OPINIÓN
Biden sondea dar un “Zedillazo”: Reconformar la mayoría en la Suprema Corte de EUA

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
En medio de la crisis migratoria más aguda de la historia en la frontera México-EUA, Biden retoma una demanda que muchos de los más extremistas de sus compañeros de partido han venido manejando durante los últimos meses.
El fin de semana la Casa Blanca publicó un comunicado de prensa mediante el cual informaba que el presidente había creado por decreto una comisión para “analizar la duración de los ministros de la Corte así como el número de integrantes de la misma”.
Durante la campaña del 2020 tanto Kamala Harris como Joe Biden fueron cuestionados sobre la idea y propuesta de reconfigurar a la Suprema Corte de los EUA, idea planteada por algunos de sus colegas.
En su momento tanto el presidente Biden como Harris se negaron a responder dicha pregunta e incluso dijeron que responder a esa pregunta sólo distraería de los asuntos de campaña y del gobierno de Trump.
Durante dicha campaña muchos de los candidatos del partido opositor a Biden decían que si los demócratas ganaban la mayoría reformarían la forma de operación del Poder Judicial de los EUA y que tratarían de “legislar desde el Poder Judicial” designando a activistas y a radicales para ocupar los cargos del Poder Judicial y de la Suprema Corte.
Dichas acusaciones fueron ignoradas por Joe Biden en los debates con Trump, de hecho en una ocasión el periodista Chris Wallace le pidió a Biden que no respondiese a dicha pregunta hecha por el presidente en el segundo debate, toda vez que la pregunta no fue hecha por el conductor de televisión.
Durante la presidencia de Ernesto Zedillo el Poder Legislativo en México reformó la Constitución y jubiló a todos los ministros de la Corte, instalando una nueva conformación de ministros de nuestra máxima autoridad jurisdiccional. A esa operación se le llamó el “Zedillazo”.
En el caso de EUA, la Suprema Corte es conformada por nueve ministros, quienes son designados a propuesta del presidente y ratificados por el Senado, igual que aquí. Los ministros duran en su posición hasta que ellos deciden retirarse o mueren. El actual número de ministros se instauró en 1869 y desde esa época ha sido una institución por lo general muy respetada en ese país y en el mundo.
SATURAR LA SUPREMA CORTE
Todos los partidos políticos del mundo, de hecho los ciudadanos, quisiéramos que los jueces o las Cortes nos diesen siempre la razón. Pero cuando un partido tiene mayoría absoluta en el Poder Legislativo y además tiene al Poder Ejecutivo, no faltan los atentos arrastrados al poder y autoritarios que desearían tener poder absoluto.
En 1983 el entonces senador Joe Biden dijo que “el rellenar la corte era una terrible, terrible, idea, una idea de cabeza dura”. Dicha declaración se dio en el contexto de un debate sobre leyes y democracia en memoria de una iniciativa de ley que promovió el Presidente Franklin D. Roosevelt en 1937 después de su arrolladora reelección.
En ese momento el presidente demócrata se enfrentó con reveses legales para implementar lo que él llamó el “Nuevo Acuerdo”, programa que era insigne de su gobierno. Molesto con el Poder Judicial FDR, envió una iniciativa al Poder Legislativo para que los jueces que llegasen a los 70 años fuesen jubilados por obligación y para aumentar el número de nueve ministros hasta asegurar una mayoría que le permitiese pasar y ejercer sin problema sus programas. Al final la propuesta de Roosevelt fue congelada por sus propios colegas en el Senado y después desechada por una nueva mayoría al paso de las elecciones de 1941.
Resulta memorable que Biden tenga un programa que se llama “El nuevo Acuerdo Verde” mismo que también enfrenta varios problemas en tribunales.
No podemos olvidar que Trump y Obama criticaron decisiones de jueces o ministros, pero ninguno decidió crear una comisión para amenazar a jueces o ministros como lo hizo el líder del Senado Schuk Schumer en la escalinata de la Suprema Corte de EUA hace un año gritándoles que “no sabrían qué les golpeo” y dejando que cientos de protestantes tratasen de derribar la puerta de dicho edificio por estar en desacuerdo con una decisión. Claro contraste con el escándalo que se desató unos meses después cuando otra protesta, pero ahora de derecha irrumpió en el Capitolio el pasado 6 de enero.
