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Beisbol

¡Sonido celestial, madero y cuero! su sueño siempre de de chavo fue narrar el beisbol: Jerónimo «comandante» Camberos

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Por Diego Morales //

¡Sonido celestial, madero y cuero!…Jooonroon…jooonroon”

Es la narración del batazo más espectacular que hay en el biesbol con la emoción, la pimienta y el sabor de un gran cronista del juego del deporte rey. Es la voz de Jerónimo “Comandante” Camberos, director Operativo de Radiorama de Occidente y que en sus ratos libres se va al Estadio de Charros de Jalisco para participar en la narración del espectáculo del beisbol.

Mi gran sueño siempre fue narrar beisbol”, dice emocionado al ser entrevistado en el programa “Charla entre Campeones”, realizado por Charros de Jalisco.

La vida familiar llevó a Jerónimo Camberos a tener sus primeros acercamientos con el rey de los deportes, primero como cátcher, para después ser un referente en la narración y análisis del beisbol, en donde resalta el gran trabajo que ha hecho Charros de Jalisco desde que regresó a lo profesional en 2014 y que se mantuvo con el cambio de dirigencia en la última temporada.

A LOS DIEZ AÑOS CONOCIÓ EL DEPORTE REY

«Mi primera cercanía con el beisbol profesional fue a los 10 años, en 1978, cuando mi padre por cuestiones laborales fue cambiado a una empresa transportista, que su pase estaba en Guaymas, Sonora, fue un cambio para mí».

Quien ha vivido en esa parte de la república, son otras costumbres, otra comida, otra la forma de hablar, el físico de la gente, es otro país, México se compone de tan bonitas costumbres, me adentré a un mundo que no conocía, aquí sabíamos de futbol, veíamos en los patios donde se daba mantenimiento a los ferrocarriles como en los llanos de beisbol se jugaba, como es aquí los campos de futbol. Nos enamoramos, estaba en un colegio, pertenecimos en la primaria y secundaria a la selección de beisbol. Se nos dio, nos quedamos, así comenzó nuestro amor por el deporte rey”.

JUGABA DE CATCHER

¿Cómo era jugar beisbol?

Jugaba de cátcher, no había otra, estábamos atrás de la receptoría. Para mí la posición más bonita, que ejerce un liderazgo, pero a veces la más ingrata, porque si no conoces o no te fijas en el receptor, el que luce es el pitcher, el infielder con las atrapadas, los jardineros, pero si tú ves el receptor es lanzada tras lanzada, el gran desgaste físico que se tiene, el movimiento de todos sus músculos, la gente no sabe el gran liderazgo que se tiene, ve todo el cuadro, es el que está transmitiendo el acomodo, sobre todo la parte psicológica, hablas con el pitcher y lo sientes cuando está cansado, cuando ya no quiere lanzar, o cuando lo sientes bravo, es una posición como de capitán y es cuando tienes que detectarlo, es una hermosa posición”.

Una posición ingrata la de receptor…

Sí, pero cuando te gusta la posición, es como en el futbol que jugaba de defensa, lo que menos quieres es que te halaguen, eso déjalo para los delanteros, los defensas acarreamos madrazos, en el beisbol que luzcan los pitcher, los primera base, tú a lo tuyo que no aparezcas nunca mejor, tú a lo tuyo”.

¿En qué momento se da tu ingreso a los medios de comunicación?

Siguió la vida, nos regresa para acá, mi papá se dedicaba a temas operativos, talleres mecánicos, nos regresamos a Guadalajara. Le dije que me gustaba el tema de la comunicación, me dijo que estudiara algo de hombrecitos, ingeniería mecánica, una carrera técnica, al final me dijo que hiciera lo que quisiera. Se me dio, estuvimos en la UAG en Ciencias de la Comunicación, en el 92 conocí a Enrique Pereda, tenía dos estaciones en Radiorama, entré de la mano de Raúl Frías Lucio, en el 95 los jefes de Grupo Radiorama compran Grupo DK, ahí empezó a crecer, se hicieron nueve estaciones, con ese crecimiento fuimos creciendo nosotros. Las primeras negociaciones fueron con don Salvador Martínez Garza para abrir más mercado, logramos entrar y fueron nuestros primeros pagos en el año del 97 con las Súper Chivas. Ya se dio la situación con Atlas, con Leones Negros. La primera incursión con el beisbol es en 2014 con Armando Navarro cuando regresan los Charros de Jalisco”.

