MUNDO
2025, el futuro que no esperábamos
Opinión, por Miguel Anaya //
Comenzamos la primera semana hábil del año, los festejos han quedado atrás y es momento de comenzar a dilucidar los planes, proyectos y sueños con los que afrontaremos el futuro inmediato qué nos espera, seguramente, hay quien priorizará la salud, otros más decidirán qué este será el año en que recuperen relaciones personales, algunos más pondrán por delante su desarrollo profesional o académico.
Cuando uno pone metas personales suele creer que estas dependen únicamente de un cambio personal, sin tomar en cuenta que el mundo que nos rodea está en constante cambio, que día a día (por no decir minuto a minuto) presenta nuevas tecnologías y paradigmas sociales, ante esta situación no queda más que sumergirnos en esta ola de avances constantes intentando entender y adaptarse a la nueva realidad, capacitándonos y sacando réditos de ella.
Más allá del ámbito político y social local, el 2025 se presenta como un año crucial para la humanidad. La convergencia de avances tecnológicos, desafíos en salud global y transformaciones sociales plantea retos y oportunidades. A continuación, exploraremos estos temas desde una perspectiva global.
Tecnología: La inteligencia artificial (IA) se encuentra en el centro de la revolución, modelos cada vez más sofisticados están redefiniendo la productividad en sectores como la educación, la medicina y la agricultura. Hoy todo el conocimiento histórico mundial está al alcance de todos en segundos dentro de aplicaciones como ChatGPT, Nerd, Grammarly entre otras; estas permiten desarrollar diagnósticos médicos más precisos y personalizados, argumentar de manera precisa en casos judiciales, o checar el crecimiento sano de ciertos cultivos, claro, siempre y cuando alimentemos estas aplicaciones con las preguntas y peticiones correctas. ¡Increíble!
Sin embargo, estas innovaciones traen consigo preocupaciones. La automatización amenaza con eliminar millones de empleos tradicionales, dejando a grandes sectores de la población en riesgo de desempleo estructural. Además, los problemas éticos relacionados con la privacidad, la manipulación de datos y el sesgo algorítmico exigen una regulación más sólida.
Los gobiernos y empresas deben colaborar para desarrollar marcos normativos que equilibren el progreso tecnológico con la protección de los derechos humanos. Esta colaboración no deberá ser dentro de 10 o 15 años, es una necesidad real presente que nos debe ocupar.
Salud: La pandemia de COVID-19 dejó lecciones profundas sobre la fragilidad de los sistemas de salud globales. En 2025, el mundo enfrenta el desafío de prepararse para futuras crisis sanitarias mientras lidia con problemas crónicos como el envejecimiento poblacional y las enfermedades genéticas. La innovación biomédica, incluida la terapia genética y las vacunas de ARN mensajero, abren nuevas puertas para combatir enfermedades que antes eran intratables.
Una oportunidad significativa radica en la telemedicina. La pandemia aceleró su adopción, demostrando que es posible ofrecer atención médica de calidad a distancia. Esto puede ser un transformador para áreas rurales y comunidades marginadas, siempre y cuando se supere la barrera del acceso a internet y dispositivos tecnológicos.
Desarrollo social: Lo que resulta evidente es que los retos y oportunidades en tecnología y salud están profundamente interconectados con el desarrollo social. Por ejemplo, los avances en tecnología pueden mejorar el acceso a la salud y la educación, pero solo si las políticas sociales abordan las desigualdades estructurales. De manera similar, los altos índices de pobreza e inseguridad solo podrán atacarse con políticas que integren soluciones tecnológicas y de justicia social.
Por otro lado, las generaciones más jóvenes están liderando movimientos sociales que exigen oportunidades laborales, equidad y acceso a derechos humanos. Este activismo, impulsado por el acceso a la información (y a mucha desinformación) a través de redes sociales, está presionando a los gobiernos y a las empresas a actuar de manera distinta, cambiando paradigmas. Los más jóvenes deberán capacitarse y entender a fondo las nuevas tecnologías, (más allá de hacer videos de TikTok) para sacar el mayor provecho a la realidad virtual que viven y que vivirán.
Para aprovechar al máximo las oportunidades de 2025, será necesario adoptar un enfoque colaborativo y multidisciplinario. Gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y ciudadanos deben trabajar juntos para diseñar un futuro más justo y sostenible. Si bien los desafíos son enormes, la creatividad, la innovación y el compromiso social tienen el potencial de convertir este año en un punto de inflexión positivo para la humanidad.
Afrontemos con proactividad y responsabilidad el futuro que ya nos alcanzó.
