Connect with us

NACIONALES

La política: Una realidad ineludible

Publicado

el

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En mis años universitarios, era común escuchar a compañeros decir con cierta altanería e incluso soberbia: “No me gusta la política”. Para ellos, esto era un territorio ajeno, algo distante, incluso innecesario en sus vidas. Hoy, sin embargo, veo a algunos de esos mismos compañeros participando activamente en marchas, defendiendo con fervor causas que les tocan de cerca.

Curiosamente, esa indiferencia que una vez profesaron ha sido arrasada por la realidad, demostrándoles que la política es algo de lo que no solo no podemos, sino que no debemos extraernos.

Esta experiencia personal ilustra un fenómeno más amplio: la política no es algo que se pueda simplemente ignorar. Aunque durante mucho tiempo algunos han creído que pueden vivir al margen de los debates y decisiones públicas que definen nuestro entorno, la verdad es que la política nos alcanza a todos.

La reciente movilización en torno a la reforma al Poder Judicial de la Federación (PJF) es un claro ejemplo de ello. Abogados que antes veían la política como un ruido lejano ahora se encuentran en las calles, defendiendo sus intereses y su visión del país. Lo que antes era un asunto exclusivo de algunos, hoy se ha convertido en un tema de discusión general, evidenciando que nadie está exento de la influencia de la política.

Hoy, un sector específico alza la voz en contra de lo que, desde su punto de vista, es erróneo y un retroceso. Defienden una postura política e ideológica, y participan en manifestaciones en las que se pronuncian discursos cargados de tintes políticos.

Esto sin lugar a duda es una muestra de cómo la política toca todos los aspectos de nuestras vidas, incluso aquellos que alguna vez pensaron estar al margen de ella. Pero mientras ahora este sector protesta y se hace escuchar, valdría la pena recordar todas aquellas decisiones del pasado en las que otros gobiernos y legislaturas tomaron decisiones que afectaron a miles que no solo no pudieron alzar la voz, sino que nadie más lo hizo por ellos. Perecieron en el olvido político ante una sociedad apática e indiferente, que en ese momento no entendió que las decisiones de la esfera pública, tarde o temprano, llama a la puerta de todos.

Por eso mismo me parece curioso observar cómo aquellos que alguna vez rechazaron la política con desprecio hoy alzan la voz desde una posición de indignación y, en muchos casos, desde un evidente privilegio. Ese elemento de nuestra vida que durante años fue vista como un juego sucio reservado para unos cuantos, ahora se convierte en un campo de batalla en el que todos, sin excepción, nos encontramos involucrados. Es como si de repente se dieran cuenta de que, aunque se hayan esforzado por mantenerse al margen, la política siempre ha estado ahí, esperando el momento adecuado para irrumpir en sus vidas.

Esto nos lleva a una reflexión más profunda: ¿cómo hemos llegado al punto en el que personas que antes repudiaban la política hoy sienten la necesidad de participar activamente en ella? La respuesta es sencilla y a la vez reveladora: la política lo es todo. No es un juego, no es una mera cuestión de ideologías abstractas, es la vida misma. La política define cómo vivimos, cómo nos relacionamos, cómo se distribuyen los recursos y cómo se decide el futuro de la sociedad.

De hecho, está tan presente que hasta el simple hecho de decidir sobre nuestras amistades responde a una decisión premeditada políticamente

Cuando algunos se aferran a la idea de que la política no es relevante en su vida, están, en el fondo, negando una parte esencial de su propia existencia. Como seres políticos y racionales, nuestra participación en la vida pública es no solo necesaria, sino inevitable. Querer escapar de la política es como querer escapar de la propia sombra: por más que lo intentes, siempre estará ahí, reflejando quién eres y cómo te relacionas con el mundo.

Es por eso que resulta un tanto irónico que, en la actualidad, muchos de los que desprecian la política como un mal necesario, hoy no solo se encuentran marchando por las calles, sino que también invitan a la gente a participar y a ‘’despertar’’ su consciencia para que se sumen a la batalla emprendida para defender un status quo que hace no mucho consideraban ajeno a su contexto. La realidad les ha demostrado que la política no solo les afecta, sino que también define las reglas del juego en el que, quieran o no, están obligados a participar.

