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MUNDO

Escenarios comerciales en el mundo: En comercio, la amistad se demuestra en las compras, el resto es demagogia

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

El viejo dicho en la política decía, “La amistad se demuestra en la nómina, lo demás es demagogia”. Hace años escuchaba a los secretarios de Comercio y de Economía de México diciendo que nuestra ventaja competitiva era nuestra mano de obra barata a la que se sumaban riquezas naturales y la vecindad con la economía más grande y consumidora del mundo.

Lo que nos querían decir es que vender barato a nuestros hijos era bueno porque así vendíamos mucho. A cambio importábamos pocas cosas caras eso sí, se nos decía que éramos expertos en comercio. Pero regalando riquezas cualquiera es amigo del mundo.

En el 2024 la Unión Europea registró un superávit de $180 mil millones de dólares con exportaciones que alcanzaron casi $3 mil millones de dólares. En este caso el superávit viene de ventas por casi de $600 mil millones de dólares a los EUA con quien tiene una balanza comercial positiva por $250 mil millones de dólares. Es decir que UE exporta a EUA casi dos a uno de lo que importa. Caso curioso con China el caso es exactamente al revés. Europa exporta a China casi la mitad de lo que importa con un valor total de casi $600 mil millones de dólares anuales dejando en Beijing un saldo favorable por $360 mil millones de dólares.

Para Europa China es su principal proveedor y su tercer cliente por debajo de los EUA y de Inglaterra y a penas por arriba de México y de Japón. Es decir que La UE es muy buena para limitar importaciones y fomentar exportaciones, pero China les gana.

En el 2024 el caso de Alemania es casi el reflejo de la Unión Europea teniendo un superávit de casi $280 mil millones de dólares en especial con EUA. Es decir, Alemania vende mucho más de lo que compra. Japón en el 2024 tuvo un déficit de sólo $33 mil millones de dólares con desventaja en sus ventas a China y ganancias en sus ventas a EUA.

Canadá el 2024 tuvo un déficit casi neutral por apenas $7.2 miles de millones de dólares.  La historia es que con su vecino del sur -EUA- tiene un superávit de más de $100 mil millones de dólares. En el caso de Canadá y China la relación es de casi $57 billones de dólares. Con Europa -Canadá- tuvo un déficit de casi $7 mil millones de dólares.

En el 2024 China aumentó sus exportaciones en el 5% alcanzando un superávit récord por casi un trillón de dólares, es decir un millón de miles de millones. En contexto el tamaño de la economía de México es de $1.4 trillones de dólares. Es decir que el superávit de China es del tamaño de tres cuartas partes de la economía de todo nuestro país. Es obvio que China tiene una balanza comercial positiva con todas las economías desarrolladas del mundo, de EUA a Europa, Canadá, Japón, Corea del Sur y muchos más de los países incluido el nuestro.

EUA tiene déficits por todos lados, alcanzando en el 2024 un escandaloso $1.2 trillones de dólares en importaciones por debajo de sus ventas totales.  De ser la superpotencia consumidora y exportadora de valor agregado se ha convertido en un gran consumidor. Con China tiene un déficit de casi $300 mil millones de dólares, de más de $100 mil con Canadá y de casi $200 mil con México sin contar a Europa con quien ya hemos indicado está también por debajo.

México es un país que dejó de ser un gran importador para tener un déficit menos escandaloso gracias a las muy grandes exportaciones y superávits con los EUA que alcanzan los $200 mil millones de dólares mientras que los déficits con el resto del mundo hacen que en el 2024 hayamos vendido $10 mil millones de dólares menos de los que importamos. Esto es significativo porque indica que nuestra balanza sin el TMEC sería mucho más severa.

Por los números anteriores podemos ver que EUA está en aprietos ya que dejó de ser vendedor de valor agregado y ahora solo importa artículos de valor y exporta energéticos, servicios y alimentos. Por su lado México importa mercancías caras de casi todas las potencias del G7, las transforma y con el sello de hecho en México las exporta a EUA.

Por eso la iniciativa de la marca México es algo interesante que podrían generar ganancias reales y no solo ingresos de ilusión que sirven para flujo, pero no para valor final. Por eso debemos decir que la amistad se demuestra en la nómina y en el comercio. Europa, China y Canadá nos dicen que son nuestros amigos y hermanos, pero poco nos permiten entrar en sus mercados.

