OPINIÓN
¡Ya chale con el chole de López! Gente tóxica con emociones tóxicas

Comuna México, por Benjamín Mora //
Como dijera el clásico: “Lo suyo, lo suyo, es lo suyo”, y hablo del López que tenemos por Presidente. Desde sus candidaturas fallidas, para gobernador de Tabasco y presidente de México, y hasta su elección, fallida para todos los no maiceados, Andrés Manuel López Obrador se ha dedicado a destruir todo cuanto toca.
En Tabasco, incendió pozos petroleros de la empresa que ahora nos dice que salvará; para hacerse candidato a la titularidad del Ejecutivo capitalino, pasó por encima de la norma electoral local en cuanto a su residencia obligada y probada; al perder una elección presidencial, se autonombró presidente legítimo, pasando por encima de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y en otra oportunidad invadió y cerró al Paseo de la Reforma para demostrar su enojo caprichoso o capricho enojoso.
Ahora, como Presidente nada lo ha detenido: Nos inventó que, por el bien de México, la gasolina debía escasearse; después canceló el aeropuerto que se construía en Texcoco a cambio de otro que más parece la terminal de autobuses foráneos en alguna república bananera; luego destruyó los programas sociales de la época neoliberal como las guarderías de Sedesol para los hijos de las mamás trabajadoras fuera de casa, eliminó los centros de atención a las mujeres violentadas cuyas vidas peligran fuera del amparo y la protección gubernamental, canceló el Seguro Popular, quitó los apoyos médicos a los padres de los niños con cáncer condenándolos a una muerte prematura y así, cada día, destruye algo del pasado.
López Obrador es un problema para México, incapaz de reconocerse como ese alguien tóxico que siempre mira a los demás y al pasado neoliberal como los culpables de todas aquellas destrucciones que el provoca.
Invito a leer a Bernardo Stamateas, psicólogo, en su libro “Gente tóxica o Emociones tóxicas” en donde encontraremos descrito al Presidente Andrés Manuel López Obrador de una manera perfecta cuando nos habla de los adictos emocionales como “personas con muy baja empatía que necesitan hacer daño a los demás para poder sentirse bien”.
Creo que López Obrador manipula a sus huestes de base y a su partido político desde tres emociones: el miedo, el enojo y la culpa, “de una forma premeditada, consciente, magistral y reiterada”. Ello lo logra, como señala María Dolores Mas, también psicóloga, a través del desgaste, la intimidación, la culpa o haciendo creer que los demás no existen, que la oposición no existe, que está muerta. Estamos pues, ante un psicópata obsesionado por el poder que mira al pueblo como objeto de usar y tirar.
López Obrador es un psicópata incapaz de tolerar la frustración, aún más cuando le limita la propia Constitución General de la República; para él todo límite a su obsesión de poder es un robo a su libertad, como el tener que aguardar a que termine el proceso electoral próximo para continuar con sus mañaneras.
Como todo ser con desajustes emocionales, López Obrador vive entre los extremos de lo que gusta y rechaza. Idealmente, el sentimiento de colectividad debería guiarle si acaso fuese un verdadero hombre de izquierda y el sentimiento de individualidad debería serle poco atractivo; sin embargo, destruyó las reglas de operación de los programas sociales gubernamentales, que incentivaban sentimientos de identidad y pertenencia comunitaria, y decidió ser él, y solo él, quien extendiese su mano pródiga de un semi-dios blasfemo con un propósito más que peligroso: Destruir los vínculos sociales y comunitarios y potenciar los rasgos tóxicos de quienes solo miran por sí mismos.
En el modelo de la Cuarta Transformación se profundiza la mezquindad de los gobiernos del pasado por la que “para no perder el favor del gran tlatoani se vota por sus candidatos y la permanencia de los apoyos”; ahora, de manera más peligrosa y enferma, los programas sociales gubernamentales no son un derecho que nos conducen hacia la igualdad social y económica gracias a sus reglas de operación obligadas, sino un favor que debe corresponderse con lealtad enferma y extrema. López Obrador no disimula su malicia ni en la campaña de vacunación contra el Covid-19: “Yo te vacuno y me debes el favor de salvar tu vida”. Morena nos dice que entregó parte de sus dineros electorales para la compra de vacunas y que por ello ese partido y sus candidatos nos vacunan, aunque claro, lo dado en dinero no alcanza para casi nada.
Estamos llamados a construir una sociedad con vínculos más sanos y más crítica de su gobernante… y no me refiero a una sociedad confrontada con su gobernante sino más reflexiva. Debemos, como sociedad, abandonar todo dogmatismo para frustrarnos con menor facilidad.
