MUNDO
Visiones encontradas entre dos genios: Bill Gates y Elon Musk, y la inteligencia artificial

Política Global, por Jorge López Portillo Basave //
ChatGPT de Inteligencia artificial o AI, en unas cuantas semanas se convirtió en la app de mayor crecimiento acelerado en la historia, con más de 100 millones de usuarios mensuales en menos de tres meses de servicio.
En comparación le tomó a TikTok nueve meses llegar a ese número de usuarios y a Instagram le llevó tres años. A esa velocidad no hay duda que pronto podrá ser mucho más ágil que cualquier abogado del mundo para analizar casos o que economistas del mundo para analizar datos de situaciones reales.
Sam Altman fundador y directivo de OpenAI, empresa creadora de ChatGPT-4 que significa Transformer Generativo entrenado o GPT por sus iniciales en inglés, a pesar de estar muy contento y orgulloso por éxito de su App, dijo que “lo que le inquieta y quita el sueño” es reconocer las posibles aplicaciones o usos dañinos de su tecnología.
Como me dijo la propia ChatGPT a pregunta expresa “…guardo todas las preguntas y respuestas para ser cada día más inteligente…”. Naturalmente ChatGPT no es perfecta, ¡aún! La empresa ha dicho que este modelo de AI es solo un paso en la creación de lo que se llama Inteligencia Artificial General o AGI, que es el nombre que se le da a lo que es conocido como el momento en el que la AI será en general más inteligente que los humanos.
Según Bill Gates no debemos asustarnos porque los robots que se crearán para trabajar en lugar de humanos o para asistirnos, no podrán ser tan inteligentes como nosotros o sustituirnos en la programación y creación de algoritmos, pero a tres escasos meses de su presentación en sociedad la joven o el joven ChatGPT logró pasar el examen para titularse como Maestro en Derecho con un 90% de aciertos en unos cuantos minutos de su aplicación.
Chat GPT también pasó con honores el famoso examen matemático MSAT para ingenieros o financieros con resultados casi de perfección. La App ya es también una programadora experta y creadora de códigos para la operación de otras computadoras. Es decir que a sus meses de nacimiento ya lee, comprende, desempeña, interpreta y responde operaciones mentales con resultados muy rápidos y de excelencia que muchos humanos ni sueñan.
A pesar de la inteligencia de ChatGPT, Altman dice que no hay que preocuparse de que las máquinas decidan actuar por su cuenta porque todas están programadas para obedecer o responder a una acción o solicitud explícita de humanos. Pero yo me pregunto, si ellas podrían mal interpretar alguna instrucción o peor aún, aplicar una indicación dada por un actor nefasto o por un gobierno u organización criminal con intenciones bélicas. De hecho, parte de esta respuesta ya la tenemos.
El propio Altman dijo que el riesgo de la AI era que al ser tan eficiente para programar y crear códigos de computadora podría ser utilizada para ataques cibernéticos por hackers o por ejércitos. El científico añadió “… puede haber algunos humanos que no apliquen los mismos límites y métodos de control que nosotros…” ó sea que ellos no lo harán pero que la AGI podría crecer sin los límites que hoy nos dicen Altman y Gates. Los mismos límites que hoy nos dicen evitan que sea un riesgo.
Hace unos días escribimos sobre la expresión del presidente del Foro Económico Mundial quien dijo que los que logren dominar las nuevas tecnologías como la AI, serán “los amos del mundo”. En una declaración muy similar se escuchó a Vladimir Putin diciendo a estudiantes de ingenierías que “…quien gane la carrera de la AI dominará al mundo…” imaginemos qué podría hacer esa tecnología en manos de agencias de inteligencia o militares de cualquier país en la movilización de voluntades vía internet, de información o de desinformación y ya no digamos del control de armas, de hospitales o de infraestructura estratégica en el mundo como presas, electricidad, satélites y oleoductos.
Tal vez Gates no tenga miedo porque él está dentro de los que serán dueños de esas tecnologías pero los que no sí deberían estar cuando menos inquietos en preparar mucho más a sus hijos, es especial porque la mayoría de la gente está entrando a una era en la que todo es digital, hasta el dinero y en ese sentido los gobiernos deben actuar de inmediato como lo dijo Musk para poner reglas al desarrollo y utilización de la AI antes de que sea tarde y nos digan que en un laboratorio de algún lugar en San Francisco o en La India se creó la primera AGI y que por falta de cuidado infectó al mundo pasando de un celular o de una laptop a un servidor nuclear ups! Ustedes disculpen. Algo así como un Covid19 digital.