¿Ha valido la pena? Radiorama se ha convertido en un referente en transmisiones en deportes…

Hay que ser cuidadoso con los términos para no dañar o herir susceptibilidades, todos hacen su trabajo, en el medio periodístico todo migra a lo digital, los derechos de transmisión en televisión es muy caro, la radio desde que inicié en esto se hablaba que iba a desaparecer, pero no va a desaparecer nunca, porque es una extensión de tu casa, a veces la radio no la escuchas por la música que ya la puedes tener en una aplicación o en una USB, la gente escucha porque se identifica con sus locutores”.

¿Se imaginaron que Radiorama iba a tener transmisiones de beisbol?

La vida está hecha de sueños, pero no de sueños sin fundamento, sueños con bases, planeados. Mi sueño desde chavo siempre fue narrar beisbol, cuando logré hacerlo en futbol, te preparas para tener tu estilo, pero mi sueño era el beisbol. Armando Navarro, que fue quien primero nos tuvo confianza, llegaba a las estaciones, pedía una oportunidad por un sueño de él, que era regresar al beisbol, las puertas de Radiorama siempre estuvieron abiertas para él. Nosotros como somos abiertos para escuchar comentarios, buenas y malas, decíamos sí el loquito va a regresar a Charros, pero mira, se clarificó, se hizo, se dieron las cosas y la llegada se dio. No teníamos mano, pero sí junto con otras dos empresas, iniciamos, al final se decantaron por nosotros. Se dio la oportunidad de que el narrador de los Algodoneros, que ya está en la grande, se vino y a pegarle”.

LA CONTRATACIÓN DE FAUSTO CASTRO

La gente se identificó rápido con el narrador y su equipo de trabajo…

La verdad es que se dio, porque yo ya conocía a Fausto. Cuando se da el regreso, hablé con la venia del Licenciado Armando, se dio todo. Parece que el equipo nuevo cayó como anillo al dedo, le gustó a los fanáticos”.

Faltando 24 horas para el inicio de la temporada y apenas se presentó la nueva directiva, ¿qué se imaginó Jerónimo Camberos de cara al arranque del torneo?

Cualquiera que va al estadio y conoce la estructura sabe que el equipo es fuerte, uno de los más fuertes de la liga, no lo han dejado caer, con la base que todavía está vigente de Algodoneros de Guasave. Es un equipo sólido, competitivo, pero se sabe que cualquier cambio en la organización va a conllevar incertidumbre. Pero luego se viene un buen inicio de Los Charros, pero a finales de octubre, las lesiones, las bajas, los llamados a otros equipos de Grandes Ligas, parecía que se venía la noche. Ahí viene la buena directiva y este manager, a pesar de los detractores que tiene, con lo que sabe, sostuvo el equipo. El cambio de Solano y el cambio en la rotación de Brennan, ahorita se ve fácil, pero nadie creíamos que iba a funcionar, pero fue clave para que Charros lograra el campeonato”.

LO QUE MÁS ME GUSTA ES NARRAR BEISBOL”

¿Cómo se siente narrar beisbol y que el equipo que narras sea campeón? Aparte, al equipo que todos querían que le ganara…

A mí lo que más me gusta narrar es beisbol, es lo que más me apasiona en la vida. El hecho de que el equipo ya viniera con esa inercia, estaba seguro que el equipo iba a pelear, además, pensé que el campeonato sería en el juego seis, cuando sale Orlando Lara, porque en el seis se coronó contra Obregón. El estadio esa noche fue un cementerio, pero el equipo tenía. Las cosas se dieron bien y fue la historia que todos conocen”.

