRACTURAS DEL MODELO: DE LA CURVA DEL ELEFANTE AL “CAPITALISMO ZOMBIE”

La globalización opera en tres esferas simultáneas: económica (deslocalización productiva), financiera (especulación desregulada) y petrolera (control geoestratégico de recursos). Un triángulo perverso donde el 20% de la «plutocracia global» concentra beneficios mientras el 80% sufre exclusión (Alfredo Jalife Rahme http://www.scielo.org.mx/).

El economista serbio-estadounidense Branko Milanovic aportó la metáfora definitiva para entender el malestar: la «curva del elefante». Su gráfico reveló cómo entre 1988 y 2008, el 1% más rico y las nuevas clases medias asiáticas ganaron terreno, mientras las clases trabajadoras occidentales y los más pobres del planeta quedaron estancados. «La globalización benefició a los ricos globales y a los pobres emergentes, pero destrozó a la clase media occidental», sentencia Milanovic.

Hoy ese modelo exhibe síntomas de agotamiento terminal:

Japonización económica: Crecimiento anémico y productividad estancada.

Deuda global en niveles estratosféricos: 247 por ciento del PIB mundial.

Fábricas fantasmas: Occidente ya no produce bienes, solo especula.

LOS CAMPOS DE BATALLA: ESTADOS UNIDOS, EL PACIENTE CERO

EEUU, epicentro del proyecto globalizador, vive su descomposición interna. La administración Biden heredó un país donde:

40 millones sobreviven con cupones de alimentos -y la cifra va en aumento-.

Ohio y Michigan albergan «zonas rojas» industriales devastadas.

La esperanza de vida cae por tercera vez desde la gripe española.

Este paisaje social alimentó el nacionalismo económico trumpista, que intentó frenar la hemorragia con aranceles y repatriación de empleos. Pero como advierte el analista francés Thierry Meyssan, «Trump declaró la guerra a los arquitectos del 11-S y nadie en el establishment lo apoyó». Su proyecto fracasó porque el Estado Profundo prefería otras salidas: desde la doctrina Rumsfeld-Cebrowski de guerras por recursos hasta el proyecto NEOM en Arabia Saudí, una ciudad-Estado para multimillonarios en el desierto.

LOS DESGLOBALIZADORES: DE BEIJING AL “EJE DE LA SOBERANÍA”

Frente al Occidente en crisis, emergen alternativas que plantean una desconexión controlada:

China ha pasado de taller del mundo a contrapeso geopolítico. Con reservas por encima del billón de dólares y una expansión tecnológica sin precedentes, Pekín impulsa la regionalización asiática mientras compite con el dólar mediante acuerdos en yuanes. Su estrategia, según Esteban Actis y Nicolás Creus, no busca destruir el orden liberal, sino reformarlo desde dentro.

Rusia encabeza el nacionalismo petrolero, estatizando recursos y tejiendo alianzas con Venezuela y Arabia Saudí. Las «nuevas siete hermanas» ya no son corporaciones privadas, sino gigantes estatales que desafían a Wall Street.

En Europa, fuerzas soberanistas de izquierda y derecha impulsan proyectos de autonomía estratégica. El italiano Manlio Dinucci documenta cómo la OTAN intenta sabotear estos movimientos, como ocurrió con Syriza en Grecia: «Alexis Tsipras llegó prometiendo solidaridad con Palestina, pero terminó firmando un pacto militar con Israel que solo tenía parangón con el de EEUU» (rebelión.org).

LA INGENIERÍA DEL CAOS: PANDEMIAS Y PASAPORTES DIGITALES

Cuando Trump fracasó y NEOM se estancó, la pandemia ofreció un nuevo tablero de juego. Según Meyssan, el equipo de Rumsfeld (incluyendo a Fauci y Hatchett) vio en el COVID-19 la oportunidad para:

Acelerar la deslocalización masiva mediante el teletrabajo.

Imponer pasaportes sanitarios como mecanismos de control social.

Legitimar el endeudamiento ilimitado de los Estados.

Klaus Schwab del Foro de Davos lo llamó «El Gran Reinicio». Su libro homónimo, descrito por Meyssan como «una mezcolanza de clichés catastróficos», anunciaba una sociedad orwelliana donde los datos reemplazan a la producción. Detrás de la retórica «inclusiva», Schwab es un operador de la CIA desde los años 70, cuando violó sanciones al apartheid sudafricano con tecnología nuclear (voltairenet.com).