La reforma al PJF ha dejado claro que la política no es una cuestión de elección, sino de necesidad. Nadie puede darse el lujo de ignorarla, y es aquí donde se vuelve necesario recordarles a esos nuevos activistas que hoy se citan en algunas avenidas de la ciudad, que el verdadero compromiso político no surge solo cuando las circunstancias amenazan nuestro confort, y que la política seguirá existiendo aun y cuando regresen a sus casas o concluyan sus movilizaciones, la política y la democracia son un campo de batalla constante, en el que todos debemos participar con responsabilidad y consciencia, no solo cuando se ve amenazado nuestro bienestar inmediato.

Hoy más que nunca, debemos reconocer que la política está en todas partes: en nuestras profesiones, en nuestras relaciones y en cada aspecto de nuestras vidas. Negar esto es negar nuestra propia naturaleza como seres sociales y racionales. La política es el medio a través del cual construimos el mundo en el que vivimos, y es nuestra responsabilidad participar activamente en su configuración.

Al final del día, la realidad política nos alcanza a todos, y nuestra participación en la vida pública es esencial para garantizar que el país en el que vivimos refleje nuestros valores y aspiraciones. Pretender lo contrario es tan absurdo como pretender que podemos vivir sin respirar. La política no solo es inevitable, es indispensable, y cuanto antes lo comprendamos, mejor preparados estaremos para enfrentar los desafíos que nos depara el futuro.

Continuar Leyendo
Click to comment

Leave a Reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

CULTURA

Creatividad en el limbo: La propiedad intelectual en la era de la inteligencia artificial

Publicado

el

– Conciencia en el Arte, por Luis Ignacio Arias

La creación de obras mediante el uso de IA plantea un debate sobre si el usuario es el dueño absoluto de ellas, lo que le da derecho a registrarlas como propiedad intelectual y, por lo tanto, a monetizar de forma exclusiva.

En México, la respuesta es no: la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que ninguna obra realizada mediante el uso de una IA será registrada ante el Instituto Nacional del Derecho de Autor (INDAUTOR), por lo que ninguna persona puede gozar de la exclusividad de las obras creadas con IA, lo que las convierte en productos de dominio público.

Para algunos no hay debate; es claro que, si algo fue hecho mediante inteligencia artificial, no puede ser registrado por un individuo como algo de su creación. La Suprema Corte argumentó su decisión de la siguiente forma: “El derecho de autor es un derecho humano exclusivo de las personas físicas” y “un derecho humano vinculado a la creatividad exclusivamente humana”, entre otras razones.

Aun así, hay espacio para el debate: un usuario utilizó varias fotos suyas para realizar una imagen mediante el uso de una IA INDAUTOR le negó el registro; el usuario argumenta que, al tratarse de fotos suyas, debería poder registrar la obra como su propiedad, ya que la IA no creó las imágenes, solo les dio un tratamiento indicado por el usuario, es decir, su idea ejecutada por la IA.

Tanto la idea como las imágenes son resultado de la creatividad del usuario, pero quedan invalidadas al utilizar una IA como herramienta para complementar su trabajo.

Siguiendo esa línea, la letra y música de una canción generadas con IA, pero utilizando la voz del usuario, ¿no tienen derecho a ser registradas? En tal caso, el usuario podría argumentar que, al tratarse de su voz, debería tener derecho a registrar la canción como su propiedad, aunque la letra y la música no sean hechas por él; no estaría usurpando la obra de otra persona, por lo que debería tener el derecho de registrarla.

La irrupción de las IA en el arte, como en la vida, presenta nuevas áreas, métodos y formas de entender la creación artística. Aunque este tema no se trata de arte, sino de autoría y derechos de explotación, la Suprema Corte hace énfasis en el concepto de humanidad y creatividad.

