OPINIÓN
OPINIÓN /// Guardia Nacional tendrá mando civil

Por Héctor Romero Fierro ///
El gran perdedor de los excelentes acuerdos logrados en el Senado por todas las fuerzas políticas ahí representadas para la creación del órgano responsable de la seguridad interior de nuestro país, fue sin lugar a dudas el presidente Manuel Andrés López Obrador MALO, ya que éste se desgastó innecesariamente al tratar de imponer, contra el deseo de organismos internacionales y nacionales, víctimas, académicos, y de muchos militares, un órgano completamente militarizado integrado por soldados y marinos, con mando y disciplina militar, inspirado, como muchas de sus acciones, en la Guardia Nacional Bolivariana de su amigo y financiador Nicolás Maduro de Venezuela.
Recordemos que primero se había atorado el proyecto en la Cámara de Diputados y con una muy buena negociación se logró aprobar convirtiendo ese proyecto militar en civil, de otra forma no habrían logrado los de Morena la votación necesaria para aprobarlo, situación que causó la furia del presidente, mismo que ordenó que su bancada en el Senado restableciera dos artículos transitorios básicos en el dictamen, en especial el cuarto que establecía que “de manera excepcional, en tanto la guardia nacional desarrolla su estructura, capacidades e implantación territorial, la Fuerza Armada permanente presentará su colaboración para la seguridad pública” lo que implicaba, para los especialistas en la materia, ahora sí, sacar de lleno al ejército a las calles a realizar actividad policiaca, ya que incluso se desaparecía a cualquier fuerza de policía federal.
Después de que el Senado realizó un inusitado ejercicio de Parlamento abierto, y ante la atónita mirada de los analistas y organizaciones internacionales y nacionales de derechos humanos, académicos y la odiada y ahora inexistente, para el presidente, “sociedad civil” y cuando se esperaba (y se intentó), un albazo legislativo, los senadores de Morena demostraron ser más inteligentes que el presidente Manuel Andrés, y entendiendo el sentir de la sociedad demostraron, que al menos en este caso, les interesó más el país que la sumisión ante su presidente y por ende lograron acuerdos que permitieron emitir un dictamen avalado por unanimidad, que fija las bases para la creación de un órgano totalmente civil, que tendrá un mando exclusivamente civil, además el presidente de la República podrá disponer, nótese, en forma limitada del apoyo de las Fuerzas Armadas por un periodo de cinco años para tareas de seguridad bajo parámetros de convencionalidad, es decir, “extraordinario, regulado, fiscalizado, subordinado y complementario” y deberá informar de sus actividades al Senado, por lo que sin dudas tendrá que regresar ordenadamente a soldados y marinos a sus tareas constitucionales.
Sus integrantes estarán sujetos a leyes y sanciones de naturaleza civil, y aunque habrá una coordinación operativa interinstitucional, su mando será enteramente, insisto, civil, y se fijan los parámetros básicos para la expedición de varias leyes, destacando la Ley del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Ley de la Guardia Nacional, Ley Nacional del Uso de la Fuerzas y Ley Nacional de Registro de Detenciones y se establece la obligación y necesidad de fortalecer a las policías estatales y municipales, compartiendo también sus costos.
Curioso que ante una abrumadora mayoría, tanto en el Senado como en la sociedad civil, los diputados de Morena aún pretendan, según lo manifestó su Coordinador, modificar lo aprobado en el Senado dando gusto a MALO. Incluso el Presidente ha señalado que no tiene impedimento de poner al mando un militar, pero en este caso, ese mando tendrá que pedir licencia en la milicia y quedará sujeto, a las leyes civiles, por lo que tendríamos a un civil, militar con licencia ahí.
Lo ideal y esperado por todos los mexicanos es que la Cámara de Diputados avale, sin cambios, el dictamen enviado por el Senado, una vez aprobado por mayoría calificada de los diputados, se envíe a los congresos estatales con la finalidad de que se obtenga la aprobación de al menos la mitad de ellos más uno. Logrado esto, podrá ser promulgada y publicada esta importante reforma constitucional. A partir de esa fecha correrán los plazos para la expedición de las leyes arriba señaladas, y lo ideal será que en su creación intervengan nuevamente las organizaciones civiles, académicos y conocedores de la materia; recordemos que los mandos de la Policía Federal tienen el conocimiento de la realidad del país por lo que es necesario aprovechar sus experiencias en el campo. |
La gran duda es si dicho organismo se dedicará a prevenir el delito y atacar a los cárteles de droga, ¿o ya damos por hecho que el presidente entregó la plaza a los cárteles que operan en nuestro país?, si usted analiza, MALO en sus mañaneras nunca refiere ninguna acción contra los narcotraficantes. Se utiliza toda la fuerza del Estado para perseguir opositores a sus deseos como fue el caso del Comisionado Presidente del Consejo Regulador de Energía, donde se involucró hasta la Unidad de Inteligencia Financiera UIF, pero nos preguntamos todos, ¿y la aplicación estricta de la ley contra los narcos, cuándo?