“UNA REPÚBLICA, SI PUEDEN MANTENERLA”
Cuando se estafa fundado lo que ahora es EUA, una persona le preguntó a Benjamín Franklin: “¿Qué tipo de país era el que proponía para las colonias independientes? El Brillante político y científico respondió “República”, si pueden mantenerla”. Él sabía que una democracia y una república se pueden formar, pero también perder si sus ciudadanos no luchan por mantenerlas, en especial si la gente no se educa en los valores republicanos. En la democracia se puede elegir a buenos, medianos o malos gobernantes, pero si un grupo o un individuo remodela las instituciones de balances y contrapesos como el Poder Judicial para que le sean tapete, entonces las repúblicas y las democracias desaparecen y se convierten en plutocracias o autocracias.
Durante la campaña del 2020 Biden se “vendió” como el candidato moderado que unificaría al país después de los twitters y la retórica dura de Trump, lo que contrasta con su decreto del pasado jueves o con la apariencia del mismo. Si bien es cierto que la comisión también analizará ampliar el número de jueces y magistrados de circuito, dicho análisis incluirá, además del número de ministros, el funcionamiento interno de la propia Corte, con lo que se podría alegar que le quieren quitar o restar independencia o poder al máximo tribunal.
La frustración del ala más radical del Partido Demócrata ha presionado a Biden quien parece haber aceptado la idea de formar esta comisión por decreto, a la que le dio seis meses para presentar sus resultados en lo que se llama la reforma del Poder Judicial al que podrían reformar para aumentar entre otras cosas de 9 a 13 ministros con lo que asegurarían una mayoría de ministros afines en una Corte que ha sido referente de imparcialidad y democracia a nivel mundial.
En este momento y dadas renuncias y vacantes que se dieron durante la presidencia de Trump, el máximo tribunal gabacho se integra por seis ministros conservadores y tres liberales, pero en muchas ocasiones ha quedado claro que dichos ministros votan por apego a la ley y no por interés ideológico. Recordemos que fue esta integración de la Suprema Corte la que negó escuchar el caso de fraude electoral que alegaba Trump y fue esta misma Corte la que también se negó a aceptar la cancelación del programa de los Dreamers, por lo que es muy claro que a pesar de ser propuestos por un partido o presidente, los ministros gringos se han mantenido independientes en la mayoría de los casos.
Obama designó a tres ministros, lo mismo que Trump, algunos presidentes han podido designar a uno otros a cinco, pero si no hay una reforma pronto o si no se jubila alguno, puede que Biden no tenga tiempo para designar a nadie, al menos eso es lo que parecen pensar sus correligionarios, quienes incluso están presionando públicamente al ministro Breyer de 82 años para que renuncie de inmediato y permita a los demócratas que de momento tienen mayoría en el Senado, la designación de un nuevo ministro más joven.
No es la primera vez que los demócratas presionan a un ministro para que renuncie, de hecho lo hicieron también en contra de la afamada ministra Ruth Bader Ginsburg, pero no parece haberles molestado que Joe Biden sea sólo tres años menor al ministro que desean jubilar. Cabe recordar que Breyer es ministro liberal como lo fue Ginsburg. La ministro también se opuso a esa presión de sus colegas liberales durante la era de Obama, manteniéndose en el cargo hasta que falleció en el 2020, dando oportunidad a Trump para designar en sus últimos meses y previo a la elección a la ahora ministro Amy Barrett.
También en su tiempo Ruth Ginsburg declaró que el “rellenar la Corte” era un error que dañaría la imagen de la justicia en EUA. El jueves pasado y durante una cátedra impartida en la Universidad de Harvard, el ministro Breyer declaró: “El Estado de Derecho ha superado muchas amenazas, pero se mantiene fuerte. Yo espero que la corte mantendrá su autoridad, pero esa autoridad, así como el Estado de Derecho están basados en la confianza de que el Poder Judicial y la Suprema Corte están guiados por el principio de la ley y no por la política. Los cambios estructurales en la integración o funcionamiento de la corte motivados por el precepto de influencia política únicamente serán para el beneficio de la política”.
Algunos dicen que el decreto de Biden es para presionar a los jueces y a la Corte, amenazándoles con destituirles o diluir su poder si no les dan la razón a sus aliados radicales. Otros dicen que el movimiento de Biden es para apaciguar a sus radicales y que dicha comisión no llegue a nada de fondo, pero otros creen que su idea es alterar la conformación del poder judicial de EUA ahora que tienen mayoría en ambas cámaras y antes de las elecciones del 2022 en las que podrían perder una o ambas cámaras.