El Cuadro blanco sobre fondo blanco, del pintor Kazimir Malévich, es un lienzo blanco con un cuadrado blanco ligeramente inclinado; el 4′33″ de John Cage es una pieza musical donde el intérprete se sienta frente al público y no toca ni una sola nota durante exactamente 4 minutos y 33 segundos; Marcel Duchamp tomó un urinario de porcelana, lo colocó invertido, lo firmó y lo presentó a una exposición en Nueva York.

Estos tres casos son reconocidos en la historia del arte por la creatividad de los autores para representar conceptos: el silencio, tanto visual como interpretado, y, en el caso de Duchamp, la idea de que al arte no lo define la habilidad técnica ni la belleza, sino el acto de designar un objeto como artístico. Tomando esto como ejemplo, la creatividad está presente en la forma en que el usuario imagina y utiliza la IA para plasmar su idea, no en la ejecución.

INDAUTOR no juzga el valor artístico; su función es brindar seguridad jurídica al autor intelectual de un producto visual, musical, literario, etc. Cuando una persona física, mediante el uso de una IA, plasma una idea, está usando su creatividad; es un producto original con un tratamiento artificial.

A pesar del fallo de la Suprema Corte, el tema está lejos de finalizar. Si una obra tiene algún elemento generado por IA—un color, una letra, un sombreado, un sonido—¿debe quedar invalidada para ser registrada o, al tratarse de un elemento mínimo, no afecta la valoración de la obra como producto de la creatividad humana? ¿Cuál sería entonces el porcentaje permitido para usar una IA?

El uso de programas de edición, tanto para imagen como para música, no es similar en esencia al uso de la IA Auto-Tune corrige o modifica la afinación de la voz en tiempo real; sirve tanto para arreglar errores de afinación como para transformar la voz en un instrumento creativo, dependiendo de la intención del productor o cantante. Es una modificación artificial sobre la voz del cantante, pero no se le juzga de la misma forma que a la creación con IA

En conclusión, la irrupción de la inteligencia artificial en la creación de obras plantea un desafío sin precedentes para el derecho de autor, al poner en tensión la autoría humana y la intervención tecnológica. Si bien la Suprema Corte de Justicia de la Nación establece que solo las personas físicas pueden ser titulares de derechos de autor, la creatividad del usuario sigue siendo esencial en la concepción y dirección de las obras generadas con IA

Así, aunque la ejecución pueda ser asistida por medios artificiales, la intención, la idea y la visión del creador continúan siendo el núcleo de la autoría, dejando abierta la necesidad de seguir debatiendo los límites y criterios de protección en este nuevo escenario artístico y legal.

Nota: El párrafo final fue generado con asistencia de inteligencia artificial.

 

Continuar Leyendo

JALISCO

Espejismos presidenciales y circo legislativo

Publicado

el

– Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez

En circunstancias diferentes el informe de la presidente debiera arrojar luces más de lo que se avecina que de lo pasado. Los informes presidenciales fueron, en momentos de euforia post revolucionaria, verdaderas “fiestas” donde el presidente en turno era el bebé del bautizo, la novia de la boda y el muerto del funeral.

El triunfalismo presidencial era una manera de ensalzar el ego, de por sí inflado, del mandatario en turno, al que le quemaban incienso los lamebotas de su partido, los beneficiados con obras y servicios, algunos sectores de la prensa y no pocos de la oposición.

Eran los días de los “grandes logros” que los presidentes creaban. No les importaba maquillar cifras y magnificar minucias. Cumplir con su obligación; desempeñar su responsabilidad se convirtió en una ceremonia de auto lisonjas, de “espejito, espejito”, con selectos aplaudidores invitados del partido en el poder y representantes sociales.

La farsa de cada informe fue desenmascarada por la realidad. Los periodistas que se atrevieron a cuestionar los miles de “logros” fueron desestimados (ni los oigo ni los veo, dijo una vez Salinas); fueron también perseguidos, amenazados, algunos muertos o desaparecidos.