La verdadera amistad sería ver que nuestros “amigos” nos permitan vender también a buen precio y nos vendan ellos a un buen precio. Hasta hoy solo ha sido demagogia. Los números son fríos y así lo demuestran. Por un lado, el mundo pone barreras a nuestros productos para proteger de facto a sus mercados, pero por otro nos piden abrirnos. Suena parecido a lo que nuestro vecino reclama y si analizamos lo que a nosotros toca, también veremos que nuestros bienes han sido abusados por la clase gobernante en contra de nuestras pequeñas empresas, empleados y bienes naturales.

Lo que escribo aquí no se si encuentre mucho eco porque va contra el mantra global, pero es la realidad comercial y numérica que debiera ser suficiente para que nos demos cuenta. México ha sustituido el desarrollo de sus industrias propias por entregarse a trabajar por las tecnologías y empresas foráneas por décadas. A cambio de eso, hemos obtenido empleos de medio nivel, apoyo para la cultura y apertura comercial de nuestros mercados internos y pocas oportunidades para el pequeño y mediano empresario. 

En efecto en EUA nuestros productos abundan, pero es casi en el único lugar que eso se ve. Suena lógico pero la proporción no lo es. Lo he dicho y lo repito. El mundo nos dice que nos abramos, pero ellos poco nos abren sus puertas cuando de valor se trata. Cuando uno va a Europa, Canadá o a Asia es casi nulo el volumen de artículos de origen mexicano que uno ve. Pero si uno va a nuestros mercados es casi imposible no ver artículos de esas regiones. Obvio no estoy mencionando los de origen de EUA en donde ya estaríamos hablando de otra dimensión por la compenetración comercial. Pero Canadá no es el caso y también es nuestro socio en el TMEC.

El comercio leal es la mejor herramienta para el crecimiento de las economías tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, pero el comercio desleal es la mejor herramienta para la dependencia y el subdesarrollo. En Jalisco exportamos muchos productos, pero la mayoría son maquilas de tecnologías extranjeras y de firmas extranjeras. El tener muchas empresas extranjeras es muy bueno, pero también debiéramos tener las propias.

Yo he dedicado mi vida al comercio exterior desde hace 25 años, no como servidor público sino como emprendedor. Como todos los pequeños, medianos y grandes empresarios he tenido aciertos y costosos errores, pero lo que más me ha gustado (además de los ingresos), es el conocer tantos procesos, políticos y emprendedores de muchas partes del mundo con lo que he podido formar las ideas que aquí expreso. En resumen, regreso a los números. Si restamos a EUA, México está en un super déficit comercial con los aliados, amigos y socios que dicen amarnos. El amor y la amistad se demuestran con hechos, lo demás es demagogia.

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MUNDO

Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

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Por Francisco Junco

Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.

Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.

Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.

En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.

“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.

Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.

En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.

Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.

Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.

En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.

Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.

Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.

De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.

En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

LAS NOTICIAS PRINCIPALES:

Fallo ambiental que resuena: «No estoy para ser querida, sino para cumplir con diligencia», magistrada Fanny Jiménez

Buscan cubrir a AMLO en actos de corrupción

Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU

Mensaje del gobernador en el Informe de Quirino: «Tlajomulco es un ejemplo de coordinación y visión de futuro»

Primer Informe de Gerardo Quirino en Tlajomulco: Un gobierno siempre cerca, que escucha, atiende y resuelve

Charros se quedó sin gas: Diablos, digno campeón

Carlos Urrea rescata a un héroe olvidado, presenta el libro «General Urrea: La Independencia de México»

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MUNDO

Tolerancia en tiempos de algoritmos

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– Opinión, por Miguel Anaya

¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.

En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.

¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.

El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.

He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).

La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.

Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.

La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.

El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.

Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.

Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.

En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.

El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.

Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.

Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.

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MUNDO

De espectador a jugador: El Plan México y los nuevos aranceles

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– A título personal, por Armando Morquecho Camacho

En la historia de la política internacional, las decisiones económicas suelen asemejarse a partidas de ajedrez: cada movimiento no solo busca ganar terreno en el presente, sino también anticipar jugadas futuras que podrían definir la victoria o la derrota.

México, con el anuncio de aranceles de hasta un 50% a productos provenientes de países sin acuerdos comerciales —particularmente China—, ha hecho una jugada que puede parecer arriesgada, pero que revela un cálculo estratégico más amplio: equilibrar una balanza comercial desigual y, al mismo tiempo, alinearse con el tablero donde Estados Unidos y China libran una guerra cada vez más abierta.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha justificado la medida bajo dos argumentos centrales: primero, la necesidad de equilibrar la balanza comercial con China, que hoy refleja una brecha difícil de ignorar; y segundo, el impulso del llamado Plan México, su proyecto estrella para transformar la economía y fomentar la producción nacional.