¿Qué opinión tiene de la afición de Charros?

«La afición del futbol y del beisbol es diferente; un aficionado al futbol que va al Estadio Jalisco no se porta igual que cuando va al Estadio Charros. El beisbol te invita a ser un deporte familiar, que en la mayoría es gente que va a observar, a disfrutar la experiencia y olvidarse de otras tonterías, el aficionado de beisbol va a ver beisbol, con tranquilidad, seguridad, paz, con un gran ambiente con todo lo que conlleva alrededor, eso me da certeza que seguirá el crecimiento exponencial e importante de Charros».

«La directiva, con solo un año ha mostrado que tiene conocimiento, certeza, y que sabe tanto el tema negocios, separado del tema beisbol. En el regreso a la nueva normalidad, la gente está ávida de estar, de participar y será una gran temporada la de Charros”, puntualizó.

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La hazaña para la historia de Ronnie Camacho: 27 jonrones hace 62 años en la Liga del Pacífico

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Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El sol se alzaba implacable sobre Empalme, Sonora, aquel febrero de 1963, tiñendo de dorado las calles polvorientas que conducían al estadio de los Rieleros. Ronaldo “Ronnie” Camacho, el “roperón de Empalme”, caminaba hacia el diamante con el peso de su pueblo sobre los hombros.

En su mirada se mezclaban la determinación y el nerviosismo: sabía que la penúltima serie del rol regular en la Liga Mexicana del Pacífico sería su prueba de fuego.

Los Naranjeros de Hermosillo, líderes de la liga, llegaban a retarlo, y con ellos, dos titanes del bateo, Héctor Espino, el “Supermán de Chihuahua”, y Saúl Villegas. Ronnie cargaba 24 jonrones; Espino y Villegas, empatados con 23, acechaban su corona. El aire vibraba con la expectativa de 15 mil fanáticos que abarrotaban las gradas, ansiosos por presenciar una batalla que pasaría a la historia.

Desde el primer juego, el estadio se convirtió en un caldero de emociones. Ronnie, con su bat al hombro, sentía cada mirada mientras se paraba en la caja de bateo. El pitcher de los Naranjeros lanzó una recta alta, y el sonido del impacto resonó como un trueno: jonrón 25. La multitud estalló en un rugido que hizo temblar las gradas de madera.

Al día siguiente, en el segundo juego, otro cuadrangular surcó el cielo, el 26, y la afición ya soñaba con la gloria. Pero fue en el cuarto y último juego de la serie cuando Ronnie selló su leyenda. Con un swing poderoso, la bola voló más allá de las bardas, marcando su jonrón 27. El récord estaba hecho, y Empalme se rindió a sus pies. Ese récord, implantado hace 61 años, sigue intacto, solo igualado por Bob Darwin en 1971-1972 con Hermosillo.

El sonido que nunca se olvida

Días atrás, sentado frente a mí en una tarde cálida de junio de 2025, le pregunté a Ronnie cuál de esos jonrones había gozado más. Sus ojos, cargados de nostalgia, se iluminaron mientras respondía: “Nada es más hermoso que escuchar el sonido del impacto del bat con la bola y verla viajar arriba de las bardas”. Su voz temblaba al recordar aquel invierno del 63, cuando en su tierra natal, con los Rieleros, superó a Espino y Villegas para conquistar la corona de jonrones. “Fue una emoción inmensa”, añadió, “sentir que no le fallé a mi gente”.

Ronnie, junto a Espino, fue uno de los bateadores más temidos de México, un bombardero que acumuló 457 jonrones en su carrera: 317 en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) y 140 en la del Pacífico, un poder que aún resuena en la memoria colectiva.

Una vida dedicada al diamante

Ronnie Camacho nació el 26 de octubre de 1935 en Empalme, un pueblo ferroviario de Sonora donde el béisbol era más que un deporte: era un rito. A los 17 años, en 1953, debutó con Fresno en la Liga de California, sucursal de los Cardenales de San Luis, siendo el más joven del equipo. En 1958, ya con los Rieleros, ganó la triple corona de bateo en la Liga Invernal de Sonora, preludio de lo que sería su gloriosa carrera.

