OPINIÓN
Ataques sistemáticos contra instituciones: Los mensajes de odio en la democracia de internet

Educación, por Isabel Venegas //
Resulta interesante la forma en que se está tejiendo una red de lucha en contra de los mensajes de odio, mensajes que además nutren a una industria muy rentable. El negocio de hacer enojar a las personas o de sacar lo peor de ellas aprovechándose de una serie de componentes como la ignorancia, los momentos de crisis y angustia, el poder de convocatoria, etc. van generando un malestar del que es muy difícil luego identificar el origen y contener su difusión.
Y es que pareciera que en un sentido de empoderamiento equivocado, la misión del buen ciudadano es opinar, pero no solo expresando un punto de vista, sino haciendo la labor de educar al ignorante, al menos-válido y para ello no importa que se emitan ofensas, que se lastime o que se vulnere la dignidad del otro, la verdad lo merece; más allá de la pasión que cada tema implica, yo encuentro una correlación en dos ámbitos: el primero se refiere a la temática y el segundo al medio.
Curiosamente la temática que hoy se aborda con mucha animadversión en las redes gira principalmente en torno a las instituciones, es decir, hace referencia a los partidos, la educación, las religiones y la familia.
Las publicaciones suelen juzgar el sistema entero, emiten comentarios que se orientan a la totalidad ¡Todos los partidos políticos son una porquería! O en el caso de las religiones, ¡Todos los cristianos son unos ignorantes! Incluso en el caso de movimientos que, si bien no conforman una institución en el sentido del registro como tal, sí son un constructo social sólido y evolucionado: ¡Las feministas son unas locas!
Cualquier frase lanzada inocentemente en una red como twitter aderezada tal vez con un controversial meme, puede ser todo un evento que mueve los más profundos sentimientos y nos tiene ahí, como zonzos, queriendo contestar, defender, convencer de que no es así; una inmadurez en la inteligencia emocional colectiva que no nos permite identificar cuando se está hablando con una persona, con un boot o cuando ni siquiera vale la pena hablar. La situación de estar detrás de una pantalla permite que las respuestas vayan aumentando tanto en el tono como en el número de participaciones y reacciones, mecanismo que tiene su crítica aparte y que ya lleva rato puesto sobre la mesa: ¿El número de likes que observas en una publicación puede determinar el valor respecto al contenido o al emisor?
Las publicaciones de este tipo se vuelven virales muy fácilmente y por lo tanto establecen un vínculo estrecho con la mercadotecnia. La velada participación de empresas a las que les conviene este tipo de estrategias no necesita mucha investigación, pero más allá de que sean patrocinados, artificiosos o naturales, los mensajes de odio están ahí, nacen, crecen, se multiplican… pero no se mueren, se quedan en la red sin que la mayoría sean borrados, intervenidos o replanteados desde una óptica más sobria.
Eso es por el lado del contenido, pero también está el medio implicado. Plataformas como la de twitter nacieron precisamente como una reacción en contra de las instituciones; lugar donde no hay reglas, sin límites, permitiendo la libre expresión y participación de todos los miembros, y constituyendo con esa misma figura una crítica a los organismos cuya personalidad sí obliga a la definición de reglas, normas y leyes, y en la que prevalece la identificación de cada individuo para su membresía.
Ese escenario choca con el de la realidad y sus limitaciones funcionales. La religión, por ejemplo presupone la libre participación de sus miembros; a pesar de la carga estructural que significan las herencias y la cultura, siempre se está en posibilidades de tener una participación más menos activa, incluso de exentarse del grupo en tanto que integrarse a otro implica la manifestación expresa de ese deseo. La movilización de la espiritualidad, interiorización muy personal e individualista, se bidirecciona hacia el exterior; una relación que pone en contacto la interioridad con una fraternidad, y en la que obligatoriamente se establecen reglas, objetivos y misiones con las cuales se manifiesta la coherencia entre esa reflexión personal y la mirada colectiva.