Los políticos, en cambio, deben asumir a su ideología como su forma de vida y no andar dando bandazos y vergüenzas, como nos sucede en todo México. En Jalisco, por dar un ejemplo, Mariana Fernández, antes criticaba a quien ahora rinde su lealtad. Ello lo lamento pues la creí más congruente; no obstante, también miro la incongruencia democrática en los partidos políticos de la oposición: El PAN postula a Margarita Zavala que tanto los criticó y del cual renunció y, en el PRI, Alito, su presidente nacional y su secretaria general se despacharon con la cuchara grande en las postulaciones plurinominales para sí mismos y sus familiares.
En ellos también miro el perfil de las personas tóxicas que define Bernando Stamateas como “buscadores de miradas y de reconocimiento” y poder. Creo que todas y todos son buscadores compulsivos de autoestima y premios a sus vanidades y, al mismo tiempo, son provocadores de la mayor deseabilidad social y destrucción del sentido nombre de la política y de sus partidos políticos. No merecen mi respeto.
En política, quien no forma lazos afectivos hacia un proyecto de nación y patria, termina siendo un destructor de la nación y la patria. Los políticos necesitan de mucho diálogo, de una comunicación asertiva y de disposición de solucionar los problemas, pero, sobre todo, de una gran humildad.
JALISCO
El madruguete del Infonavit: ¿Premiar la ilegalidad en Jalisco?

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
Increíble, pero cierto: el delito de despojo ahora podría recompensarse con escrituras a precio de ganga. Así lo anunció Octavio Romero Oropeza, director del Infonavit, en la mañanera del 16 de junio, con la presidenta Claudia Sheinbaum como testigo.
Su iniciativa busca regularizar 145,000 viviendas ocupadas irregularmente, ofreciendo a los invasores un arrendamiento con opción a compra en 4 a 5 años. ¿El mensaje? Invade una casa, espera un poco, y el Infonavit te la venderá en abonos. ¿Qué sigue, escrituras gratis para asaltantes?
Este “madruguete” huele a la clásica opacidad de la 4T. Sin consultar a gobiernos estatales ni a la sociedad civil, Romero pretende resolver las 843,000 viviendas “emproblemadas” del Infonavit con una medida que incentiva la ilegalidad.
¿Es esta la solución, o un anzuelo para más invasiones?
El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, no tardó en responder: “No vamos a permitir invasiones irregulares, eso es contribuir a la ilegalidad en el país.” Y tiene razón. La iniciativa ignora un principio básico: “Todo tiene un dueño, todas las viviendas por abandonadas que estén tienen un dueño,” como señaló Lemus. Ya sea un particular que dejó de pagar su crédito o el propio Infonavit, los derechos de los propietarios originales son pisoteados.
El Infonavit, un organismo tripartita de trabajadores, patrones y gobierno, no puede actuar como si fuera propiedad de la 4T. La propuesta de Romero, además de torpe, es ilegal: debe pasar por la Asamblea General, donde obreros y empresarios ya la rechazaron en la Comisión de Vigilancia. La ignorancia del director es alarmante.
En Jalisco, la certeza jurídica es clave para atraer inversión extranjera, especialmente con el Mundial 2026 en puerta. Medidas como esta ahuyentan a empresarios y erosionan la confianza ciudadana.
Lemus elogió el plan de Tlajomulco, donde el alcalde Gerardo Quirino recuperó viviendas abandonadas en “Chernóvila” con inversión privada, mostrando que la legalidad sí funciona. Mientras, el Infonavit va en sentido contrario.
Romero promete “reprogramar créditos” o “reponer viviendas” a los dueños originales, pero ¿cómo? En un país donde la burocracia sepulta derechos, suena a promesas vacías. Si el gobierno premia la ilegalidad, ¿qué mensaje envía a los jaliscienses que pagan sus créditos puntualmente?
Este albazo no solo amenaza la certeza jurídica, sino la credibilidad del Infonavit. En lugar de regularizar invasiones, deberíamos fortalecer la ley y proteger a los verdaderos dueños. La pregunta es clara: ¿Queremos un México donde la ilegalidad se premia, o uno donde la justicia prevalece?
JALISCO
Mis dudas razonables sobre el futuro de la transparencia en Jalisco

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
¿Representa la propuesta del gobernador Pablo Lemus un retroceso en la autonomía y participación ciudadana del Subsistema de Transparencia y su Consejo Consultivo?
Lemus promete un “organismo completamente ciudadano”, integrado por rectores, empresarios y miembros de la sociedad civil. Sin embargo, el proceso de designación del titular y los consejeros del órgano desconcentrado dependerá de ternas propuestas por el Comité de Participación Social del Sistema Estatal Anticorrupción (SEA) y el Consejo Consultivo, pero la decisión final recaerá en el gobernador.