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
NACIONALES
Buscan cubrir a AMLO en actos de corrupción

– De Primera Mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín
UNA DE LAS evidencias de que el sistema político del México de nuestros días es parecido al PRI hegemónico de hace 50 años es el combate a la corrupción de acuerdo a intereses políticos del grupo en el poder, con una gran diferencia ahora: Los funcionarios de primer nivel son intocables.
No hubo un solo presidente de la república de aquel viejo PRI, que no impusiera su voluntad y enviara un mensaje a la clase política de que había un nuevo líder en Los Pinos. Las demostraciones incluían cárcel para figuras de alto nivel. Así, estuvieron tras las rejas el senador Jorge Díaz Serrano, director de PEMEX, con el presidente José López Portillo, varios gobernadores y hasta un hermano del presidente Carlos Salinas, Raúl.
A partir del año 2018, el hombre que tuvo como lema de campaña presidencial el ataque a la corrupción, Andrés Manuel López Obrador, en los hechos cubrió a los corruptos de primerísimo nivel.
Solo dos botones de muestra: Ignacio Ovalle Fernández, director de SEGALMEX, y Manuel Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad. Aplicó la máxima de Benito Juárez: “A los amigos, perdón y gracia; a los enemigos, la ley a secas”.
Entre los enemigos actuó contra Emilio Lozoya, director de PEMEX con el presidente Peña Nieto, acusado de haber recibido sobornos de una empresa petrolera del Brasil, pero al final del día su gobierno acordó y el acusado está en casa.
El cinismo de AMLO incluyó su admisión de la existencia de corrupción en Segalmex, cuyo desfalco rebasó los 15 mil millones de pesos, pero justificó a Ovalle diciendo que este último “había sido engañado por sus subalternos”.
Increíble lo anterior, sobre todo para quien, durante una “mañanera” del año 2019, aseguraba que no hay persona mejor informada que el presidente de la república y que si había corrupción entre los funcionarios, “era porque el jefe, el presidente, estaba enterado”.
En los días que vivimos, el caso del “huachicol fiscal” operado por altos mandos de la Marina Armada de México nos pone sobre la mesa la enorme probabilidad de que no solo el general secretario del ramo con López Obrador, sino también este último, pudieran haber sido enterados y haber permitido el enorme peculado.
Imposible no reparar en las declaraciones del titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, quien el pasado domingo declaró que Rafael Ojeda Durán, titular de la Marina en el sexenio obradorista, había denunciado “problemas” y que por ese motivo la Fiscalía General de la República se había adentrado en la investigación que hoy tiene por resultado la persecución de cuando menos 200 personas, entre militares, servidores públicos y empresarios.
Los hechos sobre tal ilícito empezaron a trascender a los altos mandos militares cuando Rubén Guerrero Alcántar, vicealmirante y exdirectivo de una aduana en Tamaulipas, redactó una carta que llegó a manos del general secretario Ojeda Durán, en la que señalaba directamente a Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, de encabezar una red de “huachicoleo fiscal”.
Los hermanos Farías, originarios de Guaymas, Sonora, son sobrinos de Ojeda Durán. Guerrero Alcántar fue asesinado el 8 de noviembre del 2024 en Manzanillo, Colima. El volcán de corrupción denunciado hizo erupción al descubrirse un buque con diez millones de litros de combustible introducido sin pagar impuestos en Tampico, Tamaulipas, el pasado mes de mayo, seguido de otros descubrimientos similares en Ensenada, Baja California, y el trascendido de que ese combustible había tocado la bahía de Guaymas en Sonora.
En sus declaraciones sobre el tema, Gertz Manero subrayó que cuando el general secretario Ojeda denunció “problemas en la Marina”, lo hizo en términos generales sin hacer referencia a sus sobrinos. A su lado, en esa conferencia de prensa del pasado domingo, el titular de seguridad pública, Omar García Harfuch, dijo que no se podía condenar a toda una institución por los errores cometidos por algunos de sus integrantes.
Horas después, en su “mañanera”, la presidenta Claudia Sheinbaum refrendó la defensa. Para el general exsecretario, recordando que lo importante era la investigación y, sobre todo, las pruebas para demostrar los dichos.
La lógica indica una posibilidad de involucrar a Rafael Ojeda Durán en el escándalo mayúsculo de los hermanos Farías Laguna y otros implicados; golpearía directamente la humanidad de López Obrador.
Es mucho más conveniente enviar el mensaje de ataque a la corrupción, aprehendiendo y enjuiciando a “peces menores”. Ahí se registra una diferencia con el pasado reciente.
Durante el sexenio 2018-2024 se cubrió la corrupción en vez de combatirla. En este sexenio de la presidenta Sheinbaum sí se está combatiendo la corrupción pero cuidando la imagen de quien ahora vive en Palenque.