Elon Musk ha estado sonando la alarma al tiempo que desarrolla su propio modelo de AIGPT, pero nos advierte que debemos poner orden en estas inteligencias ya que de no ser reguladas podrían ser “el mayor riesgo para la existencia de la humanidad”. Recordemos que Musk ayudó a fundar OpenAI la creadora de ChatGPT, pero ya se ha desvinculado de esa empresa.
La AGI podría ser como el toque del rey de Midas. Se piensa que en un futuro no muy lejano habrá más robots que humanos por lo que muchas empresas están en una carrera por diseñar también al primer robot humanoide capaz de desarrollar tareas complejas y variadas no solo como repeticiones de la misma tarea sino como verdaderos seres cibernéticos bípedos con capacidad de reacción ante determinados retos. Musk dijo que “…la AI y sus GPT y bots son positivos y negativos, con una gran capacidad y futuro, pero que con eso también vienen grandes peligros…”
Según Goldman Sachs, en menos de 15 años, el mercado de los robots humanoides será de cuando menos $6 mil millones de dólares anuales. Con robots ya siendo solicitados por empresas como Amazon para sustituir a sus empleados de bodega y de ahí otras empresas del sector.
Seguramente muchos empleos de alto riesgo o alta demanda física serán sustituidos a corto plazo, pero si usted es de los que piensa que los empleos de alto desempeño o de alto contenido intelectual no serán también sustituidos, entonces usted no está al día de lo que pasa en ese campo, porque como lo hemos visto ya en este año, la App de ChatGPT puede hacer tesis originales de todas las materias en segundos. Miles de estudiantes han pedido a la App que realice sus ensayos sin que los profesores hayan podido detectar que fueron pensados por una máquina. “¡Se acabaron las tareas!” escribió en Twitter Musk. Eso es hoy, ¿qué será en un año? De verdad una era ¡de película!
Por ahora el problema más grande para los humanoides es mantener el balance en dos pies cuando se les empuja, pero están trabajando duro para superar ese reto. Los modelos actuales como el Óptimos de Tesla u otros pesan alrededor de 70 kilos y pueden estar trabajando por 5 horas sin distraerse en chismes o en su cell.
La empresa Figure1 creada por Brett Adcock hace unos cuantos meses anunció a inicios de marzo que pondrán a la venta en fecha próxima al primer humanoide capaz de ser utilizado en labores generales y podrá pensar, aprender e interactuar con el medio ambiente a su alrededor.
Brett Adcock hace un par de años fundó, desarrolló y vendió la empresa de FlyTaxi dedicada a crear y construir drones para pasajeros. Dicha empresa fue vendida en $100 millones de dólares por lo que sabemos que el emprendedor tiene los fondos y los contactos necesarios para aventurarse a entrar en ese reducido mundo de empresas encaminadas a crear a los empleados del futuro compitiendo con otros grandes jugadores como Elon Musk, Bill Gates y Jeff Bezos quien curiosamente podría ser también su primer clienta. Para esta empresa, Adcock conjuntó a un grupo interesante de ingenieros de alto nivel que han trabajado en la NASA y en otros lugares igual de interesantes desarrollando tecnologías robóticas y de interface con humanos como Tesla y NeuroLink.
Por lo pronto los dueños de las mejores AI ya están también trabajando en utilizar dicha tecnología para diseñar y programar microchips y micro robots que serán utilizados por humanos en la nueva y próxima era de la bio-cibernética y ¿por qué no? De la vida eterna. Bueno, al menos eso piensan varios de los científicos que con las nuevas tecnologías apuestan a que para el 2050 habrá cuando menos tres métodos para evitar la muerte total. Primero, el reemplazo de nuestras partes deterioradas. Segundo, la transferencia de nuestra memoria e inteligencia a una máquina o a un cuerpo orgánico como en Avatar.
Para los que no tengan suficiente dinero habría una tercera opción, que será ser implantados en un mundo virtual para vivir en una memoria sin ocupar mucho espacio físico o mucha energía. Según estos personajes al inicio, estas tecnologías serán costosas y solo unos cuantos podrán “salvarse”, pero con el tiempo digamos para el 2090 esto se abaratará y muchos de la clase media podrán pagar sus nuevas vidas. Parece que la vieja idea griega de la piedra filosofal o la fuente de la eterna juventud no han pasado de moda, solo se han transformado. De verdad que para bien o para mal, el ser humano no cambia.