Cierto es que muchas de esas estructuras se van volviendo cada vez más rígidas, que dan menos posibilidad a sus miembros de mantener una participación congruente al espíritu con el que nació. Otro ejemplo pueden ser los partidos políticos, organizaciones que no se relacionan con el terreno espiritual, que son más estratégicas y materiales, en cuya génesis se encuentran necesidades y representaciones a grupos que no participan tanto de la vida política pero que requieren de ser tomados en cuenta al momento de construir más leyes, recursos o programas de gobierno. Esos grupos políticos son fácilmente atacados con mensajes de odio, e identificarse con alguno de ellos va a requerir de un blindaje emocional que muchas veces raya en ignorar todo lo que se diga alrededor “yo ya no pongo atención a las redes sociales, nada más dicen cosas ofensivas, que lastiman, ni me conocen y aun así me ofenden”.
No es casual que el fenómeno de las candidaturas independientes haya tenido tal auge en las pasadas elecciones precisamente por no tener la figura institucional, aunque parece que ese es un gusto que dura poco porque si eres un líder social, buscas un grupo de amigos que te acompañe, establecen mecanismos de participación, metas, visión, misión, etc. Te puedes llamar candidato independiente, pero en cosa de tres minutos ya serás un “señor partido” o algo bastante parecido.
Internet está siendo evaluado desde una mirada juiciosa en la que no queda más remedio que regular. Ese rico espacio en el que parecía que podía instaurarse algo que si bien no terminábamos de entender mucho, nos encantaba ¡La Democracia!, ese ambiente artificioso donde la mitad son expresiones reales y la otra mitad son boots, algoritmos diseñados para contestar de manera automatizada a ciertos comentarios o a temáticas específicas.
Alguien decía que ahora ya todos somos reporteros con tener un celular en la mano y una cuenta de red social, sin embargo, quienes son reporteros de profesión saben que no se puede sacar una nota sin haber verificado la fuente, que deben cotejar las referencias y triangular los datos para no caer en contradicciones cuando la nota se publique; que además deben considerar que un evento no se analiza con un video de dos minutos y que el contexto lleva implicaciones complejas; pues así, con ese deleite por ignorar las reglas, nos hemos tomado el cuento de que somos políticos, ecónomos, reporteros y analistas de religión.
No se trata de denostar la personalidad de la ciudadanía participativa que se involucra en la mayoría de los temas porque no le son ajenos, le implican de cierto modo; sin embargo, en el mundo real la censura, la reglamentación y las normas son impuestas y operadas por personas, en internet son algoritmos los que deben identificar una palabra grosera, mensajes racistas o expresiones de categoría violenta para suspender la cuenta, sin analizar el sentido del mensaje, dejando pasar otros más graves o sin permitir un momento de reflexión para quien lo emitió. Estamos perdiendo el terreno en donde sólo los seres humanos teníamos jurisdicción: el de la comunicación.
En este partido de futbol nos estamos metiendo un autogol, nosotros mismos somos los que estamos derribando un instrumento de participación ciudadana muy rico, por no respetar las leyes que vivimos en la cotidianidad cuando nos mudamos al ámbito virtual; algunas redes ya están trabajando en la evaluación de sus modos y medios de control, porque te recuerdo que todas tienen dueño, todas tienen intereses, y muchas de ellas ya saben cuál es su fecha de caducidad.
Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar
E-mail: isa venegas@hotmail.com
Beisbol
Edwin Díaz se despide como un grande: Charros arrasa a los Dorados y enciende la pasión en el Panamericano

Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //
Los Charros de Jalisco han encontrado su ritmo en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB) y lo demostraron con una contundente barrida ante los Dorados de Chihuahua en el Estadio Panamericano. Bajo la batuta de Benjamín Gil, “El Matador”, el equipo ha transformado su estilo de juego, convirtiéndose en una máquina de espectáculo que combina velocidad, estrategia y garra. Esta serie no solo marcó un punto de inflexión en la temporada, sino que también hizo vibrar a la afición jalisciense, que se rindió ante la entrega de sus caporales.
El fin de semana fue un despliegue de emociones. Charros, que venía de menos a más, consolidó su ascenso con una actuación histórica. Hace apenas unas semanas, el equipo rompió récords al robar 12 bases en un solo juego, superando la marca centenaria de 9 hurtos y demostrando que la velocidad es su nueva carta fuerte. Este ímpetu se trasladó al enfrentamiento contra Chihuahua, donde los albiazules no solo ganaron, sino que humillaron a sus rivales con un juego vibrante y una remontada épica que quedará grabada en la memoria de los aficionados.