Esto genera suspicacias: ¿cómo puede ser un organismo ciudadano si el Ejecutivo tiene la última palabra?
De entrada, la transferencia de las funciones del ITEI a la Contraloría del Estado, un organismo subordinado al Ejecutivo, plantea serias dudas. Este modelo, inspirado en el federal (“Transparencia para el Pueblo”), ha sido criticado por su falta de independencia, y en Jalisco parece repetirse el mismo error.
La falta de autonomía podría convertir al órgano desconcentrado en una extensión del gobierno estatal, incapaz de sancionar la opacidad o exigir rendición de cuentas de manera imparcial, como advirtió Olga Navarro, titular del ITEI, al señalar que las autoridades serán “juez y parte”.
Por un lado, el gobernador exalta la participación ciudadana en 15 foros con más de 3,000 asistentes; por otro, académicos critican que las propuestas de la iniciativa “Compromiso Jalisco por el Derecho de Acceso a la Información” fueron ignoradas por el Congreso del Estado.
Esta iniciativa pedía un Sistema Estatal de Transparencia robusto y un Consejo Consultivo verdaderamente ciudadano, pero los legisladores de la alianza Movimiento Ciudadano-Morena optaron por un modelo que centraliza el poder en la Contraloría.
La exclusión de estas propuestas debilita la legitimidad del nuevo sistema y refuerza la percepción de que la reforma busca cumplir con la desaparición del INAI e ITEI sin innovar ni proteger los avances de Jalisco, pionero en transparencia.
La centralización en la Contraloría podría generar conflictos de interés, especialmente en casos que involucren información sensible, como contratos, licitaciones o el ejercicio del gasto público.
Otro punto débil es la falta de claridad en temas como datos abiertos y rendición de cuentas. Aunque la iniciativa menciona transitar hacia datos abiertos y mantener la publicación de sueldos, agendas y obras públicas, la vaguedad de estas promesas las deja sin fuerza.
LAS CONTRALORÍAS MUNICIPALES
La iniciativa del gobernador contempla legislar la obligatoriedad de transparencia en los 125 municipios de Jalisco, un aspecto que la reforma federal omite. Sin embargo, esta propuesta choca con la realidad, el problema es que la gran mayoría de los municipios del estado carecen de la fortaleza económica de los ayuntamientos de la zona metropolitana.
Es positivo que se piense en los municipios, pero sin un plan robusto para capacitar y financiar sus contralorías, la transparencia municipal será una quimera. Muchos ayuntamientos ya incumplen con sus obligaciones actuales; ¿cómo esperamos que manejen un sistema más complejo?»
La carga adicional a las contralorías municipales podría generar desigualdades en el acceso a la información entre municipios urbanos (como Guadalajara) y rurales, perpetuando la opacidad en regiones marginadas.
Sin un marco claro, ¿qué garantiza que este modelo no se quede en buenas intenciones?
El ITEI, con sus limitaciones, tenía mecanismos para obligar a las autoridades a transparentar información; el nuevo sistema, en cambio, podría permitir que se eluda la publicación de datos clave, debilitando 20 años de cultura de transparencia en Jalisco.
La iniciativa de Pablo Lemus, aunque bien intencionada, resulta insuficiente al priorizar la armonización federal sobre los avances históricos de Jalisco en transparencia. El estado, que fue referente nacional, corre el riesgo de dar un paso atrás si este modelo no se fortalece con verdadera independencia y participación ciudadana. La transparencia no se decreta; se construye con hechos.
JALISCO
Transparencia en Jalisco: El costo político de extinguir el ITEI

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El 10 de junio de 2025, el Congreso de Jalisco aprobó con 27 votos a favor de Movimiento Ciudadano (MC), Morena, Hagamos, Futuro, PT y Verde, y 8 en contra de PAN y PRI, la desaparición del Instituto de Transparencia e Información Pública de Jalisco (ITEI), cuyas funciones fueron transferidas a la Contraloría del Estado.
Esta decisión, que armoniza la legislación local con la reforma constitucional federal de 2024 impulsada por Morena para eliminar organismos autónomos como el INAI, ha desatado un debate crucial: ¿fortalece o debilita la transparencia en Jalisco? La medida, aunque obligada por la federación, revela tensiones políticas, contradicciones ideológicas y un pragmatismo que podría costarle caro al gobierno de Pablo Lemus.