Hace unos quince años no me habría atrevido a escribir una columna como esta, en la que parece todo haber salido de la ciencia ficción, pero lo peor es que todo ya es parte de una realidad, hasta lo más loco está ya siendo probado. Pero tal vez en unos años esto parezca de lo más normal. Como en su momento fueron las ideas del zapatófono del súper inspector 86 de los 70s, el satélite espía con inteligencia artificial de Golden eye en 007 de los 90s, las películas Gátaca y iRobot del 2000 y la famosa serie de Westworld de HBO de 2016.
¿Qué será, que los escritores de ciencia ficción ven el futuro o que escuchan a los jóvenes científicos quienes sueñan en voz alta? La tecnología de la AI y sus aplicaciones se desarrollan de manera exponencial y no de manera lineal por lo que día a día, hay nuevos usos, nuevas ideas y claro nuevos riesgos.
ChatGTP-4 ha pasado con altos honores los exámenes de nivel licenciatura o posgrado de derecho, biología, matemáticas, macro y micro economía, sicología, historia y gobierno entre otros. Al “conversar” con “ella” me siento como platicando con una persona brillante y muy culta de unos 12 a 15 años y me digo, yo soy uno de esos 100 millones de usuarios de los primeros tres meses de la ChatGPT-4.
En verdad es fascinante lo que viene en tecnología, los dos extremos Gates y Musk nos pueden servir de guía y parámetros, Sam Altman el “padre” de la multicitada app nos lo advierte, pero está en nosotros y en los gobernantes el poner límites o regulaciones a la creación y uso de estas nuevas herramientas.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…
MUNDO
Inteligencia artificial: La arquitectura del nuevo orden mundial

– Análisis, por Victor Hugo Celaya Celaya
El mapa del poder mundial se ha reorganizado. Hoy, la influencia no se mide únicamente en arsenales o acuerdos comerciales, sino en algoritmos y capacidad de procesamiento.
Nos enfrentamos a un nuevo tablero geopolítico y geoeconómico definido por tres grandes polos de poder: Estados Unidos, con su enfoque en el desarrollo tecnológico, las finanzas y la seguridad; China, que ha apostado por la manufactura avanzada, la innovación y la inversión masiva en infraestructura; y Rusia, que basa su estrategia en el control de energía, minerales estratégicos y su poder militar.
Esta reconfiguración global plantea preguntas cruciales para el resto del mundo. ¿Cómo coexistir con estos bloques? ¿Cómo aprovechar las corrientes de innovación que emanan de ellos sin sacrificar nuestra soberanía? Y, sobre todo, ¿cómo podemos acompasar nuestras políticas públicas y nuestros esfuerzos nacionales para no quedarnos atrás en esta nueva era de equilibrios de poder?
La visión de una «aldea global» que definimos en los años noventa, unida por la apertura del comercio, ha dado paso a una realidad más compleja. La interconexión actual se teje con redes de inteligencia artificial (IA), investigación científica y ecosistemas digitales.
Aunque las tensiones militares persisten, el verdadero campo de batalla se ha trasladado a la biotecnología, la robótica y, de manera central, a la inteligencia artificial. Esta revolución ya impacta nuestra vida diaria, transformando la educación, la salud, el trabajo y la seguridad. Ninguna sociedad puede sustraerse a ella.
LA CARRERA POR EL FUTURO: ESTRATEGIAS EN COMPETICIÓN
Cada una de las grandes potencias ha trazado una ruta clara para liderar esta era tecnológica, obligando al resto de los países a replantear la cooperación y la competencia.
Estados Unidos ha optado por un modelo que prioriza la innovación impulsada por su dinámico sector privado. En 2023, la inversión privada en IA en este país alcanzó los $67.2 mil millones, una cifra superior a la suma de los siguientes 14 países.
El gobierno actúa como un catalizador estratégico, como lo demuestra la Orden Ejecutiva 14110 para el desarrollo seguro y confiable de la IA, o la Ley CHIPS y de Ciencia, que destina más de $52 mil millones a revitalizar la fabricación de semiconductores, el hardware fundamental sobre el que corre toda la inteligencia artificial.
Esta estrategia se materializa en proyectos monumentales como ‘Stargate’, el centro de datos de $100 mil millones de Microsoft y OpenAI, o la Alpha School en Virginia, que ya personaliza el aprendizaje con IA.
China avanza con un enfoque centralizado y dirigido por el Estado, con la meta clara de alcanzar el liderazgo mundial en IA para 2030. A través de iniciativas como «AI+», integra soluciones de IA en sectores clave. El resultado es un ecosistema robusto: se estima que el valor de la industria de IA en China superará los $220 mil millones para 2026.