El segundo juego de la serie, el sábado por la noche en Zapopan, fue el clímax de la hazaña. Con un marcador adverso de 0-6, los Charros se negaron a rendirse. La afición, al borde de sus asientos, fue testigo de una remontada electrizante que culminó en la novena entrada. Fue entonces cuando el puertorriqueño Edwin Díaz, en su despedida de la temporada con Jalisco tras ser convocado por los Astros de Houston, conectó un batazo decisivo para dejar en el terreno a los Dorados con un apretado 11-10. El hit no solo aseguró la serie, sino que selló una noche mágica para Díaz, quien se fue de 3-3, con dos remolcadas, dos anotadas y un par de bases por bolas, despidiéndose como héroe.
La barrida a Chihuahua no fue solo un triunfo deportivo, sino una declaración de intenciones. Bajo el liderazgo de Gil, los Charros están redefiniendo su identidad: un equipo que combina talento joven, como el de Díaz, con una estrategia agresiva que pone en jaque a cualquier rival. La afición, entregada, respondió con un rugido que retumbó en el Panamericano, recordándonos por qué el beisbol es el deporte rey en Jalisco. Este equipo, que apenas comienza a escribir su historia en la temporada, ya nos hace soñar con la gloria en la LMB.
Mientras Edwin Díaz se prepara para brillar en las Grandes Ligas, los Charros de Jalisco se consolidan como un contendiente serio. La barrida a Dorados es un aviso: este equipo no solo juega, sino que enamora, pelea y, sobre todo, gana. Que siga el espectáculo, porque en Zapopan la pelota está más viva que nunca.
CHARROS LLEGA A MEDIA TABLA
Los Charros están encendiendo la pasión en la Liga Mexicana de Beisbol (LMB), consolidándose como un equipo que, de menos a más, ha encontrado su ritmo bajo la dirección de Benjamín Gil, “El Matador”. Este lunes, los albiazules amanecen en el quinto lugar de la Zona Norte con un récord de 14 victorias y 13 derrotas, a solo 4.5 juegos del líder Sultanes de Monterrey (18-8). Con Acereros (15-11), Tecos (14-11) y Toros (15-12) por encima, los jaliscienses han superado a Algodoneros, posicionándose en la pelea por un codiciado boleto a los playoffs.
El ascenso de Charros no ha sido casual. Los ajustes estratégicos de Gil y la directiva, especialmente en el cuerpo de pitcheo, han dado frutos, transformando a un equipo que ahora combina garra ofensiva con una defensa más sólida. Sin embargo, el pitcheo sigue siendo el talón de Aquiles de los caporales. Tanto los lanzadores inicialistas como el relevo han mostrado altibajos, y la afición espera que las recientes modificaciones permitan al equipo mantener el impulso en esta etapa crucial de la temporada.
La próxima semana será una prueba de fuego en el Estadio Panamericano, cuando Charros reciba a los Sultanes de Monterrey, líderes indiscutibles de la Zona Norte. Este enfrentamiento pondrá a prueba la capacidad de los lanzadores jaliscienses para contener a una ofensiva poderosa que ha dominado la liga. La serie no solo es una oportunidad para medir el progreso de los Charros, sino también para enviar un mensaje claro: los albiazules están listos para competir con los gigantes de la LMB.
La afición, siempre fiel, espera que el Panamericano se convierta en un fortín donde los Charros demuestren que su ascenso no es pasajero. Con el liderazgo de Gil y el apoyo de Zapopan, el equipo tiene todo para dar la sorpresa y acercarse aún más a la postemporada. Que retumbe el estadio, porque los Charros están decididos a seguir escalando en el “deporte rey”.
JALISCO
Revictimización en tiempo real: El asesinato de Valeria Márquez y la simulación de la justicia digital

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Un disparo, dos palabras y una pantalla en negro. “¿Tú eres Valeria?”, preguntó el asesino. “Sí”, respondió ella. Luego vino el silencio digital, pero también el estruendo mediático. Así murió Valeria Márquez, influencer de 23 años, frente a miles de espectadores en TikTok. No fue una muerte íntima, ni siquiera clandestina. Fue una ejecución pública, transmitida en tiempo real desde su salón de belleza, con la fría lógica de un espectáculo contemporáneo: la violencia como contenido, el crimen como clip, el morbo como algoritmo.