EL MUNDO ENTRÓPICO: HACIA UN BIPOLARISMO CAÓTICO

Actis y Creus proponen el concepto de «bipolarismo entrópico» para definir el nuevo orden: dos polos (EEUU y China) cuya rivalidad genera caos sistémico en lugar de equilibrio. El peligro inmediato no es una guerra (la «Trampa de Tucídides»), sino el vacío de poder de la «Trampa de Kindleberger»: cuando el hegemón saliente no quiere liderar y el emergente no puede hacerlo (Dario, Leandro. scielo.org.ar).

Esta entropía se manifiesta en:

Cadenas de suministro rotas (como durante la crisis de semiconductores).

Guerras híbridas (Ucrania como campo de pruebas).

Alianzas líquidas (Arabia Saudí uniéndose a los BRICS).

LA REBELIÓN DE LOS PERDEDORES: CUANDO EL SAQUEO GENERA RESISTENCIA

Los conflictos actuales no son solo interestatales, sino revueltas contra el expolio:

En América Latina, el nacionalismo de recursos resurge en México y Bolivia, expulsando a corporaciones que operaban en condiciones neocoloniales. Mientras Jalife-Rahme señala la hipocresía occidental: «EEUU predica libre mercado, pero practica el ‘patriotismo económico’, protegiendo sus empresas estratégicas».

En Europa, la rebelión fiscal de agricultores y camioneros contra el libre comercio desregulado paraliza capitales, mientras partidos como el Rassemblement National en Francia ganan terreno con consignas proteccionistas.

Hasta las corporaciones tecnológicas juegan doble: Alphabet o Meta defienden la globalización digital mientras construyen búnkeres apocalípticos en Nueva Zelanda, preparándose para el colapso que ayudaron a crear.

El mundo enfrenta su desconexión definitiva, pero la pregunta crucial es: ¿desconexión para quién? Se perfilan tres escenarios:

1. Globalización reformada (el modelo Schwab/Soros): Mantiene estructuras de saqueo con rostro humano.

2. Regionalización con economías mixtas: Bloques como ASEAN o MERCOSUR con bancos y monedas propias.

3. Neorrenacimiento humanista: Utopía donde el humano reemplaza al mercado como centro.

Lo que ya no es viable es el fundamentalismo de mercado que convirtió naciones en zonas francas de explotación. Como sentencia Dinucci: «El verdadero muro no era el de Trump con México, sino el NAFTA que empobreció a ambos lados de la frontera» (Dinucci, Manlio. Rebelión.org). En esta guerra silenciosa, la única certeza es que el siglo XXI será el escenario donde se define si la desglobalización significa emancipación o simplemente, un saqueo más eficiente.

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MUNDO

Empequeñecer lo que era grande

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Desde los Campos del Poder, por Benjamín Mora Gómez //

Cada nuevo día es una invitación a pensar, a comprender y a superarnos a nosotros mismos. A colmarnos de lo mejor. A no perdernos en lo superfluo, vano o pedestre.

Aprendí que no se merece el poder por nuestro pasado, sino para construir confianza en el futuro. Cada día, desde la cúspide del poder, sea cual este fuere, es la oportunidad para demostrar que se merece y que merece para el bien. Por desgracia, este regalo de Dios y de los hombres y mujeres, pocos y pocas la aprovechan en beneficio de quienes están bajo su amparo.

En México, hemos vivido una semana caótica y de rupturas aún inadvertidas. Desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, Kristi Noem, titular de la Secretaría de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, fue muy mordaz con la presidente Sheinbaum por incitar, a decir suyo, a la rebelión social en aquella nación. Sheinbaum se defiende aduciendo que fue malinterpretada por la elite republicana norteamericana.

Sostengo que a quien mal empieza el día, le sería mejor quedarse en cama. Sheinbaum solo tendrá una oportunidad para justificar lo que quizá explicó mal sobre sus “movilizaciones ciudadanas”, aquí, allá y acullá; mientras, Kristi Noem tendrá mil oportunidades para poner en mal a la presidente mexicana frente a su jefe y los republicanos. Debo resaltarlo: Alex Padilla, senador por California, fue detenido y esposado por guaruras de Noem por “intentar” preguntarle algo. Esta es la enemiga de la presidente mexicana.

