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MUNDO

Entre el proteccionismo y el globalismo financiero: Trump y Biden, dos proyectos económicos opuestos

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Opinión, por Alberto Gómez R. //

El resultado de las elecciones presidenciales de Estados Unidos se anticipaban difíciles, complicadas y llenas de trampas, cual campo minado, ya que en el terreno económico –la más poderosa arma para el control de las masas- se disputan dos proyectos económicos opuestos: el nacionalismo proteccionista y el globalismo financierista.

Donald J. Trump antes de entrar en el terreno político se formó académica y profesionalmente como empresario, teniendo gran éxito en los negocios desde muy temprana edad; sus habilidades empresariales lo colocaron como uno de los hombres más ricos del mundo. Forjó gran parte de su fortuna a partir de su destreza para los negocios inmobiliarios, heredado de su padre y abuelo de origen alemán que emigró a Estados Unidos a una temprana edad.

Su visión económica y financiera –evidentemente exitosa a todas luces- fue llevada a la Casa Blanca, con el objetivo de conducir al país a un resurgimiento económico ante el imponente ascenso de nuevas potencias económicas, y las amenazas a su hegemonía mundial.

Trump tiene muy claro que las anteriores políticas económicas en Estados Unidos habían tenido como resultado la pérdida del poder adquisitivo, el crecimiento de las desigualdades sociales y el empobrecimiento de su sociedad, al haberse privilegiado durante años la agenda globalista exportada a todas partes del mundo con la promesa de mejores oportunidades para todos -nada más alejado de las verdaderas intenciones de sus promotores-.

Dos de las figuras inspiradoras en políticas económicas para Trump han sido Henry Clay (estadista y político estadounidense, 1777-1852), que promocionó el proteccionismo y se interesó en el fortalecimiento de los medios económicos de Estados Unidos; la otra figura -además de sus ancestros-, ha sido James Polk, undécimo presidente de los Estados Unidos; los historiadores lo describen como uno de los presidentes con más éxito en promover, obtener apoyos y acometer las metas de su agenda presidencial. También ha sido descrito como el presidente menos conocido, pero más influyente de la historia estadounidense.

El pensamiento de Polk puede resumirse en tres ideas fundamentales, adoptadas por Trump: en primer lugar, una fuerte desconfianza hacia las élites de la Costa Este; en segundo término, buscar una base electoral de clase trabajadora, blanca y rural (ver mapa electoral del medio este-oeste, en los que arrasó con los votos); y por último, articular una política exterior muy agresiva en términos económicos, pero moderada en lo militar expansionista.

La idea central del pensamiento nacionalista imperante en Trump, es que Estados Unidos se construyó gracias a la protección de la industria y al control del sistema financiero por el gobierno, procurando que éste financie el desarrollo industrial sobre los intereses particulares de grupos selectos en el poder –deep state-, sobre todo después de la crisis financiera de las hipotecas subprime, en 2008.

Las políticas económicas proteccionistas ejercidas por Trump, tan criticadas por los socios comerciales de Estados Unidos al imponer aranceles más altos a las importaciones, así como a la revisión de sus tratados comerciales en busca de una más favorable situación en su balanza comercial, obedecen a riesgos inminentes a su crecimiento económico tras la indiscriminada importación de mercancía barata, principalmente de origen chino, que evaporó una buena parte de la industria estadounidense, incapaces de competir en precio con la manufactura asiática.

El lema de Donald Trump “Make America Great Again” significa recobrar la fortaleza de su economía doméstica, alejándose de la globalización, que como fenómeno económico generó millones de pobres alrededor del mundo, y el enriquecimiento exponencial de menos del 1% de la población mundial, quienes detentan más del 82% de la riqueza global (según la Oxfam).

La ONG responsabiliza de esta desigualdad a la evasión de impuestos de las grandes corporaciones, la influencia de las empresas en la política, la erosión de los derechos de los trabajadores y el recorte al gasto social; la organización afirmó que 42 personas ahora tienen tanto dinero como la mitad de la población mundial más pobre. Todo esto como consecuencia de la globalización.

La contraparte, Joe Biden –que se convertiría en el presidente estadounidense de más avanzada edad en asumir el poder, con 78 años- representa los intereses de los poderosos grupos globalistas-financieristas, entre ellos el complejo industrial-militar, los grandes corporativos de los medios de la comunicación y entretenimiento, la industria hospitalaria-farmacéutica y los corporativos financieros transnacionales (banca privada, FMI, Banco Mundial…) –quienes imponen sus políticas económicas a sus deudores a fin de apoderarse de sus sistemas político-económicos mediante deleznables tácticas desestabilizadoras sociales- que temen perder el control ejercido durante décadas sobre la mayoría de los países occidentales y algunos asiáticos “occidentalizados”, como Japón, con un endeudamiento actual del 257% con respecto a su PIB (Producto Interno Bruto).

No es casualidad el bloqueo mediático al que someten al actual presidente de EEUU, algo nunca visto anteriormente.

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