Lo anterior significa la imposibilidad de señalar y encarcelar a un exsecretario en cualquiera de sus ramos.
Para el lado oficial, resultan muy lejanas y “casi en el olvido” aquellas palabras de AMLO en una de sus “mañaneras” del año 2019: “El presidente de México está enterado de todo lo que sucede y de las tranzas grandes que se llevan a cabo”.
JALISCO
¿Legalidad? pero sin integridad

– Opinión, por Gabriel Torres Espinoza
¿Por qué se critica tanto al Tribunal de Justicia Administrativa (TJA)? Porque se ha transformado en fábrica de sentencias “ajustadas a derecho”, ¡pero profundamente injustas! Asisten al ‘indebido proceso’ y ceden al “daño patrimonial” causado por los ‘desarrolladores’.
Los derechos colectivos —aire limpio, agua, movilidad, biodiversidad— se reducen a bienes menores, sacrificables en nombre de una supuesta certeza jurídica para el ‘inversionista’.
Lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos recordó es que tienen la obligación jurídica de prevenir, mitigar y remediar daños ambientales por su impacto directo en los derechos humanos.
Bajo esa luz, cada fallo del TJA que antepone la rentabilidad de un fraccionamiento sobre la preservación de un bosque o de un área natural protegida, no es solo un despropósito local, sino una violación a compromisos internacionales y a los derechos fundamentales de la ciudadanía.
La prensa ha documentado el incremento de litigios contra la planeación urbana, hasta el punto de que este Tribunal se tornó en el espacio donde los corruptores desfilan a desmontar planes de desarrollo, debilitando la ordenación del territorio con fachada de legalidad. Se trata de un tribunal que privilegia la letra procesal, sobre el sentido integral de la planeación. Lo que se produce es una ciudad fragmentada, desigual, en la que cada vez es más difícil trasladarse y vivir.
La responsabilidad social de este Tribunal es mayor, pues el TJA es la última instancia. Las decisiones que dicta son definitivas y obligatorias. Sus resoluciones no pueden recurrirse, y sus magistrados no rinden cuentas a nadie. Allí donde se concentra el poder de decidir el futuro urbano, se concentra también la tentación de la corrupción.
Por eso el TJA no solo refleja, sino que encarna hoy el mayor riesgo estructural para el derecho a la ciudad y al medio ambiente, porque cada vez que dicta una sentencia que habilita lo prohibido, que desprotege los recursos naturales, destruye algo más que territorio; destruye la confianza en la idea misma de justicia. Su propia legitimidad social.
Los jueces no deben limitarse a aplicar reglas, sino decidir con base en principios que aseguren el bien superior a la ciudad. La legalidad, sin integridad, degrada la justicia. Básicamente, porque transforma el tribunal en una coraza de impunidad.
En este órgano jurisdiccional, hemos visto cómo se ha vuelto norma la confusión entre legalidad procedimental y justicia, con resoluciones fundadas y motivadas en lo formal, pero que producen resultados injustos y muy lesivos para la sociedad.
Sentencias “apegadas a derecho” que, sin embargo, devastan áreas naturales, desmantelan planes urbanos, causan más colapso vial y profundizan la desigualdad. No perdamos de vista que esa sociedad, la que sufre las consecuencias, es justamente la que dotó a estos magistrados de su investidura, y a la que debieran rendir cuentas, a través de los poderes constituidos de Jalisco.
La diferencia entre un tribunal de justicia y uno de derecho se vuelve aquí fundamental. El primero busca armonizar la norma con el desarrollo sustentable de la ciudad; el segundo la aplica sin importar que destruya bosques, colapse vialidades o afecte a comunidades enteras.
El primero protege a la ciudad; el segundo protege contratos y escrituras privadas. El primero es garante de ciudadanía; el segundo, como en Jalisco, es agente de plusvalía y el principal agente corruptor contra el ordenamiento territorial.
A la luz de las actuaciones del TJA, surge hoy una pregunta colectiva, inevitable y perturbadora: ¿Cuál es la utilidad social de un tribunal del que debemos defendernos todos para poder preservar la ciudad? Si el órgano llamado a garantizar justicia es el principal mecanismo de despojo legalizado; si en lugar de proteger a la colectividad protege a los desarrolladores; si en vez de equilibrar el interés privado con el bien común se ha dedicado a corroerlo, entonces su existencia no responde al poder público, sino a los negocios que lo corrompen.
Un tribunal así no es garante de derechos, ni de justicia administrativa; sino una auténtica amenaza permanente contra ellos, misma que estaríamos obligados a enfrentar como sociedad, y desde el gobierno.
S. Gabriela Salazar
1 de marzo de 2019 at 15:58
Excelente apreciación!??????
Ojalá y sí pueda sostenerse la propuesta que determinó el Senado y va a la Cámara de Diputados!