Como a cualquiera, el pago de impuestos me incomoda, pero entiendo que son necesarios. Los pretendidos impuestos norteamericanos a las remesas de mexicanos a sus familias no me agradan, pero en la esencia de Trump. Así hay que entender las razones de dichos impuestos para preparar los juegos a seguir y ganar.

Nadie, jamás, se había atrevido a tanto desde las sinrazones presidenciales de doña Claudia. Ni ella, ni nadie, puede enfrentar al presidente Donald Trump con movilizar gente -aquí o allá- en señal de protesta ante sus decisiones -muy suyas- y muy del fuero de la soberanía norteamericana sin esperar respuesta fuerte y contundente.

Sheinbaum cree que todo le está permitido y todo le está perdonado de antemano, no sé si por ser presidente o solo por ser mujer. En reiteradas mañaneras, la señora Claudia ha desbarrancado la diplomacia mexicana arrastrándonos a todos. A veces, su pasado adolescente la domina.

Sabemos que más se tropieza con la propia lengua que con los pies. La inteligencia que no esclarece, oscurece. Recuerdo aquel día en que mi padre me pidió cuidar tanto mis palabras como mis intenciones, obvias y ocultas, para mantenerme en paz con los demás.

La política exterior del Estado mexicano no está para manejarse sin pensar en sus alcances y consecuencias. ¿Cómo Claudia Sheinbaum se atreve a arrojar por la borda a nuestro pasado en diplomacia, tan digno y reconocido en el mundo? ¿Quién entre los suyos y en ella misma puede acercarse a hombres y mujeres como Rosario Green, Alfonso García Robles, Isidro Fabela, Bernardo Sepúlveda, Emilio O. Rabasa, Francisco Zarco, Jorge Castañeda o Ignacio L. Vallarta, quienes fueron secretarios de Relaciones Exteriores? ¡Imposible! La gentileza les era propia; hoy, la pedantería envalentona a la 4T.

En Morena se abreva en aguas turbias y hediondas. En un mensaje por redes, Melissa Cornejo, operadora política en Jalisco de Morena, retó al Gobierno norteamericano a quitarle su visa; fue oída y atendida de inmediato por vulgar y grosera. Adán Augusto López, ex secretario de Gobernación con López Obrador, más quemado que un Judas en Sábado de Gloria, ha visto cómo Melissa Cornejo, su incondicional, ha perdido su visa norteamericana por orden del vicecanciller de EEUU, Christopher Landau.

Se dice: “Piensa mal y acertarás”. Todos sabemos del pleito entre Adán Augusto y la presidente Claudia. Melissa Cornejo quizá, por órdenes de Adán Augusto, buscó desdibujar el encuentro del vicecanciller Landau con Claudia Sheinbaum. Sea como fuere, Cornejo arrastró consigo misma a más de una morenista como la senadora Andrea Chávez y la diputada local Itzul Barrera.

Traíamos problemas con los aranceles, los migrantes y el fentanilo y Melissa (Adán Augusto) lo complicó aún más. Landau ha sido contundente: «Los que glorifican la violencia y el desafío a las legítimas autoridades y al orden público de ninguna manera son bienvenidos en nuestro país».

Aprendí que la magia blanca es meter el sol (conocimiento y poder) en el corazón de uno mismo y no arder hasta el punto de convertirse en ceniza. Esto no lo comprenden los insensatos que se meten en cosas de gobierno. Son como Nerón ante Roma.

De niño vi caricaturas en las que un demonio de Tasmania destruía todo cuanto se oponía a su paso. Así miro a muchos de esos que se creen estadistas por mirarse encumbrados en puestos públicos menores e inmerecidos y escaños legislativos de ínfima dignidad. Ejemplo de esta desgracia nacional es que miro a Gerardo Fernández Noroña, simple buscabullas callejero, ruin y envenenado del alma.

El ejercicio de gobierno es arte, ciencia e intuición. Pocos políticos y periodistas tienen esas virtudes. Dejemos de aplaudir a quienes dicen lo que deseamos escuchar y aguardemos a que la realidad sea escrita. La verdad, hoy, como siempre, nos hace libres.

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MUNDO

Dignidad frente a la exclusión

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Opinión, por Iván Arrazola //

Históricamente, la protesta ha sido una herramienta eficaz para visibilizar injusticias y exigir el respeto de los derechos humanos. En días recientes, Estados Unidos ha sido escenario de nuevas manifestaciones que evocan momentos clave en su historia, como las movilizaciones a favor de los derechos civiles o las denuncias contra la represión policial hacia la comunidad afroamericana.