Lo que siguió fue el guion ya conocido de la tragedia mexicana: un fiscal que promete “indagar”, sospechosas públicas sin pruebas, “amigas” que se convierten en tendencia y un video que se replica sin cesar, sin ética, sin ley. Las redes sociales convirtieron el asesinato en un trending topic. Mientras la Fiscalía de Jalisco, en voz de Salvador González, declaraba que “se están haciendo entrevistas”, la opinión pública ya tenía culpables, móviles y teorías. La justicia, como siempre, llegó tarde. Y sin dientes.
Este no es un caso aislado. Es el reflejo de una constante nacional: la combinación letal entre violencia de género, impunidad institucional y exposición digital. Valeria no solo fue asesinada. Fue revictimizada. Su muerte fue reproducida, analizada, editada y compartida como si se tratara de un episodio más en la serie criminal que es la realidad cotidiana de este país.
UNA LEY DE NOMBRE BONITO Y APLICACIÓN NULA
¿Dónde está la Ley Ingrid? Esa que, tras el brutal feminicidio de Ingrid Escamilla, prometía castigar con cárcel a quien difundiera imágenes o videos violentos de mujeres asesinadas. Esa que fue aplaudida en tribuna y aplaudida por funcionarios que hoy guardan silencio. Esa que, en los hechos, no existe en la mayoría de los estados. Jalisco, por ejemplo, no la ha implementado en su Código Penal. ¿Qué clase de Estado crea leyes simbólicas que no puede o no quiere aplicar?
En teoría, la Ley Ingrid sanciona la difusión de imágenes o videos violentos. Pero hay dos condiciones que la vuelven inútil en casos como el de Valeria: uno, que el material provenga de servidores públicos, y dos, que el estado en cuestión haya armonizado su legislación local. Nada de eso ocurrió aquí. El video se generó desde su propia cuenta de TikTok. Y Jalisco, aunque presentó una iniciativa en 2021, no ha aprobado nada.
La abogada feminista Leslie Jiménez lo resume con claridad en una entrevista al portal lacaderadeeva.com: “No hay un delito que se tenga que investigar porque no está en el Código Penal de Jalisco”. Así de simple. La justicia depende del código postal.
DE LA INDIGNACIÓN AL ESPECTÁCULO
No deja de ser cínico que mientras el crimen organizado ejecuta a mujeres jóvenes con la misma facilidad con que comparte “narcocorridos” en plataformas digitales, la sociedad mexicana —esa masa morbosamente conectada— consuma los asesinatos como parte de su dieta diaria de entretenimiento. Lo vimos con Ingrid Escamilla. Lo vivimos hoy con Valeria Márquez.
En redes sociales, el dolor se convierte en carne de cañón para influencers, páginas de “noticias” y tuiteros de ocasión. El asesinato es apenas el pretexto para subir seguidores, comentarios, monetización. No se busca justicia, sino visibilidad. No se exige un Estado funcional, sino una teoría que entretenga.
Y mientras tanto, las autoridades fingen que trabajan. Se limitan a pedir “respeto”, a prometer “líneas de investigación abiertas” y a deslindarse de la viralización del contenido. Pero ¿dónde están las órdenes para eliminar esos videos? ¿Dónde están las sanciones a medios que revictimizaron a Valeria? ¿Dónde está la famosa Comisión Calificadora de Publicaciones de la Secretaría de Gobernación?
Según información oficial, entre noviembre de 2023 y noviembre de 2024 no se ha iniciado ni una sola carpeta de investigación bajo la Ley Ingrid. Ni una. El mensaje es claro: el feminicidio sí se puede viralizar, no pasa nada. La ley existe solo en el boletín de prensa.
Por supuesto, las redes sociales tienen responsabilidad. TikTok, Facebook, X (antes Twitter), Instagram: todas han permitido la reproducción del video del asesinato de Valeria. Algoritmos que no detectan violencia explícita, sistemas de denuncia ineficaces y políticas ambiguas permiten que estos contenidos circulen impunemente.
Estas plataformas son empresas privadas con poder global, pero en México operan como si no tuvieran obligación alguna con los derechos humanos. No hay transparencia, no hay auditorías, no hay sanciones. Tampoco hay voluntad política para regularlas con eficacia. Ni el IFT ni la Segob ni el Congreso se atreven a tocarlas. La censura preocupa más que la impunidad.
El asesinato de Valeria Márquez nos recuerda que en México el cuerpo de las mujeres es territorio de conquista: física, simbólica, económica. Se les asesina y luego se les monetiza. La violencia no termina con el disparo: continúa en el clic, en la réplica, en el consumo.