Durante más de 20 años y 2,200 juegos, Ronnie brilló en México y Estados Unidos, jugando para equipos como Águilas de Mexicali, Tecolotes de Nuevo Laredo y Pericos de Puebla, hasta su retiro en 1975 con Aguascalientes. En 1983, su nombre ingresó al Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México, un reconocimiento a su legado inmortal.

Un homenaje que une pasiones

El eco de sus hazañas llegó hasta Guadalajara, donde tuve el privilegio de rendirle homenaje en el Palacio Municipal, durante el último año de la administración de Enrique Alfaro, con Enrique Ibarra como alcalde interino.

Como relató Diego Morales Heredia en Conciencia Pública, destaqué a Ronnie como un ícono mexicano, un ejemplo de profesionalismo y entrega que inspira a la juventud. “Cuando hay talento, pasión y vocación, se puede lograr”, dije, emocionado, mientras recordaba mis inicios en el periodismo, nacidos de mi amor por el béisbol.

Rodeado de la peña beisbolera más apasionada del occidente, con 150 miembros, celebramos a este sonorense que encarna la grandeza del rey de los deportes. Su récord de 27 jonrones en la Liga del Pacífico, y los 39 en la LMB, lo convierten en el protagonista de las mayores proezas cuadrangulares del béisbol mexicano, un legado que sigue motivando a generaciones.

Un faro para los nuevos peloteros

Ronnie Camacho no es solo un nombre en los libros de récords; es un faro para las nuevas generaciones de peloteros que sueñan con el éxito. Su historia enseña que el talento, forjado con disciplina y amor por el juego, puede romper barreras y conquistar hazañas eternas.

En cada swing de un joven bateador, en cada grito de la afición, resuena el eco de aquellos 27 jonrones de 1963, un recordatorio de que, con pasión y entrega, el diamante siempre recompensa a quienes lo honran. Ronnie, el “roperón de Empalme”, sigue siendo la chispa que inspira a los futuros campeones del béisbol mexicano.

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Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?

La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.

A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.

La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.

Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.

La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.

Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.

Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.

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Lecciones del diamante: La redención de Urías y Osuna

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Será el El 17 de julio de 2025, cuando el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, levantará la suspensión impuesta al lanzador sinaloense Julio Urías por violar la política de violencia doméstica de la MLB. Esta decisión abre la puerta para que “El Culichi” pueda ser firmado por cualquier equipo de la Gran Carpa, pero su camino de regreso al estrellato está lejos de ser claro.

Hace apenas unos años, hablábamos de un talento generacional, un pitcher mexicano que lideró la Liga Nacional en victorias (2021) y efectividad (2022), y que se perfilaba para firmar un contrato histórico cercano a los 200 millones de dólares, un hito para un pelotero latinoamericano. Sin embargo, su comportamiento fuera del diamante ha opacado su brillo en el montículo.

Urías, quien fue clave en el título de los Dodgers en 2020, ha demostrado ser un diamante en bruto desde los 16 años, cuando Los Ángeles lo firmó. Su talento es innegable: una recta que roza las 97 millas, un cambio y curva devastadores, y una habilidad para el pickoff que lo hizo destacar desde su debut en 2016. Pero las decisiones personales han sido su talón de Aquiles.

Dos incidentes de violencia doméstica, el primero en 2019 y el segundo en 2023, lo llevaron a ser el primer jugador suspendido dos veces bajo la política de la MLB. El video de 2023, donde se le ve agrediendo a su pareja, fue un golpe duro para su imagen y su carrera. La sanción hasta el Juego de Estrellas de 2025 refleja la gravedad de sus acciones, pero también le da una nueva oportunidad.

¿Qué sigue para Julio Urías?