¿Cómo lo va a tomar el elector local? ¿Qué tanto le va a afectar a Movimiento Ciudadano ir con Morena en esta decisión de desaparecer al ITEI? Pablo sacrifica parte de la autonomía regional que demandó en campaña contra el centralismo chilango -así le llamó- para evitar conflicto con la presidenta Claudia Sheinbaum
La reforma federal, respaldada por el expresidente Andrés Manuel López Obrador y la presidenta Claudia Sheinbaum, extinguió el INAI y reasignó sus tareas a la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno, una dependencia del Ejecutivo.
En Jalisco, el Congreso tuvo hasta el 18 de junio de 2025 para alinear su marco legal, optando por disolver el ITEI y crear un órgano desconcentrado dentro de la Contraloría. Aunque Lemus no inició esta reforma, su decisión de alinearse con Morena en el Congreso local contrasta con la postura combativa de su antecesor, Enrique Alfaro, quien desafió al gobierno federal en defensa de la autonomía estatal. Este pragmatismo sugiere que Lemus prioriza la gobernabilidad y una relación tersa con Sheinbaum, pero a un costo político que aún está por definirse.
Movimiento Ciudadano enfrenta una contradicción evidente. En el Senado, su coordinador, Clemente Castañeda, defendió con vehemencia la autonomía del INAI durante las discusiones de 2024, calificando su eliminación como un retroceso democrático que socavaría la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción.
En el foro “Diálogos Abiertos por la Transparencia” de noviembre de 2024, Castañeda respaldó a expertos que alertaron sobre los riesgos de centralizar funciones en el Ejecutivo, como la pérdida de la Plataforma Nacional de Transparencia y la falta de independencia en la gestión de información pública.
Sin embargo, en Jalisco, los legisladores de MC votaron junto a Morena para extinguir el ITEI, exponiendo una dualidad discursiva que podría confundir a su base electoral, especialmente en un estado donde MC ha construido su identidad en torno a la autonomía regional y la crítica al centralismo.
El ITEI, hay que reconocerlo, no era un bastión de imparcialidad. Durante el sexenio de Alfaro, expertos en transparencia acusaron al organismo de ser cooptado por el Ejecutivo, funcionando más como una extensión del poder estatal que como un contrapeso al servicio de la sociedad. Gabriel Torres Espinoza, académico y analista, cuestiona la utilidad de los Organismos Constitucionalmente Autónomos (OCA), describiéndolos como “burocracias politizadas, independientes solo en el papel”. En su opinión, muchos OCA, incluido el ITEI, se convirtieron en espacios para colocar aliados en la nómina o tejer redes de influencia con fines de lucro, desviándose de su propósito original. “Deben ser contrapesos reales, no simulaciones ni monumentos vacíos”, sentencia Torres, reflejando un escepticismo compartido por sectores críticos que ven en la extinción del ITEI una oportunidad para replantear la transparencia, siempre que se garantice su efectividad.
Consciente de las críticas, Lemus propuso un nuevo modelo dentro de la Contraloría, con participación de universidades, sociedad civil y actores independientes, para preservar la transparencia y el acceso a la información. Sin embargo, PAN y PRI han acusado al gobierno de convertirse en “juez y parte” al subordinar estas funciones a un organismo dependiente del Ejecutivo, lo que podría comprometer la imparcialidad.
La alianza de MC con Morena, su rival directo en las elecciones intermedias de 2027, añade una capa de complejidad. En campaña, Lemus prometió resistir el “centralismo chilango”, pero su voto conjunto con Morena podría alienar a votantes que valoran la autonomía regional, especialmente en un contexto donde la polarización política está en aumento.
El impacto electoral de esta decisión es incierto, pero significativo. MC ha dominado Jalisco en los últimos años, pero la percepción de que Lemus cede ante el gobierno federal podría erosionar su capital político, particularmente entre los sectores urbanos y jóvenes que apoyaron su discurso de independencia. Además, la transferencia de funciones a la Contraloría plantea desafíos operativos: ¿tendrá la capacidad técnica y la autonomía necesaria para manejar solicitudes de información y garantizar la protección de datos? La inclusión de la sociedad civil en el nuevo modelo es un intento de mitigar estas dudas, pero su éxito dependerá de la transparencia en su implementación y de la vigilancia ciudadana.
En última instancia, la extinción del ITEI refleja un dilema más amplio: cómo equilibrar la armonización con las reformas federales sin sacrificar los principios de autonomía y transparencia que Jalisco ha defendido. Lemus apuesta por un enfoque pragmático, pero el costo político y social de esta decisión podría manifestarse en las urnas y en la confianza ciudadana, especialmente si el nuevo modelo no logra desterrar las prácticas de control que marcaron al ITEI en el pasado.
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