Mientras los fiscales y legisladores siguen discutiendo competencias, las mujeres siguen cayendo. Y cuando una de ellas tiene cámara, seguidores y estética propia, el crimen adquiere rating. La línea entre la denuncia y el espectáculo se vuelve tan delgada como la ética de quienes lucran con el dolor ajeno.
En la historia de este país, pocas veces se ha hecho justicia a las víctimas de feminicidio. Y en el entorno digital, la impunidad se duplica. No basta con sancionar al asesino: hay que frenar el sistema que reproduce la violencia con cada reproducción, con cada compartido.
Lo que sigue, si todo permanece como hasta ahora, es la repetición. Otra mujer será asesinada. Otro video se hará viral. Otra ley será redactada, aprobada y engavetada. Y la opinión pública, adicta al horror, pedirá justicia con un tuit mientras comparte el video que alimenta al mismo monstruo que dice combatir.
Valeria Márquez no fue sólo víctima de un feminicidio. Fue víctima de una cultura que ha normalizado la muerte de mujeres como si fuera parte del espectáculo. Su caso es espejo y síntoma: de un Estado ineficaz, de una sociedad desensibilizada, de una justicia que no actúa y de una tecnología que reproduce violencia sin freno.
Y mientras no cambiemos ese ecosistema, no habrá ley —ni Ingrid ni ninguna— que nos salve. Porque las leyes sin voluntad, sin sistema judicial funcional y sin ética pública son sólo tinta muerta. Como tantas otras promesas rotas en este país donde morir mujer, y en vivo, sigue siendo una noticia que nadie quiere atender… salvo para verla repetida una y otra vez.
En X @DEPACHECOS
NACIONALES
Proteger la marca, una necesidad legal para evitar pérdidas en México: IMPI, el aliado de la defensa de la propiedad industrial

Opinión, por Alejandro Verduzco Mendoza //
En México, un error frecuente en materia de propiedad industrial es asumir que una marca pertenece a una persona, familia o empresa solo por haberla usado históricamente.
Esta creencia se derrumba cuando alguien, ajeno o no, registra legalmente la marca ante el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), desencadenando conflictos legales, comerciales y financieros que pueden devastar a los supuestos propietarios. Desde disputas por nombres de negocios hasta pérdidas millonarias, la falta de registro formal es una trampa común que el IMPI busca prevenir.
La protección de la propiedad industrial en México tiene raíces en la Ley de Invenciones y Marcas de 1976, un primer paso en un contexto de economía cerrada. Con el auge del comercio, la publicidad y la globalización, la Ley de Fomento y Protección de la Propiedad Industrial de 1991 amplió las garantías para marcas, adaptándose a un mercado competitivo. En 1994, esta ley se transformó en la Ley de la Propiedad Industrial (LPI), coincidiendo con la creación del IMPI en 1993 como organismo autónomo, encargado de administrar y proteger los derechos de propiedad industrial.
En junio de 2020, el Diario Oficial de la Federación (DOF) publicó la Ley Federal de Protección a la Propiedad Industrial (LFPPI), que derogó la LPI. Esta nueva legislación promueve una cultura de ética, legalidad y transparencia, fortaleciendo la protección de marcas, avisos comerciales y nombres comerciales, conocidos como signos distintivos. Su objetivo es fomentar la innovación, la competitividad y el respeto a los derechos de propiedad industrial en un entorno globalizado.
¿QUÉ SON LOS SIGNOS DISTINTIVOS?
El IMPI, aliado clave en la defensa de la propiedad industrial, junto con la Secretaría de Economía, define los signos distintivos como herramientas esenciales para diferenciar productos y servicios en el mercado. Protegerlos garantiza su uso exclusivo y evita conflictos legales. Los principales conceptos son:
- Marca: Un signo visible (logotipo, nombre o diseño) que identifica un producto o servicio, como el nombre de una empresa o un emblema distintivo.
- Marca colectiva: Usada por asociaciones o sociedades para distinguir los productos de sus miembros, regulada por normas internas.
- Aviso comercial: Un eslogan o frase breve que promociona un negocio o producto, como “Just Do It” de Nike.
- Nombre comercial: El nombre que identifica a una empresa o establecimiento, como “Coca-Cola”.
- Denominación de origen: Vincula un producto a una región geográfica, como el tequila de Jalisco, destacando su calidad única.