Visto desde esa óptica, el arancel no es un simple impuesto, sino un muro de contención frente a la dependencia excesiva de productos chinos y, al mismo tiempo, una palanca para reconfigurar las cadenas de valor en territorio mexicano.

El gesto tiene también una lectura geopolítica. Estados Unidos ha reactivado una estrategia de confrontación comercial contra China y la Unión Europea ha hecho lo propio. México, tercer socio comercial de Estados Unidos y pieza clave en la industria automotriz de Norteamérica, no podía permanecer neutral. Imponer aranceles de este calibre es enviar una señal de lealtad estratégica a Washington, asegurando que México no será el eslabón débil en la cadena norteamericana.

La analogía podría entenderse si imaginamos un puente colgante sobre un río. Durante décadas, México ha cruzado ese puente que fue construido con materiales chinos y que servían de soporte a la industria nacional. Ahora, la decisión de elevar aranceles implica retirar varios de esos tablones y reemplazarlos con productos propios o con piezas de otros socios.

No es una tarea sencilla. Estos cambios en un inicio podrían debilitar el puente, pero esto se hace con la finalidad de consolidar la estructura y hacerla menos dependiente de un solo proveedor.

Los críticos señalan que el golpe puede resultar contraproducente. La industria automotriz mexicana, uno de los grandes motores de la economía, ha construido buena parte de su competitividad sobre la base de insumos chinos.

No obstante, esta medida podemos verla desde otra perspectiva y no solo como una medida para eliminar de golpe la presencia china, sino que esta busca generar incentivos para que la inversión y la producción se instalen en territorio mexicano o en países con reglas más claras.

Esta jugada puede entenderse también como una apuesta al futuro del nearshoring, el fenómeno que ha llevado a empresas globales a trasladar operaciones de Asia a países más cercanos al mercado estadounidense. México, por su ubicación geográfica y su red de tratados, se ha convertido en uno de los destinos más atractivos.

Para capitalizar esa ventaja era necesario enviar una señal firme: que el país está dispuesto a reordenar su comercio exterior y a reducir su dependencia de un socio con el que no comparte compromisos de largo plazo.

No obstante lo anterior, en lo político, México también gana margen de maniobra. Al mostrar una postura clara frente a China, fortalece su posición en la relación con Estados Unidos, con quien compartimos más que fronteras. Recordemos que, en el contexto sociopolítico actual, el T-MEC exige disciplina y coordinación en temas comerciales, especialmente en la industria automotriz, que es clave tanto en México como en Estados Unidos.

El reto, sin embargo, será enorme. La transición hacia cadenas de suministro menos dependientes de China implicará costos de corto plazo, ajustes en la industria y tensiones con empresarios acostumbrados a la eficiencia y el bajo precio de los insumos chinos.

Pero en la economía, como en la vida, no siempre se trata de elegir el camino más fácil, sino el que garantiza mayor estabilidad y desarrollo a largo plazo. Si el Plan México logra que las fábricas, en lugar de importar piezas, empiecen a producirlas en territorio nacional, la apuesta habrá valido la pena.

Imaginemos por un momento la industria del automóvil como un gran árbol. Sus raíces se extienden en múltiples direcciones: hacia Estados Unidos, hacia Europa y, en las últimas dos décadas, con fuerza, hacia China. Lo que hoy propone el gobierno mexicano es podar algunas de esas raíces para que el árbol no dependa en exceso de un solo suelo.

Es verdad que hay incertidumbre. Nadie puede asegurar que los aranceles funcionarán como palanca de desarrollo interno y no como un freno a la producción. Nadie puede anticipar hasta qué punto las tensiones con China podrían derivar en represalias.

Pero lo que sí es claro es que seguir con una dependencia de 130 mil millones de dólares en importaciones de China, frente a apenas 15 mil millones en exportaciones de México, es caminar sobre una cuerda floja demasiado delgada.

México está intentando, con esta decisión, dejar de ser un simple espectador en la guerra comercial de Estados Unidos contra China, para convertirse en un jugador que elige con quién y cómo quiere relacionarse. El Plan México puede ser la brújula que oriente esta transición, y los aranceles, la herramienta que marque el rumbo.

No se trata de cerrarse al mundo, sino de abrirse de manera más inteligente, cuidando que el intercambio económico no se convierta en una relación de dependencia.

Al final, lo que está en juego no es solo la balanza comercial con China ni la competitividad de la industria automotriz, sino la posibilidad de que México aproveche este momento de reconfiguración global para fortalecerse como un país capaz de producir, innovar y sostener su crecimiento sin depender de los caprichos de una sola potencia. El puente que hoy tambalea puede convertirse, si se refuerza con visión, en la vía sólida hacia un futuro de mayor autonomía económica.

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