NACIONALES
Del neoliberalismo a la 4T: El antes y después del México contemporáneo

Opinión, por Pedro Vargas Ávalos //
Suelen hacerse valoraciones sobre qué pasó y qué pasará cuando se cita una especie de parteaguas en relación con una determinada materia o cierto hecho. Ese vocablo, (parteaguas) tiene en su génesis mucho sabor mexicano, puesto que el diccionario de americanismos auspiciado por la Real Academia de la Lengua española así lo indica, significando, “Momento o hecho decisivo que marca la diferencia entre un estado previo y otro siguiente”.
A eso solemos llamarle “antes y después”, y como lo que nos interesa es lo que actualmente ha sucedido, es que hablamos de lo contemporáneo, entendiendo que esta palabra quiere decir lo que existe al mismo tiempo que otra cosa, que pertenece a la misma época de ella.
Al respecto y refiriéndonos a nuestra patria en la actualidad, podemos hablar de un antes y un después considerando algunos acontecimientos trascendentes. Entre estos, como botones de muestra destacan: el gobierno de la Cuarta Transformación (4T); la reforma judicial, ahora ya parte de la Constitución General de la República y la actitud de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) aliados materialmente a la derecha, y para ya no proseguir con otros temas, la elección de Donald Trump como próximo presidente de los vecinos estadounidenses.
El antes y después de la Cuarta Transformación es muy sencillo: es no solo la culminación del esfuerzo sostenido por décadas del más trascendente líder sociopolítico -Andrés Manuel López Obrador, AMLO- del México moderno, el cual, desde la oposición, logró escalar -en 2018- hasta el supremo Poder Ejecutivo de la Federación, e instaurar el llamado régimen de la 4T.
Este precisamente fue ratificado con suficiencia en los comicios federales de junio del corriente 2024, y como resultado digno de llamar la atención es que tenemos, desde el uno de octubre, a la primera mujer presidenta de la nación, Claudia Sheinbaum Pardo.
Todos sabemos y sufrimos lo que fue el sistema neoliberal imperante desde Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto, o sea desde 1982 hasta 2018, que incluye la mescolanza de priistas y panistas, de allí que suela llamarse a esa etapa como prianista o neoporfirista, además del muy propagado renombre de neoliberal. Este sucedió a la titulada “dictadura perfecta” que para Mario Vargas Llosa lo representó la etapa del sistema del partido único que mantuvo el PNR-PRM-PRI.
Esto fue el antes. El después lo expone la misma mandataria Sheinbaum: “Somos humanistas que amamos nuestra patria y tenemos un profundo amor al pueblo de México y a nuestra historia. Nos indigna la discriminación, el clasismo, el racismo, el machismo, la desigualdad y queremos que no haya pobreza y lucharemos hasta el último día de nuestras vidas porque las y los mexicanos puedan comer tres veces al día comida saludable, puedan tener acceso a la educación, a la salud, al vestido y a la vivienda. No creemos en el consumismo ni el poder del dinero, ni en la avaricia y no, no nos arrodillamos frente al poder del dinero. Creemos en un México de libertades, de justicia, un México soberano, de democracia verdadera donde el que mande sea siempre el pueblo de México”. (22-IX-2024, VII Congreso de Morena).
El segundo antes y después lo tenemos cuando examinamos la reforma judicial, que se combatió perrunamente -pero ahora ya es parte indiscutible de la Constitución General de la República- y la actitud de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) en los hechos aliados tangibles de la derecha.
Al respecto nadie negó la pésima justicia que los mexicanos hemos padecido desde siempre. El nepotismo, el influyentismo, el alejamiento del pueblo, la ceguera ante los abusos de la etapa neoliberal y el entreguismo a los intereses del poder económico, además de ser emanado de un método antidemocrático, fueron las características de esa “justicia” encarnada por jueces, magistrados y ministros del poder judicial federal.
Desde luego que no se quedan atrás los impartidores de justicia estatales, pero eso es materia de otro artículo. En cuanto a su proclividad derechista, (los amparos concedidos contra la ley, las reuniones con opositores, los apoyos a marchas de crítica a la reforma, etc.) solo restan los pataleos del prianismo y de los seguidores de Claudio X. González, que ciertamente nunca se dan por vencidos y continuarán tramando ardidez para atacar a quien no los respalde, envolviendo a los votantes contrarios a sus banderías.
Ahora, tenemos una Constitución de la Republica muy remozada, y que seguramente recibirá próximamente otras modificaciones o adiciones que la acreditará como una carta de redención nacional, como la concibieron los constituyentes de 1857 y luego de 1916-17. Comenzará porque la fuente de su nombramiento será ciudadana, lo que la hará más cercana a la gente y asequible para los estudiosos y practicantes genuinos del derecho, cuestión que antes casi era irrealizable, pue lo que regía era el nepotismo y el favoritismo.
Continuará porque ya no serán los altos miembros de la SCJN y el Poder Judicial, privilegiados con sueldos y prestaciones que son ofensivos para la mayoría de los mexicanos y un agravio para la austeridad republicana. Y confiamos que los juicios ya no sean eternos o casi indefinidos, desde luego para conveniencia de ricos y poderosos o insulto de pobres y desvalidos. Ahora habrá un Tribunal disciplinario, y con ello la esperanza de que finalice la impunidad de que venían gozando esos ministros y juzgadores, a pesar de una conducta que, salvo honrosas excepciones, era muy reprensible.
Para terminar este antes y después -aunque quedan varios en el tintero- no podemos dejar de comentar el que, para nosotros, indeseable regreso a la presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica -USA- del vociferante, pendenciero y racista de la peor laya, Donald Trump. No alcanzamos a comprender la conducta de las mayorías norteamericanas, de elegir a un sujeto machista y transgresor convicto con decenas de causas penales pendientes.
Lo verdadero, amarga realidad, es que ya fue escogido como futuro mandamás gringo, el mundo y desde luego México, habrá de adoptar políticas de suma inteligencia para sortear de nuevo a este inminente peligro. Ya AMLO dio lecciones de cómo lidiar con él, pero ahora regresa con mayor poder -el que increíblemente, le confirieron sus conciudadanos- y por tanto de nueva cuenta nuestro país, encarará otra etapa de amagos y forcejeos.
Esperamos que nuestra flamante presidenta, quien cuenta con una aceptación de más del 70 por ciento del pueblo mexicano, y una evidente unidad para encarar ese reto, sepa conducir con éxito el timón azteca y nos lleve a feliz arribada.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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