¿Qué pasaría si aquí el presidente decidiese aumentar el número de jueces o de ministros hasta asegurar una mayoría de aliados que le den en el Poder Judicial la certeza de que sus políticas sobrevivirán más allá de su mandato y más allá de elecciones? Veremos si es sólo una amenaza o un “atole con el dedo”, pero podríamos estar ante un ejemplo que después nuestros gobernantes repitan.
“La verdadera impartición de Justicia, es el pilar más fuerte de la democracia”, es la frase inscrita en la parte superior de los juzgados federales en Nueva York, misma que va en el mismo sentido de la que está en la Suprema Corte en Washington… “Justicia Igual bajo la Ley”. Con mayoría de jueces y ministros amigos, designados por criterios ajenos a los intelectuales y éticos, la imagen del poder judicial de dicho país se vería severamente afectada como lo dice el ministro Breyer.
JALISCO
A más de 79 mil jaliscienses llega “Yo Jalisco” en 39 municipios

– Por Mario Ávila
Desde su inicio en mayo, las Brigadas “Yo Jalisco” han acercado servicios de salud, asesoría legal y programas sociales a 79 mil 880 personas en 39 municipios del estado, consolidándose como una estrategia integral para reducir desigualdades y atender a comunidades de difícil acceso.
El esfuerzo coordinado entre distintas dependencias estatales ha permitido otorgar más de 39 mil atenciones médicas, 2 mil 962 servicios de la Procuraduría Social, 28 mil 390 trámites del Registro Civil, mil 323 del INEEJAD, 5 mil 344 apoyos del DIF Jalisco y 2 mil 34 refrendos de licencias por parte de la Secretaría de Transporte.
Andrea Blanco Calderón, coordinadora general estratégica de Desarrollo Social, resaltó que las brigadas buscan garantizar el acceso a servicios públicos esenciales, desde la expedición de actas de nacimiento hasta la renovación de licencias de conducir. “Cada persona que participa tiene una meta compartida: reducir la brecha de desigualdad en el acceso a los servicios”, expresó.
Por su parte, Karina Hermosillo Ramírez, coordinadora general de Gestión del Territorio, destacó que el componente de movilidad y conectividad también se fortalece con proyectos como el Plan Carretero Estatal, que en 2025 habrá intervenido 3 mil 500 kilómetros de los más de 4 mil 500 que integran la red estatal.
Entre los nuevos servicios, se anunció la incorporación de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS), que brindará asesoría jurídica y vinculación laboral. Su titular, Ricardo Barbosa Ascensio, explicó que la dependencia busca acercar la justicia laboral a todos los municipios, especialmente a aquellos que no cuentan con centros de conciliación.
El director del OPD Servicios de Salud Jalisco, Héctor Hugo Bravo Hernández, informó que las brigadas han proporcionado consultas médicas, detecciones de cáncer, pruebas de VIH y sífilis, vacunación, salud bucal y esterilización de mascotas, entre otros servicios.
Asimismo, Héctor Pizano Ramos, procurador Social del Estado, subrayó el valor humano detrás de cada atención brindada: “Cada servicio no solo es un trámite; es una persona que recupera su identidad o una familia que accede a la justicia”, señaló.
El Registro Civil de Jalisco ha expedido 26 mil 370 actas gratuitas, mientras que el INEEJAD ha ofrecido más de mil servicios educativos mediante su “camión escuela”, que permite certificar estudios de primaria y secundaria.
JALISCO
Reforma judicial en Jalisco: Entre la soberbia política y la oportunidad

– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
La reforma judicial en Jalisco enfrenta un momento crítico. Las fuerzas políticas, atrapadas en intereses partidistas y sin acuerdos, tienen el desafío de construir un sistema que inspire confianza y certidumbre a los jaliscienses.
La falta de diálogo, la soberbia y las alianzas oportunistas amenazan con repetir errores del pasado, mientras el gobernador Pablo Lemus impulsa un modelo que elimine el reparto político de jueces. ¿Podrán los partidos priorizar la justicia sobre cálculos electorales o seguirán atrapados en los juegos del poder?
RECHAZO CIUDADANO A LA POLITIZACIÓN JUDICIAL
El reciente proceso de reforma judicial federal dejó una lección clara en Jalisco: con una abstención del 92.97% –la segunda más alta del país tras Guanajuato–, los ciudadanos rechazaron enérgicamente la politización del Poder Judicial.