Sin embargo, en esta ocasión, quien ha levantado la voz ha sido la comunidad latina en la ciudad de Los Ángeles, en respuesta a las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump y las deportaciones masivas.

Lejos de tratarse de una simple expresión de inconformidad, esta protesta representa un conflicto político de fondo entre el gobierno federal y un estado —California— que se caracteriza por su diversidad, pluralidad y una estructura social profundamente influenciada por la migración.

La chispa que encendió las manifestaciones fueron las redadas llevadas a cabo por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), las cuales generaron miedo e indignación entre la población migrante. A esto se sumó la orden presidencial de desplegar elementos de la Guardia Nacional en el estado, lo que elevó aún más la tensión. Incluso, el presidente Trump llegó a amenazar con encarcelar al gobernador Gavin Newsom, acusándolo de insurrección.

El conflicto escaló a nivel internacional cuando la secretaria de Seguridad Interior, Kristi Noem, acusó a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, de alentar las protestas en territorio estadounidense. Aunque la mandataria rechazó tales acusaciones, no recibió una disculpa formal del gobierno estadounidense. Esta situación coloca al gobierno mexicano en una posición delicada.

Si bien puede hacer un llamado a la paz, su política exterior de no intervención le impide pronunciarse abiertamente sobre las acciones del gobierno norteamericano. Además, se ha evidenciado una preocupante debilidad institucional: los consulados mexicanos en Estados Unidos enfrentan severas limitaciones presupuestales, lo que les impide brindar apoyo efectivo a los connacionales en situaciones de vulnerabilidad.

No obstante, el movimiento social ha logrado evidenciar las profundas contradicciones del discurso migratorio impulsado por Trump. Buena parte de la economía estadounidense —en sectores como el campo, la construcción y los servicios— depende precisamente de la mano de obra de trabajadores migrantes, muchos de ellos indocumentados. Sin embargo, esta misma población es constantemente criminalizada y convertida en chivo expiatorio de los problemas nacionales, como la inseguridad.

Frente a este discurso maniqueo, la protesta se convierte en una auténtica bocanada de aire fresco. Si bien algunos sectores consideran que las manifestaciones violentas refuerzan la narrativa populista de Trump —que retrata la migración como una invasión que debe ser contenida—, lo cierto es que este movimiento también visibiliza la dignidad de miles de personas que cruzan fronteras no para delinquir, sino para trabajar y construir una vida mejor. Se trata de una reacción legítima ante políticas que promueven la segregación, la exclusión y una visión puritana de la nación estadounidense.

Las personas que salen a las calles a protestar representan la voz de una generación que ha vivido en las sombras debido a la falta de documentos, lo que durante años les impidió alzar la voz. Quienes hoy se manifiestan son, en su mayoría, hijos de migrantes que nacieron en Estados Unidos y que observan con indignación las políticas crueles que están separando a las familias. Muchos de ellos cubren sus rostros, pero lo hacen con plena conciencia de que ha llegado el momento de expresarse con dignidad y exigir justicia.

Por otra parte, no se puede eximir de responsabilidad a los países expulsores, como México. La falta de oportunidades, la inseguridad y la corrupción siguen siendo causas estructurales que obligan a miles de personas a migrar. En este sentido, resulta contradictorio que muchos gobiernos latinoamericanos emitan mensajes de solidaridad mientras, en la práctica, hacen poco por atender las causas de la migración. Lo único que parece importar, en muchos casos, son las remesas que los migrantes envían a sus países de origen.

Es importante subrayar que este movimiento ha surgido de forma espontánea; no ha sido promovido por ningún gobierno, sino que representa una demanda legítima de miles de personas que exigen respeto y se niegan a ser catalogadas como delincuentes. Se trata de una movilización que transmite un mensaje contundente: estas personas tienen dignidad, contribuyen al país que las rechaza y alzan la voz con legitimidad frente a la injusticia.

La historia juzgará a los gobiernos que intentan manipular y dividir. Lo ocurrido en los primeros días de junio quedará registrado como un momento en el que la ciudadanía se atrevió a enfrentarse al discurso populista, y en el que la retórica divisiva difícilmente podrá imponerse sobre la justicia. Aunque esta lucha implique dolor y sufrimiento para miles, se convertirá en un símbolo de resistencia y de dignidad para Estados Unidos y el mundo.

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Tendencias

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