La pregunta no es solo si un equipo apostará por su brazo, sino si él ha aprendido de sus errores. En 2022, escribí que un contrato de 200 millones estaba al alcance de su mano, pero advertí que su futuro dependía de mantener el enfoque dentro y fuera del campo.

Hoy, esa proyección parece lejana. Equipos como los Yankees o los Mets podrían considerar su talento, pero el riesgo reputacional es alto, como lo demuestra el caso de Trevor Bauer, quien tras una suspensión similar no ha regresado a MLB y ha optado por ligas en Japón y México. Urías, a sus 28 años, aún tiene tiempo para redimirse, pero deberá cumplir con el programa de tratamiento ordenado por la MLB y demostrar un cambio genuino.

En México, especialmente en Culiacán, esperan que “El Culichi” retome el camino. Los Tomateros de Culiacán podrían ser una opción para mantenerse activo si la MLB no le abre las puertas de inmediato. Pero más allá del béisbol, Urías debe sanar como persona. Su historia es un recordatorio de que el talento no basta si no va acompañado de responsabilidad. Ojalá, por el bien del béisbol mexicano y de él mismo, que esta segunda oportunidad no sea la última.

Son dos grandes talentos mexicanos que pareciera haber tropezado con la misma piedra para truncar sus carreras en el mejor beisbol del mundo. Los dos son sinaloenses. En su momento fueron considerados entre los mejores cinco lanzadores de Grandes Ligas, uno como inicialista y el otro como relevista.

Roberto Osuna, con su recta de fuego, ostentaba 39 salvamentos con Toronto en 2017 y parecía destinado a ser el mexicano con más juegos salvados en la historia. Sin embargo, sus errores fuera del campo los llevaron al ostracismo, dejando lecciones cruciales para los jóvenes peloteros que sueñan con brillar en la MLB.

¿Qué salió mal?

Ambos sucumbieron a la presión de un sistema ferozmente competitivo, como señaló el periodista Mario Villagrán: la MLB es una maquinaria que exprime no solo el físico, sino también la mente y el carácter.

Osuna, acusado de agresión a su pareja en 2018, fue suspendido 75 juegos y, tras una lesión en 2020, no volvió a la MLB, encontrando refugio en Japón. Sus actos no solo mancharon su reputación, sino que cerraron puertas que su talento había abierto de par en par.

La lección para las nuevas generaciones es clara: el éxito en la MLB no se mide solo en ponches o salvamentos, sino en la capacidad de administrar la fama, el dinero y las tentaciones. Urías y Osuna, con contratos millonarios en el horizonte, dejaron que decisiones personales los traicionaran.

Como escribí en 2021, cuando Urías alcanzó 20 victorias, el talento debe ir acompañado de madurez. La presión de ser figura pública, como señaló Esteban Loaiza, es inmensa, y los errores se magnifican bajo la lupa de los medios y los aficionados. Los jóvenes como Alejandro Osuna, quien debutó con Texas en 2025, o Isaac Paredes, estrella en ascenso, deben aprender a navegar este entorno.

Primero, la disciplina personal es innegociable. La MLB tiene una política estricta contra la violencia doméstica desde 2015, y casos como los de Urías, el primero en ser suspendido dos veces, muestran que no hay excepciones. Segundo, rodearse de un círculo de apoyo sólido es vital. Urías contó con su padre, Carlos, como guía en sus inicios, pero las malas decisiones lo alejaron de ese respaldo.

Osuna, por su parte, habló de ansiedad en 2017, un tema que los prospectos deben abordar con profesionales para no derrumbarse bajo presión. Tercero, entender que el béisbol mexicano depende de sus embajadores.

Cada error de un pelotero azteca no solo afecta su carrera, sino la percepción de los prospectos mexicanos en la Gran Carpa.

Para los jóvenes que hoy entrenan en Culiacán, Hermosillo o Tijuana, el mensaje es contundente: el talento los llevará a la puerta de la MLB, pero solo la integridad los mantendrá dentro (…) Urías y Osuna son un espejo donde los prospectos deben mirarse: no para imitar sus errores, sino para aprender de ellos.

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