LA IMPORTANCIA DE REGISTRAR TU MARCA
Registrar una marca ante el IMPI no es un trámite opcional, sino una necesidad estratégica. Sin un título de propiedad industrial, los empresarios arriesgan su inversión en branding, ya que un tercero puede reclamar legalmente la marca, incluso por desconocimiento. Este proceso, aunque requiere tiempo y asesoría, protege activos intangibles que definen la identidad y el valor de un negocio. La LFPPI refuerza esta protección, pero su efectividad depende de que los emprendedores actúen con prontitud y conocimiento.
En un México de 2025, donde la competencia digital y global crece, el IMPI desempeña un papel crucial al ofrecer herramientas electrónicas, como la Cuenta PASE, para agilizar registros. Sin embargo, la educación sobre propiedad industrial sigue siendo un reto, especialmente para las pequeñas y medianas empresas. Proteger una marca es más que un trámite legal: es una inversión en el futuro de cualquier proyecto.
EL IMPI: GUARDIÁN DE LA PROPIEDAD INDUSTRIAL
El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) es un organismo público descentralizado con personalidad jurídica y patrimonio propio, encargado de administrar el sistema de propiedad intelectual e industrial en México. Su misión es proteger y promover el respeto a la propiedad industrial, impulsando la innovación, la competitividad y el desarrollo económico del país. Con un enfoque en buenas prácticas, el IMPI busca fomentar el bienestar a través de un marco legal que salvaguarde marcas, patentes y otros signos distintivos.
La visión del IMPI lo posiciona como una institución moderna y accesible, que aprovecha la tecnología para agilizar procesos y prioriza los derechos colectivos. Sus valores —honestidad, inclusión, equidad, ética y solidaridad— guían su labor de apoyar a emprendedores y empresas en un entorno globalizado. En 2025, el IMPI se consolida como un aliado estratégico para quienes buscan proteger sus activos intangibles, desde pequeños negocios hasta grandes corporaciones.
LA IMPORTANCIA DE INVESTIGAR ANTES DE INVERTIR
Para los mercadólogos, el primer paso antes de diseñar cualquier estrategia de branding o posicionamiento es verificar si la marca de un cliente está registrada ante el IMPI. Este trámite, lejos de ser un formalismo, es una medida crítica para proteger la inversión en un activo intangible. Una marca sin título de propiedad industrial no pertenece legalmente a quien la usa, sin importar cuánto tiempo lleve en el mercado. Esta realidad genera incertidumbre entre empresarios, quienes, al invertir en una marca no registrada, arriesgan perderla ante un tercero que la registre legalmente.
Como profesionales del marketing, es nuestra responsabilidad advertir a los clientes sobre este riesgo. En mi experiencia, al explicar que el presupuesto destinado a fortalecer una marca no registrada podría beneficiar a otro titular legal, la mayoría acepta registrar su signo distintivo.
Sin embargo, un pequeño porcentaje ignora esta recomendación, dejando su inversión a la deriva. En un mercado competitivo como el de 2025, donde el valor de una marca define el éxito de un negocio, protegerla ante el IMPI no es opcional: es una decisión estratégica que garantiza seguridad jurídica y confianza empresarial.
*Mtro. Alejandro Verduzco Mendoza
Mercadólogo y Analista Político
@averduzcom
-
Uncategorized6 años atrás
Precisa Arturo Zamora que no buscará dirigencia nacional del PRI
-
Beisbol5 años atrás
Taiwán marca camino al beisbol en tiempos del COVID-19: Reinicia partidos sin público
-
REPORTAJES6 años atrás
Pensiones VIP del Ipejal: Arnoldo Rubio Contreras, ejemplo del turbio, sucio e ilegal proceso de tabulación de pensiones
-
VIDEOS6 años atrás
Programas Integrales de Bienestar, desde Guadalajara, Jalisco
-
OPINIÓN5 años atrás
¡Ciudado con los extremistas! De las necedades de FRENA y otros males peligrosos
-
VIDEOS6 años atrás
Gira del presidente López Obrador por Jalisco: Apoyo a productores de leche en Encarnación de Díaz
-
VIDEOS6 años atrás
Video Columna «Metástasis»: Los escándalos del Ipejal
-
OPINIÓN4 años atrás
Amparo, la esperanza de las Escuelas de Tiempo Completo