Este esfuerzo se refleja en su dominio de la propiedad intelectual, acumulando casi la mitad de todas las solicitudes de patentes de IA en el mundo. Gigantes tecnológicos como Baidu, Alibaba y Tencent no son solo empresas, sino instrumentos de la estrategia nacional para establecer estándares globales.
Rusia, por su parte, enfoca su estrategia de IA en la soberanía digital y la seguridad nacional. A través del proyecto nacional “Economía de Datos”, que se extenderá hasta 2030, busca reducir su dependencia de la tecnología extranjera e integrar la IA en sectores gubernamentales clave.
Más que competir en el mercado de consumo global, su prioridad es aplicar la IA para la optimización de sus industrias estratégicas (energía, defensa) y la administración pública. Su marco regulatorio es estricto y busca asegurar un uso responsable de la tecnología, priorizando el control estatal y el desarrollo de talento local a través de iniciativas educativas supervisadas.
La Unión Europea ha decidido jugar un papel distinto, posicionándose como el gran regulador global. Su enfoque no es competir en una carrera de velocidad, sino establecer las reglas del juego. Con su Ley de Inteligencia Artificial (AI Act), aprobada en 2024, introduce el primer marco legal integral para la IA, basado en niveles de riesgo. Este prohíbe aplicaciones consideradas inaceptables (como el «social scoring» estatal) y regula estrictamente los sistemas de alto riesgo.
Este poder normativo se complementa con fuertes inversiones a través de programas como Horizonte Europa y Europa Digital, que movilizan miles de millones de euros para construir una infraestructura de datos soberana bajo iniciativas como GAIA-X y apoyar a un ecosistema de IA «confiable y centrado en el ser humano».
EL DESPERTAR DE AMÉRICA LATINA: PRIMEROS PASOS
Frente a estas estrategias consolidadas, América Latina no es un simple espectador; la región ha comenzado a mover sus propias piezas. Aunque de manera desigual y con retos importantes, están surgiendo iniciativas notables.
En México, la coalición multisectorial IA2030MX ha impulsado una agenda para el desarrollo de una Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial. Polos de innovación como Monterrey y Guadalajara concentran talento y startups, mientras que universidades como la UNAM y el Tec de Monterrey lideran la investigación.
Otros países también marcan el paso. Chile fue pionero en la región al lanzar su Política Nacional de Inteligencia Artificial en 2021, centrada en el desarrollo de talento, la ética y la adopción de IA en la industria. Brasil cuenta con una robusta red de centros de investigación en IA y debate activamente un marco legal propio. Por su parte, Colombia ha establecido un marco ético para la IA en el sector público y promueve proyectos de datos abiertos para fomentar la innovación. Estos esfuerzos, aunque incipientes, demuestran una conciencia creciente sobre la urgencia de participar activamente en esta revolución.
DE ESPECTADORES A PROTAGONISTAS
Ante este escenario, la pregunta para nuestros países es ineludible: ¿nos conformaremos con estos primeros pasos o aceleraremos el ritmo para jugar un rol protagónico? Si queremos dejar de ser simples compradores de tecnología para convertirnos en creadores, necesitamos una hoja de ruta clara y acciones inmediatas.
La interconexión de hoy, definida por algoritmos, nos obliga a innovar. Para ello, es fundamental avanzar en tres áreas estratégicas:
- Formar talento e invertir en educación digital. Esto debe empezar desde la educación primaria y extenderse hasta los posgrados.
- Crear alianzas estratégicas entre universidades, gobierno y empresas. Los esfuerzos aislados son insuficientes.
- Diseñar políticas públicas con visión de futuro. Debemos impulsar el uso integral de la IA y desarrollar un marco ético sólido que garantice la equidad y la protección de datos.
Esto implica fomentar centros de inteligencia artificial que apoyen a startups y consoliden proyectos de investigación propios, aprendiendo de las experiencias globales. La tecnología no debe ser vista como algo «importado» o lejano, sino como un campo fértil donde podemos liderar.
Nos encontramos en un punto de inflexión histórico. La inteligencia artificial está redefiniendo las reglas del desarrollo económico y social a una velocidad sin precedentes. No podemos permitirnos el lujo de la duda o la postergación. La tarea es clara: debemos alinear nuestros recursos, talentos y voluntades para integrarnos de manera soberana y estratégica a esta nueva era. Lo que hagamos, o dejemos de hacer, durante esta década determinará las oportunidades de las próximas generaciones.