El origen de los informes presidenciales, dicen fue una legítima reclamación de ciudadanos para conocer en qué se emplean los recursos económicos, principalmente, pero se tergiversó su fin para convertirse en “el día del presidente”.

¿Qué se espera del informe de la presidente Claudia Sheinbaum? Lo que escasamente se ha dicho en todos y cada uno de los informes: datos verdaderos, sin triunfalismos. Que reflejen “la realidad real” y no la felicísima de quienes detentan el poder y tienen su propio cristal para mirarla y hacernos creer que es la única y verdadera.

Como lo más probable es que siga la tradición de tener un país visto desde el olimpo y otro desde los arrabales, el informe de la presidente solo servirá para tratar de leer entre líneas lo que acontece y muy poco para entender lo que nos depara el próximo destino, hasta el año entrante.

Mientras tanto, sigue el chismorreo sobre el zafarrancho en el Senado. A los mexicanos poco nos asustan esas “caídas” del pancracio político. Las cachetadas guajoloteras de Alito a Fernández Noroña y asociados solo constatan lo que ya se sabía: que los legisladores, de las dos cámaras, siguen en su empecinamiento de echar a perder al país.

Ya con leyes que desmantelan al país, ya con dimes y diretes de la más baja estofa que muestran a los “representontos” de un país de ítems. El nivel de los senadores implicados en el mitote de los aventones es el que desde hace unos años se ha manifestado en la cámara alta y no pocas veces en la baja.

A Gerardo Fernández Noroña le cayó “como anillo al dedo” este distractor. Para hacerse la víctima y capotear la tormentosa andanada de informaciones sobre su súbito e inexplicable enriquecimiento que le permite, ostentosamente, sin recato y menos escrúpulos, pasear en clase VIP en aviones a Europa y tener una finca de valuada en 12 millones de pesos que, para un potentado o próspero empresario es poco, pero mucho para el pobretón que siempre dijo ser.

No para este individuo que, cuando era oposición, vociferaba, gritaba y condenaba a los políticos enriquecidos gracias a los “bisnes” y “lana” que les llegan merced a sus puestos gubernamentales.

Sobran videos de esa pose de Noroña quien, cínicamente, dice que “tiene derecho” a los lujos, a los excesos que antes condenó. Ni sus compañeros de partido lo soportan. Tienen que defenderlo porque van todos en el mismo paquete.

Incluso la presidente se atrevió a comentar a su favor y llamar “porros” a los involucrados en el zafarrancho. En automático, la oposición sacó fotos, videos e informaciones sobre los “otros porros” de la UNAM, muchos de los cuales hoy gobiernan a este país.

Mientras tanto, el defensor de la virginidad del Senado, Ricardo Monreal, con el “Jesús en la boca” y casi invocando al “ave María” salió dándose golpes de pecho a lamentar que las cachetadas guajoloteras, aventones e insultos “le dieron la vuelta al mundo”, infiriendo que hay una vergüenza entre los senadores por el escándalo, más no por su pobre desempeño y baja productividad. Eso sí, es una vergüenza, pero como no hay gritos ni sombrerazos, logran eludirla con gran desfachatez.

Acá en Jalisco no hay novedad en el frente: las lluvias siguen inundando a la ciudad; el transporte público sigue hundido —el privado y el público— y solo hay ocurrencias de contraflujos, sin que se adviertan medidas de fondo. Los gobernantes rezan para que ya pase el temporal y que el aguante de los usuarios del transporte siga sin protesta alguna.

Al gobernador Lemus le dieron su lección de aritmética: “primero es el cuatro que el cinco”, en alusión al retraso que sufre la línea 4 del Tren Ligero. El 5 es el transporte que tiene preocupado al gobernador por el “qué dirán” los cientos de miles de turistas futboleros que se apostarán en estos lares por el Mundial de Futbol. Un 5 protestado, rechazado y muy criticado, por cierto.