Las reformas impulsadas por Morena a nivel federal, y replicadas en algunos estados, son percibidas como una toma de poder disfrazada de “democratización”. Esta desconfianza ciudadana es un mensaje contundente que la oposición local –Morena, PAN y PRI– parece ignorar al avanzar en una reforma sin consenso amplio, excluyendo a Movimiento Ciudadano (MC), que cuenta con 11 de los 38 escaños en el Congreso del Estado.
Esta exclusión, calificada como un “madruguete” legislativo, ignora la lección del descontento popular y arriesga generar otra reforma fallida, marcada por baja participación y una creciente percepción de control político sobre la justicia.
En marzo, este espacio destacó la oportunidad de una reforma “al estilo Jalisco”, propuesta por el gobernador Pablo Lemus para desterrar el modelo de “cuotas y cuates”. Este enfoque, basado en filtros académicos y ciudadanos, buscaba garantizar una justicia imparcial.
Foros coordinados por el jurista Arturo Zamora, con la participación de universidades, empresarios, organizaciones sociales y ciudadanos, sentaron las bases para un sistema judicial transparente. Sin embargo, la oposición parece desoír este llamado, optando por priorizar intereses políticos sobre el bien común, perpetuando un esquema que compromete la confianza en el Poder Judicial.
LA ALIANZA ANTINATURAL
La coalición opositora en el Congreso –Morena, PAN y PRI– resulta desconcertante por su contradicción. Estos partidos, que en su momento criticaron la reforma judicial federal por su riesgo de politizar la justicia, ahora se alían en Jalisco en un aparente intento de debilitar al gobierno de MC.
¿Qué motiva esta unión? ¿Es un simple malestar con Lemus o un cálculo electoral para erosionar el dominio de MC, que ha consolidado su liderazgo en el estado?
La alianza, lejos de estar motivada por la transparencia o la imparcialidad, parece diseñada para golpear al gobierno estatal, ignorando el llamado de Lemus a una “armonización ciudadana” construida con la colaboración de barras de abogados, universidades y sociedad civil.
El modelo actual del Poder Judicial en Jalisco, dominado por complicidades políticas entre PAN, PRI y MC, es insostenible. Lemus ha reiterado su compromiso para acabar con este sistema de cuotas que pone precio a la justicia, un esquema que ha generado un sentimiento generalizado de desconfianza entre abogados y ciudadanos que interactúan con el Poder Judicial.
Sin embargo, la oposición, al avanzar sin un diálogo inclusivo, perpetúa un sistema que traiciona la confianza ciudadana.
La pregunta es inevitable: ¿realmente están comprometidos Morena, PAN y PRI con una reforma que beneficie a los jaliscienses, o buscan solo un ajuste de cuentas políticas?
Esta unión oportunista no solo contradice sus posturas previas, sino que arriesga el futuro de una justicia imparcial en el estado.
HACIA UNA REFORMA GENUINA
La operación política del gobierno de Jalisco ha mostrado deficiencias. En un Congreso donde ninguna fuerza política cuenta con los 26 votos necesarios para aprobar una reforma constitucional, Lemus ha tenido que intervenir directamente para evitar el estancamiento.
La sociedad jalisciense demanda una reforma moderna, confiable y alejada de elecciones populistas que comprometan la experiencia y profesionalismo judicial.
La oposición tiene en sus manos una oportunidad histórica para construir una justicia al servicio de los ciudadanos, no de grupos de poder que operan como mafias dentro del Poder Judicial.
El gobernador ha propuesto un diálogo abierto, inclusivo y basado en la participación de expertos y ciudadanos. Sin embargo, la rigidez de la oposición amenaza con mantener la parálisis legislativa, atrapada en posiciones maniqueas que priorizan el revanchismo político sobre el interés público.
Los próximos días serán cruciales para alcanzar acuerdos que rompan con el modelo de cuotas, fortalezcan la imparcialidad y respondan al clamor ciudadano por una justicia accesible. Jalisco no puede permitirse otra reforma fallida que profundice la desconfianza en sus instituciones.
UN LLAMADO A LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA
La justicia en Jalisco no puede seguir siendo rehén de intereses partidistas. Morena, PAN, PRI y MC deben dejar atrás la soberbia y abrazar la humildad para construir un diálogo genuino.
La ciudadanía, como verdadero juez de este proceso, espera una reforma que restaure la confianza en el Poder Judicial, no que alimente la percepción de control político. Esta es una oportunidad única para que los partidos trasciendan los juegos del poder y construyan un legado que honre a los jaliscienses.