Continuar Leyendo

NACIONALES

Llave al cuello

Publicado

el

– Opinión, por Miguel Anaya

El Senado de la República nació para ser la cámara de la reflexión, el contrapeso, el espacio donde las decisiones se piensan dos veces antes de convertirse en ley. Desde su inicio en el siglo XIX, su existencia buscaba equilibrar al país: la Cámara de Diputados representaría la voz inmediata del pueblo y el Senado, con sus 128 integrantes, encarnaría la visión de más alto nivel de cada estado. En teoría, es la tribuna donde la política alcanza su forma más elevada.

La semana pasada, en lugar de argumentos, lo que retumbó fueron los gritos, acompañados de empujones y amenazas de riña dignas de vecindario enardecido. Lo que debía ser la cúspide del debate nacional se convirtió en un espectáculo más cercano a la arena de lucha libre que al foro legislativo más importante del país.

Conviene recordarlo: la tribuna del Senado no es un micrófono más. Es el escenario que, en teoría, proyecta al mundo la madurez política de México. Allí se han discutido tratados internacionales y reformas constitucionales que marcan generaciones. Y, sin embargo, lo que se ofreció al país no fue altura de miras, sino un espectáculo de pasiones mal encauzadas, una demostración de que, cuando falta el argumento, la violencia sale a flote.

Algunos dirán que la violencia parlamentaria es casi folclórica. En Italia se han lanzado sillas, en Corea martillos, en Taiwán agua y puños. La diferencia es que allá los incidentes son excepción; aquí amenazan con convertirse en método alterno de debate. Al paso que vamos, quizá convenga incluir guantes de box en el reglamento interno.

Lo ocurrido no es simple anécdota, sino síntoma. La violencia desde la tribuna envía un mensaje devastador: si en la Cámara alta se puede insultar y agredir, ¿qué freno queda para la sociedad? El Senado debería marcar la pauta de la civilidad, no reflejar lo peor del enojo social. La tribuna debería ser espejo de lo que aspiramos a ser, no caricatura de lo que tememos convertirnos.

Una máxima, atribuida a distintos autores, menciona que “la violencia comienza cuando la palabra se agota.” En México, la palabra parece agotarse antes incluso de ser pronunciada. Otra frase importante, acuñada por Carlos Castillo Peraza dice: “La política no es una lucha de ángeles contra demonios, sino que debe partir del fundamento de que nuestro adversario político es un ser humano.” Ambas enseñanzas se han olvidado en el legislativo.

Lo más preocupante no es la escena del zafarrancho, sino lo que significa: que en el recinto diseñado para contener pasiones se desbordan las más bajas. Que en la cámara que debía representar la inteligencia del Estado se normaliza la torpeza del insulto. Y que, en la tribuna donde deberían hablar las mejores voces de la nación, se escuchan ecos de cantina.

El Senado no merece ser burla internacional. Mucho menos lo merece el país que lo sostiene. La dignidad de esa Cámara no depende de los mármoles que la adornan, sino de la altura de quienes la ocupan. Y si los legisladores no alcanzan el nivel que la historia les exige, quizá haya que recordarles que la tribuna no les pertenece: pertenece a los ciudadanos que todavía, ingenuos, tercos o soñadores, confían en que la democracia se discutirá con ideas, no con empujones.

En conclusión, lo que vimos en el Senado no es un accidente aislado, sino el retrato incómodo de una clase política que confunde el poder con la prepotencia (¡qué raro!) y la representación con la bravuconería. La patria necesita llaves que abran el diálogo, no llaves al cuello.

Continuar Leyendo

Copyright © 2020 Conciencia Pública // Este sitio web utiliza cookies para personalizar el contenido y los anuncios, para proporcionar funciones de redes sociales y para analizar nuestro tráfico. También compartimos información sobre el uso que usted hace de nuestro sitio con nuestros socios de redes sociales, publicidad y análisis, que pueden combinarla con otra información que usted les haya proporcionado o que hayan recopilado de su uso de sus servicios. Usted acepta nuestras cookies si continúa utilizando nuestro sitio web.