Que escuchen el mandato de las urnas y trabajen juntos por una justicia accesible, imparcial y libre de componendas. El futuro de Jalisco depende de que esta reforma sea un reflejo de los valores de sus ciudadanos, no de las ambiciones de sus políticos.
JALISCO
Entre el mea culpa y el cálculo: El descuido en Casa Jalisco

– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco
En Jalisco la política no se cuece: hierve. La reforma judicial levantó la tapa y escapó el vapor de lo obvio: en Casa Jalisco hubo descuido. Pablo Lemus lo admitió con retraso y promesa: “me meteré personalmente a reconstruir la relación”. Traducción en castellano llano: falló el operador, se enmoheció el diálogo y los números no dan.
En el Congreso solo rige una gramática: 26 votos.
La oposición (Morena, PAN, PRI, Hagamos, Futuro y PT) no los juntan.
El Ejecutivo, menos.
Resultado: “cabildeo” exprés, citas por separado, romería de coordinadores entre Hidalgo 222 y Palacio. No es diálogo; es caza de tres o cuatro voluntades que ajustan una Constitución.
Cuando no hay proyecto, se busca coartada: José Luis Tostado, coordinador de MC, puesto en la picota por el “descuido”. En la coda aparece el secretario de Gobierno, Salvador Zamora. Desde Casa Jalisco matizan: no habrá cabezas… por ahora. Habrá “afinación”. Misma partitura, distinto volumen.
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El Gobierno acepta desconexión con opositores.
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La oposición presume mayoría de maniobra y exige que el Gobernador dé la cara en el Legislativo.
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La IP suplica “no politizar” lo que, por definición, es político: quién nombra, evalúa y disciplina a juezas y jueces.
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La riña real no es la “tómbola” de desempate (cortina de humo), sino el control de filtros, la integración de jurados y sus lealtades.
Conclusión provisoria: la “reforma técnica” huele a reparto fino. No suena a reforma de Estado, sino a ajuste para ganar eficacia… y previsibilidad política.
Los opositores invitan a Lemus al Congreso; mientras, en Casa Jalisco operan en carriles paralelos: reuniones uno a uno, promesas, calendarios, guiños. “No es dividirlos —dicen—; es dar a cada uno su lugar”. Manual conocido: personalizar, fragmentar, diferir el texto. Cuando llegue el proyecto “conciliado”, el espacio para el escrutinio ya habrá cerrado.
Además, dos magistraturas en el alambre. Si el martes no hay designación, la afirmativa ficta ratifica a quienes hoy ocupan el asiento. El reloj —no la razón— es el arma. O amarran ya, o se quedan con lo que hay. Esto no es arquitectura constitucional; es relojería política.
Coparmex y COMCE piden sacar la reforma de la grilla. Comprensible; sin certeza, no hay inversión que resista. Pero “despolitizar” una reforma política es un oxímoron útil. Lo serio sería: minutas públicas; criterios de selección verificables; perfiles y conflictos de interés a la vista; cronograma que no dependa del humor de la mesa. Menos tribuna, más trazabilidad.
El Gobernador acepta el error; no explica su causa. Se dice que hubo disposición; faltó oficio. Y el déficit de oficio se paga caro: se erosiona la confianza entre poderes, se fortalecen los extremos y la ley se vuelve rehén del chantaje de la parálisis. En el pantano, el incentivo deja de ser institucional y se vuelve coyuntural.
Prometen “apretones de tuercas”. En papel: “un solo texto”. En práctica: expediente con zonas grises, diseño de gobernanza bajo llave y dos nombramientos que amarran hoy e hipotecan mañana. Si cierran en corto, saldrá una reforma hecha al tamaño del equilibrio de turno; si abren el proceso, quizá alcance para una reforma que sobreviva gobiernos.
Convertir a Jalisco en el “Silicon Valley mexicano” requiere más que parques y pitch decks: requiere un Poder Judicial independiente, profesional y previsible. El capital tolera impuestos; lo que no tolera es incertidumbre. Y la certeza no nace de tómbolas ni de boletines, sino de reglas claras, procesos públicos y decisiones revisables.
La crisis legislativa obligó a todos a mostrar la mano: el Ejecutivo admitió que perdió el control fino, la oposición evidenció que, sin MC, puede marcar agenda, pero no coronarla, la IP recordó que sin garantías no hay relato de progreso que aguante. Falta lo principal: que la ciudadanía vea, en tiempo real, cómo y por qué se cambiará la justicia que la toca a diario.
La historia enseña que las reformas cocinadas en silencio terminan gritando en los tribunales. Prudencia no es callar: es abrir puertas, encender luces y dejar que la aritmética se escriba con tinta pública. Solo así el mea culpa pasa de pose a corrección. Solo así la reforma será reforma, y no reparto con fecha de caducidad.
En X @DEPACHECOS
NACIONALES
La conquista que no termina

– Opinión, por Miguel Anaya
Siempre me ha parecido curioso que, quinientos treinta y tres años después, sigamos hablando de la Conquista como si hubiera ocurrido ayer, como si Hernán Cortés acabara de desembarcar en Veracruz con la mirada puesta en Tenochtitlán y el corazón lleno de encomiendas. No deja de ser fascinante la capacidad mexicana de contar la historia, no como tragedia, sino como pretexto.
Se nos enseñó que fuimos cruelmente conquistados. Lo aceptamos con un dramatismo casi teatral, como si los pueblos originarios hubieran sido un solo cúmulo de inocencias y los españoles, solamente un ejército de codicia y brutalidad.
Pero la realidad, siempre tan poco romántica, fue más compleja: hubo alianzas, traiciones, intereses, cálculos y, sobre todo, normalidad. La conquista no fue una excepción, fue la regla de una época donde conquistar territorios era tan legítimo como hoy hacer fusiones empresariales o acuerdos comerciales.
El poder siempre ha tenido el mismo rostro, solo cambia sus formas.
Nos empeñamos en sentirnos víctimas eternas. Reclamamos por la Conquista como si estuviéramos esperando una disculpa de los siglos XVI o XVII. Exigimos perdón retroactivo, pero la historia, aunque a veces cruel, no tiene oficina de quejas. Lo único que hace es avanzar, mezclando a vencedores y vencidos hasta que se olvida de qué lado viene cada quién. De esa mezcla —dolorosa, contradictoria, fecunda— nació México.
Porque, aunque duela, México no es lo que quedó de los mexicas, ni lo que impusieron los españoles: es lo que ambos se vieron obligados a inventar. Un país mestizo, con dioses de piedra y vírgenes de yeso, con voces indígenas en el eco del español y una fe que huele a copal y a incienso. Esa es nuestra conquista: haber sobrevivido al choque de mundos sin dejar de ser un poco de ambos.
Lo que llamamos sincretismo no fue solo una mezcla cultural; fue una estrategia de supervivencia. Los pueblos indígenas no desaparecieron: se mimetizaron, aprendieron el idioma del invasor y escondieron a sus dioses detrás de santos. Los españoles no triunfaron del todo: quedaron atrapados en una tierra que los absorbió, que los hizo perder el acento y, en muchos casos, amar más esta tierra que la propia. De esa contradicción nació nuestra identidad: un mestizaje que no se elige, pero que se asume.
A pesar de lo anterior, hay quienes añoran un pasado indígena idealizado, como si los mexicas hubieran sido una comuna perfecta; otros sueñan con una Europa que nunca los reconocerá como su reflejo. Ambos extremos son falsos, pero cómodos en la narrativa: uno ofrece la inocencia, el otro la superioridad.
El mestizaje, en cambio, exige madurez: aceptar que venimos de una violencia, pero también de una creación; de una herida, pero también de una fecundidad.
Quizá lo que más nos cueste reconocer es que seguimos conquistándonos unos a otros, porque así es el mundo, porque así es la humanidad. Los nuevos conquistadores hablan diversos idiomas y prometen inversiones; la riqueza ya no se mide en lingotes, sino en clics, bitcoins y contratos. Las conquistas no se acabaron, se digitalizaron.
Por su parte, México sigue celebrando el Día de la Raza sin saber muy bien qué raza celebra, o marchando por la Independencia confundiéndola con la revolución, porque en el imaginario popular, cabe casi todo. Tal vez esa sea nuestra mayor conquista: haber aprendido a vivir en medio de la contradicción.
No somos víctimas ni victimarios; somos descendientes de ambos. Al final, hay que entender y aceptar nuestro pasado para abandonar la narrativa de la victimización y abrazar el discurso del desarrollo, pues toda nación es el resultado de una conquista: la del tiempo sobre la memoria, la del sistema sobre el individuo, la del extraño que traspasó sus fronteras.
Y si algo nos enseña la historia es que, aun después de la conquista o aun después de la derrota, los pueblos que saben adaptarse y construir una narrativa de progreso se fortalecen.
Así fue con Japón, así fue con Alemania y así puede ser con México.